
“Me habían arrojado fuera de la tormenta y era hermoso” – David Whitehouse
¿Qué pasa si no nos gusta lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Qué pasa si nos terminamos convirtiendo en receptores de actitudes que, o bien no merecemos, o bien no podemos manejar? ¿Qué alternativas tenemos ante la conducta ajena? ¿Cómo podemos responder? ¿Cómo podemos reaccionar? ¿Dentro de qué grupo nos deberíamos ubicar? ¿Vamos a ser quienes se corren de ese ámbito o quienes se quedan, enviciándolo aún más, sin poder salir del círculo? En Bed, la reveladora novela de David Whitehouse, se alude a la doble naturaleza del amor. Pero no estamos hablando sobre relaciones de pareja sino sobre cómo se manifiesta el sentimiento dentro de la dinámica familiar. “El amor es una línea larga. Es todo amor pero tiene extremos opuestos. Está el extremo que es bueno. Ese es el extremo en el que uno quiere estar. Y está el extremo que es malo, porque el amor también puede destruirte. Y ese extremo de la línea es el lugar en el que está la mayoría”. Así somos, ópera prima de Alex Kurtzman (guionista/soldado de las producciones de J.J. Abrams, desde Alias hasta Star Trek), tiene a dos personajes centrales ubicados en ese último extremo de la línea, quienes crecieron convencidos de que la contención familiar nunca iba a ser completa y de que eventualmente toda presencia termina mutando en abandono. Sin embargo, es aún más triste cuando la ausencia llega antes de la muerte, cuando llega con una partida voluntaria, con la desconsideración, con la falta de afecto. Poco después del funeral de su padre, Sam (Chris Pine) se entera de que ese hombre que estuvo siempre a medias en su vida también tuvo otra hija (este hecho está inspirado en la experiencia personal de Kurtzman). Inmerso en sus propios problemas laborales, retrasando su futuro sentimental por no haber podido lidiar con una infancia traumática, Sam intenta salir del espiral para conocer a su hermana Frankie (una extraordinaria Elizabeth Banks) y así, a partir de varios encuentros en los que no le revela su identidad, dilucidar quién fue su padre, ese hombre que lo llevó al parque algunas veces, le dio seis consejos para manejarse en la vida, lo instruyó en la música, se ausentó, se enfermó, murió y nunca pudo ser para él más que una figura incompleta.
“It’s official: I don’t exist”

Frankie, sin saberlo y con una generosidad natural, ayuda a Sam a reconstruir el rompecabezas, siendo ella ese extremo (inicialmente) más destruido. “La última imagen que tengo de mi padre es la de las luces traseras de la camioneta” le cuenta ella a Sam. Pero Así somos no emparenta la melancolía con un puñado de confesiones edulcoradas. Porque la realidad no lo es. Y Frankie es la viva prueba. El abandono de su padre, la decisión de quedarse con su otra familia, provocó en ella una rebeldía que la condujo al alcohol, a las drogas, al frecuente sexo casual y a un hijo, Josh (el personaje/costado más esperanzador de la historia), quien tampoco sabe quién es su padre. La ausencia, entonces, cobra otro sentido, se hace más pesada. El recuerdo de un padre de quien esperaste más y quien nunca estuvo a la altura de las circunstancias (un poco por no poder y otro poco por no querer) activa una nostalgia punzante, una necesidad de rebobinar para rastrear ese momento en el que todo fue tomando otro curso, en el que todo fue cayendo en picada. En esa necesidad, Frankie admite nunca haberse preguntando qué había de malo en él sino, por el contrario, qué había de malo en ella. Qué pudo haber hecho ella para que su padre no se interese por estar sobrio y llevarla a comer, en lugar de drogarse con amigos mientras ella observaba la escena a la distancia, con un vestido nuevo que no volvería a usar. Esa distancia que es precisamente la que no debería existir en ese vínculo. Porque nada puede causar más impotencia que mirar a un padre y no reconocerlo. El golpe puede contrarrestar cualquier ímpetu de hacer algo por nosotros mismos (o bien empujarnos a la otra vereda).
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“¿Qué vida es esta, que te da la maravilla de un corazón que late y después lo hace estallar en un millón de pedazos diminutos? ¿En la que lo que te enseñan a esperar, todo eso, no llega nunca? Si eso es la vida, ¿para qué salir de la cama?”, pregunta Whitehouse en su novela. Así somos parece querer decirnos que es Frankie quien no pudo levantarse, quien se perdió en los excesos por esperar el regreso de su padre, un regreso que nunca se produjo (al menos no de la forma que ella suponía). Pero lo interesante de la película es cómo trastoca la perspectiva: quien creemos que tiene todo bajo control por haber pasado más tiempo con una familia moderadamente “constituida” (Sam) es quien menos idea tiene de cómo relacionarse, de cómo decir una verdad a tiempo, de cómo acercarse a una madre (Michelle Pfeiffer en un papel tan modesto como doloroso) quien también lidia con el peso de decisiones que repercutieron en esos hermanos que crecieron separados. Entonces, volvemos a lo mismo: ¿qué pasa si no nos gusta lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Qué pasa si no nos podemos hacer cargo de los conflictos familiares sin evitar meternos en la tormenta? La película muestra a Sam y a Frankie lidiando con la decepción, con la frustración, a partir de vaivenes de conducta. Al comienzo los conocemos como personas autodestructivas y luego como quienes, al aceptar que con la muerte de su padre también murieron sus expectativas, se abocan a la realidad, a lo que sí tienen, a sus pequeñas epifanías: escuchar Joy Division, arreglar el jardín, hacer dormir a un hijo, decirle “te amo” a alguien, visitar una playa, comer tacos. No hay más que eso. Mejor dicho: no hay otra forma.
*Les dejo una escena de Así somos:
“Somos hermanos, somos las únicas dos personas en el mundo que saben lo que fue crecer sin él. Eso es un milagro”, le dice Sam a Frankie y en ese instante no hay dudas respecto a la importancia de la hermandad para hacerle frente a un panorama irremediable. Es de acá en adelante. Es aceptar el pasado fijando la atención en el encanto cotidiano. No para aislarse: para conocerse. “Nos sentamos ahí todo el resto del día, relajados y en calma (…) a lo lejos, las luces parpadeantes de los aviones. Fuera del ladrido del perro cuando pasaba un auto, no había nada. Me habían arrojado fuera de la tormenta y era hermoso” se lee también en Bed. Así somos responde a mi pregunta inicial del post de la manera más honesta posible. Si no nos gusta lo que sucede, no hay otra forma de lidiar con la frustración que haciendo algo que nos sirva a nosotros y que el otro también vea (y, con suerte, lo ayude). Sam se refugia en momentos compartidos con su sobrino, “relajado y en calma” y, en esa actitud, le devuelve la fe a su madre de recomponer un vínculo que su padre cortó al medio. Pero a pesar de su luminosidad, la película de Kurtzman aborda la compleja interacción familiar con una melancolía omnipresente (sobre todo en la hermosa pero dura escena final), con Sam y Frankie como los únicos responsables a la hora de cambiar el futuro. “Vi los acantilados blancos de la costa inglesa y recordé el momento en que papá me contó por qué eran de ese color. ‘Miles de millones de años de huesos’, dijo. ‘Billones de vidas, todos los esqueletos del mar, mantenidos en tierra por las mareas y golpeados por las olas. Presión más tiempo para convertir todo en tiza. Sorprendente. Con suficiente presión durante suficiente tiempo siempre se crea algo nuevo’”. Cuando uno logra soltar – ya sea a la fuerza o por real convicción -, cuando uno supera la ausencia (si es que se supera del todo) es cuando más listo está para aceptar que si alguien pudo subirse a una camioneta y dejar todo atrás, uno también puede subirse a la suya, mirar hacia adelante y salir de la tormenta.
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¿Vieron Así somos? ¿Les gustó? ¿Qué películas sienten que representan a sus respectivas familias? ¿Con cuáles se sintieron más identificados en ese plano? ; ¡Comenten! ¡Buen martes para todos!
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