Lo mejor del 2012: Las actrices

Un año después de la muerte de su hermano, Jack (Mark Duplass) escucha a un amigo de éste brindar un prolongado – y algo afectado – discurso homenaje. Que era una persona generosa, que siempre se ponía por detrás de las necesidades de los demás, que esto, que lo otro. Todo bueno. Porque nadie se atreve a hablar de las miserias de quienes no están, aunque sean miserias comunes a todos, o a la gran mayoría. No. Hay que evocar anécdotas que nos hagan sentir bien, que nos hagan recordar con una parcialidad bastante llamativa, y que no terminen por empeorar la situación. Para Jack todo eso es una pantomima. Por eso, interrumpe el discurso y refuta todas esas anécdotas con aquellas que hablan de cómo era verdaderamente su hermano: una persona compleja que no siempre tenía esa habilidad para poner a los demás primero. Pero en medio del momento tenso, la cámara de Lynn Shelton se concentra en Iris, se concentra en Emily Blunt, ex novia del hermano de Jack y ahora la mejor amiga de él. Dura menos de un minuto, pero ese plano desnuda, con total y bella honestidad, qué hace de Blunt una actriz formidable: su forma de preguntarle al personaje de Duplass si está bien, si quiere ayuda, si la necesita. A ese intercambio mudo de impresiones le sucede una de las conversaciones más naturales de Your Sister’s Sister, dos amigos hablando en un pasillo, uno reconfortando al otro. Posteriormente, la película (sí, otra indie, sí con la música como amparo) focaliza en la interacción entre Jack, Iris y la hermana de ella (la increíble Rosemarie DeWitt), quienes a partir de una seguidilla de circunstancias dignas de una sitcom (acá más pesadas) se van conociendo más, se van confesando y, sin buscarlo, se van cambiando el futuro.

Emily Blunt y Mark Duplass en Your Sister’s Sister

Mencionaría más de una vez el adjetivo “natural” para hablar del film de Lynn Shelton porque lo cierto es que hay pocos que le hagan la misma justicia. En la historia nada está forzado (tanto así que prácticamente no tiene final, los personajes están en un transcurrir eterno) y en los ojos celestes de Blunt se confunden la necesidad de decir en voz alta lo que siempre estuvo en un plano subterráneo, la preocupación por el presente de su hermana y la esperanza de construir de cero, dejando atrás tanto tanto a ese novio que ya no está como a los miedos por empezar de nuevo. Blunt es genuina. Y no solo lo percibimos en Your Sister’s Sister. También lo percibimos en Looper y su prestancia, mezcla de heroína de western, algo de femme fatale y mucho de mujer quebrada que quiere otra chance para demostrar que efectivamente puede proteger a su hijo. Y, claro, también lo percibimos en Eternamente comprometidos cuando su Violet se reencuentra con Tom y advierte que si la vida te vuelve a poner por delante a alguien que te merece, no tiene sentido girar sobre planes, planes y planes que retrasen la concreción de un destino en común. De eso se trató el año cinematográfico de Blunt. De personajes que tienen a su alcance segundas oportunidades. De personajes lo suficientemente inteligentes como para aprovecharlas.

 *Les dejo algunas imágenes de Your Sister’s Sister:

……………………………………………………………………………….

*Menciones especiales para…

Michelle Williams (Take This Waltz, My Week with Marilyn)

Brit Marling (Arbitrage, Sound of My Voice)

Felicity Jones (Like Crazy)

 ………………………………………………………………………………………….

Seguimos con el balance y las consignas: ¿Cuáles les parecieron las mejores actuaciones femeninas del 2012? ¿Cuál es el mejor papel de Emily Blunt? ¿De qué otros actores y/o directores quisieran ver post? ¡Comenten! ¡Buen Finde para todos!

………………………………………………………………………………………….

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!


Deathmatch: Magneto vs. Gandalf

*Deathmatch propuesto por: Lujan20

Sí, la foto de arriba está trucada. ¿Pero acaso no cae como anillo al dedo? Le quiero agradecer especialmente a Luján por pasármela y, en relación a la misma, proponer el Deathmatch de este jueves. Hoy voy a andar un poco a las corridas, pero no quería dejar una semana con un día incompleto/sin un post, así que vamos a tomarnos este jueves para hablar de dos personajes (Magneto, Gandalf), de las dos sagas de las que forman parte (X-Men y El señor de los anillos) y, por supuesto, del Señor – recordemos que le fue otorgada esta categoría – Ian McKellen. Doy el puntapié inicial confesando que ninguna de las dos sagas son precisamente favoritas personales, pero que inclino mi balanza hacia la de Peter Jackson (un poco por la nostalgia que me generan sus primeras películas, otro tanto por ser un ejemplo de la ambición llevada a buen puerto), a pesar de una cierta molestia para con la naturaleza anti-autoconclusiva (¿me dejan emplear este neologismo?, gracias) de las distintas partes de la trilogía. ¿Y qué decir de McKellen? Yo, indudablemente, lo tendré por siempre asociado a esta escena. 

……………………………………………………………………………………………

*1. Ian McKellen como Magneto:

*2. Ian McKellen como Gandalf:

…………………………………………………………………………………………..

 ¿Magneto o Gandalf? ¿En cuál de los papeles lo prefieren al Señor Ian McKellen? ¿Cuán familiarizados están con las sagas de X-Men y El señor de los anillos?; los invito a explayarse sobre ellas y sobre el actor en cuestión; comenten y, de yapa, propongan una secuencia y/o versus para el jueves próximo; ¡Gracias a todos! ¡Que tengan un buen día!

………………………………………………………………………………………………….

DEATHMATCH WINNER: GANDALF

……………………………………………………………………………………………………..

La última vez enfrentamos a… WOODY ALLEN con GROUCHO MARX

……………………………………………………………………………………………………

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!

La culpa la tiene Glee

Con la inminente llegada de un nuevo año e inevitablemente inmersa en otra ola de balances cinematográficos (y de otra índole, aunque supongo que también van ligados), llegué a la conclusión de que algunas de las mejores películas del 2012 son comedias. Pero no de la clase de comedias configuradas especialmente para complacer y que en ese afán permiten que se le vean los hilos (ejemplos recientes de buenos a mediocres: Piratas del Caribe en su variante de comedia de aventuras, o El discurso del Rey en su variante de comedia “agradable”), sino aquellas que, les vaya bien con el público o no, les vaya bien con la crítica o no, logren una cierta popularidad o no, frecuentemente son prejuzgadas, tildadas de superficiales, simplonas, o lo que es peor: confinadas a su género con el ya clásico mote “no es para todos los gustos”. La lectura que se puede hacer de esto es bastante triste: si una película tiene chistes escatológicos o hace reiterado uso de palabras como “dick”, “fuck”, “shit” y otras variantes es descalificada inmediatamente como obra permeable al análisis cinematográfico. Sí, claro. Porque John Waters no hizo de la escatología un culto que merezca ser celebrado de aquí a la eternidad. Creo que ya saben lo que pienso respecto a esa noción que se tiene de la comedia como algo que, si no está acompañado de una cierta sofisticación o actuaciones de prestigio (El discurso del Rey, de nuevo), directamente no tiene chance de ser, paradójicamente, tomado en serio. El argumento es totalmente inválido y el 2012 demostró que tres películas del género totalmente distintas pueden, deben y merecen ser analizadas como obras que tienen mucho para decir. Eternamente comprometidos sobre la vida, los planes que se posponen, el  sacrificio, la muerte. Ted sobre la amistad, también el sacrificio, la pareja y el crecimiento. Y finalmente tenemos la película que nos ocupa hoy: 21 Jump Street.

La herencia que Jonah Hill (co-guionista y protagonista del film) recibió de, por ejemplo, Ben Stiller, nunca fue más evidente. Como para despejar dudas, Hill se hace cargo de que su película (dirigida por Phil Lord y Chris Miller, pero tan suya en muchos planos) es un refrito, una reposición del clásico televisivo comandado por Johnny Depp. Y se hace cargo poniendo en boca de un personaje esta idea: “Lo único que se hace ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que no lo notemos”. De ahí en adelante, y con la autoconsciencia al volante, 21 Jump Street no tiene freno posible. Pero en medio de algunas de las secuencias más hilarantes del año (el montaje paralelo de la reacción de los infiltrados Schmidt y Jenko ante la droga que intentan erradicar) también se lleva a cabo (como Stiller con Hollywood en Tropic Thunder) una de las lecturas más inteligentes sobre la escuela secundaria que el cine ha visto en mucho tiempo. En poco más de cinco minutos, 21 Jump Street hace un panorama de la juventud actual tan preciso como irrisorio, provisto por detalles que desconciertan a Jenko (antes el popular, ahora el nerd) debido a esa distancia generacional. Desde no entender la razón por la cual los adolescentes usan las mochilas con las dos tiras puestas o no saber reconocer a una tribu urbana emergente (nunca los hipsters tuvieron un mejor cameo), esa brecha, esa nueva sociedad que abraza a los losers, se muestra desde lo general con la trama que involucra a Schmidt (antes el nerd, ahora el popular) y desde lo más puntual con una escueta y precisa frase: la culpa la tiene Glee.

“Fuck you, Glee” dice Jenko, aludiendo a cómo la exitosa creación de Ryan Murphy eliminó por completo la posibilidad de que un “lindo pero probablemente idiota” como él sea por segunda vez consecutiva la estrella de la secundaria. Las reglas cambiaron y 21 Jump Street  convierte a Schmidt en el chico que está “in” (porque ahora se puede cuidar del medioambiente y ser popular al mismo tiempo) y a Jenko en alguien que no encuentra su espacio (o sí, junto a los geeks). En este aspecto (y debo reconocerlo) Channing Tatum se luce en un papel totalmente opuesto a los que nos tiene (mal)acostumbrados. No tiene un interés romántico. No muestra su cuerpo. No es encantador. O sí: solo es encantador cuando advierte que es más inteligente de lo que pensaba o cuando demuestra hasta qué punto es capaz de honrar la hermandad. “Abracen los estereotipos” dice un imparable Ice Cube al comienzo del film y eso fue precisamente lo que hicieron Hill y compañía. Lamentablemente, 21 Jump Street va a pasar a integrar la lista de comedias incomprendidas e infravaloradas. Porque, claro, una película que abre con “The Real Slim Shady”, se ríe de los efectos de las drogas, dice “fuck”, “suck a dick” y tiene a Jonah Hill vestido de Peter Pan en una persecución policial no es digna de análisis ni puede estar entre lo mejor del 2012. Sí, claro.

…………………………………………………………………………………………

*DE YAPA: Les dejo un compilado de las escenas más divertidas de la película, que lo disfruten:

…………………………………………………………………………………….

¿Qué opinan de 21 Jump Street? ¿Cuáles fueron las últimas películas que más los han hecho reír?; ¡Dejen sus aportes, los leo! ¡Buen miércoles!

………………………………………………………………………………………

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!

Fuera de la tormenta

“Me habían arrojado fuera de la tormenta y era hermoso” – David Whitehouse

¿Qué pasa si no nos gusta lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Qué pasa si nos terminamos convirtiendo en receptores de actitudes que, o bien no merecemos, o bien no podemos manejar? ¿Qué alternativas tenemos ante la conducta ajena? ¿Cómo podemos responder? ¿Cómo podemos reaccionar? ¿Dentro de qué grupo nos deberíamos ubicar? ¿Vamos a ser quienes se corren de ese ámbito o quienes se quedan, enviciándolo aún más, sin poder salir del círculo? En Bed, la reveladora novela de David Whitehouse, se alude a la doble naturaleza del amor. Pero no estamos hablando sobre relaciones de pareja sino sobre cómo se manifiesta el sentimiento dentro de la dinámica familiar. “El amor es una línea larga. Es todo amor pero tiene extremos opuestos. Está el extremo que es bueno. Ese es el extremo en el que uno quiere estar. Y está el extremo que es malo, porque el amor también puede destruirte. Y ese extremo de la línea es el lugar en el que está la mayoría”. Así somos, ópera prima de Alex Kurtzman (guionista/soldado de las producciones de J.J. Abrams, desde Alias hasta Star Trek), tiene a dos personajes centrales ubicados en ese último extremo de la línea, quienes crecieron convencidos de que la contención familiar nunca iba a ser completa y de que eventualmente toda presencia termina mutando en abandono. Sin embargo, es aún más triste cuando la ausencia llega antes de la muerte, cuando llega con una partida voluntaria, con la desconsideración, con la falta de afecto. Poco después del funeral de su padre, Sam (Chris Pine) se entera de que ese hombre que estuvo siempre a medias en su vida también tuvo otra hija (este hecho está inspirado en la experiencia personal de Kurtzman). Inmerso en sus propios problemas laborales, retrasando su futuro sentimental por no haber podido lidiar con una infancia traumática, Sam intenta salir del espiral para conocer a su hermana Frankie (una extraordinaria Elizabeth Banks) y así, a partir de varios encuentros en los que no le revela su identidad, dilucidar quién fue su padre, ese hombre que lo llevó al parque algunas veces, le dio seis consejos para manejarse en la vida, lo instruyó en la música, se ausentó, se enfermó, murió y nunca pudo ser para él más que una figura incompleta.

“It’s official: I don’t exist” 

Frankie, sin saberlo y con una generosidad natural, ayuda a Sam a reconstruir el rompecabezas, siendo ella ese extremo (inicialmente) más destruido. “La última imagen que tengo de mi padre es la de las luces traseras de la camioneta” le cuenta ella a Sam. Pero Así somos no emparenta la melancolía con un puñado de confesiones edulcoradas. Porque la realidad no lo es. Y Frankie es la viva prueba. El abandono de su padre, la decisión de quedarse con su otra familia, provocó en ella una rebeldía que la condujo al alcohol, a las drogas, al frecuente sexo casual y a un hijo, Josh (el personaje/costado más esperanzador de la historia), quien tampoco sabe quién es su padre. La ausencia, entonces, cobra otro sentido, se hace más pesada. El recuerdo de un padre de quien esperaste más y quien nunca estuvo a la altura de las circunstancias (un poco por no poder y otro poco por no querer) activa una nostalgia punzante, una necesidad de rebobinar para rastrear ese momento en el que todo fue tomando otro curso, en el que todo fue cayendo en picada. En esa necesidad, Frankie admite nunca haberse preguntando qué había de malo en él sino, por el contrario, qué había de malo en ella. Qué pudo haber hecho ella para que su padre no se interese por estar sobrio y llevarla a comer, en lugar de drogarse con amigos mientras ella observaba la escena a la distancia, con un vestido nuevo que no volvería a usar. Esa distancia que es precisamente la que no debería existir en ese vínculo. Porque nada puede causar más impotencia que mirar a un padre y no reconocerlo. El golpe puede contrarrestar cualquier ímpetu de hacer algo por nosotros mismos (o bien empujarnos a la otra vereda).

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦

“¿Qué vida es esta, que te da la maravilla de un corazón que late y después lo hace estallar en un millón de pedazos diminutos? ¿En la que lo que te enseñan a esperar, todo eso, no llega nunca? Si eso es la vida, ¿para qué salir de la cama?”, pregunta Whitehouse en su novela. Así somos parece querer decirnos que es Frankie quien no pudo levantarse, quien se perdió en los excesos por esperar el regreso de su padre, un regreso que nunca se produjo (al menos no de la forma que ella suponía). Pero lo interesante de la película es cómo trastoca la perspectiva: quien creemos que tiene todo bajo control por haber pasado más tiempo con una familia moderadamente “constituida” (Sam) es quien menos idea tiene de cómo relacionarse, de cómo decir una verdad a tiempo, de cómo acercarse a una madre (Michelle Pfeiffer en un papel tan modesto como doloroso) quien también lidia con el peso de decisiones que repercutieron en esos hermanos que crecieron separados. Entonces, volvemos a lo mismo: ¿qué pasa si no nos gusta lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Qué pasa si no nos podemos hacer cargo de los conflictos familiares sin evitar meternos en la tormenta? La película muestra a Sam y a Frankie lidiando con la decepción, con la frustración, a partir de vaivenes de conducta. Al comienzo los conocemos como personas autodestructivas y luego como quienes, al aceptar que con la muerte de su padre también murieron sus expectativas, se abocan a la realidad, a lo que sí tienen, a sus pequeñas epifanías: escuchar Joy Division, arreglar el jardín, hacer dormir a un hijo, decirle “te amo” a alguien, visitar una playa, comer tacos. No hay más que eso. Mejor dicho: no hay otra forma.

*Les dejo una escena de Así somos:

“Somos hermanos, somos las únicas dos personas en el mundo que saben lo que fue crecer sin él. Eso es un milagro”, le dice Sam a Frankie y en ese instante no hay dudas respecto a la importancia de la hermandad para hacerle frente a un panorama irremediable. Es de acá en adelante. Es aceptar el pasado fijando la atención en el encanto cotidiano. No para aislarse: para conocerse. “Nos sentamos ahí todo el resto del día, relajados y en calma (…) a lo lejos, las luces parpadeantes de los aviones. Fuera del ladrido del perro cuando pasaba un auto, no había nada. Me habían arrojado fuera de la tormenta y era hermoso” se lee también en Bed. Así somos responde a mi pregunta inicial del post de la manera más honesta posible. Si no nos gusta lo que sucede, no hay otra forma de lidiar con la frustración que haciendo algo que nos sirva a nosotros y que el otro también vea (y, con suerte, lo ayude). Sam se refugia en momentos compartidos con su sobrino, “relajado y en calma” y, en esa actitud, le devuelve la fe a su madre de recomponer un vínculo que su padre cortó al medio. Pero a pesar de su luminosidad, la película de Kurtzman aborda la compleja interacción familiar con una melancolía omnipresente (sobre todo en la hermosa pero dura escena final), con Sam y Frankie como los únicos responsables a la hora de cambiar el futuro. “Vi los acantilados blancos de la costa inglesa y recordé el momento en que papá me contó por qué eran de ese color. ‘Miles de millones de años de huesos’, dijo. ‘Billones de vidas, todos los esqueletos del mar, mantenidos en tierra por las mareas y golpeados por las olas. Presión más tiempo para convertir todo en tiza. Sorprendente. Con suficiente presión durante suficiente tiempo siempre se crea algo nuevo’”. Cuando uno logra soltar – ya sea a la fuerza o por real convicción -, cuando uno supera la ausencia (si es que se supera del todo) es cuando más listo está para aceptar que si alguien pudo subirse a una camioneta y dejar todo atrás, uno también puede subirse a la suya, mirar hacia adelante y salir de la tormenta.

…………………………………………………………………………………….

¿Vieron Así somos? ¿Les gustó? ¿Qué películas sienten que representan a sus respectivas familias? ¿Con cuáles se sintieron más identificados en ese plano? ; ¡Comenten! ¡Buen martes para todos!

………………………………………………………………………………………

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!

Algunos contrastes sociales en el cine italiano

Carlos Battisti en Umberto D

Hoy en Cinescalas escribe: Daniel Jorge Pantin

Antes que nada, quiero agradecerle a Mili por permitirme esbozar algunas apreciaciones sobre un cine ya pasado pero no por ello carente de excelencia. Quiero aquí referirme a dos o tres películas italianas, pero no desde la óptica cinematográfica – ya que todas ellas constituyen joyas del cine – sino para  ver la evolución de una sociedad italiana, que se puede visualizar sin obstáculos al observar el curioso contraste sociológico que muestran estos films. Dos de ellos pertenecen al denominado neorrealismo italiano. Este es un movimiento cultural nacido hacia los fines de la Segunda Guerra Mundial y que tuvo su apogeo en los años posteriores a la misma, es decir, en la llamada posguerra, hasta fines de 1955. Este movimiento surgió a partir de críticos cinematográficos de la época agrupados en torno a la revista Cinema. Entre sus precursores se pueden mencionar a dos inolvidables: Michelangelo Antonioni y Luchino Visconti.

El neorrealismo llevó una impronta dejada por el realismo poético francés. Los mismos Antonioni y Visconti trabajaron como colaboradores del gran Jean Renoir. El cine neorrealista italiano se caracterizó por ser lo que hoy llamamos un cine de denuncia, pero no de protesta. Mostraba con nitidez fotográfica las estampas dolorosas que se vivieron en esos tiempos.  El neorrealismo pintó, aunque con una inmejorable paleta de blancos y negros, la depresión social que invadió todos los ámbitos en los años de la posguerra. Ello gracias a fotógrafos de la talla de Carlo Montuori y Aldo Graziati. Es un cine triste, melancólico, que reseña la terrible depresión económica al cabo de una guerra feroz, que dejó a todo un pueblo sumergido en la pobreza y la desesperanza.

Lamberto Maggiorani en Ladrón de bicicletas

Esto surge claramente en el caso de Umberto D, película filmada en 1948 y dirigida por Vittorio De Sica con guión del inefable Cesare Zavattini. La misma cuenta la vida de un hombre mayor que había sido funcionario público y que en la posguerra debía hacer milagros para poder sobrevivir con una magra jubilación. Umberto, interpretado por Carlo  Battisti, quien en la vida real no era actor sino un Profesor de Filosofía de setenta años edad, transmite al personaje toda la angustia, la depresión y el desamparo en que lo había abandonado esa sociedad. No obstante su desgracia, son de destacar los principios morales y éticos que posee y que no abandona a pesar de estar “tocando fondo”. Basta ver su forma de vestir que denota su señorío, aunque sus ropas estén ya viejas y gastadas. Su pensamiento honesto le impide caer en alguna acción criticable para paliar sus necesidades más elementales. Es el fiel reflejo de una clase de jubilados que trabajaron fervientemente durante muchos años y que ahora la sociedad resquebrajada los abandona a su suerte. Dicen que Vittorio de Sica se inspiró en el infortunio de su padre, también jubilado, que debió enfrentarse impotente ante esa nefasta situación. Cualquier semejanza con la realidad actual de nuestros jubilados es pura coincidencia. Dentro de esta gama de películas, puede incluirse otra de Vittorio de Sicca, titulada Ladrón de bicicletas (1948) considerada una de las cintas emblemáticas del neorrealismo italiano, donde se muestra el altísimo desempleo que castigaba a los jóvenes de esa misma época.

Nino Manfredi en Feos, malos y sucios

Pero el tiempo pasa y las situaciones cambian. Italia progresa, abandona las desventuras de aquellos tiempos y se convierte en una sociedad industrial pujante. Para sus ciudadanos llegan las mejoras económicas y renacen los derechos sociales. Aparecen entonces otros hombres, carentes de principios y de moral, lo que les permite aprovecharse de las circunstancias. Y el cine italiano nos pinta con su paleta de colores, un grupo social, marginal, esquivo al trabajo, proclive a los excesos y a las relaciones incestuosas. La cámara de Ettore Scola nos pasea en Feos, malos y sucios (1976) por lo que hoy en nuestro medio llamaríamos “villa miseria”. La misma contrasta con los lugares linderos y progresistas de la nueva Roma, tal como aquí sucede con la villa que crece casi dentro de uno de los barrios más distinguidos de Buenos Aires o, como las favellas que se aprecian en los morros de Río. En una casilla rodeada por otras similares, todas construidas con elementos desechados y, en un montículo en la periferia de Roma, vive un anciano llamado Giacinto Mazzatella (extraordinariamente interpretado por Nino Manfredi). El mismo ha perdido uno de sus ojos y en un juicio ha cobrado un millón de liras, suma de dinero que atesora para que no esté al alcance de sus más íntimos familiares que pujan por sacársela. Giacinto sólo piensa en gastarla “en putas, comida y bebida”, mientras que sus hijos hasta llegan a premeditar matarlo para hacerse del botín.

* Breve documental sobre el neorrealismo italiano:

Un mismo país, una misma ciudad, dos épocas diferentes separadas por escasos años. El sufrimiento estoico de Umberto D, aferrado a sus principios a pesar de la vida miserable que le ha tocado en desgracia y, por otro lado, la vida licenciosa, indecente, libertina, de un grupo que por diferentes circunstancias sociales mantiene un comportamiento casi animal. ¡Qué dos films contrapuestos para un buen cine debate! Saludos para todos.

Por Daniel Jorge Pantin

…………………………………………………………………………………

¿Han visto algunas de las películas que menciona Daniel? ¿Les interesa el neorrealismo italiano o es algo que tienen pendiente?; ¡Dejen sus comentarios!; para escribir en Cinescalas manden sus notas a milyyorke@gmail.com (gracias por la paciencia a quienes no he publicado todavía)

…………………………………………………………………………………

—> La última vez escribió Adrián Sanabria sobre… CUANDO TUS BANDAS FAVORITAS SUENAN EN UNA PELÍCULA

…………………………………………………………………………………….

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!