
“We pencil-sketch our previous life so we can contrast it to the Technicolor of the moment. This is how we proclaim a beginning” – Boy Meets Boy (David Levithan)
*Atención: se revelan algunos detalles del argumento
Las búsquedas siempre parecen conscientes o premeditadas. Quizás tenga que ver con las respuestas autómatas que damos ante la pregunta de cómo estamos, qué queremos, qué estamos haciendo. Pero en realidad, cuando buscamos algo, muchas veces nos arrojamos a eso sin saber bien el objet(iv)o. El verbo looking, con sus dos acepciones en inglés, fusiona la búsqueda con el acto de mirar, con el estar alertas a aquello que podría, aunque más no sea brevemente, cambiarnos la vida. En el terreno de lo romántico y/o sexual, la exploración es una acción que viene con el componente de la curiosidad por añadidura. Uno sale, mira sin mirar, experimenta, concluye esa empresa y se vuelve a su casa, en algún punto perdiéndose en el camino. “Call off the search for your soul or put it on hold again” escribió Alex Turner en “No.1 Party Anthem”, describiendo cómo la conquista nocturna nos libera de nosotros mismos porque también nos obliga a jugar un rol, a interpretar un papel, a despojarnos de todo aquello que pensamos en la semana, pensamientos que justamente están ligados a ese cómo estamos, a ese qué queremos y a ese qué estamos haciendo. Cuando salimos, cuando conocemos a alguien, cuando hacemos contacto visual, estamos interrumpiendo el autoanálisis o, como dice Turner, lo estamos pausando. El otro vendría a representar la posibilidad de mentirnos por unas horas, de proyectar una imagen idílica de nosotros mismos. Todo lo que soy siempre no si sé quiero serlo en una noche. La incertidumbre que trae consigno el acto de la conquista es análogo al de abrir muchas ventanas. Hoy abro esta, mañana otra, pasado otra, la semana siguiente otra, como si la apertura implicara necesariamente un desahogo. El futuro es tentador. La imprevisibilidad es tentadora. Uno puede llegar a preguntarse quién será la próxima persona a la que va a besar, quién será la próxima persona a la que va observar (cuando los ojos “invite you to approach”), quién será la próxima persona que va a sorprender y esas preguntas, al no tener rostro, nos recuerdan dónde reside el encanto de lo incierto. El acto de abrir ventanas es el acto de exponerse. Una acción depende exclusivamente de la otra. Porque sí, yo puedo salir, yo puedo buscar y encontrar, y buscar nuevamente y encontrar nuevamente también, y vivir, sentir y alimentar ese eterno ciclo. Pero la exposición está en la misma vereda del padecimiento y ya sabemos que el padecimiento es bicéfalo. Hoy quizás abra una ventana que me muestre un mundo interesante pero no demasiado prometedor y en unos días abra otra creyendo que es una más, parecida a tantas, y esa ventana termina siendo la más pesada. Ese salir, conocer y experimentar siempre parece ser una acción tripartita a la que se tilda de superficial o intrascendente. Pero hacerlo, realmente hacerlo, salir al mundo a buscar algo, no sabiendo bien qué, requiere de un alto grado de valentía. Me expongo y puede gustarme. Me expongo y puedo lastimarme. ¿Hasta qué punto logro esconder mi vulnerabilidad? ¿Acaso no es mi vulnerabilidad la que me conduce a ser algo que no soy? ¿Acaso la inseguridad no nos lleva a abrir más ventanas de las necesarias? “We accept the love we think we deserve”. En el espacio entre la búsqueda y la conquista hay un segundo en el que uno deja entrever cómo está y cómo quiere estar. Aceptamos lo que creemos merecer y eso dice mucho de lo que veníamos buscando, de cómo nos consideramos y de en qué etapa estamos.
“You’ll get your heart’s desire, I will meet you under the lights” – “Marz” – John Grant

Glen (Chris New) está obsesionado con el participio cimentado. Pero no sólo en el nivel superfluo de no poder estar en un mismo lugar demasiado tiempo. Glen cree que todo lo que lo roza – desde su trabajo hasta sus amistades – se convierte en un peligro de estancamiento. Sus amigos inconscientemente disfrutan de su filosofía del “úselo y tírelo” porque no quieren perderlo. Su trabajo como artista le otorga una falsa sensación de libertad. Sus relaciones ocasionales alimentan su mantra de “I don’t have a boyfriend, I don’t do boyfriends”. Lo suyo no tiene ver con el letargo, con la pereza, con la necedad ante lo diferente o con un capricho infantil de no querer crecer. Glen es una persona que está intentando encontrarse a sí misma y, por lo tanto, su reinvención entra en comunión con la apertura de ventanas. Sale a boliches y a cada hombre le hace narrar los hechos de la noche anterior como forma de recopilar (para uno de sus proyectos de arte) la diversidad de las situaciones, de las aventuras. Pero sabemos que Glen miente. Que en ese afán por potenciar la sexualidad su anhelo por encontrarse es el elemento omnisciente (“I’m trying to re-draw myself, but everyone keeps fucking hiding my pencils”). Russell (Tom Cullen) está obsesionado con las historias. Su casa está enteramente decorada con objetos que compró en tiendas de caridad, como si quisiera hacer de su espacio personal uno en el que puedan caber los espacios de los demás. Como una manera de no sentirse tan solo. Russell también sale, también busca, también encuentra. Sin embargo, su homosexualidad no está tan al descubierto como la de Glen y, por ende, se muestra más reservado y menos emocional. Las similitudes entre Weekend de Andrew Haigh y Before Sunset exceden el juego con lo romántico-temporal. Los protagonistas de ambas películas hallan un modo de comunicarse consigo mismos (y, en consecuencia, con el objeto de su afecto) a través de la palabra. Jesse tenía sus novelas y Céline, sus canciones. Glen tiene sus narraciones orales y Russell, un diario virtual de todas las personas que conoce, donde detalla sus peculiaridades, esos gestos que diferencian a un hombre de otro, esos gestos tan particulares que enamoraban a Céline y que la llevaban a decir que lo que se perdió es irreemplazable. Cuando uno va a un lugar sin dilucidar qué va a encontrar, no sabe en qué se convertirá la persona que va a conocer. Una conversación puede ser una conversación trivial, una más del montón, uno casi nunca puede aseverar que está atestiguando el prólogo a una relación en el mismo momento en el que el prólogo se empieza a gestar. “There is an unspoken recognition as we share these stories – we can talk about the bad dates and bad boyfriends because this is not a bad date, and we will not be bad boyfriends. We forget the fact that many of our early relationships started in the same way” escribió David Levithan en Boy Meets Boy. La inconsciencia ante el comienzo de lo verdaderamente importante parece ser algo a lo que nadie le puede escapar. Weekend explora con una naturalidad que deviene en brutalidad el instante exacto en el que advertimos que esa noche no será una noche igual a otras y que esa persona que está desnuda al lado nuestro puede llegar a alterarnos. Con su segundo largometraje tras Greek Pete, Haigh – como también haría con “Looking for the Future”, el quinto episodio de su serie para HBO apropiadamente titulada Looking -, logra embotellar el segundo de certeza en el que un desconocido pasa a ser quien más nos termina conociendo.
“Estoy persuadido de que el enamorado que sufre no está dentro de la historia de amor, está en otra cosa que se parece mucho a la locura, no en vano se habla de enamorados locos” – El grano de la voz (Roland Barthes)

Cuando somos compañeros de lo ocasional con alguien, en cierta forma estamos silenciando los problemas cotidianos y las mochilas que arrastramos. El pasado se anula. No sólo por la regla tácita de que no nos podemos exponer con tanta efervescencia en una primera vez sino porque el sexo es una posibilidad de empezar de cero. Cada encuentro es diferente. “Well, you know what it’s like when you first sleep with someone you don’t know—you like, become this blank canvas, and it gives you an opportunity to project onto that canvas who you want to be. And that’s what’s interesting, because everybody does it… and what happens is, while you’re projecting who you want to be, this gap opens up between who you want to be and who you really are. And in that gap, it shows you what’s stopping you from becoming who you want to be” le dice Glen a Russell la tarde siguiente a su primera noche juntos, aludiendo a cómo ese instante en el que uno pretende ser algo que no es el que te da la verdad irrefutable de quién sos vos. Es decir, ¿por qué digo que soy esto o lo otro? ¿por qué me muestro de tal o cual modo? La respuesta está en la antítesis de quien uno dice ser. Weekend se erige en esa premisa y va revelando la identidad de Glen y Russell a partir de una descarnada cotidianidad. Quien parece oponerse al compromiso es quien más necesitado de afecto se encuentra. Quien parece más seguro y posicionado es quien no terminó de resolver su pasado. En la escena más simple y extraordinaria del film, Haigh los pone a Glen y a Russell en una cama, mirándose, ambos conscientes de la inminente caducidad de sus encuentros (Glen tiene un viaje por delante y la relación no puede perdurar más de dos días), ambos ya convencidos de que lo furtivo pasará a ser indeleble. Glen le da la posibilidad a Russell de “salir del clóset”, ya que Russell es huérfano y nunca tuvo una historia de iniciación, o lo que él llama “el rito de pasaje de cada chico gay”. Glen pretende ser su papá y así Russell pone en palabras qué es lo que quiere, qué es lo que despierta de sus deseos, qué es lo que ama, qué es lo que es. Asimismo, del otro lado recibe el alivio (“well, you know what, son? It doesn’t matter to me. I love you just the same. And guess what? I couldn’t be more proud of you than if you were the first man on the moon”). Haigh, un amante incuestionable de lo prosaico, muestra a través de breves viñetas (una noche de droga y confesiones, un paseo en bicicleta, un viaje en colectivo, el estrenar un par de zapatillas que se tuvo guardado por meses, el preparar un desayuno) cómo dos personas encontraron su “hasta”. Hasta que Glen no lo conociera, Russell no iba a saber lo que era poner en palabras su sexualidad. Hasta que Russell no lo mirara, Glen no iba a saber lo que era llorar por amor en un andén. Hasta que ambos no colisionaran, ninguno iba a descubrir lo difícil que es realmente desnudarse ante el otro cuando el otro empieza a ser clave, complejo, pluridimensional (“I can flirt with the best of them, but only when it doesn’t matter. this suddenly matters” también puede leerse en Boy Meets Boy).
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Sobre el final, cuando Glen toma el tren y Russell lo besa (lo que se presupone que es su primer beso en público), ese joven artista que no tenía problemas en buscar la adulación con esos testimonios nocturnos inmortalizados, saca su grabador y se lo entrega a Russell. Weekend dice con gestos como esos (un roce de manos, un abrazo, una mirada ¿hacia el futuro?) cómo la dimensión temporal tiene tan poco que ver con la dimensión afectiva y cómo la progresión del vínculo se materializa en nuestras reacciones más espontáneas (“I met him two days ago, he doesn’t know me, I don’t know him, and he… I met him, like, two days ago, two days is nothing”). Por lo tanto, cuando Glen se desprende de su grabador, y cuando Russell se pone a escuchar lo que había relatado sobre esa primera noche juntos, sabemos que ambos dejaron de ser lo que eran hasta entonces. Glen no se quedará ni Russell le pedirá que se quede, pero uno puede decirle al otro lo fundamental sin exigir un sacrificio. Weekend, una historia de amor sobre lo bello que es abrirse ante un impulso, concluye con Russell apoyado en su ventana mirando hacia afuera, con el oído atento a sus propias palabras, esas palabras que tanto le costaba verbalizar. Haigh se va apartando de su microhistoria, se aleja del primer plano, abre la secuencia, y nos pone frente a ese edificio y sus múltiples ventanas, como diciéndonos que en cada uno de esos departamentos también hay búsquedas y también hay encuentros, con mucho o nulo potencial, con enorme o ínfimo valor, con luces prendidas o apagadas. Porque así como siempre hay ventanas más livianas de cerrar también están las otras…las que permanecerán eternamente abiertas. ◄
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► [TRAILER] Les dejo algunos fragmentos de la película:
WEEKEND trailer from Andrew Haigh on Vimeo.
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► [ESCENA]: Uno de los tantos bellos momentos de Weekend retratados por Andrew Haigh:
WEEKEND (2011). Andrew Haigh from Loutinen on Vimeo.
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¡BUEN JUEVES PARA TODOS! Tres consignas para el post de hoy: 1. ¿Vieron Weekend? ¿Qué les pareció? 2. ¿Cuáles piensan que son las mejores películas en mostrar el amor gay? 3. Ahora la consigna más personal: ¿se acuerdan de los mejores fines de semana que han pasado en sus vidas o de esa persona especial con quienes compartieron un vínculo fugaz? Por último, quiero contar algo: en la edición de Boy Meets Boy que tengo, hay una suerte de epílogo con preguntas a su autor, David Levithan; una de esas preguntas es “¿cuál es tu canción ‘elsewhere'”?, es decir, la canción que te hace cerrar los ojos y estar en otro mundo por unos minutos (tópico del que se habla en la novela); por eso, hoy jueves 31, en el día de mi cumpleaños, me gustaría que todos dejen sus canciones “elsewhere”, ya que quisiera musicalizar esta jornada con sus canciones especiales; dejo la mía: “Song for Zula” de Phosphorescent (seis minutos de teletransportación a otro lugar); ¡gracias por todo, muchachada, los leo y armaré una lista de reproducción con sus aportes! ¡que tengan un lindo día! NOS REENCONTRAMOS EL MARTES (el lunes se me complica enormemente actualizar)
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► [LISTA DE REPRODUCCIÓN] 50 canciones para teletransportarse (y algunos caprichos cumpleañeros):
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[OFF TOPIC] Lo conté ayer en un comentario pero lo reitero hoy para quienes no lo vieron: hace poco recibí un mail de una lectora del blog (estimo que reciente y esporádica) que solicitaba que subtitule todos los videos que publico y traduzca al castellano todas las citas de libros o canciones que acompañan los posts; hago público esto porque quiero hacer una salvedad: no tengo los recursos para subtitular los videos y, como saben, YouTube o Vimeo tiene muy poco material subtitulado, lo cual limitaría enormemente mis opciones de dejarles contenido multimedia; en cuanto a las citas, desde hace cuatro años que el blog tiene esa línea (no me gusta traducir las canciones) y afortunadamente hay muchísimos espacios en Internet que quizás se ajusten más a determinadas necesidades; Cinescalas seguirá de esta manera, lamento que se lo considere snob como me han hecho saber, porque quienes están acá siempre y quienes me conocen saben que este espacio es cualquier cosa menos eso; ¡eso es todo, muchachada, gracias por leerme!
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