Jennifer Egan abre su novela A Visit from the Goon Squad con una reveladora cita de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, aquella mediante la cual el autor alude a cómo para capturar la esencia de un momento no es necesario “ingresar a una casa o jardín donde vivimos en nuestra juventud” ya que la respuesta a la nostalgia está, paradójicamente, en el presente. Es decir, es en nosotros en quienes debemos explorar, dentro de la contemporaneidad, con el fin de rever el pasado. A simple vista, la obra de Egan – con facilidad la mejor novela que leí en los últimos diez años – es una acumulación de trece capítulos/cuentos cortos que no parecen tener demasiada conexión entre sí. De hecho, se ha dudado mucho de su condición de novela precisamente por esa decisión de la autora de saltar de una historia a la otra, como queriendo borrar la coherencia narrativa. Sin embargo, el talento de Egan reside precisamente en cómo cada uno de los capítulos están continuamente dialogando entre sí, y de un modo tan invisible que implica un ejercicio de memoria fascinante y apabullante. Es como si la autora quisiera que capturemos esa esencia a la que hacía referencia Proust con la vuelta de cada página. En el primer capítulo, titulado Found Objects, conocemos a la protagonista de la novela (aunque el concepto de “protagonista” aquí sea algo completamente relativo), Sasha, una joven cleptómana que trabaja como asistente de Bennie, un ex rockero de una banda punk que terminó erigiendo su propia productora discográfica. Egan se concentra en las especificidades de ambos (los objetos “encontrados” de Sasha, los “copos dorados” que consume Bennie) cuando posteriormente los sitúa en una cruzada que marca el leitmotiv de la novela: ambos quieren convencer a un trío musical de hermanas (The Stop/Go Sisters) a que vuelvan a grabar. Por extensión, Bennie quiere aprehender un tiempo que ya no está (cuando su banda, The Flaming Dildos, era su máxima conquista), actitud compartida con la mayoría de los personajes de la novela. Egan no solo escribe desde la perspectiva de un personaje diferente (o de varios) en cada capítulo sino que además se muda de continentes y de épocas, para que el impacto de reencontrar a un personaje perdido en una frase de aparente insignificancia sea aún más extraordinario. Cuando la creíamos Sasha ausente en la historia, alguien la menciona al pasar en otro episodio, reforzando cómo A Visit from the Goon Squad tiene como epicentro las variaciones de un habitual interrogante: “¿por casualidad conocés a…?”/”¿te acordás de…?”.
La novela de Egan es, entonces, un viaje. Un viaje que se resiste a lo lineal, que opera mediante capas (de personajes, tiempos, sensaciones, instrumentos) y en el cual la música es el corazón que la mantiene en movimiento. El duodécimo capítulo de la novela (titulado Rock and Roll Pauses) es un logro tan desconcertante como anómalo: está enteramente narrado a través de cuadros sinópticos hechos en PowerPoint. Hay una razón por la cual Egan optó por este modelo que prefiero reservar para quienes decidan verlo/leerlo, por lo cual solo mencionaré que está diseñado en perfecta sincronía con la voz del personaje que conocemos en ese apartado. Dicho personaje, un niño que está obsesionado por las pausas en las canciones, de algún modo se constituye en la consciencia del lector. Para Egan, pocos se encuentran exentos de querer encapsular un momento placentero, de tomarlo con las manos para volverlo eterno. Una canción podrá repetirse, sí, pero no tendrá el mismo valor de la primera vez que fue escuchada. “The pause makes you think the song will end. And then the song isn’t really over, so you’re relieved. But then the song does actually end, because every song ends, obviously, and THAT. TIME. THE. END. IS. FOR. REAL.” dicen en la novela, generando un efecto devastador que halla su génesis en la necesidad de tener al tiempo como aliado. Pero Egan no se detiene únicamente en reflexiones vastas sobre los ejercicios nostálgicos, así como tampoco se ciñe a los lugares comunes de la música como fuerza motora de los recuerdos. Su mano maestra está en el detalle. En personajes que se cruzan en un recital donde a su vez toca un músico que jamás pensó que su concierto podría ser un boom viral, donde a su vez aparece un joven deseoso de aprender que menciona el nombre de Sasha a otro personaje que a su vez la había conocido tiempo atrás, un tiempo en el que ese músico al que están oyendo no podía salir de su casa por miedo al fracaso. La fluctuación de las experiencias y lo impredecible que es el mundo a descubrir (“If I had a view like this to look down on every day, I would have the energy and inspiration to conquer the world. The trouble is, when you most need such a view, no one gives it to you”) se estrecha con lo aleatorio que puede ser un encuentro y la metamorfosis radical que puede llegar a producir. Me fue imposible no pensar en Boyhood y el reencuentro de Olivia con ese joven al que aconsejó años atrás y que luego pasó a ser manager de un restaurante, y en cómo Egan y Richard Linklater (quien debería adaptar esta novela) comparten la misma sensibilidad para abordar el binomio causa y efecto. La autora una vez expresó que aquello que más nos facilita viajar en el tiempo es la música, y con este grado de perfección lo traslada a su obra: “…the experience of music pouring directly against her eardrums—hers alone—is a shock that makes her eyes well up; the privacy of it, the way it transforms her surroundings into a golden montage…”. Muchas novelas nos sueltan la mano rápidamente, A Visit from the Goon Squad se aferró a mí y aún no consigo (ni deseo) desprenderme de ella. Su impacto es tan trascendental como el que quieren tener todos los personajes de su historia, ellos que desean escapar del “goon squad” (el escuadrón del tiempo) para reírsele en la cara después, cuando les llega el momento del triunfo (“I don’t want to fade away, I want to flame away – I want my death to be an attraction, a spectacle, a mystery. A work of art”). La realidad, claro, es que no todos pueden terminar con una sonrisa y que la contracara de esa trascendencia es lo más difícil y duro de digerir: el total e irrevocable olvido. ♦
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► [VIDEO] Jennifer Egan habla de su gran novela:
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► [MEGAGALERÍA] 150 personajes del cine (y algunas series) leyendo a su manera (spoiler alert: es genial):
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¡BUEN MIÉRCOLES PARA TODOS! En este nuevo post, retomamos la sección CINE & LITERATURA, con dos consignas: 1. ¿Cuál es el mejor libro que leyeron en el último tiempo? ¿Con qué libro están ahora? 2. ¿Qué director les gustaría que adapte su novela favorita? Con sus aportes, me gustaría armar una nueva galería con citas de las novelas mencionadas; ¡gracias por leer! Les cuento que mañana me salgo de agenda para publicar una original nota sobre el final de Mad Men que ha llegado a mi correo, y luego nos vemos el martes 26 post-feriado, con un texto sobre Inherent Vice; ¡hasta entonces, muchachada! PD. Recuerden que todos los jueves a las 12:00hs. me pueden escuchar en el programa Hoy es mejor por RadioYPunto
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