Hace poco debatía con una amiga sobre una película a la que le tenía muy poca fey que me terminó sorprendiendo: Side Effects. El debate, en realidad, terminó convirtiéndose en una opinión consensuada sobre la ¿penúltima? película de Steven Soderbergh:[SEMI-SPOILER] es un thriller que avanza con contundencia, al que no le sobra ni un plano y que, con ese evidente homenaje a Alfred Hitchcock,tiene a un antihéroe luchando por demostrar una verdad aunque todo su mundo se caiga a pedazos. Lo curioso o, mejor dicho, lo interesante, es cómo ese mundo importa muy poco al lado de ese objetivo que tiene y ante el cual no se detiene, tratando de esquivar cuántos golpes reciba. Aunque haya elegido otra película para ilustrar el post de hoy, me interesaba abrirlo con esa breve opinión sobre Side Effects y su (si se me permite el juego de palabras) sucinto efecto, su precisión visual y narrativa, porque ambas convergen en un mismo punto/intención: mantener al espectador cautivo. Limitless es un film que cumple ese cometido, que se mueve con velocidad y espíritu juguetón, sin pretensiones y, sobre todo, haciéndose cargo de lo inverosímil. Porque podrá ser un film susceptible a múltiples análisis (que es una parábola sobre la adicción, solo uno), pero el reducirlo a cero, el despojarlo de todo por lo que está cubierto, es precisamente lo que arruina su propósito: el celebrar su condición absurda, su imparable recorrido. Porque sí, convengamos que es una película absurda pero simultáneamente entretenida, una topadora que no se permite sacar los pies del acelerador (a la par de su protagonista, luego del consumo de la famosa pastillita que lo hace brillar) y que parece todo el tiempo estar mirándonos de manera socarrona, hasta ese último plano y el rostro de Bradley Cooperque se ríe del final abierto y las interpretaciones que pueda suscitar, sabiendo que ese final es, en realidad, poco (y nada) relevante. ♦
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► [VIDEO] Les dejo una escena de Limitless:
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► [DE YAPA] “Cool Guys Don’t Look at Explosions”, una parodia a ciertas escenas de acción de “la banda” The Lonely Island:
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¿Cuáles son las mejores películas para subir la adrenalina, descargar tensiones, etc.? ¿Qué películas de acción han disfrutado más?; como siempre, espero sus aportes y los invito a proponer otro “La peor/mejor película para…” para un viernes futuro; ¡nos reencontramos el lunes, muchachada!
[OFF TOPIC] Les quería agradecer no solo por el apoyoen esos días en los que me ausenté sino también por cómo se han enganchado, siempre con respeto y buena onda, en los posts de esta semana, puntualmente en el de los spoilers;como suerte de “regalo virtual”, anuncio que a partir de mañana volverán las secciones de sábados y domingos dedicadas a la música y a la fotografía, respectivamente; los sábados, les voy a dejar el video de una canción relacionada a un post de la semana y los domingos, una foto de rodaje de alguna película emblemática; espero que les gusten ambas ideas, ¡buen finde para todos y gracias!
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“I partied with Robert Downey Jr. before he got sober when he was really fucked up and a lot of fun” dice la madre de Schmidt en 21 Jump Streety así, de esa revision de esa gran comedia/parodia sobre los reciclajes y estereotipos, surgió la idea para la vuelta de tuerca de losDeathmatch. Como en su momento empezamos enfrentando personajes, después actores,después duplas, después universos completos y eventualmente filmografías,la idea es que esta sección de vez en cuando se bifurque en otra: Antes y después. “¿Antes y después de qué?” se preguntarán. Antes y después de cirugías (hola Meg Ryan;teléfono Mickey Rourke)o antes y después de los escándalos. Es decir, contrastar las carreras de determinados actores pre y post situaciones bisagra. Hoy damos por iniciada esta sección-dentro-de-otra-sección con un hombre de quien nos ocupamos tiempo atrás: Robert Downey Jr. ¿Con cuál de las dos etapas de él se quedan? Por un lado, tenemos al actor de películas ochentosas como Weird Science, Less Than Zero y Air America, su hilarante intervención en la gran Soapdish, su protagónico en Chaplin, sus papeles en Short Cuts, Ricardo III, Feriados en familia (película de Jodie Foster de la cual les debo post hace rato). Por otro lado, nos encontramos con su resurgimiento y una seguidilla de grandes actuaciones. Veamos: Kiss Kiss Bang Bang, Buenas noches y buena suerte, A Scanner Darkly, A Guide to Recognizing Your Saints (una de mis favoritas personales), Fur, Zodíaco, Iron Man, Tropic Thunder, El solista,Sherlock Holmesy Todo un parto, entre otras. Quiero hacer hincapié en un detalle para nada menor: fue Elton John quien le dio su primer trabajo después de salir de su última rehabilitación. Y ese trabajo fue el video “I Want Love” donde Robert Downey Jr. hace suyas las palabras de Elton, cantando “a man like me is dead in places other man feel liberated”. Su liberación llegó. Se convirtió en una suerte de emblema de los comebacks, riéndose de sí mismo y los fantasmas del pasado (particularmente en Kiss Kiss Bang Bang y Zodíaco), tomándose las cosas en serio (El solista) y diversificando su carisma hacia un público más joven, hacia lo pop, hacia lo paródico, lo irreverente, lo entrañable. Por todo eso, yo me quedo con “el después”.Porque nada malo puede venir de un hombre que baila con “Mr. Bojangles” en una películay abraza un bromanceen otra.♦
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► [ESCENA] Robert Downey Jr., antes del declive y posterior regreso con gloria, en Chaplin:
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► [TOP TEN] Las mejores (y geniales) frases de Tony Stark, el personaje más representativo del gran presente del actor:
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► [DE YAPA] Robert Downey Jr. canta “I Want Love” en el video de Elton John:
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¿Robert Downey Jr. pre-derrape o post-derrape? ¿Cuál etapa cinematográfica del actor les interesa más? Sí, también pueden escribir sobre Iron Man 3 o bien irse para el lado de #elpostdelbaboseo; dejen sus aportes en los comentarios y, de yapa, propongan una secuencia y/o versus (con “antes y después” incluido) para debatir uno de estos jueves; ¡gracias a todos!
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Entre tanta melomanía,entrevistas, intercambios literariosy el ponernos a rebobinar el cine, me di cuenta que hace varios días que no tenemos un post “porque sí”,esos en los que nos tomamos las cosas de manera más relajada. Por ende, se me ocurrió dedicarle un post enteramente a los spoilers. Para quienes no estén familiarizados con el término, se trata del acto de arruinar algo que, en este caso, son los giros argumentales y/o sorpresas que nos han dado determinadas películas. La idea es que hoy spoileemos con frases como la que dejó Roy en el adelanto en Facebook(“Bruce Willis está muerto”), pero solo en relación a films del 2009/2010 hacia atrás, por si estamos algo desactualizados con algunos “estrenos”. Como la idea es divertirnos y hacer comentarios sobre los mismos spoilers, les pido que antes de dejar la frase/revelación en cuestión, pongan en mayúscula de qué película van a escribir, así el que no la vio (y quiera verla) se abstiene de leer ese fragmento del comentario. ¿Se entendió? Yo voy a quebrar mi propia regla y a spoilear una película reciente (del 2011), porque la considero inofensiva pero…si no quieren saber qué vuelta de tuerca tiene Destino final 5 (!) no lean la siguiente frase,suerte de modelo de lo que me gustaría leer en los comentarios. En la escena final del film de Steven Quale nos damos cuenta de que se trata de una precuela de la primera parte de la saga, ya que los personajes mueren en el mismo avión. FIN DEL SPOILER. Ahora sí: quiero que ustedes me arruinen algunas películas. Comiencen.
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Este martes, una sola consigna: Los invito a spoilear películas en sus comentarios y, de yapa, a repasar las mejores sorpresas que nos ha dado el cine; ¡lean este post bajo su propia responsabilidad y emitan varios “nooooo, ¿en serio?”, aunque yo no pueda escucharlos 😛 ! ¡dejen sus aportes, muchachada! ¡buen martes para todos!
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La palabra de hoy (en latín) es “dēprimo” – pressi pressum 3 (de, premo) tr.: apretar de arriba a abajo, bajar, hundir, echar a pique [una nave], excavar [un foso], un canal // deprimir, rebajar, // oprimir, abatir. ¿Por qué será que el verbo también a veces se utiliza como sinónimo de estar hundido anímicamente, de estar sumergido, de estar por debajo de lo que podemos sentir cuando todo brilla un poco más? Quizás tenga que ver con el hecho de que cuando una relación se acaba, lo primero que atinamos a hacer es a llorar, a acostarnos en una cama (a llorar, a pensar, a recapitular), a sentarnos con las manos en la cabeza (a llorar, a pensar, a recapitular) o a querer borrar al otro sin permitirnos hacer nada de lo previamente mencionado (lo que sería hundir el pensamiento). Cualquiera de esas posturas ante el desamor (“you look like you’ve been for breakfast at the heartbreak hotel”) implica necesariamente un hundimiento. Por eso Submarine (libro de Joe Dunthorne primero, película de Richard Ayoade después)no se llama así solo por la profesión del padre de Oliver Tate (biólogo marino), o porque ese joven quiere autoconvencerse de que ese heartbreak no es tan relevante como parece y se detiene a contemplar el mar, sino también porque el estar por debajo del agua implica reconocerse a uno mismo hundido en la tristeza. Todo yace en esa reveladora escena en la que Oliver reacciona ante el rechazo de Jordana Bevan poniendo un cassette triste y tumbándose en una cama, con el pijama puesto, mientras el agua empieza a inundar la habitación. En ese instante, Alex Turnercanta “It’s Hard to Get Around the Wind” y le contesta al Oliver Tate de la novela, ese que busca palabras en el diccionario y que se detiene en “Nullibiety”: el estado de estar en ninguna parte. Un poco lo que se siente cuando uno pierde a alguien. Un poco lo que se siente cuando uno está vacío. Turner canta “feeling like it’s hard to understand”, “multi-ball confusion”, a su vez remitiendo a otra canción de su banda sonora (“Stuck on a Puzzle”) que también alude al amor como algo que no se puede entender, explicar, descifrar. El amor como rompecabezas siempre a medio armar.
Sin embargo, la sinergia entre el libro de Dunthorne, el film de Ayoade y el soundtrack de Turner es aún más notable cuando el líder de Arctic Monkeys concluye la canción para esa viñeta del desamor con la frase “It might not hurt now, but it’s gonna hurt soon”, mientras vemos a un Oliver con la mirada perdida. El mismo Oliver que había dicho lo siguiente: “Tengo cosas más importantes en las que pensar que en el final de mi primera relación que, como te dirá cualquier adulto, es una de esas cosas que parecen que te van a destruir la vida pero que no van a significar nada cuando tengas cuarenta”. Pero resulta que no, que parece importar más de lo que él cree, que cuando Jordana no está “the red on the questionnaire never changes”y que, cuando ella aparece, la luz se pone verde y él anda “running colorful, no longer just in black and white”.En una entrada de su diario, Oliver escribe “the truth often rhymes” y Turner canta “I’ll be there soon to sing you a happy tune”. Una verdad que no solo rima sino que además está dedicada tanto a ese chico cínico que creía saber cómo contraatacar el desencanto, como a todos los que piensan que el amor es algo prescindible. El disco tiene su obertura con la frase “I’m not that kind of fool who’s gonna sit and sing to you about stars, girl”, pero en el medio el romanticismo prevalece y resurge la bella “make sure you’re not followed and meet me by the Death Balloon…Paraselene woman, I’m your man on the moon” (reminiscente al “from folded notes in envelopes: ‘meet me beneath the moon’, don’t go too soon’” de la canción “The Time Has Come Again” de la otra banda de Turner, Last Shadow Puppets) para finalmente concluir con “If you are gonna try and walk on water, make sure you wear your comfortable shoes”. Ese consejo es escuchado luego de que Oliver y Jordana se miren y miren el agua (como siempre solían hacer juntos), preguntándose – sin verbalizarlo – si realmente están preparados para todo lo que se viene.Para los instantes de felicidad con anteojos con forma de corazón, pero también para los instantes de tristeza en los que el desamor te retuerce. Porque sí, para caminar sobre el agua tenés que estar seguro de usar los zapatos más cómodos, de sentirte listo para que eventualmente la ola te pase por encima y te deje tumbado, hundido, acostado, escuchando un disco,como el de Turner, que dura solo 19 minutos, casi lo mismo que dura un llanto sostenido cuando a uno lo sumergen en el dolor.
Ahora que ya conocen mi respuesta a la consigna (aunque ya me había puesto monotemática al respecto),es un placer para mí presentar a quienes escriben en el post de hoy, cuya trayectoria es imposible de sintetizar en este párrafo, por lo cual también sumo links a las páginas oficiales para que puedan indagar un poco más. En primer lugar, contamos con las palabras de Iván Wyszogrod. ¿Qué decir de Iván? Que a los 21 años ya estaba componiendo nada menos que para Leonardo Favio y su película Gatica, el mono (también colaboraría con el recordado realizador en Perón, sinfonía de un sentimiento y Aniceto); que fue premiado por SADAIC (la Sociedad Argentina de Autores y Compositores) con el galardón máximo a la composición de películas y aporte a la cultura nacional; y que su carrera incluye títulos como Crónica de una fuga (Adrián Cateano), El pasado (Héctor Babenco), Un novio para mi mujer(Juan Taratuto), Dos más dos (Diego Kaplan) y otros films de Caetano y Taratuto, como Francia y La reconstrucción, respectivamente. En segundo lugar, Sebatián Escofet también ahonda en qué consiste la composición de una banda sonora, siendo él un músico sumamente prolífico y autodidacta, colaborando con otros artistas como Jorge Drexler, Gustavo Cerati, Philip Glass y una banda predilecta de quien les escribe: Estelares.Asimismo, su trabajo como compositor lo llevó por el mundo de la televisión, el teatro, la publicidad y eventualmente el cine, trabajando junto a Gustavo Santaolalla en 21 gramos y Biutiful y creando los grandes soundtracks de las películas Las vidas posibles (Sandra Gugliotta), Lluvia (Paula Hernández), Cordero de Dios (Lucía Cedrón) y El último verano de la Boyita (Julia Solomonoff), entre muchas otras. Recomiendo escuchar también los discos solistas de Sebastián (especialmente Siberiana). Por último, el post es concluido por unos amigos de la casa: la banda Inverness. Este grupo oriundo de Santiago de Chile, y conformado por Rodrigo Jarque, Washington Abrigo, Ángelo Agurto y Rodrigo Soto, ya estuvo presente en el blog tanto como cuando ahondamos en la gran película de Matías Bize La vida de los peces (cuya banda sonora fue compuesta por el cuarteto en cuestión) como cuando arrancó la sección de los sábadosdedicada al mundo de la música. Los integrantes de Inverness esta vez describen cómo es colaborar junto a Bize en sus películas (no solo en La vida de los peces sino también en Lo bueno de llorar) y cómo se consideran, ante todo, una banda cinematográfica (los invito a hacer click acá para escuchar sus hermosas canciones). Hechas las presentaciones correspondientes, los dejo con este lujo de invitados. Gracias a ellos por sumarse a la sección.
Componer la música para un largometraje consiste en lograr, con la partitura, representar la emoción correcta, sumando profundidad, carácter y una sonoridad particular. Para esto, es fundamental generar una cercanía con el director y el editor, ya que son los más afectados por el largometraje a nivel emocional. Por otro lado, es sumamente necesario ser directo en el mensaje musical para no generar una lectura errónea en el espectador. Generalmente los tiempos para trabajar son muy cortos, entonces es necesario estar muy bien preparado mentalmente para ese momento, es decir: no hay margen para errores ni correcciones profundas. Entre los ejemplos de mis bandas de sonido favoritas se encuentran las de la trilogía Bleu, Blanc y Rouge; Alien, El Padrino,Brazil,Delicatessen y Belleza americana.♦
► [ESCENA] Algunos imperdibles momentos de Aniceto, el film de Leonardo Favio con banda de sonido a cargo de Iván:
El trabajo de componer para un film es una tarea musical muy compleja. Por un lado, tiene que aportarle a la escena un contenido sonoro que se complemente con la imagen, resaltar, subrayar, acompañar situaciones, marcar transiciones y, sobre todo, jugar un rol en el aspecto psicológico de los personajes y la trama. Muchas veces la música agrega un valor artístico que repercute en las emociones de los espectadores, disparando un contenido emocional que sería imposible de lograr sin la potencia sutil de la música. El compositor tiene que establecer un contacto muy fluido con el director, entender su sensibilidad, qué sonidos tiene en la cabeza, qué funcionalidad espera de la música, qué lugares siente para la presencia musical. Es un trabajo de artesano que requiere muchas pruebas, recorrer caminos de aproximación. Una misma escena con músicas distintas genera sensaciones muy diferentes y está en la habilidad y sensibilidad del compositor dar en la tecla que el director y el film estaban buscando. Es un trabajo muy detallista, de observación de miles de pequeños eventos ocultos en la trama de un film, que necesitan ser unidos con un manto sonoro uniforme, permitiendo que la música revele una dimensión inherente a la trama en una forma sutil y no abusiva. A mí personalmente me encanta La delgada línea roja, donde Hans Zimmer le pone una cuota de magia a un film increíble. El trabajo de los clásicos como John Willliams, Ennio Morricone y Nino Rota también es notable. En el terreno local contemporáneo admiro y respeto a los maestros Pepo Onetto, Nico Sorin e Ivan Wyszogrod. ♦
► [TRAILER] Les dejo imágenes de Las vidas posibles de Sandra Gugliotta, película con banda sonora de Sebastián:
Siempre hemos tenido cierta conexión con el cine. Las primeras críticas de nuestra música nos describían como una banda cinemática. Así que era inevitable que surgiera una colaboración con el cine. Todo comenzó con Matías Bize y Lo bueno de llorar en el 2007. Luego colaboramos con él en la película ganadora del Goya La vida de los peces, en el año 2011. Matías trabaja de una manera bastante orgánica en todo el proceso de gestación de una película. En nuestro caso, tenemos la suerte de ver y retroalimentar el proceso de escritura de guión. Matías a veces nos lee porciones de los diálogos, lo que muchas veces influye directamente en el tipo y color de la música que estamos haciendo en ese momento, independientemente de si ésta termina estando o en la película. A su vez, él es uno de nuestros primeros oyentes de muchas de las maquetas que grabamos de canciones nuevas y esa música influye en su modo de escribir y crear personajes. Todo el proceso genera una simbiosis muy enriquecedora entre él y nosotros. Matías ha sido una gran influencia en la imaginería de Inverness y nosotros hemos aportado con cierto diseño sonoro en sus realizaciones. Lo mismo pasa con la música incidental de Diego Fontecilla, aunque él también trabaja en base a imágenes y primeros cortes. Creemos que tanto a Matías como a Diego (y por supuesto a nosotros) nos han influenciado mucho películas como Perdidos en Tokio y directores como Wes Andersony Michel Gondry. En lo personal, nos gustan los films que incluyen buenas canciones y que cuentan una historia simple pero emotiva y universal con la que las personas puedan conectarse. ♦
► [ESCENA] Porque nunca está de más volver a ver este fragmento de La vida de los peces, con la canción “Nubes” de Inverness:
►[PLAYLIST]: De todo un poco en este compilado de canciones de sus bandas sonoras favoritas:
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¿Cuál es la consigna de hoy? Sí, sí, adivinaron: ¡a nombrar grandes bandas sonoras, nomás! más tarde les dejo la playlist nuestra de cada semana – Si quieren, propongan otra rama del cine para la próxima entrega; ¡Los leo, como siempre!; ¡Buen martes para todos! ¡Nos reencontramos mañana, muchachada!
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Sin ánimos de que esto sea interpretado como una mini clase/reseña sobre uno de los géneros del Cine Clásico Norteamericano, hoy quiero compartir con ustedes mis reflexiones respecto de una de las películas de mi Top 20 o tal vez Top 10 de todos los tiempos, y en particular sobre un género en el cual me introduje ya de grande: el western. Considero al western un género lejano a mi generación – tan lejano como el Lejano Oeste si se me permite el juego de palabras altamente redundante – que en realidad identificamos más con nuestros abuelos y sus películas de sábado a la tarde en la tele de aire que directamente con nuestros años de infantes. La nuestra fue una generación que si tuviésemos que identificarla con géneros determinados, supongo deberíamos hacerlo con la nueva ola de la ciencia ficción (Star Wars a la cabeza) y el terror(de Halloween en adelante lo que gusten), ambas subidas a caballo de toda una nueva escuela de efectos especiales y magias varias del “detrás de cámara”. Sí, seguramente vimos comedias, acción, drama y demás siendo chicos, pero creo que las películas “fantásticas” son las que más nos quedan en la memoria.
El film que nos ocupa hoy se llama The Searchers (o Más corazón que odio o Centauros del desierto, dependiendo del tipo de traducción que encuentren), es dirigida por John Ford y protagonizada por un tal John Wayne. La historia, bien simple: un grupo de indios comanche secuestra a la sobrina de Ethan Edwars (interpretado por Wayne) y asesina al resto de la familia; entonces, Ethan se dispone a ir en búsqueda de su sobrina desaparecida. Dentro de la simpleza inicial de la historia, los pequeños detalles le agregan complejidad a esta estructura simple de “secuestro seguido de rescate”. Ethan Edwars es un soldado del bando de los derrotados durante la Guerra de Secesión en E.E.U.U., que vuelve a casa de su hermano tres años después de finalizada dicha guerra. Ethan es un hombre que perdió su lugar de pertenencia, y que no se haya dentro del nuevo orden de ese país que se encuentra en construcción, está fuera del sistema. El buen western – además de contar historias entretenidas de tipos que disparan a otros montando caballos – cumple un rol fundamental en la cinematografía estadounidense al momento de contar el origen del país, sus raíces, la construcción de “A Great Nation” (como le dicen allá). Independientemente de la simpatía que cada uno pueda llegar a tener o no respecto del país del norte, encuentro interesante la forma de retratar su propia historia a través de un género.
► [ESCENA] El emotivo final de Más corazón que odio:
“El Duque” y su cara de pocos amigos
La trama se vuelve espesa cuando la búsqueda comienza a consumir años de la vida de Ethan, y él comienza a sospechar que de seguir viva su sobrina con los Comanches es muy posible que ya haya adoptado su forma de vida y costumbres; el personaje de Ethan guardia un odio recalcitrante hacia toda persona que no sea de raza “pura” por así decirlo, y en particular hacia los Comanches (cuestión muy bien desarrollada desde el guión). Entonces, su búsqueda es una contradicción en sí misma: quiere encontrar a su sobrina, pero bien podría no querer hacerlo. Es acá donde la idea de traducir el título original a Más corazón que odio tiene bastante sentido, en particular si prestamos atención al poco empeño que se pone en nuestro país a la hora de castellanizar el título de la mayoría de las películas foráneas conservando su sentido original.
Otro elemento que vuelve atractivo al western, desde el punto de vista del espectador, es la imagen. La mayoría de los títulos del género filmados a color hacían uso del Technicolor, cuyos colores saturados dan un aspecto muy particular a la imagen, casi mágico diría, como si uno estuviese mirando una pintura muy realista (para más ejemplos ver El Mago de Oz o Cantando bajo la lluvia);y el uso del VistaVision, un formato de film que permitía capturar un tipo de imagen más amplia “horizontalmente” – o más widescreen para hablar con propiedad -, y que retrataba de muy buena forma los escenarios naturales del desierto, las montañas y los cañones; la imagen del western es imponente, la inmensidad que retrata a través de la imagen impacta.
[SPOILER ALERT]Volviendo a la historia, a fin de cuentas, cuando nuestro amigo Ethan logra recuperar a su sobrina – una joven adolescente comanche – tras años de búsqueda, es justamente su corazón el que vence en última instancia al odio; la entrega a una familia amiga para que cuide de ella y sigue su camino. Esta escena final, con la puerta enmarcando la imagen, es la marca registrada de John Ford, considerado el director del cine western por antonomasia; necesitaríamos un post aparte para poder hablar con propiedad del Sr. Ford. Esta imagen de una puerta (o una ventana a veces) está presente en muchas oportunidades en el film y en este caso cumple un rol netamente simbólico: Ethan entrega a su sobrina en la puerta de la casa, todos entran excepto él, que se queda afuera porque sabe que no pertenece a ese mundo, un mundo que – como dijimos al principio – ya no tiene lugar para él. Todos los personajes van saliendo de cuadro como si viésemos una obra teatral y un escenario que se vacía.
Por otra parte, esta película también marca el ocaso del western como género épico y popular que definió una era; y en ese sentido Ethan en el umbral es también el reflejo del fin de un arquetipo de personaje, quien ya no tendrá ese lugar de privilegio en el cine, y sabe que ya no puede entrar. La postura de este hombre que pega la vuelta y termina caminando hacia la nada al cerrarse la puerta – a diferencia del hombre galopando hacia el ocaso del western en modo “happy ending”- podría decirse que me produce melancolía, y eso es lo que para mí define al western: una nostalgia llena de melancolía…pero la melancolía más épica que jamás podríamos llegar a imaginar.
Por Alejandro Turdo
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Hoy, como podrán ver, nos ocupamos del western: ¿tienen relación con el género, les interesa, qué películas les gustaría rescatar? Por otro lado, y en relación a lo que menciona Alejandro en su nota, quisiera saber con qué género cinematográfico están más familiarizados; ¡espero sus comentarios! ¡Buen comienzo de semana para todos!
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