En 1993, Don Miguel Najdorf había organizado una nueva edición de su festival; el IV Magistral Miguel Najdorf, que convocó a cuatro ajedrecistas argentinos: Oscar Panno, Daniel Cámpora, Hugo Spangenberg y Pablo Zarnicki, junto a ocho figuras extranjeras: Gata Kamsky (EE.UU.), Alexei Shirov (Letonia), Bent Larsen (Dinamarca), Julio Granda (Perú), Miguel Illescas (España), Gilberto Milos (Brasil), Yasser Seirawan (EE.UU.) y… el enorme Víktor Korchnoi.
Por entonces estaba dando mis primeros palotes en la profesión, y el desafío de entrevistar al gran maestro Korchnoi -del que conocía al detalle cada una de sus actuaciones y resultados en los principales torneos- encendía mi emoción juvenil de tener al alcance de mi mano tan legendaria figura. Por eso, casi sin respiro arranqué mi reportaje consultándole: ¿Sus duelos con Karpov están entre las cosas más difíciles de su vida?. El experimentado maestro arqueó sus cejas, y por encima de sus lentes me lanzó una ingenua mirada. “No me subestime joven; recuerde siempre que he sido un refugiado soviético”. Seguir leyendo