El gastrosexual, o la técnica de los sibaritas

Ahora que está de moda resignificar viejas costumbres para alentar nuevos estereotipos (y luego sacarles algún provecho comercial, porque siempre hay solapado un negocio), aparece en el horizonte un nuevo modelo de hombre: el gastrosexual.

Apenas leo (y ustedes perdonen, pero sobre éstos temas me estoy desayunando ahora) interpreto que se trata de un sujeto de sexo masculino que padece desórdenes digestivos. Pero no: estamos hablando de un sibarita joven que cocina como los dioses y hace de ese arte culinario una estrategia de conquista. Digamos que es alguien que entra por el estómago, y no por los ojos. Es esa clase de hombre que en vez de hacer “el verso” te atrapa con una quiche lorraine de brócoli y un volcán de chocolate como postre. Para eso el tipo hizo previos cursos de gastronomía, y compra cuánto utensilio y batidora sale al mercado, porque lo suyo es engordar a la presa antes de llevarla al horno.

Jeff Bark via ponyxpress

Por mi parte, bienvenida sea la especie, llámese “Gastrosexual” o cocinero a secas. En mi heladera languidece un pedacito de queso semipodrido, verde de tan viejo, así que nada como un ser generoso dispuesto a darte de comer bien…y a cenarte después.

Hace unos años conocí a un encanto de éstos que muy hábilmente supo conducirme hasta su mesa. Fui convencida de que me esperaban una pizza descongelada y un flan Serenito, pero oh oh…

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Se vienen los muebles eróticos

Disculpen que cambie radicalmente de tema, pero no puedo dejar de contarles esta novedad que, básicamente, echa por tierra mi teoría de que en materia de sexo está todo dicho, hecho y escrito. Siempre lo sostuve porque, siendo una práctica que data del tiempo de los homínidos bípedos, hace 10 millones de años, ¿qué descubrimiento enriquecedor puede agregarle el siglo XXI a la materia?. El Kamasutra ya se encargó de recopilar todas las posturas posibles, y los juguetes eróticos básicos (consoladores) datan del paleotítico, en todo caso, la evolución está en el diseño y el material. Por eso, si algo le faltaba al sexo eran muebles confortables para hacerlo fuera del ámbito del dormitorio, en cualquier rincón de la casa, y sin romperte un solo hueso, cosa que puede ocurrir si te sale mal la pirueta sobre la mesada de cocina, o si el frenesí bajo la ducha hace que por error te apoyes en la canilla de agua caliente.

Los diseñadores mexicanos de Bala Studio (plis, entren al sitio, al item Projects, y miren ustedes las utilidades) lanzaron una colección de muebles eróticos que, si los venden a precio accesible, será una revolución. Algunas piezas son tan sofisticadas que uno podría ponerlas en el living sin que las visitas adivinen cuál es su verdadera función.

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Los dioses no van a la cama

Celebro que esta mujer muestre su anatomía tal y como es, sin trucos. Básicamente porque su franqueza redimió la ingesta de mi segundo Cachafaz de maicena de la tarde, alfajorcito sublime que está sedimentándose alegremente en mis caderas, junto con otros farináceos y azúcares refinados que suelo mandarme. Pero contemplando esa panza plegada por sobre la tanga (de la modelo que publicó la revista Glamour) pienso cuánto daño le hace la técnica del fotoshop a la población en edad de merecer.

Días atrás un amigo al que le pregunté cómo le había caído una chica que le presentaron ese fin de semana, me contestó: “no tiene cuello ni cintura.” Dios mío, ¡lo que está haciéndonos la dictadura estética!.

La imagen retocada construye una realidad distinta de la que vemos en la calle. Yo casi nunca me cruzo con esos seres deslumbrantes que supuestamente reúnen todos los requisitos en el mismo envase: ni estrías ni michelines ni celulitis, piel tersa, dientes enfilados, pómulos altos, vientre plano etc. etc. Tampoco los hombres lucen apolíneos como en el Olimpo Vogue: el promedio tiene barriga, tiende a la calvicie, le falta masa muscular o arrastra problemas de ortondoncia, entre otros rasgos diseñados por la naturaleza y que en definitiva no cuentan a la hora del placer. Pero lo peor es que creemos que sí, y por medirnos con esos falsos paradigmas nos alejamos de las oportunidades de pasarla bien con alguien. Puede uno tener química con el ser menos delgado de la fiesta, o al revés.

Por eso creo en el tango. Aunque confieso que una vez en la milonga me engañó el fotoshop. Creo que fue a principios de este año, cuando en Niño Bien me miró fijo un rubio parecido a Miguelito, el chapista de Merchu. Le corrí la vista. Como no soy profesional siento inseguridad si no bailo con alguien de mi tamaño. Merchu, rápida de reflejos dijo “che, a ese tipo lo conozco, ¿no es actor?”. Yo no logré reconocerlo: era Vigo Mortensen.

Claro, fotomontado y digitalizado da un protohombre. Pero ni es tan rubio ni tan alto ni tan macizo ni tan cinematrográfico. Al contrario, es un ser pedestre: más bien bajo, pálido y flacucho.

Aclaro que yo también estaba “trucada” arriba de mis tacos de 9 centímetros.

Digo ésto, y voy por otro Cachafaz.

Festival de cine sexual, o un viaje a la inspiración

Cualquier ingrediente que contribuya a mantener en alza la libido viene bien, más aún cuando pasan los días, los meses … y el deseo no repunta. Siempre hay que darle una oportunidad a los “estímulos externos”. Me refiero a que cada tanto no está demás probar con un paseíto por el sex shop, leer de a dos un cuento erótico, sumergirse en un baño de espuma o ver una película subida de tono.

Por eso mismo, y si todavía no armaron programa y están bien acompañados (solos puede ser un auténtico garrón), ¿porqué no darse una vuelta por el Festival de Cine Sexual que empieza este fin de semana?

Sí, queridos lectores: en la Argentina habemus festival del genéro, como en la mayoría de los países del primer mundo (¡si fuera así de fácil!). En este caso me atrevo a recomendarles el plan aún sin haber ido jamás, pero supongo que si van por la novena edición, y si en el jurado hay un cineasta como Juan Bautista Stagnaro y un tipo inteligente como Diego Capusotto, es que lo que hay para ver es confiable. Al menos, porno no es (y no tengo nada en contra del género, pero para eso me pongo el Venus en casa).

Compiten 55 películas de México, Perú, Brasil, Colombia, Venezuela y Cuba, entre otros países, y la novedad más “excitante” de este año es que habrá una función exclusiva para nudistas.

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Sexo en la primera cita

Nunca tuve mucha vocación por la antropología sexual. Me refiero a que soy poco afecta a investigar la cama de un desconocido en la primera cita. Lo que no quiere decir que en ciertas circunstancias me haya negado de plano a una experiencia así de nutritiva, porque en la vida es natural que aparezcan seres magnéticos destinados a la fugacidad, como en Antes del amanecer (¡qué linda película!).

Igual, rara vez empatizo tan rápido.

via ponyxpress

Distinta es mi amiga Marilú, una experta en el trabajo de campo: se llevó al sobre cuanto hombre le vino fácil. Porque ella piensa que los “fáciles” son ellos. Y es verdad…..

Las consecuencias de tales arrebatos fueron variadas: a veces aclaró de entrada que no quería compromiso, y en otras ocasiones el sujeto rompió el hechizo y prefirió perderlo a volver a verlo. De otras sesiones de lujuria casual surgieron amigos muy queridos, y amantes para el invierno. Y en cuantiosas oportunidades a los señores se los tragó la tierra y Marilú terminó fosilizada al pie del teléfono, esperando ese mensajito que llene el vacío. ¡Cuánta maldá para con alguien tan generoso!.

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Quién paga la cuenta I

Quiero destacar tres repercusiones del post anterior:

1) Según mi amiga Ginni, a propósito del post (modestia aparte), en el programa de Roberto Petinatto se abordó el dilema de quién paga la cuenta. Ahí la balanza se inclinó por quienes consideran que si los hombres no están dispuestos a pelar la billetera y pagar como corresponde, mejor ni se molesten en invitar.

2) El domingo me llamó Gabriela. Hace ya unos meses se está “conociendo” con un tipo muy simpático y buena gente que, por sugerencia de ella, ahora sigue este blog. Pero la noble iniciativa tuvo efecto bumerán: él aprovechó el post para escupir un “misil” que venía apretándole la glotis:

-che, a ver cuando pagás un cafecito, o algo…

Ese o algo fue fatal, “como si una maceta cayera desde un 9 piso justo en tu cabeza” dice Gaby, golpeada (por el peso de la verdad).

2) Seguramente el debate televisivo fue un poroto al lado de los comentarios que dejaron ustedes. La vida es lo que cada uno piensa de ella, recordaba yo, mientras los leía atentamente. Nadie tiene la razón completa, pero todos hacen observaciones más o menos asertivas y, lo mejor, dejan algo picando para que el resto lo piense. Recomiendo la relectura.

Sin duda, uno crece a partir de los demás.

Salut, mis lectores!!!!

Cuánto cuesta ser un hombre soltero

No quisiera ser hombre y mujeriego, de ésos que salen con dos a vez. Menos ganando un sueldo promedio, o siendo un emprendedor con una ex esposa tan demandante como la AFIP.

Mi amigo Luis está muy preocupado por su esparcimiento sexual. Desde hace un año forma parte del mercado del usado (léase, divorciados), pero ese estado que tanto idealizaba está hipotecándole la posibIlidad de ahorrar para las vacaciones con su hijo: sí, hace falta un presupuesto para cortejar a una mujer. Más si sos un chapado a la antigua que siente la obligación atávica de abonar la cuenta del restaurante, sea por generosidad, mandato o cortesía.

Corré que viene el mozo (Footman 606 via ponyexpress)

“Vos andá sumando: 50 pesos el cine, 250 la cena (con vino, sin postre), 40 la nafta, 30 el estacionamiento, 20 un café. Y si tuviera que ir a un telo más o menos decente, son 200 más” dice el galán afligido. 

Pero la culpa no es del chancho sino del que le dá de comer….

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Los swingers salen del placard

A Martita le vino una curiosidad repentina por la cultura swinger. Mejor dicho, anda con la imaginación a 220 desde que hace unos domingos haciendo zaping pescó en National Geographic un especial sobre la práctica contemporánea del sexo grupal. La prima de mi amiga Marilú buscaba el canal de venta directa para comprar un extractor de jugos, y dice que terminó cachonda de solo ver las escenas y escuchar la descripción de los beneficios de pertenecer a este club que, desde tiempos remotos, no deja de crecer en número de socios.

Me refiero a que el sexo de a muchos no es cosa nueva, aunque ahora se hable del tema.

Anton Solomoukha via www.artmajeur.com, y via ponyexpress

En todo caso, la noticia es que el movimiento de intercambio de parejas se ha organizado en los últimos años. En sus orígenes (griegos, romanos- hay que ver los frescos de Pompeya- y más atrás todavía) no había códigos ni orden ni etiquetas para participar en un evento del tipo. A una orgía podía caer cualquiera, como cuando yo aterricé por “default” en casa de Merchu.

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Acompañantes masculinos

Cuando el río corre es porque agua trae, y si el tema llega al cine o a la tele es porque hay una realidad que lo sustenta. Dicho el refrán, voy al ejemplo: Full Monty fue la primera comedia en mostrarnos que ante una situación límite algunos hombres son capaces de vender su cuerpo. Hacia fines de la década del 90 la industria del acero cerraba fábricas en Inglaterra, y en un pueblito perdido seis tipos desahuciados hacían streptease en un club nocturno como último recurso para salir de la pobreza.

En Francia, Josiane Balasko describe en la película Cliente el mismo fenómeno, pero desde la vereda opuesta. A falta de candidatos disponibles, una alta ejecutiva de 50 años usa los servicios de un joven que se vuelve escort para poder mantener a su familia. Acá hubo un intento fallidísimo de hacer una serie sobre los acompañantes masculinos. El guión no estuvo a la altura de la idea, pero al menos intentó acercarnos a una realidad que estoy segura saldrá del placard dentro de unos años: las mujeres también pagan por sexo.

Cuánta tela habrá para cortar que en los Estados Unidos el tema ya tiene pantalla. Después de Sex and The City y Los Sopranos, la cadena HBO sacó unos meses una sitcom que describe la tragedia de Drecker, un cuarentón que lo perdió todo y al que le queda un solo talento: su miembro. Para sacarle provecho a la “dote” decide hacer un curso para emprendedores, y así es como Hung (bien dotado, en argot) se convierte en escort. Y al pobre le toca de todo, como supongo ha de pasarle a una mujer que por desesperación debe dedicarse al mismo oficio. Como no tengo cable, no sé a qué hora la pasan, pero averiguo y les cuento.

Un cielo de orgasmos

Una noche fría de éstas últimas, haciendo zapping para ver de qué va esa telenovela brasileña que a un amigo mío le causa tanta gracia, descubro una publicidad muy simpática y que, de tan bien hecha, enseguida te convence de la eficacia del producto. Y eso que soy una consumidora altamente escéptica.

Un grupo de chicas en camisón de satén pegan saltos hasta un cielo nocturno y atrapan estrellas con una liviandad y una cara de felíz cumpleaños que da envidia. La estrella es el orgasmo y lo que las eyecta a ese cosmos es una cremita íntima que viene a controlar un flagelo universal, tan grave como la Gripe A: más del 30% de las mujeres tiene dificultades para alcanzar el orgasmo, lo dice la ciencia. Y lo peor: estamos perdidas quienes carecemos de inteligencia emocional.

via The Code: 831

La psiquiatra británica Andrea Burri, del hospital Santo Tomás del Colegio Real de Londres, encuentra una conexión directa entre la inteligencia emocional y la frecuencia orgásmica femenina, lo que constató al evaluar a 2035 hermanas gemelas de Inglaterra. “Las mujeres emocionalmente inteligentes tienen 2,5 más orgasmos que aquellas que no lo son. Podría ser que manejen mejor y se sientan más relajadas porque poseen mayor habilidad para construir una relación íntima con sus parejas. Pueden plantearle con mayor acierto lo que quieren y lo que desean, incluso en la cama”, explica la médica. Ninguna pesquisa ha demostrado lo mismo en hombres.

Burri publicó un artículo en la edición de julio del Journal of Sexual Medicine, donde sostiene que más de 30% de la población femenina sufre de disfunción orgásmica, el segundo trastorno sexual (sólo superado por la falta de deseo).

´Según ella, la inteligencia emocional es “la habilidad para expresar los propios sentimientos, y leer y hacer seguimiento a los sentimientos de otras personas”.

Esto es más desolador todavía. Y una gran piedra en el camino al “nirvana”: ¿cómo “leer” y “seguir” los sentimientos del otro, cuando éste es distante, evasivo o, peor, mentiroso?…