Cae la noche tropical

Doña Florinda, como la llama Lola, su coterránea que está en el patio cosiendo, se ríe todo el tiempo. Tiene 90 años y apellido inglés. Su padre era inglés y su madre escandinava. Él pícaro, ella gélida, cuenta, entre risas, Doña Florinda desde la cama.

Las enfermeras la adoran y la directora del asilo la reta porque está con visitas y sólo lleva puesta una remera, de la cintura para abajo piernas y pañales. ¡Y qué piernitas! dice Doña Florinda tocándose los muslos suaves y sin músculos. Hace rato que ya no camina. La directora no sabe cuándo fue que se cayó. Nadie sabe. Ay, hace mucho -dice- esta mujer de ojos claros y pelo gris corto que mezcla el castellano con el portugués y el inglés con las carcajadas. Hace mucho también que se quedó sin su marido, argentino como ella. Son las cinco de la tarde en Riachuelo, un barrio de la Zona Norte de Río que se parece a los barrios que rodean el Riachuelo porteño, y los ventiladores de la habitación que Doña Florinda comparte con tres señoras más lo único que hacen con el calor es revolverlo.

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Oi ¿Tudo bem?

En Brasil “Oi” es “hola” y una compañía de telecomunicaciones. Soy clienta de Oi y todos los meses me llegan al mismo tiempo dos sobres verdes con la factura, una en cada sobre pero las mismas cuentas, igualitas. Son la “segunda vía”, la corrección de la factura original y siempre la segunda vía viene duplicada. Lo que nunca viene igual es el valor de la cuenta y el tipo de plan. Seguir leyendo

Super luna

Todos hablan de la luna llena, en todo el mundo, full moon. Yo no sé de lo que se habla porque de lo único de lo que hablo es de lo que me ocupa ahora, por entero, como hacía rato que algo no. Pero igual fui a ver la luna llena. Desde mi casa nada, cielo nublado cercado por cemento. Por eso me escapo, porque no basta tener la playa en la misma ciudad, a tres cuadras, aunque no te puedas meter al agua porque está contaminada. Seguir leyendo

Los jardines de Burle Marx

Aunque en Río es primavera siempre que no es verano, hoy es un buen día para dedicárselo al hombre que se ocupó no sólo de embellecer la ciudad y el país, sino de clasificar e insertar la flora nativa en la jardinería brasileña, que tenía el hábito de primar especies exóticas en lugar de las beldades nacionales, siguiendo el modelo europeo.

Pintor, ceramista, diseñador de joyas, artista sobresaliente en el grabado y el tapiz, cantante barítono, escultor, escenógrafo, ecologista, botánico y un cocinero entusiasta y exigente, son papeles que el paisajista Roberto Burle Marx también desempeñó con éxito, además de hablar siete idiomas. Seguir leyendo

Geografía insuperable

El fondo de la casa de Gilmar Lopes da a la playa de Copacabana, al Pão de Açúcar, a la Bahia de Guanabara, a Ipanema, a la Lagoa, a Niterói. La casa está en lo alto del Morro dos Cabritos, en la favela que lleva el mismo nombre, en el corazón de la Zona Sul. Seguir leyendo

Feriado

El siete de septiembre de 1822 fue declarada la independencia de Brasil de las cortes portuguesas por Don Pedro en Río de Janeiro. Hoy la playa de Ipanema debe haber explotado. Si es que hubo sol. Voy a ver el Climatempo. 24 grados. Muchas nubes dice. Seguir leyendo

Desde el cielo

Estoy en el cielo, con Jesús. En la cama. Y para donde miro hay verde, hay mar, hay celeste. Hay un sabiá, un zorzal, que se pelea con su propio reflejo contra el vidrio del baño. Son las cinco y media de la mañana y el cielo parece de fuego. Los rayos de un sol oblicuo y todavía tibio atraviesan las amendoeiras y la habitación, que es toda de vidrio, hasta iluminar partes de la hamaca en la terraza y la bañera de madera para dos personas que está a la intemperie, rodeada de bosque tropical. Seguir leyendo

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El cambio

Taxi, taxi, taxi, uno atrás de otro me ofrecen taxi como si no escucharan la negativa al de al lado. Elijo el ómnibus. El chofer se va a tomar un café antes del viaje. La salida se atrasa y cuando quiere recuperar el tiempo perdido maneja el coche rojo como si fuéramos ganado. Porque el ganado sí que está perdido cuando viaja. Como si fuera mercadería. Es mercadería. El tipo le gana a los choferes de los colectivos de Río.

Pasamos los cañaverales de bambú. Desde el avión se veía como el cemento está comiéndose el verde con nuevos condominios, barrios, edificios. Pero los bambúes  sobreviven, altísimos, curvos, frondosos. Salvador tiene la salida de aeropuerto más linda del mundo.

Ante la velocidad devoro chizitos, miro el paisaje y me hago la distraída hasta que en cierto momento nos inclinamos un poco más de la cuenta hacia el lado de mi ventanilla, el chofer se prende a la bocina y zafamos de un accidente porque a veces el universo decide que mejor no.

Un señor avanza por el pasillo agarrándose a lo que puede y le grita al motorista que desacelere, –isto não é mercaduria não, le dice y que si está atrasado problema suyo. El chofer balbucea algo que no se entiende y el señor, defensor de los transportados,  agrega -usted está conduciendo de forma inadecuada. El conductor dice algo más, no escucho, pero mi héroe bajito, clarito, de anteojos, mi brasileño indignado que alza la voz entre todos los callados le contesta “então mude“, entonces cambie. Y el chofer cambia. Mudo. Y ahora avanzamos normalmente, en plena noche a las seis de la tarde, por la costa de esta ciudad en la que nadie sabe los nombres de las calles.

Buscados

Una noche, de pura casualidad, estaba en el centro cultural Matienzo, en Buenos Aires, cuando la banda Mohandas subió al escenario. Mohandas, esos brasileños que tocan una música “Etno-pop” y cada tanto organizan los mejores recitales callejeros de Río, en la Pedra do Leme, pusieron a los argentinos a bailar como locos. Seguir leyendo

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El único

Todos, absolutamente todos, conocemos sus canciones, su voz, su ritmo, su guitarra. Tê Tê tê, têtêretê, tê tê, têtêretê, es probablemente el estribillo más cantado del momento “carnaval carioca” de todo casamiento, cumpleaños de 15, bar mitzvá. Esa canción se llama Taj Mahal. Después seguro viene “Moro, num país tropical, abençoado por Deus e bonito por natureza” y enlazado “Ooooooô lariá laiô obá obá obá”, todos con los dedos índices apuntando al cielo, las corbatas desanudadas y los vestidos desencajados, “e esse samba que é misto de maracatu, é samba de preto velho, samba de preto tu”. Esa se llama “Mais Que Nada” y es la música que hizo famoso a Jorge Ben Jor.

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