Composición: Tema libre (décima entrega)

¡Buen viernes para toda la muchachada! Como siempre al finalizar la semana, los invito al divague sobre series, estrenos, lo que gusten. Pero sobre todo, en esta oportunidad me gustaría que mencionen esas películas que asocian a sus padres. Yo al mío lo vinculo a Saving Private Ryan, film sobre el cual mi viejo escribió para el blog. No se olviden de chequear nuestra base de datos si no saben qué película mirar y menos aún se olviden de mandarme esto que les pedí hace unas semanas ya. Gracias por estar del otro lado, que tengan un excelente fin de semana, les dejo un saludo enorme para sus padres para este domingo (y para los hombres de la comunidad que son padres) y nosotros nos vemos el lunes. PD. Julio Chávez nos dice “Hola”.  

Deathmatch: Las mejores películas deportivas

The Sandlot es, a simple vista, una película como tantas otras, una coming of age que puede quedar perdida entre Stand by Me y la más reciente Son of Rambow. Sin embargo, tiene detalles que le dan una cierta autonomía, particularmente el modo en el que sus protagonistas son llamados. En esta historia de amigos que juegan al béisbol en un descampado prevalecen más los apodos que sus verdaderos nombres. Smalls, Ham, Repeat, Yeah Yeah, Squints. ¿Puede haber algo más revelador de esa etapa de nuestras vidas que los apodos? Recuerdo una entrevista con el realizador Matías Rojo a propósito de su ópera prima Algunos días sin música, donde él aludía a la construcción ficcional que llevamos a cabo en la temprana adolescencia. Por eso, ver The Sandlot es ver un mundo erigido por y para esos niños. Asimismo, y como en todo mundo, hay un villano (ese perro al que primero temen y al que eventualmente enfrentan, suerte de metáfora del crecimiento) y, también como en todo mundo, hay una camaradería que se entabla en un escenario específico. Ese sandlot representa el microcosmos que separa a los chicos del universo adulto. Pero como escribí al comienzo de esta breve reseña, estamos hablando de un film que se caracteriza por ahondar en los detalles, por respetarlos hasta lo último. Por lo tanto, cuando en la secuencia final lo vemos a Benny triunfando como deportista, la voz en off nos cuenta cómo lo apodaron (“The Jet”) y, de esa manera, nos hace regresar a ese pequeño gran universo donde Benny alimentó su deseo de poner el corazón en un lugar. De eso se trata The Sandlot: de mantener la fe ciega en un objetivo con la certeza de que el corazón nunca va a poder equivocarse.

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► [TRAILER] El noventoso adelanto de The Sandlot:

The Sandlot (1993): TV Spot #2 from Joseph Anthony Sobora on Vimeo.

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► [ESPECIAL NÚMERO 1] Un repaso por las mejores películas deportivas focalizadas en el FÚTBOL:

The Lineup - Best Sports Movies : Football from RGTV on Vimeo.

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► [ESPECIAL NÚMERO 2] Un repaso por las mejores películas deportivas focalizadas en el BÉISBOL:

The Lineup - Best Sports Movies : Baseball from RGTV on Vimeo.

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¡BUEN JUEVES PARA TODOS! En el Deathmatch de hoy, y en el marco del inicio del Mundial, los invito a nombras las mejores películas deportivas que hayan visto; yo sumo tres más a mi lista: Moneyball, The Hurricane y el documental Hoop Dreams; por otra parte, me gustaría que me cuenten cuál es su relación con los deportes (¿practican? ¿practicaban?) y cuáles disfrutan de ver, si es que lo disfrutan; ¡los leo, muchachada! ¡que tengan un gran día! ¡hasta mañana!

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DEATHMATCH WINNER: POINT BREAK

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LA ÚLTIMA VEZ ENFRENTAMOS A… LOS MEJORES PROTAGÓNICOS MASCULINOS DEL CINE

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Sobre lo angustiosamente temporal

“Now that you’ve found it, it’s gone; now that you feel it, you don’t” – “Nude (Big Ideas)” – Radiohead

¿A cuántos de ustedes les aconsejan disfrutar más de las cosas y preocuparse menos? Yo escucho ese consejo con mucha frecuencia y no es que no concuerde con el mismo (¿quién podría levantarse y decir voluntariamente “decido no disfrutar de lo que me sucede”?), sólo que el disfrute implica una tarea más compleja: la de tener plena conciencia del momento. Y de ese espiral sí que no puedo salir. Mejor dicho, no puedo adquirir noción del instante. Mientras leo un libro, estoy pensando en qué citas me podrían ser útiles para un texto propio. Mientras intento dormir, estoy pensando en qué tengo que hacer al día siguiente. Mientras escucho una canción, la relaciono con el pasado (el lejano y el inmediato). Mientras veo una película, pienso en otras que se le asemejan. No siempre se repite el mecanismo, pero sí con mayor periodicidad de la que me gustaría. Entonces, cuando se me aconseja disfrutar, pienso que parte de mi naturaleza obsesiva y ansiosa no sólo me lo impide sino que también refuta esa observación. Porque quizás yo disfruto así, a mi manera, mezclando todo todo el tiempo. Hace poco, leyendo los diarios de Alejandra Pizarnik, me encontré con su propia percepción de lo mundano y de cómo esos minutos que se nos escurren mientras estamos pensando en otras cosas (el maldito “mientras tanto”, tan contraproducente) se nos escurren, justamente, porque no les estamos otorgando la cualidad de irreemplazables. “Aparentemente cada cosa tiene su sustituto. Sustitución que se sucede infinitamente. Yo creo que nada se reemplaza. En este momento, estoy escribiendo sobre la mesita de un café. A intervalos imprecisos suspendo la pérdida del líquido tinta para compensarla mediante el líquido té. Sé que es una sustitución irrazonable. No cuerda. Pero no es esto lo que yo quiero expresar. Intento fijar este momento in-sus-ti-tu-ible. Mañana podré estar acá de nuevo haciendo y pensando LOMISMO. Pero nada se igualará a esta inefable presencia angustiosamente temporal”. En un primer nivel, Pizarnik está hablando de la escritura como herramienta para hacer concreto lo abstracto, para prefijar el aquí y ahora mediante la palabra. Eso es lo que hace todo escritor, independientemente del género del que se apropie. Un escritor lleva un diario, un testimonio, una suerte de manuscrito que, cuente o no con personajes de ficción, lo está representando a él, empíricamente, y lo está revelando en ese singular etapa. En un segundo nivel, lo de Pizarnik es bastante crepuscular. ¿Cómo se hace para meditar con frecuencia sobre el carácter irreemplazable de la acción sin que nuestra cabeza sufra las consecuencias de su estallido? Como ella misma lo define con su elección adverbial, el sondar en lo temporal es angustiante. Por un lado, porque inevitablemente nos conecta con la muerte (o con las pequeñas muertes, es decir, con cada día que pasa, en el que se nace y se muere en su centro). Por el otro, porque si bien nos libera, también nos aprisiona. Si yo pienso que no va a haber un instante idéntico a este en el que estoy sentada, tomando como ella un té y escribiendo esto para que ustedes lo lean, es imposible no angustiarme. Por lo tanto, quizás la respuesta a la plenitud esté en ese consejo después de todo. Disfrutar de lo irreemplazable justamente por su condición de. No considerar a lo irreemplazable como una amenaza ante.

“I have the feeling now of the feeling I had then, even though I don’t have it anymore” – Why We Broke Up (Daniel Handler) 

The Story of Us es una película que, aunque no parezca, es profundamente oscura y alude también a la condición angustiosamente temporal de la cotidianeidad. Ben (Bruce Willis) y Katie (Michelle Pfeiffer) conforman un matrimonio de quince años que decide divorciarse. Rob Reiner toma algunas decisiones de puesta en escena reminiscentes a When Harry Met Sally – tanto Ben como Katie narran los pormenores de su vínculo a cámara -, y otras que se asemejan más al núcleo de la historia: la sucesión de secuencias/momentos compartidos, hilvanados con fluidez por denominadores comunes. Así, un vehemente “fuck you” puede sucederle a un ardiente “fuck me”. Así, un “I hate you” puede precederle a un “I love you”. Aunque constantemente se nos imparta otro consejo (“no pensés en blancos y negros”), cuando se trata de un vínculo amoroso, no parece haber otro modo de procesar, porque su génesis misma está anclada en los absolutos. Cuando uno se enamora, lo siente. No hay grises. La raíz del idilio está toda allí, en ese segundo en el que se tiene la seguridad (“you either have the feeling or you don’t” se dice en Why We Broke Up, la novela de Daniel Handler que, a pesar de su corte Young Adult, es madura en su concepción del sentimiento), segundo que es siempre análogo a un imprevisto. Eso de que alguien nos toma por sorpresa poco tiene que ver con las características de su aparición (puede ser un encuentro orquestado o un encuentro casual) y mucho con la intempestiva manera en la que podemos precisar todo lo que esa persona nos genera (“the thing with your heart’s desire is that your heart doesn’t even know what it desires until it turns up”). The Story of Us no se mueve nunca de ese conflicto interno inherente a toda relación, sino que encuentra su fuerza en la oscilación entre las polaridades. Sobre el final, cuando Katie enumera las razones por las que sabe que no tiene que separarse de Ben, lo hace mencionando esos particulares detalles que ninguna otra persona ajena a ellos comprenderá con exactitud. “There’s a history here, and histories don’t happen overnight”. Y esa historia está precisamente cimentada en esas circunstancias irreemplazables sobre las que discurre Pizarnik. En esa seguridad de que uno todavía siente lo que creyó haber dejado de sentir (“in the belly, where the butterflies live”), cuando los consejos son ingrávidos (“no creo en nada de lo que me enseñaron, no me importa nada” asegura Pizarnik en esos diarios), cuando hay un microsegundo de estremecimiento; es entonces, en ese momento, cuando lo temporal deja de ser angustiante y se convierte en algo mucho más poderoso, en algo disfrutable, en una certeza excepcional.

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► [ESCENA] Mi momento favorito de The Story of Us:

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► [DE REGALO] Les dejo la película completa:

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¡BUEN MIÉRCOLES PARA TODOS! Hoy tenemos tres consignas en el post: 1. Mencionar todas esas películas subvaloradas que probablemente muchos hemos olvidado y que estaría bueno rescatar en este post 2. En relación a los vínculos, y ahora poniéndonos más personales, me gustaría saber si consideran que el amor es algo que se siente de inmediato y si se han enamorado con esa veloz certeza (como siempre, cuenten hasta donde quieran contar) 3. Por último, ¿tienen la capacidad de disfrutar los momentos cotidianos o en la vorágine los abruman las preocupaciones? Bueno, eso es todo por hoy; ¡los leo como siempre y nos reencontramos mañana!

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El post de las fotos

El fotógrafo alemán Juergen Teller expresó en más de una oportunidad su desaprobación respecto a las fotos que hacen ver a los artistas “sin ninguna respuesta emocional”. Teller no sólo alude al Photoshop como herramienta sino también a las producciones que se apoyan en contextos sobrecargados para que una estrella se luzca. La estilización como vía para encontrar la cuota de lo inmaculado, de lo impoluto. Consecuente con sus preferencias, Teller apuesta por algo diferente, por retratos depurados donde se pueda traslucir la belleza de lo imperfecto, como las cejas despeinadas de Marion Cotillard que se ven en la foto superior, que la hacen aún más bella. Hace poco, en uno de los habituales divagues que se generan en los posts, pensamos que era una buena idea armar dos galerías de imágenes con las mejores y peores producciones de artistas del cine y de yapa fotos backstage y de rodaje. Los invito, entonces, a hacer sus aportes.

► Por otro lado, concluyo el post con un ejemplo de mala producción de fotos; en este caso, en otra ducha, y con Jessica Alba haciendo su imitación de Janet Leigh en Psycho. Para el olvido.  

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► [GALERÍA NÚMERO 1] Las mejores producciones de fotos, imágenes backstage y otras imperdibles perlitas:

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► [GALERÍA NÚMERO 2] Algunas fotos para el olvido:

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¡BUEN MARTES PARA TODOS! La consigna para hoy es armar dos galerías de las mejores y peores producciones de fotos de artistas del mundo del cine + imágenes de rodaje y/o backstage; desde ya, la gracia es que dejen los links en los comentarios, de los cuales posteriormente recopilaré las imágenes; ¡gracias a todos, los leo y nos reencontramos mañana en un nuevo post!

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