El mejor papel de…Jason Bateman

“All the pieces fall into place. Fate works its magic. And you’re connected.”

“Lo que estaba haciendo era balancearme lentamente al compás de la canción, sosteniendo un bebé imaginario en mis brazos. En realidad, para hacerlo aún más vergonzoso, una vez tomé una almohada y la apreté contra mi pecho, bailando, con los ojos cerrados, cantando suavemente esas líneas que siempre volvían: ‘Nunca me abandones’. La canción casi se terminaba cuando llegué a la conclusión de que, en realidad, yo no estaba sola”. Hace poco releía esas palabras de Ishiguro y pensaba en cuántas otras novelas, canciones y películas se concibieron con la trascendencia de ciertos vínculos como columna vertebral de sus (pequeñas y grandes) historias. Vínculos de todo tipo, lazos que se forman y que parecen destinados a pasar la prueba del tiempo con su constante hostilidad, el tiempo como arma de doble filo. Esto me llevó al post de hoy y a una película modesta (de la que esperaba menos de lo que finalmente obtuve) titulada The Switch que tiene una intro dedicada, justamente, a las conexiones. Conexiones observadas con la perspectiva de Wally (Jason Bateman), un neurótico con múltiples mecanismos de defensa, que se incluye en el grupo de los que no pueden establecer esas conexiones con la facilidad con la que la mayoría parece (o al menos aparenta) hacerlo.

Es curioso, porque uno pensaría que The Switch vendida como comedia romántica -, es una película sobre un hombre que estando borracho cambia el esperma de un donante para su amiga por el suyo, convirtiéndose así en el “papá por accidente” del que habla el título en castellano. Sí, esa es la premisa, esa es la catálisis. Pero eso no define al film. Lo define esa mirada sobre dos individuos (padre e hijo) a quienes les cuesta moverse con comodidad en un mundo configurado para la respuesta autómata, para los saludos de rigor, para la hipocresía. Y ambos manifiestan ese deseo de conexión ya sea mirando por la ventana de la oficina imaginándose en un lugar mejor o comprando portarretratos que llevan fotos de otras familias, creando así una ficción como arma combativa. Hay mucho para explorar en la filmografía de Jason Bateman (en cuanto a lo televisivo, imposible no mencionar a una de las mejores series de todos los tiempos), pero también hay grandes escenas en The Switch (abrazos, confesiones) llevadas adelante por esa simpática neurosis y, sobre todo, por esa mirada traslúcida.

¿Cuál les parece la mejor interpretación de Jason Bateman? ¿Qué otros actores “televisivos” quisieran rescatar en este post? ¡Comenten! ¡Buen Finde!

——————————–

[OFF-TOPIC]: Quería aprovechar el post de hoy, dado que decidí tomarme unos días de descanso la semana que viene, para felicitar a Florencia Gaudio por haber sido la ganadora del concurso de la mejor crítica de los lunes con su nota “Super 8 y las Coming of Age”; felicitaciones a ella (ya tengo el premio en mente :)) y saludos al resto – nos vemos el viernes 23

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ. Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” ¡GRACIAS!

¡Otro cumplepost! (y varias cosas más)

Increíble. Llegamos a los 300 posts. Cuando hacía la selección de fotos que se pueden ver en el collage superior (gentilmente realizado por mi amiga @florrastas) automáticamente se revivieron distintos momentos de mi vida y, en consecuencia, distintos momentos del blog. Pensar que cuando cumplíamos 200 posts Londres todavía estaba lejos de ser una posibilidad y, sin embargo, aquí me encuentro. Lo dije ese día “Clementine” del aniversario y lo repito: cada post representa una entrada de un diario que refleja una inquietud personal. Todavía me resulta extraña la precisión con la que recuerdo las circunstancias en las que escribí cada una de esas entradas y por momentos suelo releerlas como si quisiera confirmar algo que supe siempre: este blog es, sin dudas, una gran parte de mi vida. Bueno, cortemos con lo cursi.

Con motivo de este tercer cumplepost, les dejo un regalo y un concurso (con futuro regalo). Por un lado, el glosario cinescalero, a modo de Top Ten, que les venía prometiendo y que recopila frases y muletillas de ustedes (los invito a sumar otras que seguramente olvidé). Por el otro, un concurso como el que se hizo en marzo, es decir, el de elegir la mejor crítica de los lunes. Ahora la tarea es aún más compleja porque hay muchas notas juntas, pero tienen todo el día de hoy, de mañana y el fin de semana para votar en este mismo post. El lunes anuncio el resultado. El ganador recibirá un regalo de quien les escribe enviado especialmente desde Londres. Así que, por un lado, el glosario; por el otro, el concurso. Ah, sí, y dos cosas más. Otra canción (de esas que hablan sobre el destino y la gente que se encuentra por un hecho fortuito) y otro gracias, un gracias que engloba mucho más de lo que ustedes se imaginan. Como siempre les digo: amo escribir, pero sin el ida y vuelta de ustedes en este espacio, no sería lo mismo hacerlo.

“SOMETHING CHANGED” POR PULP:

TOP TEN – GLOSARIO CINESCALERO:

* 1. “Quiero hacer un comentario que no viene al caso, o sí, pero no da” (por Peter, Ex Gabriel75).

* 2. “Tucumein Day” => expresión que surgió cuando Pablo (rebautizado aquí como “Tucumein”) confesaba no haber visto las películas de los posts. De ahí en más, cada vez que a alguien le sucede lo mismo con determinado film, en lugar de decir “no la vi”, dice “Tucumein Day” o, en su defecto, “leo y aprendo”.

* 3. #elpostdelbaboseoalert: creo que no hace falta agregar demasiado. Fue el post más comentado (561) y, a mi criterio, el más divertido. Pueden leer la recopilación que hicieron Gaby y BalNicolas de las mejores frases babosas aquí mismo. En cuanto al hashtag, se usa cada vez que en un post revivimos aquel otro. Pasa bastante seguido.

* 4. “No entendés nada” => expresión que empezó utilizarse a partir de este post y por razones obvias.

* 5. “Pum para arriba, barranca abajo” (por BalNicolas) en relación a los aportes que hizo en la lista de canciones que nos ponen de buen humor pero que, en definitiva, son placeres culposos.

* 6. “Somos una pseudocomunidad” (por Peter, EX Gabriel75) al referirse a la gente que se juntó gracias al blog. Luego Peter tuvo que retractarse y sacarle el prefijo a lo que es, verdaderamente, una comunidad con todas las letras.

* 7. “Cara de venado encandilado” (por gallegamdq) al referirse a Amanda Seyfried, posteriormente aplicado en otras circunstancias.

* 8. “Esta película va a la lista de pendientes” (por todos).

* 9. “Cinescalas me cambió la vida” (por Vero72): en todos y cada uno de los posts “sentimentales”.

* 10. —–> Por último, las frases de despedida que ya son insignia de algunos:

* “Ta Lueguito” (Emma/Lore)

* “Ahí nos olemos” (Fedechizzo)

* “Get Loose! Get Loose!” (@DiscosPerfectos)

* “Gracias por venir” (Nano)

* “Feliz Viergsen/GNZ!” (Gonzo)

* “GMBS” (y sí, tenía que poner mi firma). Godmother Blogger Superstar: dícese de una derivación del MBS, a raíz del post del “mejor blog” unido al de The Godfather, y por idea de Joao. En cuanto al adjetivo, bueno, digamos que el karaoke en una reunión cinescalera tuvo la culpa. Sumo mi frase, o mi queja o mi reproche, como más les guste: “¡Nadie ve mis links ocultos!” 😉

LA LISTA DE NOTAS DE LOS LUNES PARA VOTAR:

Bleu, el color de mi preferencia por Luján Noguera / Come On, Dennis por Tucumano in London / Vive rápido y muere joven por Alejandro Rodríguez / Con las botas puestas por Hernán Arévalo / El vaso medio lleno por Paula Echeverría / Todo está en los ojos por Gonzalo Frick / Motion Picture Soundtrack por Santiago Silva / Dime con qué sueñas por Gabriela Gallo / Blue Valentine te deja blue por Jimena Marsellian / El viejo cascarrabias me hizo llorar por Andrés Fluxa / The Poetry of War por Iván Kazi / No me gustan las películas de amor por Marilina Nennhuber / Hacer lo correcto o volverse loco por Sergio Testa / Siempre me quedará Paris por Mariano Di Brico / Cuando el silencio es oro por Joao Rodriguez Da Silva / Una hermosa película por Gerónimo Gastaldo / Cómo aprender japonés con Tarantino por Guillermo Tomoyose / Sally Goes Under por Florencia Cames / No te veo, pero te siento por Magdalena Lescano / Un lugar en el mundo por Fernando Cárdenas / Mi ballena con moraleja por Martín Folco / Super 8 y las Coming of Age por Florencia Gaudio / El agua del fin del mundo por Gonzalo Frick / Melancholia por partida doble por Verónica Seguí / Cuando la metáfora cobra movimiento por Lorena Yscara / Viajando con Fatih Akin por Leandro Páez Saura / El empleo del tiempo por Silvia Lenzi / Placeres ¿culposos? por Soledad Lamacchia /

ME DIJERON QUE TIENEN UN REGALO PARA MÍ. A VER CON QUÉ ME SORPRENDEN…


Cinescaleros, los invito a felicitar y a votar, no tienen otra opción 😛 ¡Que tengan un excelente jueves!

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ. Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” ¡GRACIAS!

Creo en vos

“Do you wanna find something worth saving?”

Siempre me pregunté por qué Edward Norton no siguió haciendo más películas después de esta ópera prima; y si me lo pregunté fue porque en Divinas tentaciones hay, como hablábamos un poco en el post de ayer, una mirada diferente sobre una temática compleja. Si bien los protagonistas del film son un cura y un rabino (y hay escenas en las que los vemos en sus respectivos ámbitos), la fe en esta película pasa por otro lado. Pasa por confiar en el otro (Jake y Anna), pasa por perdonarse a uno mismo (la madre de Jake y la relación con su hijo perdido) y pasa por relegar la felicidad individual por la ajena (Brian y su aceptación del vínculo romántico entre sus dos mejores amigos). Eso termina siendo la película. Una suerte de decálogo (tan naïf como sincero) de las distintas maneras por las cuales podemos perder la fe, para luego volver a recuperarla. Por eso, sobre el final, Norton reúne a personas de creencias disímiles en una fiesta y nos muestra hasta qué punto esas discrepancias no son nada cuando los temores son los mismos. Divinas tentaciones, con su cálida reflexión sobre la confianza, traslada la religión a tres amigos que, con sus dudas e inseguridades, van configurando sus propios credos.

“Put a little faith in other people”:


¿Vieron Divinas tentaciones? ¿Qué opinan al respecto? ¿Qué otras películas sobre la fe y la religión, enfocadas desde distintos ángulos, podrían sumar al post? ¡Dejen sus comentarios! ¡Buen miércoles!

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ. Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” ¡GRACIAS!

A Dustland Fairytale

“I built a home for you, for me…until it disappeared from me, from you…”

Rhoda sale de una fiesta, visiblemente borracha, se sube al auto y minutos más tarde tiene un accidente en el que mueren, por su negligencia, una mujer embarazada y su hijo. El único sobreviviente es John, el padre de esa familia y, claro, ella. Excepto que ella deja de ser la misma. La mujer que, antes recibida de un Instituto de Tecnología y dispuesta a llevarse el mundo por delante, ahora intenta pasar lo más inadvertida posible, yendo a las universidades no a caminar los pisos como estudiante sino a limpiarlos. Y cuando camina, en las calles, o cuando se sube al tren, lo hace siempre mirando la ciudad cubierta/protegida por una capucha, mientras que en otros momentos, en su habitación, se queda por minutos observando cómo el polvo de las sábanas asciende y desciende, asciende y desciende, y con qué facilidad la vida como la conocemos en cuestión de segundos puede ser convertida en cenizas. Así, en ese transcurrir donde no encuentra la manera de obtener la expiación, decide buscarlo a John y empezar a limpiar su casa sin que él sepa que fue ella la causante de la tragedia, la responsable de su presente sucio y desdibujado. Hasta ahí, Another Earth podría ser una película dramática más. Sin embargo, Mike Cahill (director y co-guionista del film junto a su novia y protagonista Brit Marling) encuadra esa historia de búsqueda de redención en un envase de ciencia ficción. Le podría haber salido mal. ¿Cómo se sostiene una película low-fi con un planteo ambicioso, con un planteo que sacude el realismo?

Por un lado, Another Earth es una película notoriamente indie. Desde ciertos homenajes subyacentes a Gus Van Sant hasta su manera de verbalizar las sensaciones de modo susurrante, todo apunta a que con pocos recursos nos sintamos sensibilizados. Y lo logra. Desde el instante en que los ojos de Rhoda (Marling, hermosa y melancólica) se posan con dificultad sobre los de John (el gran William Mapother), la película duele, y duele con esa belleza distintiva que solo proviene de los momentos efímeros (tan efímeros como lo que dura una composición musical clásica, como muestra el film en una de las escenas más románticas y tristes). Por el otro, Another Earth es una película de permanentes lecturas metafísicas, con un análisis sobre las formas de ser (o los denominados “mónadas” de Gottfried Leibniz), algo de Jung y su teoría de la sincronicidad y mucho sobre la armonía que va y viene entre esas formas de ser que necesitan de ese componente. La astucia de Cahill y Marling es que conciben en esa narración mayor (o menor, depende de cómo la miremos) la existencia de otra tierra (“Earth 2”) en la cual habitamos nosotros mismos a partir de la figura de un doble, de un otro yo idéntico a nosotros, con nuestras mismas configuraciones, pero hacen quebrar esa sincronía cuando ese otro mundo es descubierto, hecho que se produce en los minutos previos al accidente. A partir de ese momento, es evidente que en la tierra original el drama que une a Rhoda y John no es el mismo que se está gestando en el otro universo (si es que hay algo que los une allí) y es en ese universo paralelo en donde ella cree encontrar la salvación, el escape de ese mundo donde destruyó más de una vida.

“To fall in love with the sound”:

De este modo, en el film comienzan a surgir  interrogantes acerca de qué haríamos si se nos diera una nueva oportunidad, de si al ponernos en una relación especular con nosotros mismos realizaríamos alguna modificación o cometeríamos los mismos errores. Todo eso, explicitado en cuentagotas y con tomas de la otra tierra como suerte de manto protector de la protagonista doliente, Cahill lo expone casi con un dejo de ingenuidad. No es sencillo realizar una película que se le plante al artilugio y lo evada. Fácilmente se puede caer en una simplificación del mensaje. Pero eso acá nunca sucede porque, detrás de todo, y más allá de metáforas puestas sobre la mesa (la tarea de limpieza como sinónimo de expurgación personal), hay una mujer y un hombre predestinados a un encuentro que altera sus universos (la fuerte conexión entre Marling y Mapother, a través de miradas y de secuencias musicales intensas, es incuestionable). Another Earth es un enfoque modesto sobre géneros que erróneamente parecen solo ameritar un determinado tipo de observación. Por eso el final, aunque promueva la ejercitación interpretativa, desestructura esa rapsodia azul que venía construyéndose, pone el artificio en primer plano y arrasa en pocos segundos con la historia de amor y sacrificio, en una suerte de ruptura violenta de un cristal. A pesar de eso, Another Earth es un cuento de hadas bello, incluso romántico (como romántica es la creencia de que en otro plano hay una realidad distinta), que se hace cargo de sus ribetes metafísicos desde una postura sincera, contraponiéndose a la pretenciosidad y siempre reduciendo todo a esa chica que corre hacia esa casa donde, con la otra tierra brillando detrás y ese hombre allí dentro, se da una nueva oportunidad a sí misma, mejorando la vida ajena y, casi sin quererlo, alterando la suya propia.

¿Qué películas los desafiaron intelectualmente, despertaron su curiosidad respecto a ciertos temas y los dejaron pensativos al concluir? ¡Comenten!

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ. Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” ¡GRACIAS!

Placeres ¿culposos?

Hoy en Cinescalas escribe: Soledad Lamacchia

Verano del 88 en Mar del Plata. Primera salida al cine sin mis viejos y con mi amiga de toda la vida. Ella, 12 años; yo, 11. Dirty Dancing, prohibida para menores de 13. Entramos al cine con miedo a que se den cuenta de nuestra edad. No tenia ni idea de qué se trataba la película, solamente sabía que incluía baile y con eso me alcanzaba. Nunca me imaginé que Dirty Dancing se iba a transformar en la película que más veces vi en los años que llevo de vida. A los 11 no había problema en decir que había visto el film y que era mi favorito, pero ahora, a los 34, ¿cómo la piloteo? Así de sencillo: es una película que me da placer, me hace sentir bien.

Si le quisiéramos encontrar la vuelta, podríamos decir que lo que la película muestra es el pasaje de adolescente a mujer de Baby o cómo Jonnhy, gracias a Baby, pasa de ser un “gigoló” a un hombre con una idea de futuro. Dirty Dancing puede ser sólo eso, pero es más: es querer ser Baby, es querer bailar torpemente en un antro intentando ser sensual por primera vez, es tratar de ayudar cueste lo que cueste a una mujer que va a abortar aunque eso implique dejar de ser la nena de papá,  es perder la virginidad bailando con un Patrick Swayze que está para el crimen, es vestirse de blanco y hacer un gran baile final frente a un montón de “gente bien” que parece redescubrir el sexo y la sensualidad a través del baile.

Dirty Dancing puede ser eso, si intento buscarle una justificación “seria” al por qué me gusta tanto o puedo decir la pura verdad: cada vez que la veo quiero ser Baby, quiero hacer un papelón intentando bailar sensualmente en un antro mientras llevo una sandia en cada mano, quiero entrar a la cabaña de Jonnhy, sorprenderlo en cueros y literalmente entregarme a esa espalda musculosa, quiero escaparme de la casa de mis viejos y meterme en la cama de Patrick Swayze un día de lluvia y, más que nada, quiero tener un gran baile final vestida de blanco. Se me dibuja una sonrisa de sólo estar escribiendo y recordando estas escenas.

Y acá viene mi gran incógnita…Dirty Dancing es una de muchas películas que me provoca placer cuando la veo pero que me da cierta vergüenza admitirlo. ¿Qué nos lleva a ocultar o sentir vergüenza de la satisfacción que nos provoca ver estas películas, muchas de ellas ochentosas, otras románticas con finales ¿imposibles?, otras de “tiros y persecuciones”? ¿Por qué aceptamos que “quede mejor” decir que vimos Melancholia y no Dirty Dancing? Obviamente hay diferencias abismales en los mensajes de ambas películas pero, si voy a lo que es el cine para mí (sentarse y disfrutar), es ahí cuando me pregunto dónde radica la diferencia entre hablar sobre una compleja película europea o sobre una “película de baile”. Puedo decir con cierto orgullo que de un tiempo hasta ahora logré ir tirando abajo algunas de esas vergüenzas. El cine, el arte, la música están hechos para disfrutarlos sin culpa, para hacernos sentir bien y también para pensar y reflexionar. Por eso, sin temor alguno, digo que me encantó Melancholia y que adoro Dirty Dancing y que escucho Maná y AC/DC…con placer y sin culpa.

Una cosa más: La culpa a los 11 años todavía no se me había ido ya que, durante ese genial Baile Caliente entre Baby y Jonnhy en la cabaña, hice caso al “prohibido para menores de 13 años” y me tapé los ojos y nunca vi mi escena favorita de la película en pantalla gigante.

Por Soledad Lamacchia

¿Qué opinan de Dirty Dancing? ¿Qué otras películas equivalen a sus placeres culposos? ¡Dejen sus comentarios!; si quieren escribir en Cinescalas manden sus notas a milyyorke@gmail.com

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ. Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” ¡GRACIAS!