¿Cómo no la viste?

Hace poco estaba hablando con una amiga sobre una de las frases/planteos que suelen irritarme: “¿Sos crítica de cine y no viste esa película?”. Mi respuesta diplomática es un “No”, pero la reacción implosiva es más un: “No, soy un ser humano con días de 24hs y a veces no puedo ver todo lo que quiero”. Tiempo después, cuando ella me confesó no haber visto Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, mi reacción fue, irónicamente, la misma que suele molestarme: “¿Cómo no la viste?”. Siempre creí que ciertas cosas (léase: películas, discos, libros) nos llegan en el momento justo y que, a veces, por más recomendaciones que procesemos, necesitamos esperar. Me pasó infinidad de veces. También, claro, está el caso específico de los films que dejamos pasar por mero prejuicio o porque dudamos de la insistente manera con la que se nos conduce a verlos, lo cual muchas veces deriva en una decepción por no haber cumplido con nuestras (altas) expectativas. En el blog siempre se habla de eso…de las películas que, por un motivo u otro, dejamos pasar y vamos incluyendo en la lista de pendientes. ¿Cuáles son las primordiales? ¿A cuáles les llegó la hora? ¿Cuáles sentimos que tenemos que ver para poder sentirnos incluidos en ciertas conversaciones? De eso se trata el post de hoy, de tachar asignaturas pendientes. De sentarnos, como la familia Penderghast, a tachar The Bucket List de nuestra “Bucket List”.

¿Cuáles serían sus Top Five de películas pendientes y cuáles son las razones por las cuales no las vieron todavía? ¿Falta de tiempo? ¿Prejuicio? ¡Comenten!

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London Day: Jane Austen

“My characters shall have, after a little trouble, all that they desire”

En las estaciones de subte de Londres, con motivo de las fiestas, una librería tuvo la idea de usar como publicidad una frase de The History Boys de Alan Bennett en uno de sus afiches. La frase es la siguiente: “Cuando estás leyendo, los mejores momentos son aquellos en los que te encontrás con algo – un pensamiento, un sentimiento, una manera de observar las cosas -, que vos creías especial, que eran particularmente importantes para vos. De golpe, eso está ahí, escrito por otra persona, alguien a quien nunca conociste, quizás alguien que murió hace tiempo, y es como si esa persona hubiese estirado su mano y agarrado la tuya”. Releer eso, con un viaje por delante y pensando en las palabras y su facilidad para construir y deshacer todo en segundos, de algún modo me afectó. Porque al poco tiempo, estaba en Bath, uno de esos destinos a los que uno cree que nunca va a llegar, el destino donde los pensamientos, los sentimientos y la manera de observar las cosas no puede tener otra dueña más que Jane Austen.

En la biopic interpretada por Anne Hathaway, hay una escena en la que Jane, desafiada por Thomas Lefroy (el gran amor en la vida de la escritora), demuestra una cierta ingenuidad respecto al poder de la escritura y respecto a la cantidad de alternativas que el hecho de sentarse a plasmar lo abstracto puede llegar a ofrecer. Él, consciente de su inexperiencia, le recomienda leer, ampliar sus horizontes (con todas las distintas connotaciones posibles) y, sobre todo, experimentar. Siempre me gustó esa secuencia porque siempre me gustó imaginarme a Jane como la mujer que fue evolucionando como escritora cuantos más golpes recibía, cuanto más cerca de la vida y su incertidumbre ella estaba dispuesta a posicionarse. Por eso, terminó siendo más que una autora con sensibilidad para traducir la mente de la mujer; su mirada, su forma de plantarse ante ese horizonte, abarcaba tanto la aceptación de una realidad donde a veces los obstáculos eran ineludibles (dinero, acuerdos entre familias, rangos sociales, etc.) como el optimismo para darles, como ella misma decía, un final feliz a individuos que por momentos se perdían entre confusiones, prejuicios y decisiones ajenas.

Muchos de los grandes momentos de sus novelas (y de las adaptaciones) transcurren entre la neblina, con la lluvia, con caminatas en lugares “turísticos” fuera de temporada. Por ende, estuvo bien que en ese día en Bath casi no haya salido el sol. El lugar estaba cubierto por una melancolía hermosa, que cobraba otra magnitud. Caminar entre esas columnas se sintió, realmente, como estar dentro de un cuadro, suspendida en una suerte de atemporalidad. “Ella empezó a razonar consigo misma, y a intentar sentir menos”, escribió Jane sobre Anne en Persuasión. Los que leímos las novelas de Austen sabemos que las relaciones que configura están delineadas por esa puja entre el sentir y el no sentir, entre reprimirse y mostrarse al descubierto. Por eso, aunque Anne, Lizzie y Elinor hayan querido ir en contra de esa pulsación interna, Austen, como buscando reescribir su malogrado destino sentimental, tomó a sus personajes, los liberó de la agonía y los hizo, como bien dice la frase de Bennett, tomarse de las manos.

——–> Les dejo tres escenas de las adaptaciones de las novelas de Jane Austen. Que las disfruten…

* 1. ORGULLO Y PREJUICIO:

* 2. SENSATEZ Y SENTIMIENTOS:

* 3. PERSUASIÓN:

Doble consigna: * 1. ¿Qué relación tienen con las novelas y adaptaciones de Jane Austen? ¿Cuáles son sus escritoras favoritas? * 2. ¿Qué locación de una película les gustaría conocer? ¡Dejen sus comentarios!

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Había una vez…

Hoy en Cinescalas escribe: Ale Zold

Una doncella indefensa es rescatada de las manos de un grupo de rufianes que quieren abusar de ella. Quien viene al rescate es, como debe ser, un caballero valiente, ataviado en traje de batalla, quien, haciendo gala de sus dotes de guerrero y enarbolando una retórica seductora, se deshace de los malhechores y salva a la que, ya sabemos, será su enamorada al final de la fábula. Dicho caballero no es un apuesto príncipe azul, como dictaría la consigna. De hecho usa una máscara para ocultar su rostro, desfigurado en lides pasadas. La niña, en cambio, cuenta con todos los atributos necesarios: belleza resplandeciente, fragilidad, aura virginal y la capacidad casi mágica de estar en el lugar justo en el momento indicado. La historia de la que hablamos tiene buenos y malos; gobernantes despóticos y totalitarios; siniestros ostentadores del poder político y religioso, un héroe, una heroína y un pueblo oprimido, temeroso de represalias pero secretamente ansioso de libertad.

Pareciera que esta historia la escuchamos repetidas veces. Nos la contaron en nuestra infancia, la leímos en libros coloridos de letras grandes y la vimos en variadas versiones en películas de todas las épocas. No es Cenicienta, Blancanieves ni La Bella Durmiente. El cuento de hadas al que nos referimos tiene por título V for Vendetta. Antes de que el primer fanático de la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd me desee lo peor, aclaro que me refiero a la película estrenada en 2006, producida por Joel Silver y los hermanos Andy y Larry Wachowski, dirigida por James McTeigue. La película es, de hecho, una adaptación del cómic, el cual tiene un contenido político, una intensidad y hasta un mensaje que el film torna “rosados” y es argumentable que no les hace estrictamente honor.  Recomiendo altamente la lectura del cómic, pero hoy estamos hablando de cuentos de hadas…

La historia sucede no en un pasado lejano sino en un futuro distópico – pero igualmente indefinido -, posterior a una guerra nuclear. En lugar de un perverso rey hay un perverso líder político que lleva las riendas de un estado opresivo y totalitario. Nuestra princesa es Evey Hammond, interpretada por Natalie Portman, en un papel hecho a medida. El príncipe encantador es, simplemente, V, interpretado por un Hugo Weaving que en ningún momento muestra su cara pero que se adueña del personaje a  través de una gestualidad, una voz y entonación soberbios. V e Evey entablan una relación compleja y ambivalente. Él lleva el rol de revolucionario en lo colectivo y de maestro en lo personal. Ella, presa del destino y de sus impulsos, cambia inocencia por madurez y resurge al final de la historia como su igual, su par. Contrario a lo que se supondría, V no es el protagonista de esta historia. El magnetismo que provoca el personaje es ineludible y de hecho el título de la película es su nombre. Pero el cambio, el viaje, el camino del héroe, lo recorre Evey. V sufre su transformación a lo largo de la película, pero es Evey quien renace. V es su mentor, pero su objetivo es muy claro y no cambia a lo largo de la historia.  Ella, en cambio, es quien recibe el llamado, quien debe superar los obstáculos que se le presentan para enfrentarse al enemigo mayor y vencer su miedo camino a la recompensa de la resurrección. Ella es la heredera, el comienzo de la nueva generación y es ella quien, literalmente, tiene que accionar la palanca para transformar el mundo ordinario.

Como en toda historia de este tipo, el romance tiene un lugar preponderante. Los hermanos Wachowski tienden a la historia romántica más clásica como forma de llegar al público: la consumación de una venganza, un romance trágico, una niña frágil que se encuentra a sí misma y se transforma en mujer fuerte, y un caballero que más allá de su convicción personal y colectiva, finalmente sólo encuentra sentido a su sacrificio en el amor. Los condimentos que completan la receta: acción, excelente banda de sonido, impecable dirección de arte, persecuciones, muerte, tortura, claras alusiones al nazismo, la idea romántica de la anarquía y un claro mensaje contra el terrorismo de estado.

Los cuentos de hadas tienen una característica común: narran una transformación. La muerte metafórica de alguien para su posterior renacimiento en otro plano de existencia. Hablan de problemas humanos universales: la angustia, el miedo al abandono, el miedo a la muerte; temores e impulsos internos en lucha constante. Los cuentos nos dicen que esa lucha contra las dificultades de la vida es inevitable, pero si enfrentamos el miedo, si logramos resolver nuestros problemas sin ayuda de nadie, se manifestará el sentido de nuestro ser. Si, en cambio, huimos, caeremos presas de la “tranquilidad de la repetición”. Y a pesar de que hablan de una conducta moral, no son moralistas. Dejan la solución en nuestras manos. Suelen tener finales teñidos de ingenuidad y en general dejan un mensaje esperanzador. Nos sirven para darnos cuenta de que hay soluciones para los problemas que se nos presentan. A veces esa solución está en la magia, en el destino, la providencia. Y hay otras en que la solución está dentro de los mismos personajes. El coraje, la valentía,  la honorabilidad, la inteligencia son los agentes transformadores de la realidad; y aunque el final de V for Vendetta puede parecer inocente, no por simple pierde su valor de verdad: que nadie te defina; que nadie te diga lo que tenés que hacer ni cómo hacerlo. Que nadie te diga cómo vestirte, de quién enamorarte, qué música escuchar, cómo divertirte ni qué hacer con tu tiempo. En definitiva: que nadie te diga quién sos ni cómo vivir tu vida. Tal vez ahí  encontremos la esencia del secreto para vivir felices por siempre…

“There´s no certainty – only opportunity.”

Por Ale Zold


¿Qué opinan de V for Vendetta? ¿Qué adaptaciones de cómics los han convencido y qué otros cuentos de hadas del cine pueden recordar hoy? ¡Dejen sus comentarios!; si quieren escribir en Cinescalas manden sus notas a milyyorke@gmail.com

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Porque sí

Merry Fucking Christmas

“It’s coming on Christmas, they’re cutting down trees”

Hace unos años, el colega Juan Pablo Martínez y yo escribimos para El Amante una suerte de díptico de críticas cuando se estrenó la gran Bad Santa. Mi título, más poético, no le hacía justicia a la película como el de Juan Pablo, quien abrió su nota con ese “Merry Fucking Christmas” que hoy le pedí prestado. Hoy evoco a Bad Santa (y su espíritu subversivo) porque, como ya creo haberlo mencionado, es un film que, independientemente del trasfondo navideño, habla sobre las familias que se arman en el camino y, curiosamente, esta es mi primera Navidad lejos de la mía, lejos de mis amigos de toda la vida y lejos del lugar donde nací. Sin embargo, me siento en casa, me siento parte de una familia distinta, una que se construyó acá, y que posiblemente no se hubiese formado en ningún otro lado. Hay cosas que solo se generan cuando uno apuesta a seguir en movimiento y mañana por la noche será todo diferente a pesar de que hay cosas que permanecen igual, como mi amor por John Hughes, a quien no quería dejar de recordar hoy, por más obvio que resulte. Algunos festejarán mañana. Quizás otros no. Como sea, les deseo lo mejor a cada uno, donde sea que se encuentren, haciendo lo que tengan ganas de hacer y, sobre todo, sintiéndose bien en su propia isla, en su propio ideal de familia, en su propia concepción del hogar.

Un saludo navideño desde Londres (nos equivocamos y lo grabamos en vertical, sepan disculpar :P):

¿Cuáles son las películas navideñas por excelencia? (sí, esas que vuelven a ver siempre en esta fecha); ¡Espero sus comentarios y, claro, Feliz Navidad!

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