Por favor, rebobinar: Las películas de los 90

Todavía con el ímpetu generado por la charla con Alberto Fuguet, tomé prestado el título de una de sus novelas para inaugurar una nueva sección en el blog. ¿La idea? Hacer un repaso por las distintas décadas del cine, mencionando cuáles son las películas más representativas de dichos períodos o al menos cuáles fueron las que provocaron más impacto en ustedes. Sé que allá lejos y hace tiempo alguien había sugerido observar al cine de esta manera (no recuerdo quién lo propuso, pero hoy recordé dicha idea, así que dejo el agradecimiento correspondiente) y me pareció que también sería interesante abordarlo de modo aleatorio. Por eso, sin respeto por el orden cronológico, hoy arrancamos con los 90. Me costó mucho decidir con qué film abrir el post y hacer debutar la sección. Optar por Election de Alexander Payne implicó dejar afuera tanto a Pulp Fiction de Quentin Tarantino como a una de mis comedias románticas favoritas (Chasing Amy de Kevin Smith), como a gran parte de la obra de, entre otros, Gus Van Sant Richard Linklater. Pero me fue imposible no traer al presente a Tracy Flick, su manía por la perfección, su espíritu de overachiever y ese sarcasmo con el que Payne se acerca a sus personajes y a esos micromundos donde hay cabida tanto para lo más patético como para lo más luminoso. Tenemos nueva sección muchachada, ahora es mi turno de ver sus elecciones.

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► [VIDEO] Una gran escena de Election:

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► [DE YAPA] Otros clásicos de los 90:

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Inauguro nueva sección con la pregunta: ¿Cuáles son, para ustedes, las películas más representativas de los 90 o las mejores de la década según sus criterios? ¡Hagan sus aportes! ¡Buen miércoles para todos!

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[OFF TOPIC] Muchachada, hasta nuevo aviso (esperemos que no pase de esta semana) y por razones de fuerza mayor, no voy a poder actualizar el blog; les pido que me esperen y me cuiden el rancho, ¡gracias por todo!

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El cine bajo la mirada de…Alberto Fuguet

“Una película si es sincera, si es real, muchas veces te representa, te revela, te obliga a situarte a un lado de la calle” – Alberto Fuguet

“Hay cosas, por ejemplo, que uno vive a solas pero que solo cobran vida cuando logras compartirlas con alguien que también está interesado” dicen en Mala onda, la segunda y punzante novela de Alberto Fuguet, en la que su protagonista, Matías Vicuña, escupe sus pensamientos, en su mayoría misantrópicos y pesimistas como los de su venerado Holden Caulfield: “Anoche conocí a Holden Caulfield. Fue algo químico, absolutamente arrollador. No podía creerlo. Ya no estaba tan solo, me sentí menos mal. Había encontrado un amigo. Mi mejor amigo. Había encontrado un doble. Por fin”. En la decimoquinta edición del BAFICI se pudo ver Locaciones: Buscando a Rusty James, el primer documental de Fuguet (VelódromoMúsica campesina) que trata, en esencia, sobre eso que dice Matías: encontrarse/verse/sentirse representado. Al director le sucedió esto con La ley de la calle, film de 1983 de Francis Ford Coppola, que apareció en un momento de su vida donde necesitaba, quizás inconscientemente, su propio credo, o su propia nafta para seguir andando, o cualquier clase de musa para seguir escribiendo. Locaciones encuentra a Fuguet recorriendo las calles de Tulsa donde se filmó la adaptación de S.E. Hinton, arrojando pensamientos al cielo (o al espectador que quiera tomarlos), pensamientos sobre cuán poderoso es el cine cuando modifica tu existencia, te acompaña, te abraza o te da la mano, como si fuera algo concreto. Por eso, para volver tangible a La ley de calle, para aprehenderla, Fuguet emprendió esa suerte de road trip, su ensayo cinéfilo sumamente poético, con el mismo mantra de Mala onda: “Lo que no guardo en mi memoria, no me interesa conservarlo”. El escritor y director conservó La ley de la calle lo suficiente como para homenajearla, lo suficiente como para sumarse a quienes padecen el cine con la ebullición como primer síntoma. “Cada tanto aparece alguien que tiene una visión del mundo diferente a la usual. Eso no lo hace loco. Lo hace perceptivo” dicen en La ley de la calle. Locaciones es una película de locos y para locos, si por locos entendemos las compulsiones, el corazón, la emoción y todo eso que implica el rendirle tributo a algo que amamos con la hipérbole como bandera y, claro, sin cabida para las medias tintas.

Dado que tu documental es sobre el fanatismo, quería decirte en primer lugar que me emocionó mucho el uso de “Codex” de Radiohead, más teniendo en cuenta que no es una canción muy conocida del grupo… ¿por qué la elegiste?

Con mi productor conseguimos los derechos del tema, a Radiohead le gustó la película, tuvimos que pagar muy poco dinero y nos aceptaron porque les pareció que Locaciones no era una chambonada y llegamos a un acuerdo de que el film no iba a hacer dinero, que no tenía fines de lucro, que no íbamos a estrenarla comercialmente. Ellos nos consideraron serios y por eso nos cedieron los derechos. Ahora, ¿cómo la elegí? Hablando con un amigo, el co-guionista de Velódromo [René Martín], a partir de una cosa que él dice sobre La ley de la calle, que la veía a cada rato, que se iba a acostar y la dejaba encendida, “como escuchar un disco”. “¿Pero qué disco?” le pregunté yo. “Como un disco de Radiohead” me respondió. Lo primero que pensamos fue en buscar un tema que no fuera de los discos anteriores a The King of Limbs, y a mí también me gustaba mucho “Codex” y así fue cómo la seleccioné. Porque básicamente Locaciones es una película que muestra el fanatismo que puede generar el cine, pero también la música con un determinado álbum, un autor, un libro…

Sí, yo creo en eso de que las películas te salvan…

Sí, es que es así. Uno también mitifica, uno se inventa su propio cuento, o le suma cosas, recuerdos, uno tiene que inventarse su película favorita, sería muy triste no tener una. Y yo creo que uno tiene muchas, pero opta siempre por una, como sucede con el equipo de fútbol

El tema de las locaciones es clave, yo hice el recorrido de Antes del atardecer en Paris por todo lo que me generaron Jesse y Celine

Bueno, ¿ves? Eso que para otra gente podría resultar algo de demente, me parece que es lo que corresponde, mucho mejor que ir a los museos, las iglesias, es mucho más legítimo hacer una ruta gastronómica de restaurantes famosos donde se inventaron platos, o ir a ver dónde vivió tal escritor. Nueva York está más armada porque podés conocer algunas locaciones de películas de Woody Allen o en Irlanda sucede lo mismo con James Joyce. Pero Tulsa estaba virgen en ese sentido, y el día más emocionante fue cuando llegué al puente. No podía creer que estaba debajo del mismo puente que Rusty James

¿Cuántas veces estuviste en Tulsa?

Estuve dos veces. Una vez acompañado de alguien que trabajaba para una ONG para salvar los lugares históricos de la ciudad, y quien no había visto La ley de la calle. Él me ayudó con algunas cosas, como conseguir los permisos para filmar allí

► [VIDEO] Les dejo el trailer de Locaciones: Buscando a Rusty James:

En La ley de la calle es fundamental el tiempo – representado sobre todo por la figura del personaje de Tom Waits -, y a su vez el tiempo afecta cómo uno se reencuentra con ciertas películas. ¿Cómo fue evolucionando tu relación con el film de Coppola?

Pasé por distintos períodos. Le tuve distancia, le tuve miedo. Ahora me parece que es una película que está muy bien, que me gusta mucho, pero que claramente no me afecta tanto como cuando la vi por primera vez

¿Por qué decís en el documental que la película te salvó?

Fue una suma de cosas. Por la edad que tenía entonces, tendían a gustarme películas de teenagers, y yo sentía que no había películas así latinoamericanas sino más bien políticas. Eran películas con las que me identificaba mucho, como Un pequeño romance, también con Diane Lane; no sé si la viste, es como Antes del atardecer pero en Venecia, con algunas cosas de Melody…

¡Con Laurence Olivier!

Sí, esa misma. Es muy buena. Entonces lo que ocurrió fue que yo estaba en la universidad y todo el mundo quería ver películas intelectuales y yo empecé a ir al cine Normandie, a ver films como Gandhi y no me llenaban, no me producían nada a nivel físico

No había nada emocional

Claro, no había nada de sangre, de que el corazón se te ponga tibio, de que las piernas te tiriten, de que genere sensaciones que uno antes no conocía

¿Te pasa frecuentemente? ¿Las cosas te llegan así siempre?

Me gustaría pensar que soy una persona a la que siempre le llegan las cosas, pero la verdad es que cada vez me llegan menos, no sé si es porque uno está mayor, es más exigente, ya que no creo que sea porque las películas sean peores. Ahora, de vez en cuando sí aparece algo que te llega. Por eso sigo yendo al cine, sigo leyendo y sigo haciendo: porque me gustaría provocar eso en otros. Pero no pasa siempre, por eso cuando algo te llega, te llega más. Tiene que ver con la edad de uno, uno vio más, tiene más experiencia. Si bien está muy buena la emoción que te puede provocar Un pequeño romance o My Bodyguard con Matt Dillon, no es lo mismo ver a esos actores en La ley de la calle, que también es una película teen pero a la vez es mucho más que eso

Me gustó en Locaciones un testimonio que habla de lo que es ver a Matt Dillon con camisa hawaiana en Loco por Mary, con el recuerdo de La ley de la calle. Es muy fuerte crecer a la par de un intérprete, o reencontrarse con ellos, como me sucede a mí con Ethan Hawke y Julie Delpy…

…y ahora viene Antes del anochecer. Ojalá muestren nuevamente imágenes de ellos de nueve años atrás, porque así uno va viendo cómo el tiempo pasa. Es fuerte eso también

El tiempo es mi obsesión

Es lo que dicen en Locaciones. El cine es una manera de ver pasar el tiempo en pantalla

Me gustó esa frase también

Sí, yo estoy muy orgulloso de mis entrevistados. Por eso saqué a muchos que si bien son más famosos no hablaban con el corazón, más allá de que son brillantes

¿Y cuál fue el disparador para tu ensayo cinéfilo sobre La ley de la calle?

Yo tenía como cuenta pendiente, como vos con Paris y Antes del atardecer, el hecho de ir a Tulsa. No había manera, nunca estaba ni cerca, no tengo conocidos, nada. Pero uno necesita una excusa. Y apareció la propuesta de escribir sobre mi película favorita, sentí que no era capaz, ya había filmado Velódromo y Música campesina. Hasta que finalmente fui a Tulsa en noviembre del 2010 y las entrevistas para el documental las hice en el 2011 en Buenos Aires y Santiago. Me sentí tan bien en Nashville filmando sin equipo Música campesina y con una cámara pequeña, y estaba invitado a Miami a la Feria del Libro así que finalmente dije “voy a ir Tulsa, me voy a dar ese gusto”

Cuando en Locaciones mencionás que te quedaste en un hotel de medio pelo me acordé del personaje de Pablo [Cerda] en Música campesina, que se hospedaba en hoteles de mala muerte al lado de la autopista…

(risas) Sí, también había mucho de eso, de repetir, yo me sentía que era como Alejandro Tazo (risas), porque tenía a Música campesina en el cuerpo todavía

¿Caminaste solo con la cámara a la noche por Tulsa? ¿Los lugares son tan oscuros como parecen?

No son para nada oscuros, esa sensación te la da La ley de la calle. Yo nunca me metí en un barrio que me diera miedo, nunca pensé que podía sucederme algo, nada. Más bien me hubiera gustado ver a alguien (risas), y la única preocupación era el frío o que se me cayera la cámara por el viento. Pero la ciudad no es para nada decadente, hay librerías, está la universidad, hay edificios modernos

En la película te hacés muchas preguntas sobre el cine pero también sobre otras expresiones artísticas y la relación con el receptor, ¿todo eso que te planteás lo ibas anotando?

Sí, anotaba mucho, una vez que veía las imágenes tenía que tomar un poco de licor y encerrarme en la sala de grabación y también improvisar un poco. Estuve un día largo en el estudio, terminé cuando mis piernas no podían más, estuve parado como once horas, pero tomando mucho té para la voz, pero yo siento que las típicas cosas que tenía tan adentro eran preguntas que me había hecho siempre, esas cosas que tenía para decir, aunque a veces estuviera un poco over the top (risas), hablando del cine como religión. Pero parte de esto consiste en exagerar un poco. Si uno dice “el cine está bueno” no basta. Si uno quiere impactar tiene que haber algo como de predicador

Sí, la película en sí es una suerte de peregrinaje

Por eso, lo que yo buscaba era que la gente que no había visto La ley de la calle la viera; que quienes ya la habían visto la vuelvan a ver y que quienes estuvieran creando algo sintieran como un impulso para continuar con eso

¿Cómo te vino esa reflexión final? Porque hablás de eso, de defender lo que uno hace, de amarlo, de tener la convicción suficiente como para continuar más allá de lo que te puedan decir

La película efectivamente me afectó mucho porque yo estaba en un taller literario con Donoso, y él terminó expulsándome, diciéndome que me faltaba un mundo literario, que me faltaba haber sido amigo de los Ocampo, que me faltaba tener una casa en el Tigre y salir de mi mundo suburbano, que le parecía poco literario

En la película hay muchos objetos fetichistas, la banda sonora de Stewart Copeland tanto en vinilo como en cassette, posters con la escena del reloj…

Sí, para cada uno de los testimonios entrábamos a casas donde nos encontrábamos con esos objetos relacionados no solo con la película sino también con artistas que podían ser similares, como la imagen de Patti Smith, ediciones del libro de Hinton. Entraba a esas casas y pensaba “este tipo es de mi misma religión”.

Sí, en mi caso cuando algo me gusta quiero tener todo lo que esté vinculado a eso

Es que sí, estoy de acuerdo, te hace sentir que todo es más real, que no es falso, como cuando vas a las locaciones. Hay algo que tiene que ver, nuevamente, con la religión, como colgar una cruz porque eso te hace sentir que tenés a Cristo en tu casa. Pero no ocurre con tanta frecuencia que una película te provoque eso

¿Sobrevalorás algunas?

Solo sobrevaloro cuando creo que la película se acerca a lo que quiero. Yo trabajo con teorías de conspiración: es mejor apoyar a tu amigo que ayudar al enemigo

¿Qué sentís cuando una película traduce tus pensamientos? Porque aludís a que no se la puede poseer porque es abstracta, pero a la vez dan ganas de poseerla

Me siento acompañado, más tranquilo

Menos solo…

Exacto, menos solo y, quizás esto sea demasiado, pero siento como si los planetas se ordenasen, que no soy el único, que hay gente a la que le sucede lo mismo, y que conformarían una suerte de hermandad cósmica. Porque yo no sé si La ley de la calle es perfecta, pero a veces uno le perdona esas imperfecciones más que a…no sé…El discurso del Rey, que quizás funciona mejor pero que no te provoca nada. Y eso que me gusta el film, porque lo veo como una metáfora de dirigir

Sí, la camaradería entre ellos es lo mejor

Sí, claro, porque a su modo es una historia sobre un director de cine que trabaja con un actor

En Locaciones asegurás que una película puede realmente cambiarte la vida, a mí me sucedió con Red social, es la sensación de salir transformado de la sala

Sí, a mí esa película me impactó también porque filma el presente como si fuera histórico. No podía creerlo, era tan inmediata, pero es sobre otras cosas, sobre la competencia, la soledad, el pertenecer. Es un film sobre cómo nada puede ser tan distinto a su creador. Facebook no fue creado por Sean Parker: fue creado por Mark Zuckerberg, un nerd. No debería sorprender que todos terminen como él. Es notable. Me emocionó mucho más de lo que esperaba. Y me pasa eso, que quizás no haya tantas películas que me impacten en general, pero sí dos o tres momentos que me destrozan, y eso ya vale mucho

¿Quién había dicho eso?

Billy Wilder creo, que una película son dos o tres buenas escenas bien pegadas (risas)

Me pasó con Cloud Atlas, a la cual reconozco imperfecta, pero también tiene una ambición elogiable, tiene corazón

No me atreví a verla, pero ése es el punto: uno busca lo que tiene corazón. Uno puede notar lo que se hizo por una compulsión, tanto en un cine industrial como en el cine alternativo y hay películas y libros que tienen que ver con las edades, con los momentos. Por eso La ley de la calle sigue impactando a la gente joven

¿Y pensás que todo está interrelacionado? ¿Que el hecho de que a mí me guste Radiohead y tu obra como director vuelva no casual que Locaciones tenga un tema de la banda?

Sí, porque el que está interconectado es el espectador, porque asociás lo que te gusta. Por ejemplo, a mí me gustaban las baladas de Nine Inch Nails como “Hurt” y “Something I Can Never Have” y de repente Reznor hace la música de Red Social que es melancólica y te destroza, así que definitivamente sí, siempre se producen esas interconexiones. 

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 ► [DE YAPA] Matt Dillon y Mickey Rourke en La ley de la calle:

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Este martes, la consigna es cuádruple: 1. ¿Vieron Locaciones: Buscando a Rusty James de Alberto Fuguet? ¿Les gustó? 2. ¿Vieron La Ley de la calle de Francis Ford Coppola? 3. ¿Por qué película harían lo mismo que Alberto y recorrerían las locaciones donde fue filmada? ¿O lo hicieron ya? Si es así, cuenten sus anécdotas 4. ¿Sobre qué película, si pudieran, harían un documental, profesándole su amor por todo lo que significó en sus vidas?; ¡Dejen sus comentarios, muchachada, los leo, como siempre! ¡Hasta mañana!

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Como una caja de bombones

Hoy en Cinescalas escribe: Ezequiel Saul

Muchas veces, cuando recordamos películas, no lo hacemos en su totalidad, sino en relación a momentos que, ya sea por buenos o malos motivos, quedaron guardados en nuestra memoria. Lo mismo pasa con los personajes de esas películas: recordamos a los grandes actores, a los nombres que nos hicieron ir a verla pero no a los que están en un segundo plano, de quienes solo ubicamos sus personajes y no tanto al intérprete. O por lo menos eso me pasa a mí. Por eso el título de este post, porque cuando vuelvo a ver esas películas me sorprendo y digo: “¡Uy, mirá quien actuaba acá!” y me gusta que eso pase, rever algo y, como dice la frase del título, no saber qué me puede llegar a tocar. Es por eso que, para este post, armé un Top Five de pequeñas sorpresas que me llevé cuando me reencontré con ciertas películas.

*5. JACK BLACK EN WATERWORLD

Jack Black en Waterworld…¿alguien se acordaba de esto?

Antes de ser una megaestrella de Hollywood y convertirse en un referente de la comedia estadounidense, Jack Black participó en muchas películas haciendo papeles muy secundarios, casi de extra. Seguro lo recordarán también en Todavía sé lo que hicieron el verano pasado pero nadie lo tiene como un piloto de avión, en un papel totalmente olvidable, en Waterworld.

► Una escena de Waterworld con Jack Black:

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*4. ZOOEY DESCHANEL EN CASI FAMOSOS: 

Casi Famosos es una de mis películas favoritas, desde que la vi en el cine, me volví fanático. Tiempo después, gracias a algunos otros films, me fui enamorando de una chica llamada Zooey Deschanel. Cuando decidí investigar un poco más sobre mi amor imposible, descubrí que (¡oh, casualidades del destino!), ella formaba parte de la película de Cameron Crowe. Así que Zooey, si estás leyendo esto, tenés que saber que lo nuestro está destinado a suceder.

*3. VIN DIESEL EN RESCATANDO AL SOLDADO RYAN:

Sí, no se equivocan, ese es Vin Diesel en la película de Spielberg

Seguro que ya todos sabían que Zooey actuaba en Casi Famosos y que Jack Black la tuvo que remar bastante hasta que la pegó. Pero estoy seguro que muy pocos recuerdan que Vin Diesel, antes de convertirse en un héroe de acción, participó de una película nominada al Oscar y haciendo un papel no tan menor. El musculoso Vin interpreta a Caparzo, el soldado que muere al ser alcanzado por un francotirador cuando quiere ayudar a una pequeña niña en, claro, Rescatando al Soldado Ryan. 

► Vin Diesel en la película de Steven Spielberg:

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*2. HEATH LEDGER EN LORDS OF DOGTOWN:

Heath en uno de sus papeles menos recordados: como Skip en Lords of Dogtown

Seguimos con un film que me fascina y con un actor que pasó a formar parte de mis favoritos. Lords of Dogtown es una gran película y cuando la vi, uno de mis personajes predilectos fue Skip, un fumón con una onda muy a lo Jim Morrison. En ese momento me fijé en quién era el actor y no lo tenía para nada presente. Grande fue mi sorpresa cuando, más adelante, descubrí que había sido Heath, demostrando una vez más que podía hacer bien cualquier tipo de papel.

*1. ROLAND EMMERICH HIZO UNA PELÍCULA SOBRE SHAKESPEARE: 

Si Roland Emmerich dirigió una película sobre Shakespeare, todo puede pasar en este mundo

Sólo un titulo como el de arriba podía sacarle el primer puesto a Heath Ledger sin que Mily me asesinara. Y es así como lo leen, el director de todas las películas sobre catástrofes (Día de la independencia, El día después de mañana, 2012) se despachó con una muy entretenida película sobre la vida de Shakespeare titulada Anónimo. La trama se aferra a una de las teorías que dicen que en realidad el bardo inglés no escribió sus obras, sino que fue otra persona y…no voy a contar más para que la vean y se sorprendan atestiguando que Roland Emmerich no es sólo sinónimo de efectos especiales.

Por Ezequiel Saul

► El trailer de Anónimo de Roland Emmerich:

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¿Les sucedió lo mismo que a Ezequiel, que descubrieron a actores o directores en papeles y/o películas inesperadas? Compartan sus perlitas/sorpresas en el post de hoy, así todos nos enteramos 😛 ¡Buen comienzo de semana para todos!

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—> La última vez escribió Franco Tracchia sobre… MOVIE 43

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 [OFF TOPIC] Como compartí con algunos de ustedes en Facebook, mi hermano está pasando por un mal momento de salud; quería aprovechar la ocasión para agradecerles a todos los que forman parte de esta comunidad y quienes me ayudaron en estos días, ya sea con un palabra, un teléfono útil, un consejo y mucho más; siempre ratifico cómo este blog me abrió tantas puertas y cómo gran parte de ellas me condujeron a ustedes, así que…¡gracias por el aguante! el blog se va a actualizar con la mayor normalidad posible; es decir, no van a zafar de mí esta semana 😛

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La escena del día: Los amores imaginarios

*Escena propuesta por: Facundo Sutherland

Atención: se revelan algunos detalles del argumento

“Estoy en un café. Lo estoy esperando. Está atrasado. Pero solo por un minuto, así que no es importante. Entonces, el primer paso: amar su llegar tarde. Pienso que eso lo hace más humano, que le da un cierto sex appeal. El segundo paso: chequear mi agenda. Me hago preguntas. Quizás yo me equivoqué. Entonces invento escenarios. Me imagino llegando tarde a otro café. Después miro el lugar en donde estoy y sí, estoy en el lugar adecuado. Pasaron 32 minutos. El tercer paso: me digo a mí misma que no me importa esperar. Me mantengo entretenida, leo. Pretendo que leo el mismo puto párrafo. Voy al baño, después me pido algo más de tomar. Ahora lo odio. Lo insulto en mi cabeza. Pienso en frases que suenen inteligentes para cuando aparezca. Pasaron 39 minutos. Él llega. Sin aliento. Hermoso. El tráfico fue un infierno. Sí. Lo perdono. Me digo a mí misma que claro, que por supuesto, que es normal que llegue tarde. Porque…porque soy débil y alguien a quien ponés en un pedestal siempre tiene la razón”. En esta breve anécdota narrada por uno de los personajes secundarios de Los amores imaginarios (aquellos que aparecen en fragmentos semi-documentales) se concentra la esencia del segundo film de Xavier Dolan: el pseudoamor, aquel al que se lo mantiene incandescente siempre y cuando no se mire a los costados, siempre y cuando importe más el concepto que cualquier clase de detalle sustancial. Dos mejores amigos, Francis (el propio Dolan) y Marie (una extraordinaria y nouvellevaguiana Monia Chokri) se enamoran de la misma persona, Nicholas (Niels Schneider), un despreocupado, bohemio y bello joven que brinda cariño con la misma facilidad con la que se desliga de las consecuencias de su accionar. La consecuencia, en este caso, no es tanto la irrupción que su presencia genera en esa amistad (o el quiebre de la misma) ante situaciones inmanejables (un viaje de a tres, una noche durmiendo de a tres, un desayuno de a tres), sino lo que la obsesión de Francis y Marie está diciendo sobre su visión (una sola, la misma, la más cobarde) del amor. Dolan indudablemente retoma ese regodeo en la belleza del mejor Wong Kar-wai pero el énfasis extremo en la puesta en escena no es un rasgo de autor superfluo sino la única vía posible para ilustrar esa sensación onírica que provoca el enamoramiento más infantil, ese acto de poner a alguien “en un pedestal” perdiéndose uno en el camino, o aún peor: intentando ser otro por creer, acaso ingenuamente, que el objeto de nuestro afecto está buscando eso, pero jamás con la necesidad de corroborarlo. Por ende, Dolan traza una línea entre quienes experimentan las relaciones como aviones estrellados (los testimonios documentales vendrían a pertenecer a ese grupo y son, justamente, los menos estilizados visualmente, aquellos donde la palabra predomina por sobre la imagen) y quienes, como Francis y Marie, experimentan el amor con narcisismo, observando en su caso a Nicholas como si se tratase de un dios (griego), como si todo su transcurrir se produjese en un hipnótico ralenti.

En su libro El arte de amar, Erich Fromm, además de puntualizar en cómo la mayoría de los individuos están más preocupados por ser amados que por aprender ellos mismos a amar, desglosa todas las formas de amor que pueden suscitarse. Dos de ellas están ligadas a la concepción que muestra Dolan a través de ese triángulo: la forma idolátrica y la forma sentimental, las únicas en provocar la obnubilación del juicio (“enamorarse siempre linda con lo anormal, siempre se acompaña de ceguera a la realidad, de compulsividad” había dicho Freud). La idolátrica, para Fromm, se despierta cuando “la persona está enajenada de sus propios poderes y los proyecta en la persona amada, a quien adora como al súmmum bonum (…) y, puesto que ninguna persona puede, a la larga, responder a las expectaciones de su adorador, inevitablemente se produce una desilusión, y para remediarla se busca un nuevo ídolo, a veces en una sucesión interminable”. Por otro lado, la forma sentimental tiene una esencia que consiste en experimentar al amor únicamente a partir de la fantasía, nunca “en el aquí y ahora de la relación con otra persona real”. En definitiva, estamos hablando de dos modos de amar que, como les sucede a los protagonistas del film, evaden el pleno conocimiento de ese ser idolatrado (Dolan muestra esa idolatría como algo tierno y al mismo tiempo patético, como esa pelea entre los amigos en un campo, totalmente inmadura, logra manifestar), dándole más valor a las percepciones que a lo sustancial (“quien no conoce nada no ama nada”). El hecho de que los únicos que hablen del amor como algo imperfecto, doloroso y muchas veces problemático sean los personajes adyacentes a Francis y Marie está vinculado a que esos amigos son, por su forma de observar las cosas desde su apariencia (un corte de pelo, un sweater, un vestido vintage), por su postura ante las horas de sexo (a las que Dolan se aproxima desde los roces, la sutileza, lo artificial, es decir: lo sensual y no sexual), dos eternos soñadores encapsulados en una misma burbuja. Por eso, el director no nos muestra ni sus familias ni sus conflictos económicos y/o crisis de identidad o laborales: para ellos solo importa Nicholas y así es cómo nosotros atestiguamos su mundo, con la mirada siempre restringida. “El polo opuesto del narcisismo es la objetividad, es la capacidad de ver a la gente y las cosas tal como son, y poder separarla de la imagen formada por los propios deseos” escribió también Fromm. Sobre el final, cuando llega la desilusión y con ella la compulsiva necesidad de buscar otro ídolo para emular, para complacer, para fundirse y perderse en él, Dolan filma los rostros de Francis y Marie con un alto nivel de grotesco, como quien muestra a dos personas que descansan en la fantasía por miedo a dar el salto y amar como un acto que requiere de valentía, de afrontar el momento en el que se achica la brecha. Como se preguntan en el film: “Vos amás el concepto, amás el concepto más de lo que lo amás a él. Amás la distancia, pero… ¿qué vas a hacer cuando no haya más distancia?”. 

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► [VIDEO] Les dejo la gran escena que propuso Facundo:

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► DE YAPA: La playlist romántica que armaron ustedes:

Songs for Lovers by cinescalas on Grooveshark

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Este jueves, la consigna es triple: 1. ¿Vieron Los amores imaginarios? ¿Qué les pareció? 2. ¿Les gusta el cine francés? ¿Qué films en particular? 3. Como se ve en la secuencia que propuso Facundo, ¿con qué canción musicalizarían los momentos más románticos de su vida cotidiana?; hagan sus aportes que más tarde les dejo una playlist; como todos los jueves, también pueden proponer un Deathmatch y/o Escena del día; ¡Gracias a todos! ¡Dejen sus comentarios, los leo!

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[OFF TOPIC] Muchachada, estoy haciendo unas entrevistas en el BAFICI para publicar en el blog la semana que viene, por lo cual se me complica postear mañana; ¡el lunes vuelvo a la normalidad, lo prometo! ¡gracias por la paciencia de siempre! ¡nos vemos pronto! 😉

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El cine por las ramas: La mejor fotografía

Vislumbrémonos a nosotros mismos caminando por una calle en pleno otoño y en plena tarde. Muchos quisiéramos que la luz nos choque de determinada manera para generar un impacto. Muchos, acaso demasiado influenciados por las películas, quisiéramos ser bañados por una luz privilegiada. Harris Savides, director de fotografía a quien admiro profundamente y cuya obra dejo más abajo como lo hice en el momento de su triste partida, trabajaba con el mantra de que no se note el artificio. En consecuencia, los individuos que caminaban por las calles o por los parques o por los bordes de las piletas o incluso cerca de la nada (Margot, Roger Greenberg, los Gerrys, Johnny Marco y su hija Cleo, entre otros) nunca fueron capturados de un modo tal que no fuese verdadero. Savides, entonces, se concentraba no tanto en esos personajes sino en cómo en esos personajes habitaban los espacios mencionados (ejemplo: el llanto de Anna en la secuencia de la ópera de Birth). “Nadie camina como si tuviera una luz especial encima suyo”, dijo una vez. Por eso, los seres a los que le tocó iluminar (los de Van Sant, los de Fincher) se mueven naturalmente en sus ámbitos porque Savides no introdujo modificaciones agresivas sino que los hizo resaltar con otras herramientas. Resaltan sus imperfecciones pero también sus momentos más espontáneos, esos momentos donde parece no suceder nada pero en los que se teje todo, desde un espectro (esa tarde fatídica) hasta el otro (ese patinar adolescente). “No me gusta iluminar los rostros o los cuerpos, me gusta iluminar el lugar donde los cuerpos yacen”, expresó Savides, no sin antes agregar: “Creo que nunca podrías hacer una película que luzca increíble cuando estás tratando de que luzca increíble”. Es decir, iluminar sin que eso se note, un trabajo casi invisible que, paradójicamente, es el que devuelve (o refuerza/provee) la idea de visibilidad.

► La obra completa de Harris Savides:

Press Play VIDEO ESSAY: In Memory of Harris Savides (1957-2012) from Nelson Carvajal on Vimeo.

Ahora bien, quisiera presentarles a los invitados de esta segunda entrega de la sección: Germán Vilche, quien actualmente se desempeña como Director de Fotografía publicitario para Claro, MTV, Vh1 y para el film Choele de Juan Sasiain; Marcelo Lavintman, quien comenzó trabajando como DF nada menos que en largometraje Pizza, birra, faso y ahora tiene más de veinte títulos en su haber, como Yo no sé qué me han hecho tus ojos y El otro; y finalmente Rodrigo Pulpeiro, cuya labor incluye largometrajes como El niño pez, Un cuento chino y Días de vinilo. Aprovecho para agradecerles a los tres por lo que escribieron, cada uno describiendo su trabajo cotidiano desde distintos aspectos, esclareciendo los pormenores de una rama fundamental del cine que parece, a priori, compleja de desmenuzar. Con ustedes, las palabras (y las obras en video) de Germán, Marcelo y Rodrigo. Que las disfruten.

La Dirección de Fotografía es el área que se encarga de encontrarle a la imagen o al encuadre un sentido, enfatizando la mirada del director creando un clima. Creo que la acción dramática de la historia es lo que va llevando el hilo conductor de las emociones, y la fotografía y la cámara tienen que serle fieles a esa emoción. Particularmente, me gusta desglosar la totalidad de la película, pasando por secuencias, escenas y planos. Poder ir de lo general a lo particular marcando una curva dramática generada por emociones. Esas emociones son traducidas a contrastes, paletas de colores, texturas, formas, sentido. La parte más sabrosa de ser DF es cuando lees un guión, ese guión te despierta emociones, y esas emociones son las que hacen que tu cabeza no deje de crear, minuto a minuto, cada imagen de la película, donde un brainstorming se va transformando en referencias (películas, obras de arte, imágenes de tu niñez y tu día a día). La parte más creativa es la preproducción, donde se evalúan las diferentes propuestas, sobre todo con Dirección de Arte, ya que son dos áreas que se complementan: una no vive si la otra. Una vez llegado el rodaje, es hora de poner las cartas sobre la mesa y jugar. Por otro lado, creo que la base para ser un gran fotógrafo es, sobre todas las cosas, la de ser un gran observador.  Mis ojos no ven por ver, siempre están encuadrando y fragmentando la realidad, igual que los tuyos, simplemente hay que procesarlo o revelarlo. Por eso, la de Barry Lyndon me parece, por lejos, la mejor fotografía cinematográfica de la historia… ♦

Les dejo uno de los trabajos realizados por Germán para Vh1:

Vh1, History of Rock from Germán Vilche on Vimeo.

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Menuda tarea la de definir el rol del director de fotografía. Ni mi padre ni mi tía Sofía terminaron nunca de  entender a que me dedicaba por más contentos que estuvieran con la evolución de mi carrera. Echaré mano pues a éstas palabras del maestro Néstor Almendros (1930-1992), catalán de nacimiento, cubano por adopción, notable director de fotografía de obras como Días de Gloria (Terrence Malick, 1978), Domicilio Conyugal (Francois Truffaut, 1970), La decisión de Sophie (Alan Pakula, 1982) y el maravilloso segmento Lecciones de vida de Historias de Nueva York (Martin Scorsese, 1989) entre muchísimas otras, en su muy recomendable legado literario Días de una cámara (Seix Barral, 1980). “Con frecuencia, personas ajenas al cine me han preguntado: ‘¿Qué es un director de fotografía? ¿Para qué sirve?’ Para casi todo y para casi nada. Sus funciones varían tanto de una película a otra, que no se pueden definir de una manera exacta. Mi trabajo puede limitarse sencillamente a apretar el botón de la cámara. Y a veces ni siquiera, pues alguien, un operador, se encarga de llevarla mientras yo estoy cerca, sentado en una silla plegable con mi nombre escrito detrás. (…) En el extremo opuesto, un director de fotografía que colabora en una película de pequeño  presupuesto con un realizador inexperto o principiante, puede decidir no ya la elección de objetivos (lentes), sino la naturaleza misma del encuadre, los movimientos de cámara, la coreografía de los actores y por supuesto, la iluminación, la atmósfera visual de cada escena. Llego incluso a inmiscuirme en la selección de los colores, los materiales y las formas de los decorados y el vestuario.”

Agregaría que es imposible tratar de entender nuestra profesión sin tener en claro la existencia de dos áreas bien disímiles, una técnica que consiste en el manejo de las distintas variables que inciden en la forma en la que lo narrado queda registrado en la cámara (cualquiera sea el material con el que ésta registre) y otro eminentemente artístico que abarca el manejo de conceptos tales como composición, equilibrio en el cuadro, y utilización del color tanto de la luz en sí misma como de aquellas cosas y seres a los que ella llegue (o deje de llegar, ya que el manejo de la sombra es tanto o más determinante que el de la luz). Para terminar este fallido intento de clarificar me vienen a la mente las palabras que alguna vez escuché de boca de nuestra Norma Aleandro en oportunidad de estar entregando un premio a nuestro rubro. Definía románticamente a los directores de fotografía como “los pintores del cine”. 

► Trailer de El otro, film de Ariel Rotter, con fotografía de Marcelo:

Trailer - El Otro from CRU FILMS on Vimeo.

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Entiendo el trabajo de Dirección de Fotografía en un film como la elección el diseño y desarrollo de un concepto visual que otorgue el marco más apropiado para el modelo de relato que trata. En la etapa inicial de un proyecto se desenvuelve como tarea hecha en conjunto principalmente con el director de arte. Contempla acciones y decisiones como la planificación de escenarios, delineación de espacios, climas, atmósferas y ambientes propicios para las características que definen la trama. Surge en principio la necesidad expresiva de interpretar y transmitir. Trasladar situaciones a términos visuales, que serán los que acaban constituyendo la ‘imagen’ de una película. Debe proponerse lograr generar algún carácter y adherencia o desaprensión con el ánimo de los personajes de la historia. Seleccionar, reunir y medir los recursos visuales precisos para esto de recorrer transiciones a lo largo de la película, acompañando la evolución del tono dramático. Debe plantearse saber marcar acentos adoptando una posición relevante, tanto como poder despojarse de ornamentos y priorizar interpretaciones y acciones dramáticas.

En etapa de rodaje el rol se desempeña como ya más técnico y práctico, consistente en disponer y determinar en el set el comportamiento de la cámara, ópticas, sus objetivos y las fuentes de luz para registrar del mejor modo el propósito y valor de cada una de las secuencias que componen el film. Se evalúa la visualización de una escena en intensidad e intención de la luz, su color y el trabajo de sombras, buscando lo que al parecer modele el espíritu de los personajes que llevan adelante la propuesta de una escena. la elección de la puesta de cámara -idealmente en coreografía con el movimiento de actores- o de la procedencia y juegos de luz que interpreten diversidad de climas sobre el entorno, elementos y colores o la elección de una tonalidad dominante muy definida, puede en ocasiones dar lectura y llegar a ser más elocuente que un texto o un diálogo. No obstante y necesario como complemento de lo planificado, la intuición y el entendimiento espontáneo con el director, permite definir la realización, la puesta y el registro de la cámara al contemplar lo que la historia tiene para contar en cada nuevo día de filmación.

La postproducción, última etapa del trabajo, se ocupa de sellar definitivamente en escalas y pasos de exposición, estimando densidades contraste saturación y tonalidad de las escenas, de acuerdo a cómo se articulan dentro del relato frente a la que la precede y la que la sigue. Como el silencio puede dar el valor justo al sonido, la intensidad en las luces o la profundidad de las sombras constituyen y se comportan como el carácter principal de la imagen de un film.  Cuando el director de fotografía se encuentra frente al guión de una película, sabiendo que va a formar parte del núcleo creativo que integra la orquesta de personas que la ejecutará, invariablemente espera involucrarse con la emoción y la intensidad de los sentimientos de los personajes que cuentan la historia. Y es a partir de esta premisa, que me reconozco admirador del talento y arte de tantos fotógrafos autores de la imagen de infinidad de películas de tan diversos géneros a lo largo de la historia del cine, que sería algo torpe intentar enumerarlos. Aunque aprecio muy especialmente la fotografía del cine que ha formado grandes corrientes como la Nouvelle Vague francesa, el expresionismo alemán, la obra de Kurosawa o Imamura en Japón o el film noir americano. Así como también la poesía y simple complejidad visual de grandes maestros naturalistas como Sven Nykvist y Néstor Almendros.  Si bien tal vez este texto pueda causar impresión de querer alcanzar cierta pretensión académica, no fue mi propósito y no soy pretencioso en ningún modo. También considero justo aclarar que muchas veces y en muchas cinematografías del mundo hoy en día, más que plantearse objetivos tan diversos y complejos, el rol del responsable de la imagen de un film se libra en sortear con la mayor habilidad los inconvenientes que suelen plantear los avatares de la producción. ♦

Imágenes de El niño pez, película de Lucía Puenzo, con fotografía de Rodrigo:

Trailer El Niño Pez from Historias Cinematográficas on Vimeo.

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Bueno, muchachada, continuamos con esta sección y las consignas de hoy serían: A) -¿Son de prestarle atención a la fotografía de una película? B) – ¿Qué films que se destaquen en este aspecto recuerdan particularmente? C) – Propongan otra rama del cine para la próxima entrega; ¡Los leo, como siempre!; ¡Buen miércoles! ¡Nos reencontramos mañana!

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La última vez en El cine por las ramas analizamos…los mejores guiones

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