Mi papá era metrosexual. Antes de dormir se encremaba las patas de gallo, y una vez al mes se frotaba la cara con un exfoliante que él solito preparaba mezclando azúcar, aceite marca Patito y jugo de limón. Por la mañana, acompañado de mi perro, el Manchi, pedaleaba laaaargos km en su bici, y después le daba a los abdominales y a las pesas, porque era flacucho de piernas.
Pero para mí era Dios. Yo solía contemplarlo deslumbrada mientras él, parado frente al espejo del baño, se daba golpecitos en la papada con las yemas de los dedos…”algun día vas a hacer lo mismo”, decía estirando el cogote. Eso sí: mi papá jamás usó pantalón capri.
ay, la ola me bajó el capri sexbeauty via bigfun
O Pirata, como le dicen en España. Esto sonará a “sincericidio”, pero no conozca nada más impresentable que ese pantalón corto hasta arriba de las pantorrillas rematado, a veces, con soquete y zapatillas, o peor: con ojotas, o adilettes. Ultimamente, y más ahora con el calorcito, he visto a muchos hombres, incluso unos muy espléndidos, vistiendo esta prenda nefasta. Convengamos: una cosa es el pantalón largo, bien masculino, otra el short insinuante… Pero, plis, ¡no hipotequen el sex appeal!!!
Obvio, es un detalle menor. Aunque no siempre pasa inadvertido para el ojo femenino. La revista LiveScience publicó hace tiempo ya un estudio del Instituto Kinsey, de la Universidad de Indiana, Estados Unidos, en el que afirma que las mujeres aprecian determinadas partes del cuerpo de los hombres según la etapa hormonal en que se encuentren…
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