En invierno, sexo o cucharita

El frío te “acovacha” … ¿o me equivoco? Da pereza salir en los días gélidos, sobre todo si sos de los que tienden a meterse en el pijama apenas llegan del trabajo.

Salir a la calle a las altas horas significa ducharse, vestirse de nuevo. Y uno ya no sabe qué ponerse para evitar que se le frizen los pieces. La bufanda enroscada estropea el lacio permanente y con la campera de guata (no alcanza con el tapadito de paño) más que una mujer parecés un astronauta. En síntesis, como dice una amiga, la sensualidad hiberna. Noches atrás me tomé una sopa de sobre y desafiando la escarcha de la noche caminé unas cuadras buscando un taxi que me depositara en una milonga. Adentro estaba calentito,  pero tuve que sacarme las botas para calzarme el zapato de baile.

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un nido en el colchón provokeasmile via lavitaebella

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El Día del Orgasmo femenino

Hay mucha gente al cuete en este mundo, pero hay gente que está al cuete y al menos es creativa y solidaria con su ocio. Es el caso del ex concejal (corregido) brasileño Arimatéia Dantas Lacerda, oriundo de la localidad de Esperantina, a quien el género femenino debe que el próximo domingo 8 de agosto se celebre en todo el mundo- o casi todo el mundo- el Día del Orgasmo.


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Eva Herzigova via a big fun

Consciente de lo díficil que suele ser para muchas mujeres atrapar ese instante fugaz, la petite mort, y que muchas fingen lograrlo para no tener que dar explicaciones (sea porque no conocen su cuerpo o el partennaire no ayuda), el concejal se propuso sensibilizar a la población masculina para que ese día ponga voluntad y “colabore” con lo mejor posible.

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Test para infieles no asumidos

Hay gente fiel y otra que se considera fiel pero en realidad no lo es del todo. Mientras sigamos sentados en la falsa creencia de que la fidelidad pasa por no acostarse con otra persona que no sea la que tiene nuestra exclusiva, la humanidá entera seguirá “pecando” alegremente y cargando en la cabeza con pesadas cornamentas, ésas que se ramifican enroscadas pero invisibles (invisibles a nuestros ojos, porque el resto del mundo no está ciego).

rodrigomiguel via lavitaebella

solos, a salvo de las tentaciones… rodrigo miguel via lavitaebella

En la milonga, que es una versión abreviada de la vida misma, es muy difícil que una pareja sobreviva a la tentadora oferta de espaldas semidesnudas y brazos que abrazan y a veces piden más que una tanda. La fidelidad, ahí como en la calle, se vuelve un bien imposible de mantener: aunque no te permitas consumar, nada evitará que una noche de éstas vuelvas a casa con los zapatos en la bolsa y el recuerdo de un cuerpo extraño grabado en el tuyo porque, asumámoslo, la fidelidad es más que una cuestión de sexo….

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Sexo en vivo en la era del 2.0

Me gusta espiar. En mi biblioteca tengo una mini colección de largavistas, uno más poderoso que otro. Dos eran de mi papá, otros son herencia de un ex que compartía la afición de mirar la vida con lente de aumento. Con esos ojos “biónicos” paso horas mirando la luna surfear entre los edificios del barrio, también alcanzo a ver un pedacito del Río de la Plata y sus barcos que, si los enfoco bien, de tan cerca es como si zarparan de mi nariz.

…y, obvio, miro a mis vecinos, a quienes conozco, incluso, desnudos. Ya dije, tengo el ojo de Jamie Sommers (¿se llamaba así?).

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solo se ve una parte , moderndaypocahontaz via Lavitaebella

En un rincón de la terraza de la esquina llora un labrador abandonado por su dueño, un tipo que siempre anda enpilchado de negro. Más acá hay un conventillo donde una nena come tierra de las mecetas y, acá pegadito a la ventana, sobre la membrana plateada del techo de la panadería, tengo a un chongo que toma sol y escucha cumbia a todo lo que da.

En verano sube a la terraza en “boxer”, pero se lo enrolla tanto para tostarse sin marcas, que parece conchero de vedette. Lástima que me deserotizan la cumbia y el bronceado zanahoria. En cambio son muy poéticos…

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Las mujeres mienten entre amigas

Las mujeres somos muy mentirosas, a veces. Sé que con esta afirmación estoy tirándome el club en contra, pero llevo años formando parte de este equipo y no dejo de asombrarme cada vez que escucho a alguna amiga o conocida magnificar en público su rendimiento sexual y el de su compañero de turno, describiéndose ante las amigas como un par de “máquinas” insaciables.

Créanme, los relatos femeninos en estos casos suelen alcanzar altos niveles de ficción. Y, claro, si uno cae, si los toma al pie de la letra, al rato acaba sientiéndose una desgraciada: a ellas siempre les tocan amantes extra large, capaces de dar sexo sin pausa y hacer 97 de las 100 piruetas del nuevo Kamasutra.

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largá la quitarrita y dejá de hacerte la sexy via ponyxpress

O tienen un radar, o no sé dónde los consiguen. Nunca les toca en suerte un normalito que cada tanto tome Viagra y tenga el coraje de decir en voz alta, como muchos hombres que conozco, “esta noche no, querida”.

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No me pegues ni me digas “Marta”

Hola chuchú…

dijo la rubia, estampándole un chupón ruidoso. Así fue como esa noche nos enteramos los amigos que a nuestro querido Fredi, abogado y hombre de pocas palabras, la nueva mujer lo llama… “chuchú”.

La revelación puso al pobre “chuchú” al borde del colapso. Obviamente, mientras pudo soportó estoico la risita capciosa y las maldades masculinas de rigor, que empezaron apenas la rubia tomó sus bolsas y se subió a un taxi. Piadosa yo, viendo que Fredi no podía remontar, propuse que todos los que estábamos en la mesa confesáramos cómo nos llaman en la intimidad, porque ¿quién no ha padecido un sobrenombre juguetón, esos que brotan cuando estamos enfoguecidos, y que solemos cargar con asombrosa resignación?

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podés decirme mami, si querés...Steven Klein via big fun

Gordi, pichi, osi, chanchi…los apodos de la pareja suelen ser bien cursis, y casi nunca tienen relación alguna con la identidad del portador. Por ejemplo “chuchú” no es ni siquiera una cosa. Sin embargo, para la rubia significa mucho: es nada menos que el nom de guerre de su abochornado fiscal…

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“Porno de estrellas”

Si quisiera hacerme la cool les diría ahora mismo que me encaaaanta el porno, pero la verdad es que no me va ni me viene. Si de casualidad haciendo zaping pesco por ahí alguna escenita caliente, por supuesto que me quedo tiesa a ver de qué va. Pero no tengo cable y como soy un poco amarreta, tampoco me veo pagando el paquete premiun con el Venus y el Play Boy incluído, (aunque doy fe que ver pelis porno es efectivo cuando en la pareja la cosa está mustia). Sin embargo, a pesar de mí -y de otros tantos espectadores insensibles a las delicias del XXX – creo que hasta el individuo mejor engominado sucumbe ante la tentación de espiar a los famosos, gente pública (y no púdica, precisamente) que viendo el filón onanista aprovecha el video casero para promocionar sus talentos alternativos por la Web.

Lástima que a algunos se les nota que están por el sánguche y no por la labor.

Cuando en una de las salas del Museo del Sexo ví en tamaño king size a Paris Hilton en un primer plano practicándole una felattio a un señor cuya cara nunca asomó (aunque debe haber cobrado lo suyo por el bolo), ella bien peinadita y con el labial ni un milímetro corrido, lo primero que pensé fue, ¿y esta boba no tiene nada mejor que hacer en la vida?…

Bueno, reflexioné después, porqué no… finalmente la que no tiene nada mejor que hacer soy yo, acá parada, contemplando sus esforzados cinco minutos de fama porno…

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¿Por qué se termina el amor?

-dale gorda, quedamos así, paso a la tarde y hablamos. Chau, beso, mi amor… te amo, te amo (sic)

Tengo un compañero de trabajo muy culto y medido que cuando habla por teléfono con su mujer y se despide de ella, repite mecánicamente esta frase que, dicha así, tan seguido y fácil, ya me suena a póster de los ochenta. Claro que es lindo que te amen y te lo digan sin metáforas ni elipsis, con las letras bien grandotas escritas en la arena de una playa al atardecer. Pero el uso cotidiano del “te amo” termina desvirtuando el sentimiento. Pierde fuerza, lo vuelve intrascendente. Le quita dimensión. Por eso, a veces prefiero la elipsis a la obviedad.

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Le Love, un blog dedicado al amor

Leyendo una entrevista al sociólogo Zygmunt Bauman, quien acuñó el concepto que describe la liquidez de la vida contemporánea – tomando por líquido lo que no perdura, lo que fluye demasiado rápido y se escurre de las manos – dí con una de las confesiones más redondas que puede hacerle un hombre a una mujer: “lo único sólido en mi vida es Janine, mi esposa desde hace más de 60 años”, dijo Bauman. Si eso no es amor…

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Esos sonidos indiscretos…

Los años me han vuelto más deshinibida, y también una maniática de libro…. Y sí, la felicidad no es un Mc Combo. Por eso, lo mejor es asumirse. De lo contrario uno pasa la vida hundido en contradicciones paralizantes.

Días atrás la profesora de tango quedó espantada cuando me saqué las botas y vio mis medias. Le expliqué que como no soporto los elásticos, tengo todos mis soquetes con los puños tijereteados.¿Otra ñaña?: no permito que nadie pise mi casa con los zapatos puestos (lo siento, las veredas están inmundas y no quiero bacterias. Descalzos, o nada).

will davison

ay, que no me escuche Will Davidson via bigfun

El alivio llega cuando veo que no estoy sola en el mundo, que la jungla está llena de fenómenos semejantes. Casualmente la otra noche, en un cumpleaños, di con un auténtico bicho de diván: una mujer que en casa de un hombre jamás usa el baño…

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Se mira y no se toca (Sexo en NY III)

No hace dos días que volví y ya añoro Nueva York, la primavera brotando en el Central Park  (abajo hay video) y las tertulias con mi amigo Tulio en esas terrazas iluminadas por la luna y el neón (si van, suban a la del Hotel Península, o a la del Standard). Una noche, de las tantas que quisiera eternizar, instalados en la mesa de un restaurante italiano de 3 Av y 77 st, la conversación se desvió hacia una pareja vecina que conversaba seductoramente, quizá, en su primera “date”. Era tan bella que no podíamos dejar de contemplarla.

dame un minutooo

no me desarmes el peinado Louie Banks via ponyxpress

La chica era una morocha impresionante, salida de una tapa de revista. El, idem. Pero Tulio sugirió que afináramos la vista, y así es que aunque estábamos medio maltrechos por los Bellinis, descubrimos que ella no era ella, sino una lograda imitación de la mujer que aspiraba a ser: extensiones de pelo, pestañas postizas, plataformas, uñas recortadas a la perfección, labios un poco inflamados y lolas, creímos, de procedencia quirúrgica. Seguir leyendo