Se mira y no se toca (Sexo en NY III)

 

No hace dos días que volví y ya añoro Nueva York, la primavera brotando en el Central Park  (abajo hay video) y las tertulias con mi amigo Tulio en esas terrazas iluminadas por la luna y el neón (si van, suban a la del Hotel Península, o a la del Standard). Una noche, de las tantas que quisiera eternizar, instalados en la mesa de un restaurante italiano de 3 Av y 77 st, la conversación se desvió hacia una pareja vecina que conversaba seductoramente, quizá, en su primera “date”. Era tan bella que no podíamos dejar de contemplarla.

dame un minutooo

no me desarmes el peinado Louie Banks via ponyxpress

La chica era una morocha impresionante, salida de una tapa de revista. El, idem. Pero Tulio sugirió que afináramos la vista, y así es que aunque estábamos medio maltrechos por los Bellinis, descubrimos que ella no era ella, sino una lograda imitación de la mujer que aspiraba a ser: extensiones de pelo, pestañas postizas, plataformas, uñas recortadas a la perfección, labios un poco inflamados y lolas, creímos, de procedencia quirúrgica.

Quién sabe cómo se las arregló luego en la cama (pues hacía allí fueron, derechito) para que la gimnasia no le estropeara la producción. Y todavía me pregunto cuál habrá sido la impresión del tipo al comprobar que las diosas también se “desarman” en el colchón.

No quiero imaginar si intentó acariciarle el pelo por dentro y los dedos le quedaron atrapados en los nuditos de las extensiones. Si al rasgarle con pasión la espalda a ella se le despegó la uña del meñique, o si en el fragor de los besos perdió la pestaña, que por cierto quedan divinas, tan es así que Tulio me regaló un par.

louie banks

las uñas son mías Louie Banks

No soy quien para juzgar el arreglo personal ajeno, pues ni me peino y cuando me pinto la boca me queda torcida. Además de considerar que la autoestima femenina le debe mucho a la industria de la cosmética, adhiero sin dobleces a las técnicas de rejuvenecimiento siempre y cuando te dejen igualita a la foto del primer pasaporte. Pero a menos que la inteligencia y el encanto supere el artificio exterior, pienso que un incauto caballero puede sentirse con todo derecho decepcionado al ver que la espléndida a la que invitó a cenar no se parece en nada a la de pelo falso y uñas mordidas que ahora ronca en la cama.

NY es una ciudad neurótica. Casualmente por estos días hay en Brodway una campaña publicitaria de una importante revista que apela a un slogan difícil de practicar en una sociedad que vive presionada por alcanzar el objetivo: “Be You tiful“, dice un cartel, algo así como “sé bella siendo tu misma”. “La competencia es grande y los hombres escasean, eso las empuja a verse mejor a cualquier precio. Por eso acá invierten fortunas en su apariencia “, concluye Tulio.

Como creo que puede haber lindura hasta en una Barbie, ya de vuelta en casa estrené las pestañas sintéticas. Un poco de pegote en los párpados, y los ojos ya lucían…digamos, intrigantes. Por suerte el único que me vió fue Sandro (el gato): la del ojo derecho se despegó y fue a parar al plato de sopa.