“Porno de estrellas”

 

Si quisiera hacerme la cool les diría ahora mismo que me encaaaanta el porno, pero la verdad es que no me va ni me viene. Si de casualidad haciendo zaping pesco por ahí alguna escenita caliente, por supuesto que me quedo tiesa a ver de qué va. Pero no tengo cable y como soy un poco amarreta, tampoco me veo pagando el paquete premiun con el Venus y el Play Boy incluído, (aunque doy fe que ver pelis porno es efectivo cuando en la pareja la cosa está mustia). Sin embargo, a pesar de mí -y de otros tantos espectadores insensibles a las delicias del XXX – creo que hasta el individuo mejor engominado sucumbe ante la tentación de espiar a los famosos, gente pública (y no púdica, precisamente) que viendo el filón onanista aprovecha el video casero para promocionar sus talentos alternativos por la Web.

Lástima que a algunos se les nota que están por el sánguche y no por la labor.

Cuando en una de las salas del Museo del Sexo ví en tamaño king size a Paris Hilton en un primer plano practicándole una felattio a un señor cuya cara nunca asomó (aunque debe haber cobrado lo suyo por el bolo), ella bien peinadita y con el labial ni un milímetro corrido, lo primero que pensé fue, ¿y esta boba no tiene nada mejor que hacer en la vida?…

Bueno, reflexioné después, porqué no… finalmente la que no tiene nada mejor que hacer soy yo, acá parada, contemplando sus esforzados cinco minutos de fama porno…

Dos pasos más allá, en la misma sala y en otra pantalla gigante en tamaño cama, veo al actor Collin Farrel lamiendo las mieles de la tecnología HD. Tan buena era la cámara empleada en la ocasión que de repente teníamos los genitales de la dama casi en la nariz, y hasta pudimos ver lo aplicado que estaba él a la tarea, impostando la mirada lasciva de rigor.

liros de actores prono

imagen tomada del blog de la directora de cine Erika Lust

Sin dudas el “porno celebritie” le está dando de comer a muchos actores, actrices y ex estrellas oxidados, como Pamela Anderson, la chica Baywatch, una de las pioneras. Ha evolucionado el género hasta merecer un espacio en un museo.

Y viendo que es tan fácil hacerlo (al video y al sexo), muchos seres pedestres como vos y yo se sumaron al movimiento subiendo su propio filme casero al youporn (acá no voy a linkearlo por cuestiones editoriales), el canal más caliente del planeta cinéfilo amateur. Es que el tema rinde. En Buenos Aires hasta hay un delivery de porno (gente que va a tu casa y te filma, incluso llevan extras por si querés “compartir el cartel” con otros protagonistas).

En fin que si yo tuviera que elegir qué canal erótico mirar, sin dudas, sintonizaría uno donde los que se desnuden sean profesionales, y no unos improvisados…¡a ver si todavía me encuentro con algún vecino del edificio en cueros!. Los actores porno tienen su  mérito, por supuesto. En una libería de NY encontré esta joyita, un libro en el que dos fotógrafos, Paulie & Pauline, muestran escenas de la vida cotidiana de estas stars ignotas que no se pasean por la red carpet y cuyas dotes interpretativas no reciben Oscares ni Globos de Oro. Y claro, pese al aura de ninfómanos que los persigue, fuera del set son gente de lo más común. La diferencia es que conocen y, quizá, hasta sienten cariño por su oficio, cosa que no se aprecia en la perfomance de heredera de la cadena Hilton.