
Hoy en Runner Blog escribe: María Julia López
Licenciada en Turismo y runner
Mi nombre es María Julia López, tengo 27 años, soy Licenciada en Turismo y desde hace unos meses descubrí mi pasión por correr.
Hoy, hacía diez días, estábamos regresando de Salta, habiendo finalizando el Columbia Raid de los Andes. Una experiencia única e inolvidable.
El Raid fue mi primera gran carrera de aventura y una de las experiencias más emocionantes que viví desde que comencé a correr este tipo de carreras, hace tan solo 6 meses.
Esta carrera significó mucho más que un gran desafío para mí. Además de ser una gran carrera de aventura en el norte argentino, conocer aquellos lugares era una de mis mayores motivaciones, así como también en lo personal tenía un gran valor lograr este desafío ya que sentía era un homenaje a mi papá, quien siempre tuvo una gran pasión por la cultura del norte argentino.
Fue una gran carrera de aventura por los circuitos que recorrimos: atravesamos senderos agrestes, hermosos paisajes y conocimos pueblos y comunidades locales. Nos permitió además admirar impactantes paisajes en cada etapa y correr a la vez disfrutando de atractivos turísticos como el Tren de las Nubes, el pueblo de Purmamarca con el Cerro de los siete colores y las Salinas Grandes.
Desde el día previo a la carrera, en la acreditación y charla técnica con mis compañeros de la Barra Energética (Team de Running de La Plata) y junto a todos los corredores se vivía una gran emoción y ansiedad por saber cómo sería el recorrido, cómo sería la largada, cuáles serían los horarios, todos estábamos atentos a las recomendaciones.
1º Etapa: desde Chorrillos a Campo Quijano:
Llegamos en combis y micros a la Estación Chorrillos, lugar de la Largada, con un poco de frío. Allí, todos los corredores comenzamos a elongar, cargar los camel con agua y Gatorade, saltamos y trotamos para entrar en calor, y también sacamos fotos para llevarnos las postales de ese día tan esperado que nos acompañó con un cielo celeste impresionante. Llegó el tren de las nubes, anunciaron las largadas por categorías y la adrenalina aumentaba.
Cuatro energéticos de La Plata (Ezequiel Portillo, Sabastián Magri, Gustavo Colombo y quien escribe esta crónica) estábamos por comenzar una gran carrera, todos inscriptos en categorías individuales pero todos con un mismo objetivo. ¡Ah! Y no quiero olvidarme de Guillermo Glattstein, “Alquimista”, a quien ya sentimos un “Energético” más por correr nosotros y como uno de los nuestros.

Fue en ese momento que anunciaron que las damas largábamos últimas, por lo que no podría correr con mis compañeros, y ¡sentí más nervios! Ahora me enfrentaba también al desafío de correr sola. “Buscate a alguna chica que corra a tu ritmo”, “Salí tranquila, no te vuelvas loca que tenemos 3 días de carrera”, me dijeron. La emoción crecía con la música mientras comenzaron a largar los caballeros y ¡por fin llegó la largada de las damas! Afortunadamente, luego de correr los primeros metros, sentí cada vez más confianza y pude disfrutar cada kilómetro, trotando, acelerando, cruzando túneles y puentes, acompañada por momentos por corredoras que iban al mismo ritmo y también por la gente que ocasionalmente nos cruzamos en el recorrido, hasta chicos de una escuelita nos saludaban felices de vernos correr por ahí. La mejor sensación sin duda la viví cruzando el Viaducto El Toro, mucha emoción y adrenalina sentí; estábamos en la mitad de la etapa y la segunda parte se hizo más pesada, el cansancio comenzaba a sentirse y el sol pegaba fuerte. Sin embargo, cada vez faltaba menos y el aliento de algunos corredores sumado a las ganas de llegar ayudó a que mi trote continúe hasta Campo Quijano.
El campamento estuvo divertido y la organización fue espectacular. Comimos, descansamos, tomamos mate y a la noche disfrutamos de los músicos del lugar y fuegos artificiales que hicieron que vivamos uno de los momentos más lindos de la noche. Lleno de magia y alegría.
2º Etapa: desde Tumbaya a Purmamarca:
La segunda etapa fue las más larga y dura. Sin embargo para mí fue una de las mejores por el tiempo que logré y ritmo que llevé, gracias a mi compañero Gustavo que unos minutos antes de largar me hizo la cabeza para que logre quedar dentro de las diez en mi categoría.
Al comenzar esta etapa pensé que jamás terminaría, el trote se sentía pesado y fue así hasta la primera escalada que me cruzo con Damián y logro afianzar el paso ya utilizando los bastones que me acompañaron el resto del recorrido hasta llegar a Purmamarca. Si bien tuvimos un gran tramo de trekking y escalada, el cansancio y la altura se sintieron, el camino y la montaña parecían no terminar nunca, en esos momentos no podía creer estar tan alto, creo que alguien me dio las fuerzas para llegar a lo alto de esa montaña y precisamente al llegar a la cima y encontrarme con esa bandera argentina sentí que gracias a él estaba ahí y por eso tenía que terminar la carrera. Mucha emoción y satisfacción sentí por estar ahí arriba que me llenó el cuerpo de energía, la cual me hizo bajar corriendo los 4 km que faltaban hasta llegar a Purmamarca, donde la gente del lugar nos esperaba aplaudiéndonos y fue luego de cruzar la Llegada que no podía parar de sonreír y solo quería abrazar a mis compañeros, y llamar a mi familia para contarles que lo estaba logrando.
3º Etapa: Salinas Grandes:
La última etapa fue muy especial. Casi con el mismo nerviosismo que el primer día, llegamos a las Salinas después de transitar por un camino impresionante y estar más altos que las nubes. Nos encontrábamos en el gran desierto de sal, con frío y agua. Sacamos fotos tipo postales en ese lugar increíble e hicimos flamear la bandera de La Barra Energética que nos acompañó en esta gran aventura.
Faltaba poco para largar mientras tanto los corredores elongábamos, algunos trataban de entrar en calor con un trote suave cuando nos avisan que, por el agua, había el recorrido: sería de 9 km en vez de 13km.
Muchos nervios se palpitaron en la previa del comienzo. Aunque, por cierto, fue alucinante, porque salimos todos juntos. Todos hicimos la cuenta regresiva y ¡¡a correr!! El sol y el agua a los tobillos nos acompañaron en toda la etapa. Al comienzo el agua refrescó, luego te enfriaba los dedos, y hacía cada vez más pesados los pies. A la vez, el correr a 3410 msnm, nos hizo sentir la falta de aire; una tos constante me acompañó toda la prueba, mientras debía concentrarme para respirar profundo “nariz, boca”, me decían. Llenos de sal y agua veíamos cada vez más cerca el arco de llegada y fue en los últimos metros que todos los dolores desaparecieron y llegué picando a la meta, donde las lágrimas de felicidad y satisfacción por el desafío alcanzado cubrieron mi cara y luego sí, con la medalla al pecho, sentimos pura felicidad.

El Raid de los Andes, sin dudas, fue una experiencia única, y emocionante.
Alguien me dijo que este tipo de carreras no solo se las homenajeamos a esas personas tan importantes que ya no están, sino que son ellas las que nos dan la fuerza para poder hacer tremenda aventura, y siento en mi caso que fue realmente así.
Creo que el Raid es un premio para cada corredor y hay que destacar la participación de un corredor ciego, un ejemplo de superación increíble.
Quiero agradecer en especial a mi familia por ayudarme a alcanzar este gran desafío. Amigos que me dieron su aliento, a La Barra Energética que nos dio toda su fuerza y a Guillermo Morea, el profe, a quien volví loco con mi incertidumbre desde diciembre que me inscribí en este desafío.
Agradezco muy profundamente a la persona que me impulsó a correr el Raid de los Andes, y a mis compañeros de ruta, quienes fueron un apoyo incondicional y me dieron la seguridad para correr semejante carrera y a la vez disfrutar y llegar a la meta corriendo!!!
¡Emoción y Felicidad es todo lo que siento!

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