Tres pesos y un libro. Ese era todo el patrimonio de Natalio Botana cuando llegó a Buenos Aires en 1911 proveniente de Uruguay. Veintidós años, tres pesos y un libro. Más el enorme deseo de progresar. Consiguió trabajo de estibador. Hombreó bolsas. Tres. En su caso, la tercera bolsa fue la vencida porque mientras caminaba los pocos metros hasta el galpón, se topó con Adolfo Berro, político uruguayo muy amigo de su familia.
Berro le ordenó que dejara la bolsa y lo acompañara. Le dio un techo, le compró ropa y lo presentó al doctor Marcelino Ugarte. Según cuenta su biógrafo, Álvaro Abós (autor de El tábano), Ugarte le consiguió trabajo en El Diario, fundado y dirigido por Manuel Lainez.
Natalio Botana sufría de inmadurez laboral. No lograba asentarse en un empleo. De El Diario pasó a La Razón. De La Razón, a Última Hora. De Última Hora lo echaron por anunciar, en la sección Sociales, el arribo de Dante Alighieri a Buenos Aires, junto con su amada Beatrice.
Su nuevo trabajo, a menos de dos años de iniciarse en las redacciones, fue en la revista PBT. A comienzos de 1913, Marcelino Ugarte (senador nacional por la provincia de Buenos Aires) le entregó a Botana cartas de recomendación para los intendentes, recomendándoles que le dieran parte de lo que hoy llamamos pauta publicitaria a la revista PBT.
Pero cuando Botana le presentó las cartas al director de la revista, este hombre, que era alemán, le explicó que regresaría a Europa por la Gran Guerra que se avecinaba. Le recomendó que aprovechara los ingresos de publicidad y los contactos para iniciar su propio negocio. Con estas cartas de recomendación, más una ayuda económica de Ugarte, Botana fundó el diario Crítica en 1913.
Ese año arribó a Buenos Aires, proveniente de Gualeguay, Salvadora Medina Onrubia. Tenía 19, había nacido en La Plata y durante un tiempo vivió en Rosario. ¿Cuándo se conocieron Natalio y la pelirroja Salvadora? Ella solía contar que se vieron por primera vez en 1913, en la redacción de PBT. Pero el próximo encuentro sería crucial en sus vidas.
Salvadora fue oradora en la manifestación obrera del domingo 1 de febrero de 1914, convocada frente a la Escuela Industrial de la Nación (hoy Otto Krause) para protestar contra las leyes sociales. Debe haber resultado convincente porque el diario anarquista La Protesta la convocó para escribir en sus páginas. Su primer texto fue publicado el 5 de febrero. Esa tarde, el vespertino Crítica dedicó una nota a la joven militante, que llevó por título: “Las chicas periodistas. El caso de la señorita Onrubia”.
La nota se mofaba de los anarquistas en general y de Salvadora en particular. La mujer no se amilanó y se burló de Crítica en una nota posterior. El tercer capítulo, ya conciliatorio, se dio en la imprenta. Los dos diarios se imprimían en el mismo lugar y en varias oportunidades, entre el traqueteo de las máquinas y el olor a tinta, coincidieron Botana y Onrubia. Una de esas veces él la acompañó hasta la pensión y fue todo pasión. Las ideologías quedaron de lado, al menos un rato. Salvadora se sumó al equipo de Crítica, no como periodista, pero sí como dirigente y compañera del hombre que amaba.
Cuando a fin de mes la plata comenzaba a escasear, preparaba para la tropa de periodistas un puchero que despertaba elogios al por mayor. Cuando había alguna cuestión que plantearle a los patrones, ¡los trabajadores acudían a ella! Salvadora, la mujer que criticó a Crítica, se convirtió en una de las piezas fundamentales de su desarrollo. Sin abandonar sus convicciones.