En cuanto subí al colectivo de Buenos Aires Bus, el conductor me pidió el ticket que había pagado. Me sonrió y me devolvió el papelito. Subí al piso superior, opté por uno de los pocos asientos que quedaban libres junto a un señor mayor que estaba poniéndose auriculares. Revisé mi asiento en busca de los que me correspondían. No había nada. El señor me vio perdido y me aclaró que debía buscar mis auriculares abajo. El consejo, entonces, es:
– Cuando entre al colectivo, reclame sus auriculares.
De regreso con el aparato, lo enchufé en el respaldo del asiento delantero.
Lamentablemente, la ficha no entraba bien. Comencé a buscar una posición en la que se escuchara algo, ya que no había asientos libres. Mientras trataba de encontrar de esa manera tan casera el punto al auricular, un guía o acompañante o empleado caminaba por el pasillo preguntando en voz alta a quién no le funcionaban los auriculares. Debíamos ser cinco o seis. Nos invitó a usar los asientos del piso inferior o esperar la salida del próximo micro. Se disculpó porque los vendedores no debían haber “vendido todos los asientos”. Un par bajó. El resto se mantuvo en sus asientos. Con buena voluntad y moviendo un poco la ficha, podía resolver el problema y continuar retrasándome. Nuevo consejo:
– Trate de ser uno de los primeros en subir y confirme que su auricular funcione como corresponde. Vaya cambiando de asiento hasta encontrar uno que ande bien.
– Lleve los audífonos de su teléfono o de su equipo de música. Hay donde enchufarlos y tal vez se escuche mejor.
Partió el colectivo. Estábamos a dos cuadras de Plaza de Mayo y era evidente que lo primero que íbamos a hacer era dar una vuelta por la misma, para ver el Cabildo, la Casa de Gobierno, la Pirámide de Mayo y la Catedral. Pero no. Había una manifestación en la Plaza. Nos desviamos hacia Avenida de Mayo, mientras éramos saludados por los manifestantes. Se escuchaban algunos insultos y frases tipo “¡Tiren dólares!” o “¡Sacame una foto, rubia!”. La mayoría eran saludos y esta sería una constante del viaje de tres horas. En todo el camino, la gente nos saluda.
Otra constante del viaje sería Piazzolla. Mejor dicho, los primeros 30 segundos de Adiós Nonino. Encantadora canción. Eso sí, escuchar el comienzo durante tres horas hace que, al terminar el recorrido, uno sienta un poco de alergia al bandoneón. De todas maneras me alegro por Daniel Piazzolla, talentoso nieto del maestro, quien deberá estar cobrando buenos derechos por ese sin fin noninesco. El audio es malo. Por lo tanto, es necesario plantar un nuevo consejo:
– Evite los asientos traseros: el ruido del motor atentará contra que entienda algo de lo que se percibe en los auriculares.
Los distintos puntos de interés se sucedieron: el Café Tortoni, el monumento al Quijote, el Hotel Castelar, el Palacio Barolo. Hay un problema: a veces el colectivo va tan rápido, que lo que cuenta el audio ya quedó atrás. La cara de algunos turistas eran elocuentes: no encontraban el Quijote, por ejemplo. Otro de los problemas que origina tratar de mantenerse con la onda verde de los semáforos es que las fotos salen movidas. Por lo tanto:
– Si quiere tomar fotos, lleve una buena cámara o espere a que el colectivo frene justo en algún lugar fotografiable.
Con Adiós Nonino, llegamos a la Plaza del Congreso y por suerte el semáforo se puso colorado. El audio anunciaba que el Palacio del Congreso estaba a la derecha, pero un señor con un megáfono (creo que el mismo que andaba consultando qué auriculares no funcionaban) lanzó un: “¡Palacio del Congreso, a la izquierda!”. Dicho en otras palabras, nos ubicó.
Despeinándonos, Adiós Nonino mediante, llegamos al Café de los Angelitos. Por ahí (calle Rincón) doblamos unas cuatro cuadras hasta la avenida Belgrano. Por suerte, una de las paradas donde bajan y suben pasajeros es la iglesia Santo Domingo, donde pudimos observar el mausoleo de Belgrano desde otra altura.
De ahí fuimos a San Telmo (solo por el Bajo), de San Telmo a La Boca y luego de pasar por la puerta del estadio de Boca Juniors, nos detuvimos en un bar (El Estaño 1880). El señor del megáfono anunció: “Pueden bajar para ir al baño y comprar bebidas”. Nadie se movió de su asiento. Nuevo mensaje: “Nos detenemos 15 minutos. Pueden bajar para ir al baño y comprar bebidas”. Apenas alguno se levantó. Tercer mensaje: “Pueden bajar para ir al baño y comprar bebidas. Será la última vez en el recorrido que esperamos a los que bajan”. Bajó más de la mitad del pasaje. Consejo:
– En la parada del bar notable El Estaño 1880, baje del colectivo sin temores en cuanto se detenga: será el primero en alcanzar el baño o el mostrador.
Luego pasamos a Adiós Nonino y la Vuelta de Rocha, junto a la calle Caminito, donde tenía otra parada. Es de las más importantes porque ahí bajaron muchos pasajeros, pero no tantos como la cola de los que esperaban subir. Por supuesto, no entraron todos. Los demás debían mantenerse en la cola, a la espera de otro colectivo. En este caso, el consejo es:
– Tenga en cuenta que la parada de la Vuelta de Rocha y Calle Caminito suele tener mucha cola para subir al colectivo.
De ahí fuimos con Piazzolla a Barracas y cuando tomamos la avenida Regimiento de Patricios, el colectivo parecía un Fórmula 1. Si lleva sombrero, será mejor que lo sujete. De Parque Lezama a Puerto Madero.
Cabe aclarar que en el recorrido se pronuncian mal un par de apellidos, pero no por eso dejan de ser reconocibles. Avenida Córdoba, Piazzolla, 9 de Julio, Piazzolla, Santa Fe, Adiós Nonino, Plaza San Martín, Retiro. Si no fuera por un semáforo salvador, creo que Plaza San Martín nos habría durado menos que la lectura de este párrafo.
Es muy agradable, y muy verde, el trayecto de Retiro a Belgrano. Mágicamente, mejoró muchísimo el audio cuando le tocó comentar las bondades del Patio Bullrich. Lo mismo ocurrió al bordear el Paseo Alcorta. ¿Será que los chivos están mejor grabados? Resultó curioso que el colectivo saliera de la avenida Figueroa Alcorta y diera la vuelta manzana alrededor del Paseo Alcorta. Tal vez, a los turistas les guste conocer las cuatro manzanas de un shopping.
Planetario, Monumento de los Españoles, Libertador, Piazzolla, Hipódromo, Barrancas de Belgrano, Adiós Nonino, Juramento. Eso sí: Piazzolla se dio el gusto de musicalizar sin interrupciones todo el trayecto de la avenida Cabildo, desde Juramento hasta Lacroze, porque el locutor del audio no tuvo nada que aportar. Raro que ni siquiera nombren la importancia histórica que tuvo la esquina de Cabildo y La Pampa (allí germinó el importante barrio de Belgrano).
En cuanto a la avenida Lacroze, la transitamos de Cabildo a Libertador y el bandoneón solo fue interrumpido para contar quién fue Federico Lacroze y quién fundó la Universidad de Belgrano. Tuvimos Piazzolla, Piazzolla y Piazzolla hasta la Cancha de Polo. El tránsito se complicó y antes de llegar al zoológico, ya nos hablaban del zoológico.
En el tramo de regreso (de Palermo al centro) parecíamos potrillos cansados, deseosos de llegar a la querencia. Creo que hasta Piazzolla estaba agotado. Eso sí: volvíamos al galope, gracias al puro del conductor. En Alvear y Ortiz, el colectivo se detuvo y el hombre del megáfono anunció que estábamos a pocos metros del Cementerio de la Recoleta, “donde se encuentra la tumba de Evita”. Un matrimonio chileno pareció entusiasmarse con la idea de visitarlo y se dispuso a bajar. Sentí compasión y les avisé que a en ese mismo instante (17:45 hs) dejaban de permitir el acceso y que a las 18:00 cerraba. Consejo:
– Si son las 17:45 no se tiente con la idea de bajar del colectivo para visitar el cementerio la Recoleta.
Adiós Nonino, Alvear, Arroyo, Piazzolla, 9 de Julio. Luego de rodear el Teatro Colón, el colectivo hizo una parada donde bajaron muchos. La recta final, rumbo al obelisco y Diagonal Norte, la hicimos Piazzolla y unos seis o siete pasajeros. Pero usted no se baje todavía, por favor. Aquí, un compendio de los consejos del texto previo y el actual:
– No espere encontrar un cartel que le advierta que hay parte del recorrido que no puede hacerse. Mejor pregunte en ventanilla.
– Si juega Boca en la Bombonera, no podrá completar el recorrido. Si hay un recital en el Planetario o la avenida 9 de Julio, tampoco. Lo mismo ocurrirá con manifestaciones en la Plaza de Mayo, en la Plaza del Congreso o algún piquete.
– No crea que porque salgan cada 20 minutos, usted esperará solo 20 minutos.
– La página web dice que la tarifa para los vecinos de Buenos Aires es de 90 pesos. Pero usted pagará 120.
– No dé nada por sentado, pregunte, pregunte, pregunte.
– Cuando entre al colectivo, reclame sus auriculares.
– Trate de ser uno de los primeros en subir y confirme que su auricular funcione como corresponde. Vaya cambiando de asiento hasta encontrar uno que ande bien.
– Lleve los audífonos de su teléfono o de su equipo de música. Hay donde enchufarlos y tal vez se escuche mejor.
– Evite los asientos traseros: el ruido del motor atentará contra que entienda algo de lo que se percibe en los auriculares.
– Si quiere tomar fotos, lleve una buena cámara o espere a que el colectivo frene justo en algún lugar fotografiable.
– En la parada del bar notable El Estaño 1880, baje del colectivo sin temores, en cuanto se detenga: será el primero en alcanzar el baño o el mostrador.
– Tenga en cuenta que la parada de la Vuelta de Rocha y Calle Caminito suele tener mucha cola para subir al colectivo.
– Si son las 17:45 no se tiente con la idea de bajar del colectivo para visitar el cementerio la Recoleta.
Ahora sí, adiós. Nonino.