Rufino Falcón, soldado todo terreno

En 1960, cuando se celebró el sesquicentenario de la Revolución de Mayo, se realizaron innumerables actos y homenajes. En Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Belgrano, se resolvió bautizar una de sus calles (que hasta entonces se denominaba Uriburu) con el nombre de Soldado de la Independencia, como reconocimiento a los miles de soldados anónimos que participaron en la contienda. También se los recuerda en la Catedral Metropolitana, donde se encuentra la urna del Soldado desconocido, junto al mausoleo de San Martín.

La realidad es que no todos son anónimos y desconocidos; en todo caso, muy poco conocidos. Como Rufino Falcón, un soldado con asistencia completa, según muestra su foja de servicios, que aquí resumimos. Nació en 1783 y murió a los 94 años, en 1877. ¿En qué hechos participó?

– Inició su actividad en el regimiento de Blandengues y actuó en la Reconquista (1806). Fue tomado prisionero, luego de varios meses logró escapar y se sumó a las fuerzas que pelearon en los Corrales de Miserere, en la Defensa de Buenos Aires (1807).

– Integró la filas de los Húsares de Pueyrredon. En 1811 se sumó a la Campaña del Paraguay, comandada por Belgrano, pero no pudo participar de las acciones porque en Corrientes se topó con el ejército que regresaba.

– En diciembre de 1811, dirigió un grupo de cien hombres que enfrentó a los amotinados en el Cuartel de Patricios durante la rebelión denominada Motín de las Trenzas.

– Formó parte de la Campaña al Norte, a las órdenes de Balcarce, primero, y de Belgrano, después. Fue tomado prisionero y recuperó la libertad luego de la victoria en la batalla de Salta. Acompañó a Belgrano en la retirada de Ayohuma, en 1813.

– En 1814, San Martín propuso a Francisco Fernández de la Cruz como comandante del Ejército del Norte y asimismo sugirió que su edecán fuera Falcón.

– A partir de 1815 actuó en las partidas de Güemes, enfrentando en guerra de guerrillas a los realistas del Alto Perú, hasta 1824, cuando se puso fin a la guerra de la Independencia.

Rufino Falcón (ya que estamos, aclaramos que Rufino se casó con Atanasia Duarte y no fue padre de Ramón Lorenzo, el futuro jefe de Policía) continuó en actividad. Su última participación tuvo lugar en Caseros, donde formó parte de la oficialidad de Urquiza que enfrentó a Rosas.

Esa es la brevísima historia de un hombre que fue protagonista de muchos acontecimientos, desde las Invasiones Inglesas hasta Caseros. Este es el soldado desconocido, que conoció a Pueyrredon, Balcarce, Belgrano, San Martín, Güemes y Urquiza. Uno más de los miles de héroes que existen en los archivos de nuestro pasado.

Cuándo dejamos de manejar “a la inglesa”

En abril de 1944 se debatía qué ocurriría cuando se terminara el puente que unía Paso de los Libres con Uruguayana (Brasil). Porque nuestros vecinos manejaban conservando la derecha, pero nosotros lo hacíamos al revés, es decir, “a la inglesa”.

El ministro de Obras Públicas del presidente Farrel, Juan Pistarini, firmó el decreto que establecía que el domingo 10 de junio de 1945, todos los autos del país debían modificar su sentido de marcha. Se determinó que la primera semana se manejaría a menor velocidad. La campaña comenzó de inmediato. Se imprimieron calcomanías que debían pegarse en los vidrios de los autos. Las flechas indicaban por dónde debían ser pasados: por la izquierda.

Los folletos con consejos buscaban resolver las situaciones de incertidumbre –por ejemplo, en una bocacalle– con frases como:

“Piense que si usted es una persona serena, el otro conductor puede ser un novicio de temperamento nervioso y perder el control en momento de peligro”.

“Si se encuentra de frente con otro coche que no tiene en cuenta el cambio de mano, usted debe detener su vehículo y hacer al otro conductor las indicaciones necesarias”.

Como medida complementaria, se modificó el sentido de circulación de muchísimas calles. Brigadas del Touring Club Argentino y del Automóvil Club Argentino salieron con escaleras y martillos a estampar carteles viales. Se dieron vuelta 280 señales y se adhirieron a las esquinas 6500 flechas indicadoras del sentido de la circulación. Se acordó que los trenes y subtes no cambiarían de mano para no sumar más confusiones.

En mayo se realizó un simulacro de cambio de mano en Corrientes y Nueve de Julio. Durante un día entero, se podía dar vueltas alrededor del obelisco en el sentido contrario al que estaban acostumbrados. La gente se paraba en la Plaza de la República para ver el espectáculo del giro a la izquierda.

A las 5:55 de la mañana del domingo 10 de junio de 1945, un ejército de policías hacía sonar sus silbatos y le indicaba a los automovilistas que circulaban que lentamente se pasaran de carril o giraran el vehículo –por el cambio de sentido de más de cien calles– y aguardaran frenados cinco minutitos. A las 6:00 dejó de manejarse “a la inglesa”.

Los hijos de Urquiza

En el imaginario popular, el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza (quien en realidad, al nacer en 1801 fue bautizado con el nombre de José Justo de Urquiza) ha ostentado un lugar en el podio de los romances. El primer presidente constitucional de la Argentina, siempre ha sido considerado uno de los hombres prolíficos de nuestra historia.

Por supuesto que lo fue, pero muchas veces se magnificaron sus virtudes amatorias. Suele decirse que tuvo cincuenta, cien hijos. ¿Será así? Tal vez ni él lo supiera. Pero hay una prole específica que puede identificarse con certeza. Nos referimos a los veintitrés hijos que tuvo y reconoció. Son los siguientes:

1) Concepción, hija de Encarnación Díaz, nacida en 1820.

2) Teófilo, hijo de Segunda Calvento, nacido en 1823.

3) Diógenes, hijo de Segunda Calvento, nacido en 1825.

4) Waldino, hijo de Segunda Calvento, nacido en 1827.

5) José, hijo de Segunda Calvento, nacido en 1829.

6) Ana, hija de Cruz López Jordán, nacida en 1835.

7) Justo José del Carmen, hijo de Juana Sambrana, nacido en 1840.

8) María Juana, hija de Juana Sambrana, nacida en 1842.

9) Cándida, hija de Tránsito Mercado, nacida en 1842.

10) Clodomira, hija de Tránsito Mercado, nacida en 1846.

11) Medarda, hija de Cándida Cardoso, nacida en 1846.

12) Norberta, hija de María Romero, nacida en 1846.

Luego de su casamiento con Dolores Costa, tuvo con ella los siguientes hijos:

13) Dolores (1853).

14) Justa (1854).

15) Justo José Salvador (1856).

16) José Cayetano (1858).

17) Flora del Carmen (1859).

18) Juan José (1861).

19) Micaela (1862).

20) Teresa (1864).

21) Cipriano (1866).

22) Carmelo (1868).

23) Cándida (1870).

En total, diez varones y trece mujeres. En total, fueron ocho las madres de los hijos que ha reconocido el entrerriano. De esta descendencia han nacido cien nietos. Ni 99 ni 101. Cien exactos.

 

Moreno y los morenos

El viernes 25 de mayo de 1810 asumió la Junta de Gobierno. Dos semanas más tarde, el viernes 8 de junio, convocaron al fuerte a militares indios, pardos y morenos que se habían incorporado a las armas en tiempos de las Invasiones Inglesas, pero en regimientos aislados. Una vez reunidos, se acercó el primer secretario de la Junta, Mariano Moreno, y leyó en voz alta el siguiente decreto:

La Junta no ha podido mirar con indiferencia que los naturales hayan sido incorporados al Cuerpo de Castas, excluyéndolos de los batallones españoles a que corresponden. Por su clase, y por expresas declaratorias de Su Majestad [es decir, la Junta], en lo sucesivo no debe haber diferencia entre el militar español y el militar indio: ambos son iguales y siempre debieron serlo porque desde los principios del descubrimiento de estas Américas quisieron los Reyes Católicos que sus habitantes gozasen los mismos privilegios que los vasallos de Castilla. En esta virtud ha resuelto la Junta, a consecuencia de una representación de los mismos naturales [esto significa que había existido un previo reclamo de los convocados], que su compañía pasen a integrar los regimientos 2 y 3 bajo sus mismos oficiales, alternando estos, con los demás, sin diferencia alguna y con igual opción a los ascensos.

La medida se cumplió de inmediato. Parte de la tropa se sumó al Regimiento 2, de Patricios, mientras que la restante lo hizo en el 3 de Infantería (que en las Invasiones Inglesas habían sido los Arribeños, es decir, los oriundos del norte).

Ambos cuerpos tuvieron una participación destacada en Suipacha (Alto Perú), la primera gran victoria patriota en la Guerra de la Independencia.

 

Nace la Nueve de Julio

El 12 de octubre de 1937 por la mañana, el presidente Agustín P. Justo y el intendente Mariano de Vedia y Mitre inauguraron el primer tramo de la avenida 9 de Julio, un viejo proyecto que buscaba que la ciudad tuviera un corredor Norte-Sur. Más allá de los aspectos oficiales, nos interesa resaltar que el obelisco ya contaba un año y medio de existencia y que el primer tramo inaugurado abarcaba de Tucumán a Bartolomé Mitre.

Multitud de vecinos se acercaron para estar presentes. Jamás se había visto una avenida de esas dimensiones. Hubo bandas musicales, discursos, ventas de recuerdos y muchos fotógrafos dedicados a retratar el primer día de la 9 de Julio, incluso trepados a los techos de las casas que se demolerían en las próximas semanas para continuar el trazado.

Por la noche, se convirtió en pista de baile y ese fue el día en que el tango y el obelisco se unieron para siempre. Fue el 12 de octubre de 1937, al ritmo del dos por cuatro.

 

La Loba Romana

Loba Romana o Loba Capitolina es una obra que regaló el rey de Italia Víctor Manuel a la Nación Argentina el 25 de mayo de 1910 y que mandó entregar al presidente electo, Roque Sáenz Peña (Rocco le decían los italianos), que asumiría el 12 de octubre de 1910 sucediendo a Figueroa Alcorta.

Sáenz Peña recibió en nombre de la Nación la escultura, que era una copia de una loba hecha por los etruscos, expertos en el tratamiento del bronce, a la cual dos hermanos escultores romanos del siglo XV le agregaron los gemelos Rómulo y Remo.

Roque, Rómulo, Remo y la loba arribaron en septiembre cuando Sáenz Peña regresó para asumir la presidencia. El lugar elegido para emplazar el regalo del rey de Italia fue la esquina de Florida y Bartolomé Mitre, en un alto pedestal de mármol (curiosamente, ahora está allí el monumento a Sáenz Peña). Allí permaneció la loba de bronce durante algún tiempo y después la pasaron al Jardín Botánico de Palermo. Luego se realizó una copia, es decir, la copia argentina de la copia italiana del original etrusco. La copia argentina fue a parar al Botánico (la vemos en la foto), en trueque por la auténtica que se mantuvo unos años en el hall del Palacio Municipal hasta que fue trasladada al Parque Lezama.

Quienes recorren el país saben que ahora hay muchas más lobas romanas. Resistencia y San Rafael (Mendoza), son dos ejemplos. Pero hay que aclarar que esa lobomanía arrancó con la que trajo a estas tierras el presidente electo de 1910.

En septiembre de 2007 se robaron a Rómulo y Remo originales de Parque Lezama. Fueron reemplazados y hoy, según las noticias, robaron los reemplazos. En el Botánico todavía están las copias.

El Día de la Policía

La imagen corresponde al desfile del 8 de octubre de 1927, en la celebración anual del Día de la Policía Federal. La celebración se había instaurado el año anterior. Vemos en el palco oficial al presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear, con el sombrero en la mano. Como todos están descubiertos, incluso el chico, y los policías hacen la venia, es posible que esté ejecutándose el Himno Nacional Argentino. A la derecha del presidente, con abrigo claro, puede verse a la Primera Dama, Regina Pacini.

Además, en el palco lo acompañan ministros. De hecho, dos integrantes del Gabinete, presentes en la celebración, serían presidentes. En la primera foto se encuentra (lamentablemente tapado) el Ministro de Guerra, Agustín Pedro Justo, quien está haciendo la venia. En la segunda foto, tocándose la cabeza, vemos a Roberto Marcelino Ortiz.

Para terminar, un par de datos acerca del Día de la Policía. No era una fecha fija, sino un sábado de octubre. Estos desfiles se hacían en el Parque Centenario del barrio de Caballito. Y se entregaban premios y condecoraciones a los que habían realizado actos de valor o que fueran un ejemplo para el resto de sus compañeros.

Pechos de miel

En el número 333 de la revista Primera Plana, publicada el 13 de mayo de 1969, la sección Music Hall daba cuenta del éxito que tuvieron los recitales Beat Baires. Eran organizados por el sello discográfico Mandioca (pionero en la difusión de rock nacional) y se desarrollaron durante cinco domingos consecutivos, a partir de las once de la mañana, en el Teatro Coliseo, ubicado en Marcelo T. de Alvear (ex Charcas), entre Cerrito y Libertad.

La publicación se ocupó de dos jóvenes bandas, Manal y Almendra y del solita Moris. Veamos qué opiniones dejó Primera Plana:

Moris

Para Mauricio Birabén, 27, todo empezó hace 15 años. “Escuché Hotel de corazones destrozados en la versión de Elvis Presley, y comencé a imitarlo. Cantaba por la calle, en el tren, en los bares. Todavía lo hago, a veces. Después aprendí a acompañarme con una guitarra española, leí Los vagabundos del Dharma, de Jack Kerouac, me enloquecí. Comencé a decir mis propias cosas no pienso parar”.

Provocando, como nadie, la agresión de un público lumpen, que ha cambiado el lengue y el cuchillo por la melena y los collares, pero que sigue esperando estrofas tautológicas y entonación segura, Moris soportó en la función del domingo 29, sin demasiado estoicismo, toda clase de injurias. Sin embargo, cuando un espectador indignado invitó a los ofensores a dirimir la causa en la calle, el juglar le espetó: “Para, flaco, que aquí somos todos pacifistas”. Él lo es, por lo menos, y también el solista más interesante del movimiento. Aunque todavía sus letras amontonen todos los temas que le desvelan, “aunque todavía desafino cuando me emociono demasiado”, el suyo es, sin duda, un estilo auténticamente apasionante, al que sólo le falta un público de su nivel.

Manal

Son tres: Javier Martínez, 23 (batería y canto), Claudio Gabis, 20 (guitarra), y Alejandro Medina, 19 (bajo), y, a pesar de un común desprecio por la enseñanza y aprendizaje convencionales, abruman con un léxico plagado de tecnicismos. Frecuentadores de escuelas comerciales e industriales, los tres dedican ahora todo su tiempo al conjunto, preocupados por extender y profundizar “el espectro de su dominio musical”.

Sin embarcarse en definiciones, coinciden en la ambición de expresarse y ser captados a distintos niveles. Entretanto, toda la filosofía del conjunto goza de una saludable variedad: “Evidentemente lo que hacemos tiende de alguna manera a provocar una determinada apertura mental”, pontifica Gabis. Javier Martínez (autor casi exclusivo del repertorio) prefiere informar sobre sus inclinaciones: las formas musicales que contienen improvisación, el flamenco, los antecedentes orientales, toda la música del norte de África, el candombe (su heredero rioplatense), el jazz auténtico y el blues, hacIa el que nos inclinamos, aunque sin la insistencia que pretenden achacarnos.

Detrás de los anteojos, la cara flaca y obsesiva se anima solamente al impacientarse con los límites del lenguaje hablado. Es entonces cuando Martínez recurre al tamborileo, al silbido y, por fin, al canto para explicarse. Indudablemente él y Gabis (un personaje rubio que solía dictar conferencias sobre música en el Nacional Buenos Aires) son los ideólogos del terceto. Y reconocen sin vacilar, que “una cierta solvencia que provoca el desborde instrumental es, probablemente, la que genera nuestra imagen de solistas”. Esa falta de imagen de grupo que se retroalimenta y la vaciedad de algunas letras son los obstáculos que Manal debe sortear.

Almendra

Son cuatro. Rodolfo García, 23 (batería), Edelmiro Molinari, 21 (guitarra), Emilio del Guercio, 19 (bajo y flauta), y Luis Alberto Spinetta, 19, quien, según su propia definición, hace “lo que puede, sobre todo cantar”. Según los más fervorosos seguidores del movimiento, conforman el equipo más solvente entre los grupos beat de Buenos Aires.

Ellos, entretanto, prefieren limitar las presentaciones en beneficio de una mayor cuota de ensayo. A diferencia de Manal, los cuatro almendras han estudiado música pero no están seguros de cómo o cuánto les ha servido. Ahora, mientras dos de ellos esperan, intranquilos, que el servicio militar los aleje del conjunto, reconocen que hacer música renegar de la violencia son las dos únicas constantes de su ideología.

Como Manal, afirman desconocer a su público: “Sí, casi siempre son jóvenes, más que nosotros, incluso. Y deben ser más o menos los mismos. Pero son pocos, eso es seguro. Autores de un colosal éxito de Leonardo Favio, Para saber cómo es la soledad [aclaramos a los lectores del blog que el título original fue Tema de Pototo], reconocen sin amargura que, por el momento, “no vendemos nada, por muchos motivos, pero esperamos que eso cambie”. Aunque todavía no saben muy bien si el cambio debe ser gestado por ellos o por el reticente público.

La revista Primera Plana dio cuenta de aquellos recitales en los que ocurrió un hecho que marcaría a la música nacional: la mañana del 22 de junio, Almendra estrenó Muchacha (Ojos de papel), dedicada a Cristina Bustamante, hija del encargado del edificio donde vivía Emilio del Guercio y de novia con el flaco Spinetta. O más o menos. Porque el día que cantaron Muchacha en público, Luis Alberto y Cristina estaban peleados. En medio de la interpretación, la joven de los ojos de papel se levantó de la  butaca y se retiró. Spinetta la veía salir y no pudo evitar llorar mientras continuaba cantando.

Un dato más: gracias a un reportaje que le hizo Sergio Datilo en Ámbito Financiero a Cristina Bustamante, se supo que la letra original de la canción hablaba de “senos de miel”, pero ella lo convenció de que pusiera “pechos” porque “senos” le sonaba a publicidad de corpiños.

Las dos Justicias

En julio de 1902 se sancionó la ley que estableció la construcción del Palacio de Justicia. La obra demandó décadas, pero fue habilitándose -inauguraciones mediante- por sectores.

Al comienzo, se determinó que una figura escultórica que representara a la Justicia debía colocarse en el principal ingreso del edificio. Se encargó la misma al artista Rogelio Yrurtia, quien en 1905 diseñó una figura femenina novedosa: sin la cláisca balanza en sus manos ni los ojos vendados. En cambio, estiraba los brazos hacia adelante en forma paralela y colocaba las palmas hacia abajo, dando la sensación de protección y misericordia.

Algo falló. Porque la obra quedó en boceto. Tal vez porque no gustó la innovación, tal vez porque no se destinaron los fondos para que el escultor continuara el proyecto. Tal vez, por ambas cosas. Lo cierto es que la dama de los brazos extendidos quedó varada en el taller de Yrurtia, mientras que un busto de San Martín pasó a ocupar el espacio central del edificio público.

Pasaron tres décadas. En 1938, La Justicia formó parte de la Exposición Nacional de Bellas Artes, en el Palais de Glace, y el doctor Carlos Delcasse (gran amigo del escultor y dueño de la célebre Casa del Ángel, en la calle Cuba del barrio de Belgrano), decidió aprovecharse de la desidia oficial: la compró y le pidió que la la colocara en su bóveda, en el cementerio de Olivos.

Así se hizo. Bajo la supervisión de Yrturtia y del mismísimo Delcasse, se montó la obra en la necrópolis. El propietario murió tres años después y fue a ocupar su lugar predeterminado. Por sucesiones y donaciones hoy es administrada por el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires.

En 1959, con la autorización de los herederos del escultor, una copia de La Justicia fue emplazada en la entrada del Palacio, en Tribunales.

La copia terminó ocupando el lugar que cincuenta años atrás había sido destinado para la obra original.

 

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Liniers, Cambiaso y Trotz

El virrey Santiago de Liniers y Ana Perichón de O’Gorman fueron amantes, primero, y parientes políticos, luego: en 1809 una hija de Santiago –María del Carmen– contrajo matrimonio con un hermano de Ana, Juan Bautista. La hija de esta pareja, Rosario Perichon se casó con José Manuel de Estrada.

Son varios los descendientes de Estrada que han adoptado el apellido Liniers como nombre de pila. El más conocido es Ricardo Liniers Siri, autor de la historieta Macanudo que publica el diario La Nación. Su seudónimo es, a la vez, su segundo nombre: Liniers.

Entre los descendientes de los Estrada Liniers mencionamos al marido de Victoria Ocampo (Monaco Estrada), al político Santiago de Estrada, y a los polistas Ernesto Trotz y Adolfo Cambiaso (h). Sin embargo, una investigación llevada a cabo por genealogistas demuestra, con pruebas difíciles de rebatir, que muchos de los descendientes de Estrada nunca tuvieron ni una pizca de sangre de Liniers. Se refieren a la rama de Ángel de Estrada, supuesto hijo mayor de Rosario Perichon Liniers y José Manuel de Estrada.

Diego J. Herrera Vegas y Carlos Jáuregui Rueda cotejaron diversos archivos y arribaron a la conclusión de que sólo seis de los siete hijos del matrimonio fueron auténticos. Hasta hace poco tiempo se pensó que los Estrada Perichon habían sido siete: Ángel, Santiago, José Manuel, Narciso, Juan Bautista, Enrique y Eduardo. Hoy, la legitimidad de Ángel está casi descartada, ya que era hijo del padre, pero no de la madre. Las pruebas que ofrecieron los genealogistas Herrera Vegas y Jáuregui Rueda son:

– En el censo de 1855 realizado en la casa de la familia Estrada Perichon, vivían papá José Manuel (viudo, ya que Rosario había muerto en 1851), la abuela María del Carmen Liniers, los seis varones Estrada –de Santiago a Eduardo–, más un joven mayor que los demás, llamado Ángel pero de apellido Castro.

– En el formulario de la partida de matrimonio de Ángel de Estrada (del año 1867) no está completo el casillero en que debía indicar si era hijo natural o legítimo. Donde debía colocarse el nombre del padre, escribió: José Manuel de Estrada. Donde debía constar el nombre de la madre, dejó el espacio en blanco.

– En la sucesión de bienes de los Sarratea –Rosario Perichon era nieta de Santiago de Liniers y de Martina de Sarratea– del año 1864, José Manuel Estrada figura representando a seis de sus hijos Estrada. Ángel no figura.

– En una escritura de 1866 referida a una operación comercial con Justo José de Urquiza, el padre firma como representante de sus seis hijos. No se menciona a Ángel.

Ángel de Estrada fue director del Banco de la Nación Argentina y fundó la editorial que llevó su propio nombre. La reciente investigación les ha quitado la sangre Liniers a un nutrido grupo de argentinos. Por otra parte, los bisnietos, tataranietos y choznos de los seis hijos restantes, seguirán ostentando el título de descendientes del virrey, sin ningún problema. Entre los polistas, Ernesto Trotz continúa perteneciendo a la estirpe. En cambio, Adolfito Cambiaso mantiene la herencia genética de los Estrada, pero la de Liniers, ya no.

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