Tomás, Matías y yo quisimos poner en palabras -e imágenes- lo difícil y a la vez interesante que fue reconstruir una historia tan triste como la masacre de Carmen de Patagones.
“Trabajar en casos como el de la masacre de Carmen de Patagones representa un desafío tanto profesional como personal por distintas razones.
En primer lugar, se trata de un hecho ocurrido hace siete años, en los que muy poco se supo del homicida. A Junior sólo se lo puede reconstruir a partir del relato de aquellos que lo conocieron antes del ataque y su vida en la actualidad es un misterio por decisión de la Justicia.
Otro factor es la disyuntiva que genera tratar un tema tan sensible. Patagones es un pueblo muy pequeño y quedó estigmatizado luego de 2004. Eso, sumado al dolor que transmiten aquellos que perdieron a seres queridos, obliga a medir cada paso, cada búsqueda, cada pregunta.
Llegar desde Buenos Aires, involucrarse, remover historias, dolores, abrir heridas y luego abandonar Patagones para contar su verdad desde otro lado, obliga a tener todos los cuidados posibles en función de que nuestro trabajo ayude, sirva, sume. Este fue el objetivo primordial de esta producción”. Tomás Rivas

Foto: Matías Aimar
“Todo el tiempo estuvimos luchando con un doble sentimiento: la necesidad de contar lo que pasó y lo delicado de revolver un pasado tan triste.
Como periodista creo que cuando la cobertura cumple un fin más allá de contar la historia en sí, cuando recordar lo que pasó ayuda a mantener viva la memoria para que no vuelva a suceder, vale la pena.
Hay algo muy importante para destacar en esta historia: los chicos, las víctimas, mostraron mucha garra y mucha esperanza. Son jóvenes que llevan la marca de haber vivido un momento muy duro siendo apenas adolescentes, y sin embargo salieron adelante y son hoy ejemplo de vida.
Estar en Patagones, recorrerlo, conocer su gente, fue una experiencia muy interesante. Ojalá algún día deje de ser “el pueblo de la masacre” y sea reconocido por sus aspectos positivos. Pero espero que tampoco nos olvidemos de lo que ocurrió, no para meter el dedo en la llaga, sino para cuidar que nunca vuelva a suceder algo así”. Sol Amaya

“Trabajar en el especial de Patagones significó un gran desafío. Hablamos con las víctimas, los padres, responsables de la escuela… y cada uno nos contó su historia. O, mejor dicho, su punto de vista de una misma gran historia. Quedé impresionado, conmovido por los testimonios de las personas que vivieron la tragedia (esa que yo veía en las noticias siendo adolescente y estudiante, siete años atrás).
Contar esa historia audiovisualmente no me fue fácil, porque implica de alguna forma revivir un hecho terrible, donde juegan la memoria, los sentimientos, el dolor. ¿Cómo mostrar lo que pasó el día de la masacre? ¿Hasta dónde puedo acceder dentro de la propia escuela para tomar una foto? ¿Qué puedo fotografiar, que no?
Hacer este trabajo fue importante, porque me permite comunicar un hecho, una historia. Y para eso, conocerla yo mejor, antes. Quizás, al estar en el lugar, al escuchar a los protagonistas, al ver su emoción, la magnitud de la historia se agiganta, toma otra dimensión. Lo que me dije cuando grababa los testimonios fue “tengo que transmitir esto así, la gente tiene que recordar esto, para que no vuelva a pasar”. Matías Aimar