“Estas palabras parecían escritas con fuego en las paredes de mi celda: esto no vale la pena por nada”,
George “Machine Gun” Kelly
Con esa frase resume los momentos tortuosos que vivió uno de los hombres que tuvo la desdicha de pasar un tiempo en la prisión de máxima seguridad de Alcatraz, hoy convertida en museo.
Situada en la bahía frente a la ciudad de San Francisco, California, la isla de Alcatraz fue durante casi 30 años el albergue de una cárcel que alojó a los presos considerados más peligrosos, entre ellos, algunos “famosos”, como Al Capone.

Las celdas eran muy pequeñas, con apenas espacio para un catre y el inodoro
La prisión funcionó entre 1934 y 1963, luego de haber sido un fuerte militar, y fue en su época el ícono de los máximos estándares de seguridad, aunque tuvo varios intentos de fuga, incluso en algunos casos no se supo nada de los presos que lograron sumergirse en las aguas heladas de la bahía.
Recorriendo los pasillos entre las diminutas celdas uno no puede ni imaginar lo que debe haber sido permanecer encerrado ahí, padeciendo de las bajísimas temperaturas, el viento helado y sin posibilidad de mirar nada más que al compañero del frente, ya que las celdas no tenían ventanas.
El penal llegó a alojar a alrededor de 300 presos, todos hombres. Afuera, en la misma isla, vivían los trabajadores penitenciarios con sus familias.
Presos Famosos
Entre los presos de Alcatraz, el más famoso tal vez fue el mismísimo Al Capone. Llegó allí para cumplir parte de su pena por evasión de impuestos. Venía de regímenes más laxos en prisiones que le permitían acceso a algunos de los privilegios que le había dado su fama. Estuvo un tiempo en “La Roca”, como se la conocía a la cárcel de la isla, pero luego enfermó de sífilis y enloqueció. Falleció en su casa de Miami.
Otro de los internos conocidos fue “el hombre pájaro”, Robert Stroud, homicida y sádico que llegó a Alcatraz luego de haber estado un tiempo en la prisión de Leawenworth, en donde se comprometió con el cuidado y la cría de pájaros, al punto al que le cedieron las dos celdas de al lado para mantener a sus aves. No pudo continuar esta tarea en la Roca, en donde la celda apenas tenía espacio para un catre, un lavabo, y una pequeña mesita.
Actividades
Uno de los “premios” para los internos era el momento en el que podrían salir al patio. Convenientemente, este pequeño espacio abierto no es otra cosa que un descampado en el que el viento del pacífico congela los huesos. Para los presos era una de las pocas ocasiones para “disfrutar” de un espacio abierto, por lo que aguantaban el frío como podían.
La cárcel, que hoy es una atracción turística, también conserva algunos ejemplos de las actividades que realizaban los presos para matar el tiempo: tejían, jugaban a las damas, algunos pintaban.

Salir al gélido patio era considerado un privilegio
Poco se sabe de lo que realmente pasaba dentro de la cárcel en cuanto a los castigos, aunque algunos presos denunciaban malos tratos. Lo que queda como testimonio son los calabozos, también parte del recorrido turístico, en donde se encerraba a los presos que rompían alguna de las normas del reglamento. Estos calabozos eran pequeños como las celdas, con el agravante de que al cerrar la puerta no penetraba ni un rayo de luz, y así permanecían, encerrados en la oscuridad.
Cocina y mito
“Tienes derecho a alimentación, vestido, cobijo y asistencia sanitaria. Todo lo demás es un privilegio que deberás ganarte”.
Eso era la frase de cabecera del estricto reglamento del penal. Y según se dice, la comida no era un faltante, sino por el contrario, había en cantidad y un menú bastante variado. De hecho dicen que era obligación comerse todo el plato. El comedor es tal vez uno de los espacios internos más amplios. Tras un portón de rejas, se puede observar lo que era la cocina durante los años de prisión. Entre los detalles, se ve un aparador en el que están dibujados los cuerpos de cuchillos de varios tamaños. Dicen que era para asegurarse de que nunca faltara uno de esos elementos filosos, aunque cada tanto alguno de esos cuchillos llegaba misteriosamente a las manos de algún preso con ganas de venganza.
Intentos de fuga

Con un sistema de poleas, los guardias de la sala de armas pasaban las llaves de las celdas a los que vigilaban los pasillos
El primer intento de fuga fue protagonizado por Joseph Bowers, un hombre condenado a 25 años de prisión por haber robado 16 dólares. Bowers intentó trepar uno de los cercos de la prisión y recibió un disparo de uno de los guardias, cayó 20 metros y murió. Muchos de sus compañeros aseguraron que el intento de fuga fue con el objetivo de suicidarse.
de veinticinco años por un robo de 16,63 dólares. Había tenido Bowers el desacierto de atracar una tiendecita de pueblo donde atendián tambien el servicio de correos, razón por la que el delito adquirio gravedad. El día de la fuga, Bowers escaló una alta alambrada, le avisaron, le dispararon y cayó desde veinte metros de altura.
Entre los intentos más famosos está lo que se conoció como “La batalla de Alcatraz”.Ocurrió en mayo de 1946 y duró dos días. Murieron dos guardias y tres presos, mientras otros dos internos fueron ejecutados posteriormente por haber protagonizado la revuelta.
En 1962, los presos Frank Lee Morris y los hermanos John y Clarence Anglin intentaron una fuga muy creativa. Con las puntas filosas de cucharas cortadas habían estado raspando los bordes del conducto de ventilación de sus celdas. Además, fabricaron cabezas de pasta a las que les pegaron pelo humano que habían sacado de la barbería de la prisión. Los internos colocaron las cabezas para simular que seguían acostados en sus catres y huyeron por los ductos. En uno de los numerosos recuentos, un guardia comenzó a gritarle al falso preso que se levantara. Pateó el catre y vio con horror que la cabeza se desprendía de la cama y rodaba al piso. Sólo cuando volvió a mirar se dio cuenta de que era un muñeco.

Los calabozos eran oscuras celdas utilizadas para castigar a los presos que rompían el reglamento
Si bien nunca se supo qué fue de estos tres internos, se cree que fallecieron en las aguas de la bahía, que eran consideradas demasiadas frías y turbulentas, además de estar infestadas de tiburones.
Sin embargo, en 1999 el nadador español David Meca logró nadar los 5 km que separan a Alcatraz de la bahía de San Francisco con las piernas sujetas con grilletes, tirando por la borda la teoría de la imposibilidad de huir de la isla, aunque, por supuesto, estamos hablando de un atleta con una excelente preparación física para ese desafío.
Cierre
Los intentos de fuga, el deterioro de las instalaciones y los rumores de severos malos tratos fueron socavando la reputación de la prisión. En 1963, bajo la gestión de Robert Kennedy en la fiscalía general de los Estados Unidos, la cárcel fue clausurada.



De estos casos podemos nombrar tres que tuvieron gran impacto.
condenado a 18 años de prisión al ser encontrado culpable del asesinato de 

