La Cámara de Casación consideró a Fernando Carrera autor penalmente responsable de los delitos de “robo” y “homicidio culposo” y lo condenó a 15 años de prisión. Recordemos un poco el hecho que se conoció como la “Masacre de Pompeya”: Ocurrió un 25 de enero de 2005. A las 13.50, tres peatones que cruzaban la avenida Sáenz, en el semáforo de Esquiú, en Pompeya, murieron al ser atropellados por el automóvil que manejaba Fernando Carrera. Estaba huyendo de la policía, aunque él siempre aseguró que no sabía que eran policías. Eran hombres armados, vestidos de civil, en un auto de civil. Por eso huía: pensó que querían asaltarlo.
Durante la persecución, los policías de civil realizaron 18 disparos. Ocho le dieron al cuerpo de Carrera. En ese estado, Carrera perdió el control del auto y terminó atropellando a varias personas, tres de las cuales murieron.
La policía dijo otra cosa: habló de tiroteo, aseguró que Carrera huía tras cometer un asalto.
En la investigación hubo muchas irregularidades. Estas fueron denunciadas a través de “el Rati Horror Show”, la película dirigida por Enrique Piñeyro.
Carrera estuvo preso durante 7 años, siempre insistiendo en su inocencia. Los pedidos llegaron a la Corte Suprema, que el año pasado pidió que se revisara la causa y se dictara un nuevo fallo. Carrera salió en libertad.
El nuevo fallo, dictado hoy por Casación, cambia la carátula a “homicidio culposo”. Por eso, en lugar de los 30 años que le habían dado originalmente, Casación lo condena a 15. Ahora podría volver a prisión.
Sus familiares, abogados, Piñeyro, todos los que siguieron la investigación bien de cerca siguen denunciando irregularidades, y aseguran que Carrera es inocente, es una víctima más del hecho provocado por la policía.
Hace un tiempo escribí una nota sobre estas “persecuciones” que hace la policía de civil, argumentando cuestiones de seguridad, que indefectiblemente terminan causando mucho más daño. Supongamos que realmente lo confundieron con un ladrón al que buscaban. ¿Puede la policía, vestida de civil, en un auto de civil, disparar abiertamente en la vía pública, realizando una persecución que tiene muchísimas chances de terminar en tragedia?
Alguna respuesta sobre este tema, en esta nota:
¿Puede un policía de civil realizar una persecución?
Lo que vio Walter fue a un tipo en musculosa y ojotas con un arma en la mano corriendo hacia su auto. Una imagen así en medio de una noche cerrada en Ciudad Evita sólo puede provocar una reacción: Walter apretó el acelerador e intentó huir. El hombre apuntó su 9mm y disparó. La bala penetró en la axila derecha de Walter y salió por la espalda, a la altura de los pulmones. El joven murió en el acto.
“Me confundí, creí que era un chorro”, fueron las palabras de quien lo asesinó, que no era otra cosa que un policía de civil que aquella noche visitaba a su novia en una remisería a metros de donde Walter Repetto aguardaba en su auto a que llegara un amigo que le alquilaba la cochera.
Esto sucedió en enero de 1998. No fue ni el primero y ni el último caso. El hecho reciente más conocido es el que le sucedió al futbolista Claudio Morel Rodríguez , que fue interceptado cuando viajaba en su auto con sus dos hijos y un sobrino por un policía de civil que le apuntó con un arma y le ordenó que se bajara.
El recuento de casos plantea un interrogante: ¿Puede un policía de civil realizar una persecución ante una situación que considera sospechosa?
Fuentes consultadas por LA NACION aseguran que no y explican cuáles son los límites y responsabilidades del policía que realiza un trabajo sin uniforme.
“La policía de civil trabaja en operativos específicos. No debería realizar persecuciones porque tiene una sospecha, ni mucho menos controles”, indica un alto funcionario policial retirado.
“Una cosa es que se esté investigando a una persona en particular o se detecte a alguien cometiendo un ilícito. Incluso ahí el efectivo tiene que identificarse antes de actuar, y comunicarse por radio para pedir ayuda”, agrega el ex policía.
ANTE LA DUDA, LA HUÍDA
Según el relato de Morel, el policía que lo interceptó no llevaba uniforme. Cuando le apuntó con el arma, alcanzó a escuchar que le decía “bajate o te quemo”.
Morel pensó que eran secuestradores, aceleró y el móvil policial -sin identificar- lo persiguió por 30 cuadras. La persecución terminó en un choque y el jugador fue detenido por “resistencia a la autoridad”. Algo similar le sucedió a Fernando Carrera en 2005, con un final mucho más trágico: el hombre recibió varios disparos y terminó atropellando a tres personas. Como si eso fuera poco, luego tuvo que pasar siete años en prisión. El caso se conoció como la Masacre de Pompeya .
“Es lógico que en una situación como la denunciada por el futbolista uno se asuste e intente huir”, dice el ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanián.
“En principio el caso llama la atención y merece una aclaración. Sólo las brigadas de investigación que trabajan en un asunto determinado, encomendado por una autoridad judicial, pueden actuar de civil”, explica. “Pero jamás pueden realizar una persecución porque una persona les resulta sospechosa. Es una práctica absolutamente desaconsejada y puede dar lugar a equívocos o a grandes tragedias”, añade el ex ministro.
LA AMENAZA DEL ANONIMATO
“Imaginemos lo que hubiera ocurrido si en vez de Morel Rodríguez, se trataba de un pobre tipo: armado de causa y tras los barrotes”, dice Marcelo Saín, ex interventor en la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), en su cuenta de Twitter .
Es probable que el caso de Morel haya trascendido porque es un personaje conocido. Pero hechos similares son permanentemente denunciados por organizaciones que reclaman el fin del abuso policial.
“Son infinitos los casos en que la policía, con o sin uniforme, actúa con violencia y se justifica diciendo que la persona le resultaba sospechosa”, dice María del Carmen Verdú, militante de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional ( Correpi ).
“En el caso de los que actúan sin uniforme, argumentan que están haciendo ‘inteligencia delictual’ del barrio”, explica Verdú. “Lamentablemente no te conviene negarte a un control aunque el tipo esté de civil. Porque los que tienen el fierro son ellos. Y no siguen ningún reglamento”, sostiene la militante de Correpi. “Por eso nosotros damos talleres para enseñarle a la gente cómo reaccionar ante imposiciones de la policía”..
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Lo que hay que saber ante una orden de un policía (con o sin uniforme)
Nadie tiene obligación legal de llevar sus documentos, menos aún un menor de edad. Sin embargo, como la falta de documentos es una excusa habitual para detenerte, tratá de llevarlos.
Una persona puede ser detenida por: averiguación de identidad o antecedentes, por el Código Contravencional o el de Faltas, por un delito.
Los detenidos por averiguación de antecedentes o identidad, no pueden estarlo por más de 12 horas en la Provincia de Buenos Aires y 10 horas en Capital.
Si te detienen, la policía tiene obligación de dejarte hablar por teléfono con un familiar, un abogado o una persona de tu confianza.
Si te enterás de que un conocido es detenido, hay que ir a la comisaría
Si el detenido es menor, es imprescindible que alguno de los padres o la persona adulta a cargo del chico vaya a la comisaría con la partida de nacimiento.
Los menores de 18 años no pueden ser detenidos por averiguación de antecedentes o identidad.
Quién manda: El primer jefe de la comisaría es el comisario, el segundo y el tercero son dos subcomisarios (administrativo y operativo). Pero el que “maneja” la comisaría es el Jefe de Servicio u Oficial de Servicio, generalmente un oficial inspector o subinspector. Siempre tenemos que pedir que nos atienda él.
Nadie puede hacerte subir a un auto que no sea un patrullero.
El procedimiento debe realizarse sin que seas lastimado, agredido o humillado.
No firmes nada sin haberlo leído antes.
Solamente pueden tenerte incomunicado si lo ordena un juez.
Sólo un médico puede revisarte. Para identificarse como tal debe mostrarte su matrícula. Que alguien use guardapolvo no implica que tenga título de médico.
Una vez afuera, podés denunciar en la fiscalía de turno cualquier irregularidad cometida por la policía.
Fuente y más información: Manual del pequeño detenido (Correpi) y Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires