La peor película para…evitar traumas

Esta película puede resultar una extraña elección para la consigna de hoy. Por lo general, uno tiende a asociar traumas cinematográficos con géneros más específicos y a priori exponentes del espanto (terror, suspenso, etc.) y, sin embargo, a veces las experiencias más traumáticas son las que están ligadas a lo factible. En este sentido, Jude es una obra completamente descarnada. No había otra forma de adaptar la novela de Thomas Hardy (escritor por quien tengo una particular debilidad, como ya he compartido en otro post) que abrazando la tragedia, que moviendo el relato con pisada firme, nunca en puntas de pie. Jude cuenta la relación maldita entre dos primos que se atraen, en primera medida, desde lo intelectual. Que se saben distintos y se enamoran por ello. Ese factor maldito, trágico, traumático, se vincula con el hecho de que ninguno puede superar sus obstáculos individuales para sentirse cómodos en el compañerismo pero que, una vez que deciden ignorar la condena social y finalmente emprender una vida juntos, son castigados del modo más cruel y absoluto, haciéndoles perder en un segundo todo lo que tardaron años en cimentar. La escena final de la película me afectó esencialmente por el contraste brutal entre ese período de luminoso cortejo iniciático y ese reencuentro en el cementerio, con nieve alrededor y la culpa poniendo una pared entre Jude Fawley y Sue Bridehead. Todo es frío, todo es agónico, todo es oscuro. Era muy chica cuando vi Jude – y cuando luego leí la novela -, pero aún hoy, reviendo y releyendo, parezco encontrarme siempre con lo mismo: la dolorosa asimilación de lo irreversible. ♦

   …………………………………………………………………………………….

 ► [ESCENA] Uno de los pocos momentos luminosos de Jude:

……………………………………………………………………………………..

¡Hola muchachada! La consigna de este viernes es: Mencionar aquellos films sobre los que se refieren generalmente usando la expresión “esa película me traumó mucho”; ¿cuáles son y por qué les afectaron tanto? espero sus comentarios y, como siempre, nos reencontramos en la canción de sábado; ¡que terminen muy bien la semana! 😉

………………………………………………………………………………………….

La última vez hablamos sobre la mejor película para… QUEDARTE PENSANDO

 ……………………………………………………………………………………………..

 ……………………………………………………………………………………………..

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!

Concurso “Filmá tu propio videoclip”: Decimoquinta entrega

¿Ya dije que no quiero que se termine este concurso? Bueno, no quiero que se termine. Espero poder hacer una segunda vuelta en el 2014 porque no sólo me encanta recibir videos totalmente distintos sino que además disfruto mucho de cómo se van armando las playlists y de cómo esas playlists, de algún modo, modifican nuestras rutinas. Hoy no será la excepción. Los dejo con este video de Ale, que llega con un muy buen timming (el marco del reciente recital que dio Blur) y con mucha energía. Su autora presenta con estas palabras el penúltimo aporte a esta convocatoria:

Cuando vi el anuncio del concurso sobre filmar un videoclip para el blog, de inmediato pensé que tenía que trabajar en uno porque siempre estoy haciendo cositas así para los amigos y la familia, aunque de forma tan artesanal y casera que me llega a dar vergüenza estar en el mismo lugar exponiendo esto junto a otros profesionales del área. Sin embargo, el entusiasmo siempre puede más y me decidí a enviar mi pequeña colaboración a ver si les hace pasar un buen rato. A mí por lo menos me entretuvo un montón filmarlo. Me costó muchísimo decidirme por un tema, pero justo coincidieron varias cosas. Estaba yo disfrutando de la hermosa panorámica de la ventana de mi trabajo un día por la tarde cuando se ponía el sol y estaba tan lindo que aproveché para tomar fotos y grabar un videíto, y casualmente también había estado escuchando mucho a Blur el último tiempo. Por ende, pensé que tenía que unir las dos cosas. La forma en la que se me ocurrió unirlas fue usando el tema “Country House”. Si bien la ciudad donde vivo no es tan grande, no está exenta de los males de las urbes y es así como el sueño de muchos aquí es irse a vivir al campo. Yo viví varios años en una zona bastante rural y ya estoy un poco hasta la coronilla con muchos aspectos de la vida fuera de la ciudad, así que la verdad es que ahora al campo sólo voy de paseo. Entonces quise hacer mofa un poco de los clásicos arquetipos de la vida campestre imprimiéndole un ritmo vertiginoso al video desde el comienzo en la ciudad congestionada hasta llegar a un pueblito en el interior donde parte de mi familia da rienda suelta y sin pudor a sus habilidades artísticas en plena plaza (estas personas son hasta introvertidas en su vida cotidiana) todo gracias a las bondades del campo… jajaja. En el video se muestra parte de la ruta entre Puerto Montt y Ralún, pasando por Puelo que es la localidad donde se utiliza la plaza, todo esto en el Estuario de Reloncaví en la Región de Los Lagos, Chile. Que lo disfruten. 

 ………………………………………………………………………………………….

► [VIDEO] “Country House” x Alejandra Carriel Castillo:

Country House - Blur from luna on Vimeo.

………………………………………………………………………………………….

► [LISTA DE REPRODUCCIÓN] 190 (sí, sí, leyeron bien, 190) canciones que nos ponen de buen humor:

………………………………………………………………………………………….

Nuevamente les doy la bienvenida a otro jueves musical, y nuevamente con dos consignas para el post: 1. Los invito a comentar el video que filmó Ale para este concurso 2. Como siempre, armaremos otra playlist y, dado que el video de hoy es muy dinámico, la consigna es que mencionen canciones bien pum para arriba, aquellas que nos ponen de buen humor o que ponemos de fondo para arrancar la jornada con la mejor onda que se pueda; ¡espero los aportes! ¡saldrán más temas que el jueves pasado!; ¡los leo, como siempre, que tengan un excelente día y espero que la playlist contribuya a eso! 😉

………………………………………………………………………………………

………………………………………………………………………………………

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!

Drinking Buddies: Juntos, riendo, despeinados

“We both know that the nights were mainly made for saying  things that you can’t say tomorrow day”

“…eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados” – Julio Cortázar

*Atención: se revelan algunos detalles del argumento

Suelo escribir sobre la sabiduría del tiempo con bastante frecuencia. Ya lo saben. A esta altura resulta casi una debilidad escudriñar en eso. Pero es que el tiempo hace cosas raras. Tomemos por caso el tema de los recuerdos. Hace poco me vinieron a la mente dos escenas de mi vida de hace unos cinco años aproximadamente, que tenían a la misma persona como protagonista. En una, yo estaba revisando una caja de aros mientras por celular él confesaba una catarata de sentimientos a los que yo a) por ser más chica b) por encontrarme en otra situación c) por inexperiencia d) por tomarme muy en serio lo de la invencibilidad de la juventud no respondí más que con una frase evasiva. La otra escena, y rebobinando aún más, lo encontraba a él poniendo una película mientras estábamos tirados en un puff y a mí me daba sueño. En un segundo en el que decido entreabrir los ojos, veo que me está mirando y yo, imposibilitada de reaccionar pero pensando en lo mucho que dice el acto de que te vean dormir, cerré los ojos rápidamente y nunca más hablé del tema, nunca me hice eco de las cosas imperceptibles (ni de las perceptibles tampoco). Jamás se lo dije (y aquí es donde entra en juego el factor tiempo), pero si yo no me manifestaba por entonces, si pasaron años sin una reacción de mi parte ante sus acciones concretas, era por miedo y también por algo que no hubiese podido modificar aunque quisiese: no era el momento para mí. El tiempo lo que hizo fue mostrarme cómo quien se llevaba mi interés en esa época ahora tiene solo un valor anecdótico, un nombre al que no vuelvo nunca. En cambio él, mi mejor amigo y la persona que más me conocía, se reafirmó como precisamente eso: nunca nadie supo con tanta precisión por qué yo me comportaba cómo lo hacía. Nunca nadie me leyó tan bien. Y para que te lean tan bien te ves forzado a derribar esa suerte de estructura misantrópica que erigiste con tanto empeño. Lo bueno de esa detonación es que abre las puertas a otras cosas, a esos mínimos actos que a su vez construyen algo y ese “algo” siempre queda. Yo ya no tengo esa amistad conmigo (es decir, no tengo a esa otra persona para retroalimentarla porque la vida nos llevó por distintos lugares y por “vida” me refiero a las decisiones que tomamos), pero no necesito tenerla para realmente tenerla. Lo que persiste es la seguridad de que una vez hubo alguien para quien no me maquillaba, con quien caminaba en zapatillas, con quien hablaba por teléfono todas las noches después de las doce, quien se enojaba cuando al pelearnos yo lo molestaba únicamente los domingos porque estaba aburrida y con quien me tiraba a ver películas sin importarme si estaba despeinada o no. Cuando te olvidás un poco de aparentar, cuando sos realmente genuino, cuando le robás un trozo de su torta de chocolate, cuando te quedás descalzo, cuando todo eso sucede, es que hubo un tiempo que fue hermoso. Aunque ese “hubo” no siga siendo. Qué importa.

 “You and me could have been a team, each had a half of a king and queen seat”

Todas esas particularidades de una relación de amistad con atracción latente son el foco de Drinking Buddies, la reciente película de Joe Swanberg, realizador pilar del movimiento Mumblecore. Es importante conocer la impronta del director y cómo se mueve dentro de esa corriente. Sus largometrajes (especialmente Hannah Takes the Stairs) abordan las relaciones humanas con la valentía de quien hace uso de la libertad con la cámara en el sentido más estricto del término. Swanberg permite la improvisación de los actores, los deja ser porque entiende que no hay otra manera para que ellos comuniquen lo que sucede con los personajes. Eso nos lleva a los sucesos en sí mismos y a cómo Drinking Buddies hace una feroz crítica al deber ser del narrador. ¿Qué es lo importante en una historia? O particularicemos: ¿qué es lo importante en una historia de dos amigos que se sienten tan cómodos juntos pero que nunca terminan estando juntos realmente? Lo que conté más arriba sirve de ejemplo, porque lo que prevalece es el hecho de volver particular lo universal. No creerse el cuento de que porque algo es más frecuente es por eso menos relevante. La mayoría de nosotros, a fin de cuentas y en mayor o menor medida, nos movemos en una rotonda de experiencias similares. Dejamos a alguien. Nos dejaron. Se enamoraron de nosotros y no correspondimos. Nos enamoramos y no fuimos correspondidos. Etcétera. Aunque pareciera que Drinking Buddies es un muestreo de diversas clases de vínculos (sobre todo por su estructura con cuatro figuras que se entrecruzan), en realidad se trata de una película que nunca pierde el eje de un solo conflicto puntual: Kate (Olivia Wilde) y Luke (Jake Johnson) son dos amigos y compañeros de trabajo que alcanzaron una familiaridad tal que les permite robarse la comida, salir a tomar cerveza casi caprichosamente, no bañarse y dormir juntos igual, sucios y desprolijos, tirarse en el piso a hacerse chistes, ayudarse con una mudanza, jugar a las cartas…compartir todo y compartir sin velos. Sin embargo, tanto ella como él se encuentran en otras relaciones que (especialmente en el caso de Luke) funcionan igual, que no representan “lo equivocado”. Para Swanberg no hay dobles significados. Que Kate y Luke duerman implica únicamente eso: que duerman. No hay besos en la boca. No hay sexo. No hay declaraciones fervientes de romanticismo. Drinking Buddies se mueve en lo implícito pero no se priva de, en esos instantes mundanos, adentrarse en los detalles que marcan la diferencia entre el mundo privado de los protagonistas y el mundo que esos protagonistas construyen con terceros. A ese mundo privado al que nadie accede porque es consecuencia de un conocimiento en el plano de lo cotidiano – y también consecuencia de eso que no se explica ni se racionaliza como lo es la química con el otro -, Swanberg lo describe con contrastes. La relación de Kate y Luke no tiene horarios. Con sus parejas ellos duermen a una hora determinada pero, cuando están solos, pierden noción del tiempo. Entre ellos son más brutales, más directos, menos cuidadosos. Con sus parejas pueden fingir que les interesa un libro que les regalaron, aunque en soledad saltean las páginas. Cuando están juntos se ríen. Cuando están con sus parejas la familiaridad y el hecho de compartir se observa desde otro lugar: compartir también puede ser que te curen cuando te cortás la mano, no solo salir a tomar una cerveza. Lo que hace de Drinking Buddies una anomalía es que profundiza en el estado de una relación que nunca se define (de este aspecto también podría desprenderse una lectura generacional). ¿Y por qué habría de hacerlo? ¿Cuántas películas realmente se animan a seguir un vínculo que puede mantenerse eternamente en esa indefinición? ¿Cuántas veces uno tampoco logra definir las cosas?

“I wanna hold your hair in deep devotion”

Lo que hace de Drinking Buddies una anomalía es, también, que más allá de su esencia Mumblecore, no confunde simpleza con abulia. Se banca ser un film modelo para la crítica automática, esa que responde sin permitirse procesar, esa que puede ver en una sucesión de hechos habituales un síntoma de apatía. Y digo que se banca serlo porque acá no hay un melodrama escondido esperando el momento para surgir. Kate y Luke jamás se eligen. A conciencia. Ella por una razón y él por otra. El punto de quiebre los muestra incapacitados para tomar una decisión, no por inmadurez sino por creer que posiblemente no sea la correcta. Sin embargo, Swanberg no los castiga (como tampoco lo hace con los personajes secundarios, acá no hay culpas ni la clásica manipulación del tercero para justificar las acciones de un protagonista, lo cual vuelve al film aún más noble) sino que les da aire para luego terminar de cerrar la historia de la única manera posible: sin absolutos y con la familiaridad como vehículo para el reencuentro más puro. “Las cosas más importantes son siempre las más difíciles de contar. Al formular de manera verbal algo que mentalmente nos parecía ilimitado, lo reducimos a tamaño natural. Todo aquello que consideramos más importante está siempre demasiado cerca de nuestros sentimientos y deseos más recónditos. Y a veces hacemos revelaciones de este tipo y nos encontramos con la mirada extrañada de gente que no entiende nada en absoluto de lo que hemos contado, ni por qué nos puede parecer tan importante. Creo que eso es precisamente lo peor, que el secreto lo siga siendo, no por falta de un narrador, sino por falta de un oyente comprensivo”. Esto lo escribió Stephen King en El cuerpo. Lo que sucedió con la recepción de Drinking Buddies se ajusta a esa visión cerrada de lo que debería ser fundamental para contar y lo que no. Porque eso “importante” a lo que se refiere King en la mayoría de las ocasiones están circunscripto a episodios donde la complicidad es lo que resignifica el concepto de “valioso”, de lo que es digno de ser mostrado. Y en la película de Swanberg, en esa chispeante naturalidad entre Wilde y Johnson, y en ese final donde aquello que conectó a uno con el otro es precisamente lo que los vuelve a unir, está su fuerza, su rareza, su valentía. Así como Kate y Luke armaron sin querer su propio espacio de interacción ajeno al resto, con la película que los contiene pasa lo mismo. Es distinta, leal a su desprolijidad bien entendida, y con más corazón en esos roces y risas que muchas comedias románticas que se hacen con un manual al lado. Acá hay otra mirada. Acá hay otra historia. Acá ser diferente no es una pose, es el  mejor modo de mostrar una amistad con sus más encantadoras especificidades. Hace poco Fuguet me hizo leer esta cita de Edward Said que se quedó conmigo: “With so many dissonances in my life I have learned actually to prefer being not quite right and out of place”. Porque pocas cosas tan disfrutables como sentirse fuera de lugar con otro. Ese que se queda cuando todo el mundo se va. Ese que dura más que el tiempo. 

………………………………………………………………………………………….

► [TRAILER] Algunos momentos de Drinking Buddies:

………………………………………………………………………………………….

► [ESCENA] Todo es cuestión de química:

………………………………………………………………………………………….

¡Buen miércoles, muchachada! Tres consignas para este día: 1. ¿Vieron Drinking Buddies? Los invito a dejar sus opiniones sobre ella 2.  ¿Qué otras películas sobre la amistad entre el hombre y la mujer (y sus difusos límites) podrían sumar al post de hoy? 3. Ahora nos ponemos personales y me gustaría saber si para ustedes es factible esa clase de amistad y si han tenido experiencias en las que todo se volvió confuso (cuenten, como siempre, hasta donde tengan ganas) y, de paso, si alguna vez construyeron un vínculo con alguien que logró conocerlos mejor que nadie; ¡como siempre, los leo! ¡buen miércoles para todos!

 ………………………………………………………………………………….

…………………………………………………………………………………..

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!

Tender (is the touch of someone that you love too much)

Encontrar mi propia voz. Pasé mucho tiempo escribiendo y buscando precisamente eso: el modo adecuado en el que pudiera mostrarme a través de las palabras. Claro que paralelamente a esa búsqueda se produjo otra. Encontrar mi propia voz más allá de la escritura. Ser yo misma y estar preparada para que eso a veces opere en mi contra. ¿Cuántas veces habré pensado que quizás sea mejor sentir las cosas con una intensidad menos perjudicial? Muchas. Y fue esa pregunta la que me condujo a esa primera búsqueda: no se puede escribir si no se siente en demasía. Esto que leen viene a raíz de una película llamada The Kings of Summer, la cual, a pesar de funcionar con autonomía, tiene ese rasgo insoslayable de homenaje a Stand by Me, una de las obras más hermosas y perfectas al abordar tres aristas: la amistad, la búsqueda de una voz y el oficio de escritor. Cuando sobre el final Gordie (“the writer”) tipea ese “Jesus, does anyone?” en relación a cómo los amigos de la infancia tienen esa mística irreemplazable, queda claro que antes habíamos sido testigos del nacimiento de un autor gracias a cómo él se relacionó con sus amigos y a cómo esos amigos lo ayudaron a encontrarse. The Kings of Summer también pone a adolescentes de cara a una experiencia (en este caso, la construcción de una casa en el bosque/vía de escape de sus familias), pero decide no sólo documentar los cambios que sufren esos amigos en todo el proceso, sino además el impacto que tiene en el padre de uno de ellos la pérdida momentánea de su hijo. Frank (un extraordinario Nick Offerman) es mi respuesta a la consigna que les dejo hoy, esencialmente porque es un personaje que se halla en la compleja posición de asumir el dolor de la muerte de su esposa sin transmitirle la impotencia ante ese hecho a su hijo Joe (Nick Robinson). Offerman toma a un individuo amargado con el entorno – quien se desquita con quien tenga más a mano – y lo vuelve empático con la simple expresión de su rostro quebrado, una mirada al techo, yaciendo en un sillón, pensando en su hijo. Pensando en el regreso de su hijo. Pensando en si ese regreso será  posible. El director Jordan Vogt-Roberts nos muestra en simultáneo que Joe, a pesar de las diferencias con su padre, está parado exactamente en el mismo lugar (aún en ese hogar lejos del hogar) y que sin saberlo está anhelando un gesto tierno de ese hombre que pareció haberle soltado la mano; está anhelando, en definitiva, el abrazo de su papá. En esa búsqueda de la armonía de dos voces, de dos identidades, reside el encanto de The Kings of Summer, una película para quienes escriben sin escribir, para quienes se hallan cómodos en los beneficios de la imaginación y el indiscutible poder que esa imaginación encierra.

……………………………………………………………………………………..

 ► [TRAILER] El adelanto de The Kings of Summer:

………………………………………………………………………………………….

 ► [ESCENA]: Nick Offerman en el papel de Frank:

  

………………………………………………………………………………………………….

 ► [GALERÍA]: Algunos de los personajes más queribles-abrazables del cine, espero les guste y gracias por los aportes:

  

………………………………………………………………………………………………….

Nuevo martes, nueva consigna: Me gustaría que hoy mencionemos personajes del cine que nos enternecen/conmueven/preocupan tanto que dan ganas de meternos en la pantalla para cuidarlos; es decir, la idea es que mencionemos personajes queribles-abrazables del cine (y de series); espero sus aportes para una nueva galería; ¡Nos reencontramos mañana! ¡Que tengan todos un excelente martes!

………………………………………………………………………………………….

 ……………………………………………………………………………………………..

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!

Me fui a los bosques para vivir en calma

Hoy en Cinescalas escribe: Ignacio Fernández Santamaría

“So many people live within unhappy circumstances and yet will not take the initiative to change their situation because they are conditioned to a life of security, conformity, and conservatism, all of which may appear to give one peace of mind, but in reality nothing is more damaging to the adventurous spirit within a man than a secure future. The very basic core of a man’s living spirit is his passion for adventure. The joy of life comes from our encounters with new experiences, and hence there is no greater joy than to have an endlessly changing horizon, for each day to have a new and different sun. If you want to get more out of life, you must lose your inclination for monotonous security and adopt a helter-skelter style of life that will at first appear to you to be crazy. But once you become accustomed to such a life you will see its full meaning and its incredible beauty.” Christopher K. McCandless (1968 – 1992)                                                                    

Pocas veces una película me ha generado tanto como Into the wild. Dejó una huella en mí. Es el día de hoy que recuerdo las sensaciones después de verla por primera vez. Este film se basa en el libro de Jon Krakauer sobre la vida de Christopher J. McCandless, un chico de poco más de veinte años que termina la universidad, renuncia a sus posesiones y emprende un camino de superación y búsqueda personal por las rutas de los Estados Unidos con la intención final de llegar a Alaska y lograr una conexión plena con la naturaleza. La frase con la que empieza este post está impresa en mi escritorio: la leo una o dos veces por semana y me recuerda acerca de la importancia de buscar “un sol nuevo y diferente para cada día”. Esto no necesariamente (y no siempre) implica largar todo, agarrar la mochila y vivir viajando, aunque sí creo que es una experiencia que, en la medida de lo posible, hay que tratar de experimentar alguna vez en la vida. La idea es redescubrirse constantemente, evitar que la rutina nos absorba: en definitiva, que no vivamos a control remoto.

Alex Supertramp nos lleva a ese extremo con dos caras. Por un lado, a evitar el agobio del día a día y el costado oscuro del sistema que nos incita a consumir más y más y nos fuerza a mostrarnos de tal o cual manera. Por otro lado, también nos quiere mostrar que no hay que aferrarse demasiado a las relaciones y vínculos con otras personas. Una postura criticable y discutible. Aunque, como veremos más adelante, no se sostiene durante toda la historia. Chris quiere desafiar el status quo y salirse de lo establecido, de lo normal y de lo esperado por la sociedad moderna (de la cual también quiere escaparse). Para lograrlo, empieza su camino con el objetivo de ir buscando nuevas experiencias y vivencias y así alcanzar, finalmente, la dicha de la vida. Se va a cumplir un sueño, persiguiendo un ideal.

‘It should not be denied that being footloose has always exhilarated us. It is associated in our minds with escape from history and oppression and law and irksome obligations. Absolute freedom. And the road has always led west.’

Sean Penn llevaba un tiempo con la intención de realizar esta película hasta que finalmente lo logró, después de la aprobación de la familia McCandless para contar la historia. En este gran acierto del actor como productor, director y escritor del guión, se destacan varios aspectos importantes que hacen que la historia de este norteamericano que deja todo y se dispone a ese tentador “hit the road” sea contada con excelencia. En primer lugar, la fotografía es increíble y decisiva: los paisajes son bellísimos e indispensables para transmitir y reflejar los sentimientos de McCandless y las diversas situaciones que va viviendo a lo largo de su recorrido. Sin el impacto visual de los paisajes en determinadas escenas, estas últimas no serían las mismas. Los momentos finales en el “Magic Bus” están muy bien interpretados por Emile Hirsch. La elección del actor californiano para representar este papel también es oportuna y es impresionante, en algunos pasajes, el parecido con el Chris de la vida real. La banda sonora a cargo de Eddie Vedder es soberbia. Las melodías conforman una combinación interesante junto con los paisajes a los que aludí anteriormente. Las letras de algunas de las canciones cuentan muchas de las ideas que se tratan durante todo el film y la voz del brillante músico, por momentos, es conmovedora. Cada uno de los vínculos que Chris entabla con los personajes que se va cruzando en su camino le dan la oportunidad de transmitir sus ideales y posturas respecto de varios temas generando, al mismo tiempo, admiración, respeto, sorpresa y rechazo. Mención aparte para Vince Vaughn y Hal Holbrook en sus respectivos papeles como Wayne y Ron.

La película (o la historia de Alex Supertramp) funciona como disparadora de muchas de las preguntas, inquietudes o cuestionamientos que cualquiera de nosotros se puede o se pudo haber hecho en algún momento de su vida. Aunque a veces Chris cae en extremos al expresar una idea y explicar sus fundamentos respecto a determinados temas como el dinero, la formación académica, la relación con los demás, el amor y el significado de Dios, son admirables la pasión y el coraje al momento de defender su visión sobre los mismos. Asimismo, se puede criticar o no el final de esta historia en la vida real. Se puede estar a favor o en contra de los principios que transmite, o del manifiesto de Alex Supertramp. Pero creo que, realmente, cada uno es dueño de su destino y de su futuro. Las decisiones que Christopher J. McCandless tomó en su vida marcaron su final. Nadie lo puede juzgar. El necesitó (y quiso) vivir todas esas experiencias para darse cuenta de algo que está brillantemente representado y filmado en los minutos finales de la película: su mirada perdida, sus ojos vidriosos, esa leve sonrisa de paz y tranquilidad y su último aprendizaje que nos deja para siempre: “Happiness is only real when shared”.

 “And I also know how important it is in life not necessarily to be strong but to feel strong. To measure yourself at least once. To find yourself at least once in the most ancient of human conditions. Facing the blind deaf stone alone, with nothing to help you but your hands and your own head.”

 Por Ignacio Fernández Santamaría

 …………………………………………………………………………………………………….

► [ESCENA]: Les dejo un gran momento de la película:

  

…………………………………………………………………………………………………….

► [DE YAPA]: La banda sonora; ¡que la disfruten!:

  Into the Wild Soundtrack by Cinescalas on Grooveshark

…………………………………………………………………………………………………….

¡Buen comienzo de semana para todos! Hace mucho debatimos Into the Wild, pero la nota de Ignacio (y la frecuencia con la que se nombra el film por aquí) ameritaba que lo trajéramos de vuelta para su discusión: 1. Los invito a dejar sus impresiones sobre el film de Sean Penn; 2. Asimismo, me gustaría que compartiéramos cuáles son nuestros propios destinos soñados y/o metas a cumplir o si las cumplieron ya; ¿son de trazarse grandes planes a futuro? ¿podrían dejar mucho de lo que tienen en vistas de un ideal?; ¡Espero sus comentarios, muchachada! ¡Buen lunes!

……………………………………………………………………………………………………….

—> La última vez escribió Verónica Stewart sobre… CABARET

…………………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………….

 

……………………………………………………………………………………………………….

* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES DE CINESCALAS POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” Y POR TWITTER, DENLE “FOLLOW” AL BLOG ACÁ; ¡GRACIAS!