La película de mi semana: Love Liza

“No need for alarm, I’ll catch you next time” Jim O’Rourke

“I am a big fan of Radio Control!” grita Wilson (Philip Seymour Hoffman) al nadar, mientras un grupo de aficionados de competencia de aeroplanos lo mira absorto. Quizás no sea la frase más emotiva de la ópera prima de Todd Louiso, pero sí es la que mejor define el estado por el que atraviesa Wilson. Para llegar a la instancia de comprarse aviones de competencia, para llegar a la instancia de rodearse de gente que en otra circunstancia ni hubiese reparado, primero tuvo que afrontar el suicidio de su esposa y alterar la rutina casi sin proponérselo. Es decir, para ser un fanático de la tienda Radio Control y estar en un ámbito diferente, tuvo que haber perdido algo primero. Su vida consiste en drogarse con gasolina, dormir en un rincón de la casa que esté exento de recuerdos y evitar cualquier clase de vínculo que pueda llegar a perpetuarse. Love Liza no es una película a la que le importe qué motivó el suicidio de esa mujer, no es una película a la que le importe darle a su protagonista un cierre, una conclusión del duelo. Es otra cosa. Es una obra sobre el inicio de esa etapa de pérdidas, donde todavía no hay cabida para la calma, donde cualquier posibilidad de conciliación con el dolor surge intermitentemente, como en esa frase que cité al comienzo o como en la lectura de una carta que, lejos de explicar la muerte, más bien la naturaliza. Rever Love Liza esta semana, rever el que fue el primer protagónico de Philip Seymour Hoffman, no fue fácil. Sin embargo, hay algo en esa caminata de su personaje, en esa trágica naturaleza errática, que entra en armonía con ese actor que engrandecía cualquier film del que formaba parte. Rever Love Liza fue, también, una manera de elegir cómo recordarlo. Y a mí me gusta pensar en esas corridas de Wilson, un hombre que corre no para huir sino para dar con el lugar indicado para encontrarse. Así, como alguien que camina mientras Jim O’Rourke habla de los seres trashumantes con las luces de la ciudad titilando a su alrededor…así me gusta recordar a Philip Seymour Hoffman.

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 ► [TRAILER] Algunos momentos de Love Liza:

LOVE LIZA - Sony Pictures Classics from toddlouiso on Vimeo.

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 ► [COMPILADO1] Un bellísimo homenaje al legado que nos dejó Philip Seymour Hoffman:

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 ► [COMPILADO2] Un imperdible homenaje más:

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¡Hola a toda la muchachada! Hoy, además de mencionar sus películas de la semana, los invito a que recuerden a Philip Seymour Hoffman mencionando las actuaciones que nunca van a olvidar; me parecía pertinente que haya un post propiamente dicho para él, así que acá les dejo el espacio para escribir sobre el gran Philip; ¡nos reencontramos el lunes, que tengan un excelente fin de semana!

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GRACIAS POR ESTE MOMENTO (entre tantos)

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Deathmatch: ¿Descargar películas o esperar su estreno?

Hay una escena de Sideways que me gusta mucho, quizás porque es la más triste, quizás porque es la que mejor define a Miles. Lo que sucede en la escena es simple y descontextualizado tiene poco sentido: Miles tomando un vino que esperó mucho tiempo para abrir en un negocio de comida rápida. Por lo general, cuando uno prolonga el encuentro con algo que sabe que le provocará placer, intenta que ese encuentro esté alojado dentro de un marco casi utópico. Miles abrió ese vino. Solo que nunca llegó a la instancia de compartirlo. O de abrirlo en el lugar indicado. Los ojos de Paul Giamatti lo dicen todo: “no es así cómo me imaginaba disfrutar esto por primera vez”. Al menos, supongo que eso es lo que piensa. Me acordé de esa escena viendo Inside Llewyn Davis en la computadora. Ni siquiera en el televisor, porque esa semana lo había mandado a arreglar. En la computadora. Cero clima, cero contexto, cero atmósfera. Cero ambiente para una película que se sustenta precisamente en eso. Me dio un poco de bronca. Pensé que tendría que haber esperado. Pensé que, como Miles, estaba desaprovechando la oportunidad de ver por primera vez una película por la que había aguardado tanto. Casi un año. Un año atrás, de hecho, habíamos estado hablando con Fito, quien propuso este post, sobre las ganas de escuchar las canciones del film de los Coen. Yo podría excusarme, decir que no vivo en Capital y que, en consecuencia, no puedo ir al cine seguido. Que por mi trabajo es imperativo ver las películas lo antes posible. Pero lo cierto es que para responder a la consigna de hoy hay muchos factores incidentes y una solo seguridad: nunca voy a volver a ver Inside Llewyn Davis por primera vez. Nunca voy a volver a ver a Oscar Isaac cantar “The Shoals of Herring” por primera vez. Nunca voy a volver a ver ninguna de esas viñetas musicales con ojos extasiados por primera vez. La primera vez ya pasó. Mi mirada fue análoga a la de Miles. Qué pena.

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► [ESPECIAL] Una mirada a la música de Inside Llewyn Davis, película por la que no pude esperar:

SoundWorks Collection: The Sound of Inside Llewyn Davis from Michael Coleman on Vimeo.

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¡Buen jueves para todos! Los invito a otro Deathmatch: ¿Descargar películas o esperar su estreno? ¿Son de descargar arbitrariamente todo lo nuevo que sale o hay ocasiones en las que deciden esperar? ¿Cómo manejan la ansiedad? ¡Espero sus puntos de vista! Debatamos con respeto este polémico (?) tema; nos vemos mañana, por supuesto 😉

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DEATHMATCH WINNER… IR AL CINE

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LA ÚLTIMA VEZ ENFRENTAMOS A…TODOS LOS GÉNEROS CINEMATOGRÁFICOS

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Por favor, rebobinar: Las películas del 2000

Puedo hacer un listado de todos los motivos por los cuales The Social Network es mi película favorita del 2000 – aunque haya llegado en el 2010, ahí, un poco cruzando el límite -, muchos de los cuales ya he esbozado en este post, en este otro e incluso en un análisis adyacente. Pero si me corro de las respuestas preconcebidas, aquellas que puedo repetir en un ciclo interminable, si me corro de los argumentos más tradicionales (aunque válidos), The Social Network siempre conserva algo que me hace volver sobre ella con la misma fascinación del momento de su estreno. Ese algo va cambiando de forma, ese algo es análogo a la frase “cada vez que la veo le encuentro una cosa nueva”, y ese algo hoy, el día que escribo este post, es un detalle que quizás solo cobre dimensión en una cuarta, quinta, sexta visión. La perfección del film de David Fincher puede bien ser ejemplificada con la manera en la que presenta a sus personajes y aquí es donde la simbiosis con el guión de Aaron Sorkin parece estar fuera de discusión. Cuando lo vemos a Mark por primera vez sentado en una mesa de bar, hablando sobre sus aspiraciones en detrimento de las de Erica, no hace falta mucho más. Todo lo que tenemos que saber sobre él está en ese conocimiento iniciático. Lo mismo pasa con Eduardo, a quien vemos por primera vez ingresando a la habitación de Mark para ofrecer su ayuda. Lo mismo pasa con Sean, a quien vemos por primera vez con una joven en una cama y atento a una posibilidad de negocio. Me asombra eso. Me asombra que cada escena esté configurada de modo tal que sepamos quiénes son cada uno de esos integrantes de esa gran competencia de remo que es la vida y su naturaleza sinuosa. Y esto me lleva a algo macro que hace de The Social Network una anomalía: se mete con un tópico “actual”, “contemporáneo”, y le remueve las comillas para volverlo atemporal. ¿Cuántas películas pueden trascender tomando algo relativamente novedoso como Facebook porque tienen la vista en otro lado? Pocas. Quizás porque nunca se trató de Facebook. Quizás porque en esa competencia de remo de los hermanos Winklevoss están las respuestas acerca de todas las pequeñas carreras que uno entabla todos los días. Quizás porque de la exultante necesidad de afirmar “I’m CEO, Bitch!” somos pocos los que permanecemos ajenos; y quizás porque con la frase “The Internet is not written in pencil, is written in ink” la película se está definiendo a sí misma y a su irrefutable perdurabilidad. 

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 ► [ESCENA] La increíble y metafórica secuencia de la competencia de remo de The Social Network:

The Social Network Rowing Scene from jeong jj on Vimeo.

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 ► [COMPILADO] Lo que el 2000 nos dejó:

the films of the 2000s from Paul Proulx & Jessica Sargent on Vimeo.

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► [GALERÍA] Las mejores películas del 2000 según sus aportes (galería acotada, pero representativa):

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¡Buen miércoles para toda la muchachada! A pedido del público, retomamos la sección POR FAVOR REBOBINAR con una única consigna: ¿cuáles son, a su criterio, las mejores películas del 2000 al 2010? ¡Espero sus comentarios así retomamos las galerías y utilizo sus aportes para incorporar a la base de datos! Los leo, que tengan un gran día y nos vemos mañana con un polémico Deathmatch 😛

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La última vez hablamos sobre… LAS MEJORES PELÍCULAS DE LA DÉCADA DEL 50

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Yo elijo estar acá

“Believe me when I say that I wouldn’t have it any other way”

“It’s gonna hurt. It’s gonna hurt because it matters”. A diferencia de otros sentimientos, uno no busca el dolor adrede, no lo persigue, no lo incentiva. Quizás por eso el dolor nos deja en un estado de familiar comodidad. A veces es más sencillo ponerse en el rol de víctima que hacerse cargo, porque hacerse cargo nos demanda un trabajo mayor. Nos demanda lidiar con otro sentimiento aún menos placentero y aún más complejo (el miedo) y nos obliga a responder el frecuente interrogante de “¿por qué me pasa esto?” con otra pregunta: “¿Por qué no?”. Sin embargo, el dolor no se encuentra tan distanciado de la felicidad como parece. Ambos llegan como de súbito, ambos nos someten y ambos nos vuelven más dificultosa la tarea de concentrarse en algo que no sea o bien la excitación o bien la desazón. Por eso me gusta mucho la frase que escribe Matt Berninger en “Pink Rabbits”: “I didn’t ask for this pain, it just came over me”. Se trata de una afirmación por demás ilustrativa, casi que uno se puede imaginar al dolor como una ola que te pasa por encima. “It wasn’t like a rain, it was more like a sea” también escribe y pienso que es verdad. El dolor busca tumbarte. Eso no lo hace la lluvia. Eso solo lo puede hacer la corriente, la misma que, como vimos hace poco, arrastraba a Adéle cuando las gotas en otra de sus formas (en forma de llanto) la empujaban de un lado a otro, sin dejarla plantada, segura, entera, en ninguna parte. Adéle a la deriva. ¿Pero qué hay con esa frase de The Fault in Our Stars que dejé al comienzo? Sí, la ola nos sobrepasa, nos hace pendular, nos mueve a su antojo. Pero el movimiento lo sentimos, el pendular lo sentimos, lo sentimos todo. Todo el peso encima. Lo que ocurre es que cuesta verlo. Al estar debajo del agua, de las lágrimas, de las gotas, de la lluvia, de todo aquello que empapa y enfría, pensamos que la tristeza es lo único que importa. Pero no. Si el dolor se instaló es porque hay otra cosa que siempre importó más. “I literally feel nothing. Like, maybe I’m numb but I don’t even feel numb, I feel nothing” dice Hannah Horvath en uno de los últimos episodios de Girls apropiadamente titulado “Dead Inside”. Entonces, ¿quién querría eso? ¿Acaso no es más atractiva la alternativa de hacer concesiones con el dolor? Si yo siento tanto, la caída será igual de profunda. Si me preservo, probablemente esa caída se amortigüe. De cualquier manera o bajo un golpe más o menos certero, la caída es siempre inevitable. “That’s the thing about pain” dice Augustus Waters en la novela de John Green: “it demands to be felt”.

“I’m exhausted, i’m exhausted, there’s never been a cloud in the sky for you; without this what will I do?”

Para la consigna que les propongo hoy pensé en dos personajes literarios llevados a la pantalla grande. Craig de It’s Kind of a Funny Story y Hazel de The Fault in Our Stars (a estrenarse este año). Curiosamente, tanto Ned Vizzini como John Green basaron sus creaciones en experiencias personales. Craig es el álter ego de Vizzini y Hazel, el de Esther, una amiga de Green que murió de cáncer. Puede que la asociación de hoy la haya formulado por el estado con el que ambos conviven. Craig con depresión y Hazel con cáncer. Puede que la asociación la haya formulado, también, porque son dos prototipos de personajes Young Adult. Sin embargo, no es por eso que aparecen juntos en este post. Me gusta cómo ambos se dan a conocer en el primer párrafo de los respectivos libros que los contienen. Lo de Craig es más duro (y mucho más si uno piensa en la decisión de Vizzini de acabar con su vida hace unos meses) pero igual de elocuente: “It’s so hard to talk when you want to kill yourself. That’s above and beyond everything else, and it’s not a mental complaint, it’s a physical thing, like it’s physically hard to open your mouth and make the words come out”. Craig es directo y Craig es, como se revelará a lo largo de todo su relato, bien pragmático. Se conoce mejor que nadie y sabe cuándo va a recaer y cuando va a sentirse más conectado. Tanto así que le pone nombre a las sensaciones. Y a esa ola a la que me refería más arriba la apoda “the shift”, algo así como el proceso en el cual estás por ser tumbado y te estás dando cuenta pero tu cuerpo no te obedece y no te podés correr de lugar. Hazel, en cambio, es más irónica en su introducción: “Late in the winter of my seventeenth birthday, my mother decided I was depressed, presumably bacause I rarely left the house, spent quite a lot of time in bed, read the same book over and over, ate infrequently, and devoted quite a bit of my abundance free time to thinking about dead”. Hazel también se conoce y Hazel tampoco se resguarda.

Ambos hablan de sí mismos porque no hay otra manera de enfrentar las cicatrices y ambos parecen estar continuamente haciendo una distinción entre quienes están “dañados” y no lo ven y quienes se autodefinen de ese modo y lo dejan al descubierto, con el corazón en la mano, porque el costo de aparentar una perfección es lo que los conduce a la explosión casi instantánea. Asimismo, en ambas historias sobrevuela algo que no puedo definir de otra manera que no sea con la palabra ruido. Es la concepción de ruido la que cambia. Por ejemplo, el ruido para mí es cuando quiero escribir y no me sale nada cohesivo o cuando alguien de mi familia se enferma y yo me obnubilo y pienso que me va a pasar la ola por encima. El ruido para Craig no es la depresión. La depresión es la forma con la que él puede lidiar con todo lo demás (las amistades superficiales, la insatisfacción, etc.): “some people get drunk, some people do drugs, some people get depressed. Because there’s so much stuff out there that you have to do something to deal with it”. El ruido para Hazel, en cambio, sí es la depresión, ya que toma ese estado como una consecuencia del resultado que puede depararle la enfermedad: “depression is not a side effect of cancer, depression is a side effect of dying”. Lo que me atrae de la manera en la que se emparentan ambos personajes es que tanto en uno como en el otro relucen las conexiones con un brillo único. Lo que hablamos siempre por acá del individuo como rompecabezas a medio armar (cuando no se relaciona con otro), Craig lo vislumbra al dibujar mapas, incluso el mapa de su propia cabeza, hecho mediante el cual aprende a trazar, unir, asociar, mirar a gran escala. Lo mismo sucede con Hazel y su percepción de las estrellas, de cómo sus pensamientos no pueden ser unidos en constelaciones. Como si nada tuviera sentido si no hay una irrupción. Afortunadamente, la irrupción llega.

Los primeros capítulos de It’s Kind of a Funny Story y The Fault in Our Stars

Noelle y Augustus no son meros interesantes románticos de Craig y Hazel. Tampoco son meros reflejos. Son la inspiración que los lleva a tomar decisiones. Está bien, sí, elegir es un acto estrictamente personal. ¿Lo es? Quizás el decir “yo elijo esto” y llevarlo a cabo, pero el camino previo se asemeja más a una empresa conjunta. No hablo solo de recibir consejos que ayuden a decidir. Hablo de que alguien nos despierte para elegir dar un paso. Hazel comienza su historia hablando sobre An Imperial Affliction, su novela favorita, y nuevamente aborda las conexiones: “sometimes you read a book and it fills you with this weird evangelical zeal, and you become convinced that the shattered world will never be put back together unless and until all living humans read the book”. Es ése libro el que la hace sentir menos sola, en esencia porque explicita todo lo que ella sobreanaliza. Con Craig y los mapas pasa lo mismo, son el desafío que lo mantiene menos pavoroso ante la idea de estar despierto. Porque él anhela dormir, porque es el único momento en el que no piensa: “I didn’t want to wake up. I was having a much better time asleep. And that’s really sad. It was almost like a reverse nightmare, like when you wake up from a nightmare you’re so relieved. I woke up into a nightmare”. La aparición de Noelle y Augustus no sólo los conecta con la pulsión por sentir (sentir un viaje, sentir un beso, sentir una canción) sino con la pulsión por elegir. Augustus asegura que uno no elige ser lastimado, pero sí elige al que ocasiona ese dolor. No peyorativamente sino por lo que escribí al principio. Amor rima con pavor. Amor rima con dolor. Una cosa retroalimenta la otra. “I like my choices” dice él, pensando en Hazel, sobre el final de la novela. Lo mismo hace Craig. Él habla sobre ese “mejor hacer que pensar y pensar” de un melancólico verso estelar (“my brain doesn’t want to think anymore; all of a sudden it wants to do”) y se regocija en la acción: “Run home. Run home. Run home and enjoy. Enjoy. Take these verbs and enjoy them. You deserve them because you chose them. You chose to stay here. Live. Live. Live. Live”. Me duele pensar que Vizzini elegiría el verbo opuesto, pero si me duele es porque me importa el otro espectro. La alternativa. El estar acá. En el ruido. Buscarle la vuelta para que sintonice distinto. Para que no apabulle. Para que acompañe. Porque no hay un antídoto para esa ola, para las lágrimas, para el dolor. Porque, como le dan a entender a Craig, la vida no se cura: la vida se maneja. 

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► [TRAILER] El esperado adelanto de The Fault in Our Stars:

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► [ESCENA] El gran final de It’s Kind of a Funny Story:

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¡Buen día para todos! La consigna de hoy tiene que ver, sobre todo, con crossovers, es decir, ¿a qué personajes de distintas películas consideran similares y piensan que podrían dialogar en un mismo film? Me gustaría leer sus ideas de cruza de personajes para una nueva historia, como hice yo con Hazel y Craig o de cruza de actores+directores; de más está decir que quienes quieran hablar tanto sobre The Fault in Our Stars (novela y expectativas sobre su adaptación) como sobre It’s Kind of a Funny Story (novela y/o adaptación), también pueden hacerlo; a ver con qué salen en los comentarios, los leo; ¡Que tengan un gran martes!

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