Dolan/Maslany: El arte del riesgo y el riesgo del arte

“…I don’t want to fade away, I want to flame away – I want my death to be an attraction, a spectacle, a mystery. A work of art” – Jennifer Egan (A Visit from the Goon Squad)

“Our love wasn’t ‘safe,’ but it wasn’t dumb”. Esa definición que hace Laurence de su relación con Fred es, como casi todo lo que escribe Xavier Dolan, una frase reveladora de su vínculo con el arte. El realizador canadiense, ese niño genio que a los veinticinco años ya dirigió cinco películas, aborda su oficio no sólo como una herramienta para exponer su visión del mundo (un mundo libre de nomenclaturas, un mundo donde la pasión se desborda en una rabiosa explosión de colores, desordenada y orgiástica) sino como algo que tiene todo el potencial para modificar. Los universos personales se alteran en la medida en que una obra se padezca, en la medida en que la yuxtaposición de un cúmulo de ideas aparentemente incompatibles encuentren una armonía, y en la medida en que esa armonía termine resonando en otros. Con Dolan, la armonía se puede originar a través de los gestos más sencillos (el final de Laurence Anyways, que muestra la génesis de una relación con la rutinaria forma de dar a conocer el nombre, de presentarse ante otra persona) como de los más rutilantes (ese contacto físico de J’ai tué ma mère/Yo maté a mi madre que se nutre del expresionismo abstracto para que el deseo estalle y reverbere). Cualquiera sea la forma que elija dependiendo del contexto, Dolan se apropia de la naturaleza bicéfala del riesgo: “some people will dislike what you do, some will dislike who you are. But let’s hold onto our dreams because together we can change the world and changing the world takes time. Not just politicians and scientists can change it. But artists as well. Everything is possible for those who dare and dream and work”. Hay una palabra clave en su discurso: tiempo. El tiempo es la obsesión de quienes no distinguen el trabajo de la vida, de quienes tienen la fortuna de destinar cada pensamiento a aquello que los enciende. Atreverse. Soñar. Trabajar. La trifecta verbal que elige Dolan como fórmula para cambiar el microcosmos ajeno (y propio) no es tan obvia como parece. El hecho de animarse a concretar un deseo es tan agotador como anómalo. Por eso, cuando uno vislumbra cómo la pasión se apoderó de una obra de arte, es imposible mirar hacia el costado o ser impermeable a lo que hay delante. Quien observa redobla la apuesta. El riesgo de absorber una escena de manera multisensorial puede ser igual de agobiante que la creación de la misma. 

Recientemente, y en esta suerte de frenesí que experimenté con la ya debatida subtrama de Farsantes, lo escuché a Julio Chávez definiendo la expresión artística de una manera similar a la de Dolan. Chávez aseguraba que al haber sido salvado por su trabajo, se sentía impulsado a entregarse a él con toda su energía, preguntándose cómo no iría a ofrecer su vida a aquello que le dio la vida. Me interesa la contradicción de que vivir es fácil pero que encontrar algo por lo que hacerlo es privilegio de unos pocos. Ese interrogante de “¿a qué te dedicás?” no siempre puede ser respondido estando a la altura del verbo central. Dedicarse a algo implica un grado de compromiso tal que uno no busca descansar de eso. Por el contrario, la veta obsesa siempre conquista, domina, gobierna. “Tener una elección de para qué vivir tiene su costo y a mí me gusta pagarlo” también le escuché decir a Chávez, quien nos priva de enumerar las especificidades de ese precio. Aunque ya lo sabemos: someterse a una determinada cosa (léase: actuación, escritura, cine) halla su contrapunto en la necesidad de mantener la llama creativa siempre con vida. Y eso se sufre. Todo esto parecía confluir en el post de hoy, cuando pensaba en cómo la colisión de dos mentes que van hacia un mismo espacio puede provocar un sismo en las existencias de muchos de nosotros (me acordé de Jonny Greenwood haciendo música de la prosa de Murakami) y en los casos hipotéticos que nos gustaría ver concretados. Así llegué a Dolan y así lo asocié a Tatiana Maslany, una experta en resolver los problemas artísticos, una actriz que (al igual que el realizador), observa todos los elementos que tiene a mano para, en su caso, componer a más de siete personajes en una misma serie. Por ejemplo: Maslany arma playlists para cada una de esas mujeres que interpreta y las escucha antes del momento mismo de filmar. Es por eso que me gustaría verlos a Dolan y a Maslany colaborar, solucionando acertijos a la par, dándoles complejidad a los roles femeninos y tomando al arte como un medio para alcanzar una sensibilidad tan extraordinaria como sofocante (porque estas cualidades me parecen cada vez más indisolubles). Ya se lo había dicho Laurence a Fred: “we flew so high… I won’t come down”. La respuesta de ella bien podría representar a todos aquellos que hacen de su oficio su vida: “then…stay up there”.

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► [DOLAN] Un genial montaje de su filmografía:

focus: Xavier Dolan from S.Thomas on Vimeo.

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► [MASLANY] Tatiana se entrevista a sí misma:

Tatiana Maslany interviews Tatiana Maslany from guessWho on Vimeo.

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► [LISTA DE REPRODUCCIÓN] Una playlist improvisada con 30 canciones que escuchamos mientras trabajamos; ¡just push play!:

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¡BUEN MARTES PARA TODOS! Hoy la consigna es la siguinte: ¿a qué artistas del cine que admiran les gustaría ver trabajando juntos? Pueden ser dos actores, un actor bajo las órdenes de un realizador, dos realizadores colaborando para una misma película, un guionista con un director, etc., etc., etc.; la idea es que dejen sus fórmulas ideales/soñadas…quizás algún día se concreten; por otro lado, y en relación al post de hoy, me gustaría saber si sus pasiones coinciden con el trabajo que hacen todos los días y si no es ese el caso, si aspiran a que eventualmente lo que estudiaron pueda ser análogo a sus presentes profesionales; como siempre, los leo; ¡nos reencontramos mañana muchachada!

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Maleficent: Jugando a ser mala

Hoy en Cinescalas escribe: Jessica Taranto

*Atención: se revelan algunos detalles del argumento

Angelina Jolie como Maléfica. Esas palabras provocaron en mí muchas sensaciones diferentes. Intriga, curiosidad, miedo, fascinación. La idea de verla como una de las villanas más atractivas del cine no era algo insignificante. Y cuando por fin salieron las primeras imágenes, me llené de expectativas. Es que – y no hablo sólo por mi conocido fanatismo hacia esta mujer – , estoy segura de que pocas personas podrían meterse en la piel de este personaje como ella lo hizo. El problema fue otro. Hay una sola escena en la que veo a Maléfica, a la verdadera. Pero la veo tan real, tan de carne y hueso, aquella que forma parte de mi infancia y lo sigue siendo de mi vida, que todavía es esa escena la que me hace cuestionar cuánto me gustó la película. Cuando salí de verla no sabía. Mejor dicho, creo que sí sabía pero no quería reconocerlo. No quería decir que no me gustó, que era mala, no me lo podía creer, no podía ser así. No, si en algún momento supe ver a Maléfica. No obstante, una película no es sólo esos cinco o diez minutos. Son casi dos horas. Dos horas en las que vemos a otro personaje, uno que se llama igual y que tiene ciertas características físicas, pero nada más. Acá ni siquiera es una bruja, es un hada. Un hada al que le arrebataron las alas y le rompieron el corazón. Cuando vi por primera vez el trailer, como me suele pasar con varias películas que generan en mí mucha ansiedad, intenté imaginar qué podía pasar, por dónde podía ir esta historia. Y era muy diferente a lo que vi. Incluso recuerdo que se me cruzó por la cabeza que sus alas habrían sido mutiladas como castigo por algo horrible que una persona malvada como Maléfica podría haber hecho. Nada más alejado. Y la idea de que este personaje se tornara “malo” porque un hombre le rompió el corazón tampoco me gustaba, pero podría haberlo perdonado si no fuera porque Maléfica es buena, acá es siempre buena, sólo se muestra mala en aquella escena que mencioné y que me sigue fascinando.

Ni siquiera tengo intenciones de comparar punto por punto esta película con la que data de 1959, porque sería peor aún. Sería hablar de una Aurora que a diferencia de la otra, acá tiene más protagonismo pero menos gracia (aunque a favor de Elle Fanning, su apariencia de joven princesa de dieciséis años era más adecuada), unas hadas que no tienen nada del protagonismo anterior (al fin y al cabo, en la versión animada son las que mueven la historia) y son de los personajes peor escritos en este guión, que aparecen cuando quieren y cuando no, se las olvida (¿acaso nadie se acordó que la tercer hadita –Juno Temple – nunca le dio su bendición tras ser interrumpida por Maléfica?), un príncipe con menos onda en una escena todavía menos agraciada que no provoca nada y un cuervo que se convierte en hombre y pasa a ser el fiel compañero de Maléfica que como acá no es mala, es puesta con un villano, un actor al que le hubiera puesto fichas (Sharlto Copley), pero acá es simplemente insoportable y no tiene el peso suficiente. Por eso, mejor dejar de compararlas.

Creo que el motivo principal por el que esta película me duele es porque estoy segura de que si alguien se hubiera arriesgado a crearle una historia a la villana de 1959, a la real, podría haber sido un producto más interesante. Yo quería una villana que me fascinara, no una heroína que juega a ser mala un ratito para ablandarse rápidamente. Pero no es difícil suponer por qué Angelina decidió hacer esta película. Es obvio que lo hizo para sus hijos y, contradiciéndome, eso me hace quererla más. Porque, sobre todo en la escena que justamente protagoniza junto a su hija verdadera –que acá interpreta a una de las jóvenes Aurora-, no parece que estuviera actuando. Y por último, desde el trailer me prometen una versión hermosa de “Once Upon A Dream” (interpretada por Lana Del Rey, artista a la que Angelina Jolie eligió personalmente), aquella que en la película clásica suena hasta que no te la podés sacar de la cabeza después de verla, acá sólo suena en los créditos finales, desentonando completamente y sin permitirme siquiera la chance de poder asociarla a alguna escena de manera memorable. Y así me encuentro. Queriendo amarla a Angelina por ser Maléfica, pero al final amándola por ser ella misma.

Por Jessica Taranto

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► [TRAILER] Algunas imágenes de Maleficent:

Disney Maleficent | HD Trailer #3 from Disney on Vimeo.

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► [DE YAPA] “Once Upon A Dream” en la voz de Lana Del Rey:

Lana Del Rey - Once Upon A Dream (From "Maleficent") from themusicishere on Vimeo.

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¡BUEN COMIENZO DE SEMANA PARA TODA LA MUCHACHADA! Arranca una nueva semana del blog con un debate sobre Maléfica: 1. ¿Vieron la película de Robert Stromberg? ¿Qué les pareció? ¿Coinciden con la opinión vertida por Jessi? 2. ¿Qué piensan de Angelina Jolie como actriz y qué papeles de ella rescatarían hoy? 3. ¿Cuáles son sus películas de fantasía y/o aventura favoritas? Espero sus comentarios y nos reencontramos mañana; ¡que tengan todos un gran lunes!

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—> La última vez escribió José Tripodero sobre… LAS FOTOS FIJAS MÁS FAMOSAS DEL CINE

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Problemas con WordPress

Muchachada, WordPress anduvo toda la tarde empecinado en no dejarme subir fotos para el post sobre Maleficent que escribió Jessi para arrancar la semana. Sólo me está dejando publicar texto. Avisaba por si esta noche sigo sin poder publicar y no ven el blog actualizado. Seguiré intentando hasta mañana. Gracias por la paciencia. Saludos para todos.

Composición: Tema libre (octava entrega)

¡Buen jueves para todos! Como ya lo habíamos charlado, para poder dedicarme algunos días por semana a la edición del documental, necesito al menos los viernes libres. Por lo tanto, en los próximos meses las semanas del blog van a concluir con un post abierto. En este caso, lo adelanté al jueves porque hoy no pude trabajar (malditos problemas de conexión a Internet). Pueden debatir sobre las películas que vieron últimamente, sobre series, sobre música, sobre lo que quieran. Desde ya, gracias por la compañía y el aguante en este proceso que implica, nada más y nada menos, que concluir una película. Nuestra película. A divagar, entonces. Los veo el lunes y no se olviden de este pedido. Que tengan un excelente fin de semana. 

Quisiera poder borrarte de mi mente

“Quisiera yo poder borrarte totalmente de mi mente, para poder volver a verte por primera vez”Miranda!

Reviendo algunos momentos de Unfaithful para el post de hoy, advertí que por sobre cualquier otro aspecto, por sobre cualquier vicio de Adrian Lyne y su persistencia en contar la misma historia bajo diferentes ángulos, se impone una temática en particular: todas las formas que persiguen los individuos para poder entender. Mejor dicho: para poder entenderse. Por ejemplo, yo para entenderme escribo. Comprendo, aprehendo, proceso mejor las cosas cuando las pongo por escrito. Sin embargo, a pesar de ese ejercicio diario, nunca voy a poder acabar con esa tarea o ponerle punto final. Hay instantes en los que, sencillamente, uno no alcanza a discernir qué sucede dentro. Quizás por eso elegí esa secuencia del film en la que Connie (Diane Lane, tan brillante y subvalorada como siempre) viaja en tren luego de engañar a su marido por primera vez. En su rostro se confunden la excitación con la culpa, la sonrisa que se asoma luego del fruncir de labios con la mirada dirigida tanto hacia ese instante vivido como hacia lo que el futuro le traerá. Unfaithful no me parece una película notable ni mucho menos – como escribí más arriba, es Lyne repitiendo su fórmula e inspirado por Chabrol – y, a pesar de esto, así como Connie no olvida las marcas de Paul, yo tampoco puedo olvidarme de esa secuencia, porque esa secuencia habla de algo que resuena en mí. Habla de esa naturaleza contradictoria de la que no podemos (¿y no queremos?) prescindir completamente. 

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► [TRAILER] Algunas imágenes de Diane Lane en Unfaithful:

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¡BUEN MIÉRCOLES PARA TODOS! Hoy la consigna es que mencionemos esas imágenes/secuencias imborrables de películas y los motivos por los cuales siguen siendo memorables para nosotros (deslumbramiento, perturbación, fascinación, repulsión), incluso aquellas que forman parte de films menores; como siempre, los leo y, como siempre, los veo mañana en un nuevo Deathmatch; ¡que tengan un buen día, muchachada!

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