
Hoy en Cinescalas escribe: Tais Gadea Lara*
*Atención: se revelan algunos detalles del argumento
Comienza el ataque.
Se escucha un estruendo.
Aves de todo tipo asustadas emprenden rápidamente el vuelo.
Un ciervo tiene el instinto de que algo va a pasar.
Otro estruendo.
El ciervo cambia la dirección de su mirada hacia el origen del ataque.
Otro estruendo, que parece más cercano.
Los guardaparques toman firmes sus armas para defender no solo su territorio sino también el de los últimos gorilas de montaña que quedan en todo el mundo.
Y allí están ellos, los gorilas. Con ojos llorosos, indefensos, solo buscando el abrazo de su familia (humana y animal) deseando que esos minutos de ataque que parecen eternos en el Congo lleguen a un fin pacífico.
Por un segundo, sentada en la butaca, pareciera la escena perfectamente pensada por un director hollywoodense para su película bélica. Por un segundo, volvés a tomar conciencia de que sí, lo que estás viendo es un documental. No hay actores, no hay efectos especiales, no hay robots que simulan ser animales. Las bombas son bombas, los ataques son ataques, los animales miedosos saben que pueden ser sus últimos minutos de vida, la sangre no es maquillaje y el dolor de las familias por perder su hogar, pero también la propia libertad democrática, es un sentimiento más verdadero que nunca. Lejos de lo que podría ser la mejor escena de una película de ciencia ficción, esta es la realidad. Esto es Virunga. Nominada a los próximos premios Oscar como mejor documental, la ópera prima del inglés Orlando Von Einsiedel invita al espectador a emprender un viaje rumbo al corazón del Parque Nacional Virunga, el hábitat de los últimos gorilas de montaña de todo el mundo. En ese viaje por uno de los lugares naturales más bellos del planeta, el espectador será testigo de una minuciosa investigación que revelará el modus operandi de una empresa dispuesta a todo, incluso a reanudar conflictos bélicos en mayo de 2012 y hacer negocios con grupos rebeldes, para invadir el parque y explotar el petróleo que yace en sus profundidades.
Cuando Von Einsiedel llegó a Rumangabo para comenzar las grabaciones, se encontró con Melanie Gouby, una joven periodista francesa que realiza coberturas en el este y centro de África, y que venía investigando de cerca los “raros” movimientos de la compañía SOCO International en la región y, en especial, sus intenciones en el parque nacional de la República Democrática del Congo. “Comencé a investigar a SOCO por mi cuenta. Estaba viviendo en el Congo desde hace un año y estaba interesada en el parque, que es una institución importante aquí en el Congo y sabía acerca de su explotación. Apenas unos meses después de que empecé a investigar, conocí a Orlando y hablamos sobre trabajar juntos. Él ya sabía sobre SOCO y lo quería documentar en su trabajo”, me cuenta Melanie siendo las diez de la mañana en Buenos Aires y las cinco de la tarde en Nairobi (Kenia).
El interés de un director por mostrar a través de la pantalla una problemática actual y el valioso trabajo de una periodista por dar a conocer aquellas noticias de las cuales pocos quieren que se hable, fue la combinación perfecta para hacer de Virunga uno de los mejores documentales de los últimos tiempos. ¿El motivo? Luego de trabajar en varios cortos, Von Einsiedel logró realizar un largometraje que cumple de manera extraordinaria con las características que definen al género documental. Presencia en el lugar de los hechos, investigación a cargo de periodistas especializados, acceso a los diferentes actores involucrados, revelación de una realidad que quizás muchos desconocían (o preferían hacerlo) y que el mundo necesitaba se diera a conocer. Pero lo que hace aún más destacado a Virunga es que esa presencia, esa investigación, ese acceso a las fuentes, esa revelación se hace por todas las vías posibles con tal de llegar al objetivo, mientras se conoce que, en cierto punto, se está jugando con fuego. Casi con el mismo fuego con el que la compañía británica de explotación y producción de petróleo juega al hacer negocios con el grupo rebelde M23 para tener acceso, por vía bélica, al parque nacional.

Melany Gouby
Las cámaras ocultas con representantes de la compañía, del gobierno y de M23 generan una constante expectativa y suspenso en el espectador, al mismo tiempo que lo involucran como testigo de aquello que se cuenta. Diálogos, confesiones, testimonios que, por momentos, uno desearía formaran parte de un guión y no que haya personas en el mundo que aún sigan pensando así en el siglo XXI. Y allí está ella, en la noche del Congo, con cámara oculta bajo su camisa, para desentramar los negociados de una compañía que solo busca maximizar sus fines económicos en detrimento de los gorilas, la naturaleza, de la propia vida humana de los ciudadanos locales. “Todo el riesgo que tomé fue muy calculado. Siempre me encontré con ellos en lugares que yo podía controlar. Por eso nos reunimos en un restaurante en Goma donde yo conocía al dueño y al camarero, así que si algo iba mal, la gente saldría de mi lado”, asegura Melanie y destaca las características de su trabajo: “Cuando estás haciendo este tipo de trabajo, cuando estás investigando a este tipo de niveles, siempre estás tomando riesgos. Soy consciente de que la película muestra mi trabajo como realmente aterrador y peligroso. Pero para mí, no se sintió tan peligroso. Creo que es fácil de decir porque es mi trabajo”.

Virunga no solo cumple con las características del género sino que además es una verdadera expresión de lo que el cine ambiental significa. Lejos de quienes creen que la cuestión ambiental es “cosa de hippies” o solo significa “reciclar algo de residuos”, el documental demuestra que las tres aristas de la sustentabilidad (económica, social y ambiental) son anillos entrelazados que están en permanente relación, pero también en constante conflicto. El parque es víctima de las milicias armadas, los cazadores furtivos y las corporaciones que quieren aprovecharse de los recursos naturales de la región. El hallazgo de petróleo bajo el parque nacional despertó las mayores tentaciones de aumentar las ventas de una compañía en un territorio que ha sido declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, pero también como patrimonio en peligro. Allí la zoóloga Dian Fossey realizó sus exploraciones de los primates en los ´60, e incluso allí mismo perdió la vida en manos de los traficantes ilegales que denunciaba. Allí viven cerca de 200 gorilas de montaña de los 800 que se estima aún existen en todo el mundo. Allí perdura una de las mayores riquezas ecológicas del planeta. Allí hoy SOCO continúa realizando sus tareas de exploración. Allí hoy Emmanuel de Mérode, un príncipe belga que dirige el parque y sus guardaparques, continúan defendiendo los derechos de Virunga.
Quizás sin pensarlo, quizás con esa intención, Von Einsiedel plantea un doble juego de paralelismos y contraposiciones para dar cuenta de la problemática. Las emociones que el documental despierta en el espectador responden a ese constante vínculo que pareciera existir entre el ser humano y los gorilas. Una canción, un homenaje, un ritual que se utiliza de la misma manera para despedir a uno de los ya 180 guardaparques que fueron asesinados protegiendo a los animales, que a los gorilas, masacrados por rebeldes con la intención de que “sin gorilas, ¿a quién le interesaría cuidar el parque?”. Unos y otros, humanos y gorilas, sufren la desidia y la violencia que caracterizó al hombre. Unos y otros tienen en sus manos mutiladas el recuerdo de las etapas más atroces de la historia o de una “aparente superioridad humana”. Unos y otros quedan huérfanos como consecuencia de problemas políticos e intereses económicos, y ambos solo necesitan una cosa: el amor, la compañía, la familia.

Al mismo tiempo que, directa o indirectamente, uno puede apreciar ese paralelismo, el filme nos subraya una distinción relevante: si hay algo que ha diferenciado al hombre del resto de los animales fue en haber sido el único ser que, hasta el día de hoy, está destruyendo el único planeta que tiene para vivir. Los imponentes travelling que sobrevuelan uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo, los primerísimos primeros planos de esos ojos con esperanza de los gorilas, el simple y mágico sonido de la naturaleza en su amanecer se contraponen con las cámaras en mano acompañando a los periodistas en su huida de la zona de combate, las cámaras ocultas con poca calidad visual, pero con increíble contenido investigativo que revela la corrupción a todo nivel, y esos temerosos estruendos de un conflicto armado que pareciera ser eterno en el Congo. Luego de la hora y media de proyección, esa eternidad del combate pareciera trasladarse al espectador en un silencio reflexivo, en un repreguntarse qué es lo que está ocurriendo del otro lado del mundo, pero qué es lo que también puede ocurrir a la vuelta de tu casa. Virunga es apenas la revelación de una problemática ambiental, social y política que muchos preferirían ocultar y que, sin embargo, hoy encuentra en una disputa entre abogados, una instancia judicial para seguir defendiendo los derechos de un Patrimonio de la Humanidad versus los intereses de quienes solo prefieren los billetes y la guerra a costa de vidas humanas y animales.
La repercusión o “incomodidad” del filme fue tal que el propio actor y reconocido por su compromiso con la actividad ambiental, Leonardo DiCaprio, se incorporó al proyecto como productor ejecutivo para que pueda llegar al mundo entero a través de Netflix, para que todos pudieran tomar conciencia de lo que estaba ocurriendo allí en el parque más antiguo de África. Pero que aún sigue ocurriendo. De Merode fue herido de bala en una emboscada el 16 de abril de 2014; Melanie no recibió ningún tipo de represalia por parte de la compañía, pero aún asegura “que está buscando un medio donde poder publicar más sobre su investigación”; los guardaparques continúan firme a su causa; los gorilas nos siguen enseñando que lo único que en verdad importa es la vida y su lucha por seguir reproduciéndose para no caer en la extinción.

“Cuando se llega a una instancia como los Oscar, tu público se expande masivamente. Eso es increíble para el documental y para el parque también. Eso significa que tantas personas lo estarán mirando y serán conscientes de lo que está ocurriendo allí”, opina Melanie sobre la nominación del documental a los premios de la Academia. Corrupción, investigación, conservación, suspenso y esperanza son los protagonistas de un documental que nos invita a repensar cuál es nuestro rol y responsabilidad en el mundo; cómo por más jóvenes que seamos (26 años quien les habla y 28 quien investigó la problemática) algo podemos hacer; cómo desde el rol que tengamos (como director de un documental, como periodista que investiga, como guardaparque que protege o simplemente le da esperanza y amor a un gorila bebé huérfano que lo perdió todo) algo podemos hacer para “reconstruir” un país, un parque, una realidad. Las palabras de Melanie, desde el otro lado del mundo, nos acercan en principios, valores y objetivos: “Lo que está ocurriendo en el parque es un reflejo de lo que está ocurriendo en el mundo. Esta generación tiene la responsabilidad de no hacer lo que hicieron los mayores y de darse cuenta que la forma en la que vivimos nuestro estilo de vida, la forma en la que consumimos y el modo en que estamos destruyendo nuestro planeta tiene un impacto no solo en los animales sino también en las personas. La gente está hablando de cambio climático y eso es muy importante para tomar conciencia de que tenemos una oportunidad; nuestra generación, en especial. Porque somos jóvenes, pero no tan jóvenes como para tomar la responsabilidad. Tenemos que hacer eso, tenemos que asumir la responsabilidad frente al cambio climático. Tenemos que preguntarnos cómo vivimos todos los días de acuerdo con la visión del mundo que queremos”.
Por Tais Gadea Lara
*Tais es periodista especializada en medioambiente, ganadora del Premio ADEPA al Periodismo 2014 en la categoría Ecología y Medio Ambiente. Es Climate Reality Leader, entrenada por el ex vicepresidente y activista ambiental Al Gore. Es editora de la revista Ecomanía y del blog de Sustentator. Escribe en distintos medios nacionales sobre sustentabilidad, medioambiente, consumo responsable y alimentación, como las revistas Cosmopolitan y Pymes, y los diarios La Razón y La Nación. Además, es co-conductora del programa radial Ser Sustentable de Radio Palermo y edita anualmente la revista Conecta, del Festival de Cine Ambiental Green Film Fest. Hoy es consultada por medios nacionales e internacionales sobre temas de concientización ambiental.
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* Please note that some plot details are revealed
The attack begins.
A rumbling is heard.
Frightened birds of all kinds quickly take flight.
A deer has the instinct that something will happen.
Another rumbling.
The deer changes the direction of his gaze toward the source of the attack.
Another rumbling, which seems closer.
Rangers take determined their weapons to defend not only their territory but also the one of the last remaining mountain gorillas worldwide.
And there they are, the gorillas. With tearful eyes, helpless, just looking for the embrace of their (human and animal) family, wishing that those minutes of attack that seem eternal in Congo reach a peaceful end.
For a second, sitting in the theatre seat, the scene seems perfectly designed by a Hollywood director for his war movie. For a second, you come to realize that yes, what you´re watching is a documentary. No actors, no special effects, no robots that simulate animals. The bombs are bombs, attacks are attacks, fearful animals know that those are maybe their last minutes of life, blood is not make-up and the pain of the families for losing their homes, but also the democratic freedom itself, is a feeling more true than ever. Far from what could be the best scene from a science fiction movie, this is reality. This is Virunga. Nominated for the next Oscars for best documentary, the debut of the English Orlando von Einsiedel invites spectators to take a journey to the heart of the Virunga National Park, the habitat of the last mountain gorillas worldwide. On that trip through one of the most beautiful natural places on the planet, the spectator will be a witness of a thorough investigation that will reveal the modus operandi of a company willing to everything, including restart a war in May 2012 and doing business with rebel groups, to invade the park and exploit the oil that lies in its depths.
When von Einsiedel reached Rumangabo to start the recordings, he met Melanie Gouby, a young French journalist who works in eastern and central Africa, and who had been investigating closely the “rare” movements of the company SOCO International in the region and, especially, its intentions in the national park in the Democratic Republic of Congo. “I´ve started investigating SOCO on my own. I´d been living in Congo for a year and I was interesting on the park, which is a major institution here in Congo and I knew about its exploitation. Just some months after I started investigating, I met Orlando and we discussed working together. He already knew about SOCO and he wanted to document that on his job”, tell me Melanie at 10am in Buenos Aires and 5pm in Nairobi (Kenya).

Melanie and all the team behind Virunga
The interest of a director to show through the screen a current problem and the valuable work of a journalist to release the news that few want to talk about, was the perfect combination to make Virunga one of the best documentaries of recent times. The reason? After working in several short films, Von Einsiedel managed to make a feature film that meets dramatically with the characteristics that define the documentary genre. Presence on the scene, investigation by specialized journalists, access to the different actors involved, disclosure of a reality that many may not know (or chose to do so) and that the world needed was unveiled. But what makes Virunga even more prominent is that that presence, that research, that access to sources, that revelation are done by all possible means in order to reach the goal, while it is known that, at some point, is done by playing with fire. Almost the same fire with which the British company of exploration and production of oil plays doing business with the M23 rebel group to access, via war, the national park.
Hidden cameras with company, government and M23 representatives generate a constant expectation and suspense in the spectator, while engaged in as a witness of what is showing. Dialogues, confessions, testimonies that, at times, one should like that they were part of a script and not that there are people in the world in the XXI century that still think so. And there she is, in the night of Congo, with hidden camera under her shirt, to unravel the negotiations of a company that only seeks to maximize its economic goals at the expense of gorillas, nature, and of the own life of local citizens. “All the risk that I took was very calculated. I´ve always met them in environments that I could control. That it´s why we met at a restaurant in Goma where I knew the owner and the waitress, so if something was going wrong, people would be on my side”, claims Melanie and highlights the characteristics of her work: “When you are doing this sort of work, when you are investigating that sort of levels, you always take risk. I appreciate that the film makes look my work really scary and dangerous. But for me, it didn´t feel that dangerous. I think it is easy to say that because it´s my work”.

Virunga does not only meet the characteristics of the genre but is also a true expression of what environmental cinema means. Far from those who believe that the environmental issue is “a thing of hippies” or just means “recycling something of waste”, the documentary shows that the three edges of the sustainability (economic, social and environmental) are intertwined rings that are in constant contact, but also in constant conflict. The park is a victim of armed militias, poachers and corporations who want to exploit the natural resources of the region. The discovery of oil in the national park aroused the greatest temptations of a company to increase its sales in a territory that has been declared by the UNESCO as a World Heritage Site, but also as endangered heritage. There the zoologist Dian Fossey conducted his explorations of primates in the 60s, and even there she died in the hands of illegal traffickers that she had denounced. There live about 200 mountain gorillas of the estimated 800 still exist worldwide. There remains a major ecological wealth of the planet. There today SOCO continues its exploration activities. There Emmanuel de Mérode, a Belgian prince who runs the park, and rangers continue defending the rights of Virunga.
Perhaps without thinking, perhaps with that intention, Von Einsiedel poses a double set of parallels and contrasts to talk about the problem. The emotions that the documentary awakes in the spectator respond to the constant link that seems to exist between humans and gorillas. A song, a tribute, a ritual that is used in the same way to dismiss one of the 180 rangers that were killed protecting animals, and to gorillas, massacred by rebels with the intention that “with no gorillas, who would be interested in taking care of the park?”. Both, humans and gorillas suffer the neglect and violence that characterized the man. Both have in their mutilated hands the memory of the most egregious stages of history or an “apparent human superiority”. Both are orphaned as a result of political problems and economic interests, and they only need one thing: love, companionship, family.

At the same time that, directly or indirectly, one can see that parallelism, the film emphasizes an important distinction: if something has distinguished man from other animals was to have been the only being that until today it is destroying the only planet he has to live. Stunning travelling flying over one of the places with more biodiversity in the world, close-ups of those gorillas´ eyes with hope, the simple and magical sounds of nature at its dawn are contrasted with cameras in hand accompanying journalists in their flight from the battle zone, hidden cameras with little visual quality but amazing investigative content that reveals corruption at all levels, and those fearful rumblings of an armed conflict that seems to be eternal in the Congo. After the hour and a half projection, it seems that eternity combat moves to the spectator into a thoughtful silence, in a process of ask himself what is happening across the world, but what can also happen around his home. Virunga is just the disclosure of environmental, social and political problems that many would prefer to hide and yet today is a dispute between lawyers, a judicial body to continue defending the rights of a World Heritage versus the interests of those who only preferred cash and war at the expense of human and animal lives.
The impact or “discomfort” of the film was such that the actor and recognized for its commitment to environmental activity, Leonardo DiCaprio, joined the project as executive producer so that the movie can reach the world through Netflix, so that everyone could become aware of what was happening in the Africa’s oldest park. But it is still happening. De Mérode was shot in an ambush on April 16, 2014; Melanie did not receive any retaliation by the company but still says “she is looking for a media in which she can publish more about her research”; rangers continue determined on their cause; gorillas still teach us that the only thing that really matters is life and his struggle to continue reproduce to avoid falling into extinction.

“When you come to an instance like the Oscars, your audience expands massively. It´s amazing for the documentary and for the Park as well. It´s means that so many people are watching it and be aware of what is happening in the Park”, says Melanie about the documentary nomination to the Academy Awards. Corruption, research, conservation, suspense and hope are the stars of a documentary that invites us to rethink our role and responsibility in the world; how not matter how younger we are (26 years who is talking and 28 who investigated the problem) something we can do; how from the role that we have (as a director of a documentary, a journalist who investigates, a ranger protecting or just giving hope and love to an orphan baby gorilla who lost everything) we can do anything to “rebuild” a country, a park, a reality. Melanie’s words, from the other side of the world, approach us on principles, values and purposes: “What is happening in the park is a reflection of what is happening in the world. This generation has the responsibility of not doing what elders did and realizing that the way we live our lifestyle, how we consume and how we are destroying our planet has an impact not only on animals but also on the people. People are talking about climate change and that it´s very important to realize we have a unique opportunity; our generation, specially. Because we are young, but we are not that young anymore to take the responsibility. We need to do that, we need to take responsibility against climate change. We need to ask ourselves about how we live everyday according to the vision of the world we want”.
By Tais Gadea Lara
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► [TRAILER] El adelanto del documental Virunga:
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► [DE YAPA] Tais les comparte este video sobre el Parque Nacional Virunga para comprender la importancia de defender su protección:
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¡BUEN LUNES PARA TODOS! Para este comienzo de semana, Tais les deja estas dos consignas: 1. Virunga formó parte del Green Film Fest (Festival de Cine Ambiental) el año pasado en Buenos Aires y ahora se puede disfrutar a través de Netflix. ¿Pudieron verla? ¿Qué fue lo que más les impactó del documental? 2. A partir del documental y, mientras escribía este artículo, pensé en cuántas situaciones de la realidad no nos gustan como son y cómo quizás aún no nos damos cuenta de que nosotros podemos ser agentes de cambio de las mismas. Al respecto, les comparto algunos interrogantes: ¿Forman parte de alguna iniciativa para generar un cambio? ¿Les gustaría hacerlo? ¿Cómo creen que el ser humano puede revertir estas situaciones? PD. Muchachada, yo les digo que me parecía pertinente tener esta nota bilingüe, como sucedió con la de Craig Kennedy, iniciativa que me gustaría mantener, mientras se pueda; le agradezco a Tais por su enorme trabajo e investigación para su artículo; nos reencontramos mañana con el post anti-San Valentín de Historias del corazón; ¡buen comienzo de semana para todos! ¡gracias por leer!
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—> La última vez escribió Matías Rodríguez sobre… WHAT IF y LAS COMEDIAS ROMÁNTICAS
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