¿Quién irá al infierno?
Hace un mes estamos obsesionados con Grecia. Ahora, lo impensable ocurrió: ganó en un país europeo un partido que rechaza los ajustes fiscales que impone la UE a cambio de financiamiento. El resultado de Syriza, el partido ganador, fue mejor al esperado, y conseguirá diputados suficientes para tener gobierno propio, o casi propio (en la última proyección, estaba a un diputado de la mayoría absoluta).
Últimamente su joven líder Tsipras se fue moderando, y escribió artículos en el Financial Times diciendo algo como: “bajarle la deuda a Grecia sería una decisión pro-europea, y que defendería a la democracia de peligros como la derecha de Le Pen”. Lindo, pero no veo cómo Europa va a aceptar relajar las condciones a Grecia considerando el efecto que puede tener sobre la política de otros países. Concretamente, por ejemplo: ¿votaría España a favor de una quita a Grecia, cuando el principal partido de oposición en España (Podemos) quiere eso mismo para España, enviando a los electores españoles el mensaje: “Si gana Podemos también nos bajarán la deuda”? ¿Conseguirá Grecia, como plan alternativo, que haya una quita general a países europeos muy endeudados? Lo dudo muchísimo.
En esas condiciones, sin quita de deuda, el euro no puede sobrevivir en Grecia. Si Europa no le da nada a Tsipras, Tsipras no puede darle nada a su electorado más que un hermoso presente griego: el default. Pero si hay default de Grecia a Europa, el Banco Central Europeo no puede seguir financiando a los bancos griegos. Sin financiamiento a los bancos hay una crisis bancaria. Y una crisis bancaria en Grecia es el fin del euro en Grecia.
¿Estaré siendo muy argentino? ¿Estaré razonando demasiado influido por la experiencia nuestra de 2001? Es posible. Siguiendo con ese vicio: será mejor que Tsipras vaya elaborando un plan B para una salida ordenada del euro. Económicamente salir del euro puede ser negocio para Grecia, salvo que pierden plata sus depositantes y eso puede devenir en una crisis política. Un plan con la triple D: default, devaluación, dracmización, le devuelve solvencia al Estado griego, a los bancos griegos y a la economía griega en su conjunto. Pero pierden, y mucho, los que depositaron euros y reciben dracmas. ¿Lo soportarían sin que empiece el ruido de las ξαξερολασ (cacerolas)?
Salir del euro no es el mandato que recibe Tsirpas. Pero el mandato que recibe (“terminar con la austeridad sin irnos del euro”) es casi imposible de cumplir. Sus dos opciones consisten en escapar de ese mandato: seguir con la austeridad (y pagando una recesión mayor que con el gobierno anterior, por su falta de credibilidad) o salir del euro. Veremos qué elige.