Marche un licuado para Europa

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¿Es el fin del euro? Podría ser. Pero todavía depende de los políticos europeos. Hoy esa es la principal restricción. Porque teóricamente pueden pensarse soluciones para los problemas de Europa.

Las dijimos varias veces, pero va de nuevo: el Banco Central Europeo, como parte de su mandato de “estabilidad financiera”, asegura que ningún bono soberano de la eurozona –después de declarar un default griego– puede tener un riesgo mayor a 100 puntos. Mario Draghi se compromete a comprar ilimitadamente todos los bonos que sean necesarios a un precio que implica 100 puntos de rentabilidad por encima del bund, el bono alemán.

¿Qué podría pasar?

Alternativa 1: como el BCE pone un piso al precio de los bonos, los mercados saben que los bonos podrán valer o bien ese piso o bien más que ese piso. Por lo tanto su valor será  algo más que ese piso, sin que el BCE compre un solo bono. Genial. Bajó el riesgo europeo de un saque y podemos pensar en otros aspectos de la crisis.

Alternativa 2: todos empiezan a venderle bonos al BCE. El BCE tiene que inundar el mundo de euros. El euro se deprecia. Se genera inflación en Europa. ¡Genial! Dos efectos maravillosos de la inflación:

  • la inflación afecta más a la Europa del semi-pleno-empleo que a la Europa periférica del desempleo. Espléndido: se resuelve el problema de competitividad.
  • se licúan las deudas públicas y privadas en Europa, incluidas la de los bancos con los depositantes. Se acaba la madre de todos los problemas; los indignados españoles pueden cumplir con sus pagos de hipoteca porque su salario medido en euros aumenta, y su deuda no.

Observad el maravilloso efecto que tendría la inflación sobre las deudas europeas. Hay que apretar en “Show user forecast” y probar con inflaciones de 4% o 5%. Fijaos lo que ocurre con la deuda italiana:

 

 

El mejor control de cambios

Partamos de un supuesto: lo que hay en este momento es un mamarracho. Incertidumbres, nadie sabe cuánto vale un dólar, nadie sabe cuántos pesos puede cambiar por dólares, una empresa extranjera no tiene la menor idea de si podrá o no remitir utilidades, etcétera.

Partamos de otro supuesto: el tipo de cambio real “oficial” de hoy en la Argentina no es extremadamente ridículo. OK, no estamos baratos, pero tampoco es completamente insostenible. Por ejemplo, el gráfico de Facundo Albornoz y  Juan Carlos Hallak muestra que el tipo de cambio real multilateral (el relevante) es un 70% superior al de 2001. (Me cuesta pensar que es tan así, pero sigamos).

Y metamos un tercer supuesto, discutible: una corrección brusca del tipo de cambio nominal tendría efectos inflacionarios. Mejor dicho: tendría efectos más inflacionarios que un movimiento gradual.

Con estos tres supuestos, diseñemos un sistema cambiario y dejémoslo ahí como un muñeco para que los comentaristas le peguen. Veamos qué tiene de malo.

El doble mercado de cambios es así:

(1) Mercado oficial, que se mueve a un 10% o 15% anual, de a poquito, dependiendo de si hacemos o no algo con la inflación. Aquí sólo van como oferentes de dólares los exportadores, y como demandantes los importadores y el Estado para pagar intereses de la deuda pública. Podría haber una pequeñita devaluación inicial, incluso. Un $4,50-$4,70 ponele.

(2) Mercado libre: un mercado legal donde se hace todo el resto de las transacciones de dólares por pesos: turismo hacia afuera y hacia adentro, inversiones, dividendos, you name it. Libertad total en este mercado para transferir dinero hacia afuera sin ninguna restricción. En este mercado el dólar se mueve como pez en el agua, como le gustaría a Milton Friedman. Flota con las olas. El Banco Central puede conducir por aquí su política monetaria, si se le da la gana. (Este cronista cree que es irrelevante por dónde metés los pesos, si por el mercado cambiario, las LEBACs o los préstamos a los bancos, pero no quiero discutir ese punto ahora).

Pregunta: ¿cuál es el problema? Yo voy a mencionar los beneficios:

(1) El Banco Central deja de perder reservas inmediatamente, sencillamente porque no tiene ningún tipo de cambio que defender y el mercado “oficial” es superavitario mientras el balance de comercio sea superior a los pagos de intereses de deuda.

(2) Desaparece el incentivo a “esperar la devaluación” para gastar. Ya podés gastar tus dólares, que te pagan más que $4,20. Comprate tu auto, comprate lo que quieras.

(3) ¿Hay márgenes para truquitos y arbitrajes? Creo que no. Sí: algún importador podrá sobrefacturar para que le den más dólares a precio oficial, algún exportador subfacturar para tratar de conseguir por su soja el precio del dólar libre. Pero no creo que sea en magnitudes que muevan el amperímetro.

(4) Nos acostumbraríamos a la idea de un tipo de cambio flexible, pero lo haríamos de manera gradual. A la larga, cuando el libre y el oficial convergieran podrían reunificarse, pero heredando la flexibilidad del libre (o un poco de ella).

(5) La gente deja de viajar tanto afuera. Y a los turistas extranjeros se les abarata viajar a la Argentina.

¿Creo que esto es mejor que una devaluación lisa y llana? Mi instinto me dice que no, que es mejor un tipo de cambio unificado. Pero la verdad, no entiendo del todo por qué. Salvo por el hecho de que con este sistema es bastante posible que el gobierno ponga un tipo de cambio oficial en niveles ridículos por temor a la inflación.

 

NOTA sólo para nerds: en un libro que escribimos junto a Miguel Braun, hablábamos de 2 tipos de cambio reales “de equilibrio”:

  • el que equilibra el mercado de trabajo pero no produce inflación: a cada tipo de cambio real corresponde un cierto nivel de salario real (a igualdad de otros factores, cuanto más el tipo de cambio real, menos el salario real). Si el salario real está por debajo del equilibrio, va a tender a subir -inflación- y si está por arriba va a haber desempleo/deflación. Si hay un nivel de salario real que equilibra el mercado de trabajo, hay un nivel de tipo de cambio real que corresponde a ese equilibrio.
  • el “tipo de cambio real mínimo” que exigen los mercados para que la economía esté en su equilibrio de solvencia intertemporal. La idea es la siguiente: con un tipo de cambio real más bajo, tengo más superávit déficit externo (si sos neoclásico, pensalo así: si tengo más gasto interno, tendré al mismo tiempo un menor TCR y más déficit externo). Si los mercados ven que me estoy zarpando, que estoy con un tipo de cambio real y un nivel de gasto (o trayectoria de gasto) insostenible, me van a exigir una devaluación. La manera como me la exigen es con movimientos de capitales. Este tipo de cambio real mínimo es un umbral: los mercados permiten que tengas un tipo de cambio real superior al que alcanza para que seas considerado solvente como país, pero no uno inferior.

¿Qué pasa si uno cree que los mercados financieros son bastante caprichosos, que a veces me exigen superávits ridículos y otras veces me ofrecen déficits insostenibles? Quizás tengo que decirle a los mercados: vos hacé lo que quieras con los movimientos de capitales, pero yo no tengo por qué legitimar tus creencias sobre mi solvencia, cuando son ridículas, generando movimientos innecesarios en la rentabilidad de mis sectores transables. El doble mercado de cambios es una manera de hacerlo. Por supuesto, hay enormes chances de hacerlo mal: de tener tipos de cambio oficiales demasiado devaluados (tipo 2004) o demasiado apreciados (como, qué sé yo, 1974).

Cuevana: todo lo bueno es correcto

Me cuentan que irritó mucho a varios abogados que la revista Brando dedicara su tapa a innovadores argentinos entre los que se encontraba el maravilloso sitio Cuevana.

Charlemos de Cuevana.

¿Por dónde empezar? Cuevana, las cuevas. Cuando vivíamos en las cuevas, si alguien cantaba una melodía, y el de al lado la copiaba, el que la había inventado se ponía contento. Nada más humano que crear, nada más humano que sentirse orgulloso de una creación. Las paredes de las cuevas tenían manos pintadas, o mamuts. El que las había pintado las mostraba. No cobraba entrada. Hace poco se descubrió el atelier del primer artista de la humanidad, en las entrañas de Sudáfrica. Qué maravilla.

Después vinieron los bardos, los juglares, los rapsodas. Iban dejando su música y su poesía por los pueblos. La gente los repetía, lloraba o reía con ellos. Después vinieron Bach, Mozart, Beethoven. Componían su música, y luego se tocaba. Qué héroes.

¿Y los libros? Los copiaban los copistas. Después llegó Gutenberg, imprimió muchas biblias. Cualquiera podía tomar el pedazo que quisiera y copiarlo. Era costoso, claro, pero nada lo impedía.

¿Y las ideas? Jesús de Nazareth predicó el amor, Galileo descubrió que la Tierra no era inmóvil, Newton la gravedad, Einstein la relatividad, Gandhi la resistencia pacífica. Lindas ideas. Que yo sepa, no cobraron un mango por todo eso.

Lo que quiero decir es: no me parece que haya ninguna intuición moral capaz de justificar los “derechos” de autor. No quiero decir que no tengan que existir esos derechos; luego vamos a ese punto. Pero la noción ética de que una idea no puede ser copiada es rarísima. Es artificial. Es una novedad de los últimos doscientos años. No hay, quiero decir, una justificación iusnaturalista de los derechos de autor, como si puede haberlo –en algún sentido probablemente anticuado de la palabra iusnaturalismo, que asocia ese término a nociones intuitivas de lo que es justo–  del derecho a la vida, o incluso a la propiedad material. ¿A alguien puede parecerle inmoral que yo me ponga a cantar una canción que hizo otro? ¿Inmoral? No. Puede ser ilegal. Pero discutamos si tiene que ser ilegal.

¿Tienen algún sentido los derechos de autor? Tienen sentido no por una justificación ética; tienen sentido si sus beneficios superan a sus costos. ¿Cuál sería, por ejemplo, la cuenta de costos y beneficios de legalizar definitivamente sitios de Internet que reproducen música? Los beneficios son clarísimos: 7 mil millones de personas pueden acceder gratis a música. ¿Los costos? Quizás nos perdemos alguna música, que deja de crearse por falta de incentivos económicos. ¿Cómo da el costo-beneficio, en términos netos? Creo que da muy a favor. Incluso: da positivo no sólo para la enorme mayoría de los no-músicos, sino incluso también para muchos músicos. Y para los músicos, como explica Mick Jagger, es una vuelta a la normalidad:

it is a massive change and it does alter the fact that people don’t make as much money out of records. But I have a take on that – people only made money out of records for a very, very small time. When The Rolling Stones started out, we didn’t make any money out of records because record companies wouldn’t pay you! They didn’t pay anyone! Then, there was a small period from 1970 to 1997, where people did get paid, and they got paid very handsomely and everyone made money. But now that period has gone. So if you look at the history of recorded music from 1900 to now, there was a 25 year period where artists did very well, but the rest of the time they didn’t.

¿Ha empeorado la música desde que se acabó la posibilidad de venderla masivamente? No lo sé; creo que venía empeorando desde antes, pero eso debe ser porque estoy viejo.

¿Y las películas? Si Cuevana y sus salieris siguen en pie, ¿morirá el cine? No lo creo. En primer lugar: la gente sigue yendo al cine. Mucho. En China la facturación se multiplicó por diez en la década, por dar un ejemplo extremo. En segundo lugar: si efectivamente el cine perdiera espectadores, ¿quién se perjudicaría? Los grandes perjudicados serían quienes ahora se llevan un pedazo muy grande de la torta; y esos no son solamente los estudios sino también los grandes actores. El cine de pochoclo, que seguramente es el que más factura, gasta mucho en sus estrellas. Si cada película pasara a recaudar menos, no dejarían de hacerse películas, incluso películas buenas. Los grandes directores y los grandes actores ganarían menos. Pero no creo que eso tuviera mucho efecto en sus incentivos a trabajar. Los salarios básicos, en cambio, no dependen de la demanda sino del costo de oportunidad: por el bolo en Hollywood te van a seguir pagando lo mismo que si sirvieras café en Beverly Hills.

¿Sufrirá el cine arte/indpendiente/no masivo? Lo dudo. Ese cine rara vez llegaba al video –que es lo que Cuevana copia– o lo hacía en una proporción bastante irrelevante económicamente. Sigue siendo cierto, como era antes de la Era Cuevana, que una película como “El Estudiante” logrará recaudar lo que junte en algunas semanas de exposición en salas.

A cambio de esos pequeños costos sociales (un poquito menos de dinero para los Tom Hanks de este mundo; alguna película independiente cuyo director se tenía fe para juntar grandes royalties en el video y eso le cambia la ecuación), 7 mil millones de personas pueden ver todo el cine de la historia. Gratis. No sé a Vd., pero a mí la cuenta de costo-beneficio me da claramente positiva: Cuevana es bueno. Y si es bueno no puede estar mal.

¿Qué hacer con el dólar?

— Seré estúpido, ¿cómo me metí en este país?

Las preguntas son dos: qué sería bueno hacer y que creo que harán. Primero las opciones de política, luego mis preferencias y mis impresiones.

OPCIÓN 1: RELAJACIÓN DE LOS CONTROLES Y MANTENIMIENTO DEL TIPO DE CAMBIO CUASI-FIJO

Si de un día para el otro se anunciara que se pueden comprar todos los dólares que se deseen, sin ningún tipo de restricción, o con restricciones no muy operativas, creo que se acentuaría la pérdida de reservas. ¿Por qué? Porque la expectativa de “todos corremos, caen las reservas y por lo tanto devalúan para no perder muchas” es lo que se llama un “equilibrio de expectativas racionales”: nuestra expectativa sobre algo (el precio del dólar) es consistente con el valor de ese algo (el precio del dólar) si decidimos adoptar esa expectativa (es decir, si creemos que el dólar va a subir y por lo tanto decidimos correr). Enrevesado, lo sé, pero esa me parece la mejor descripción del significado “Expectativas Racionales”, mucho mejor que la otra más difusa de “uso toda la información disponible”.

¿No es, también, un equilibrio de expectativas racionales que nadie corra, porque nadie cree que el dólar va a subir y, como nadie corre, no se pierden reservas, y por lo tanto el gobierno no se ve obligado a devaluar? Creo que no: hay un problema real, no psicológico, y es que la trayectoria de este dólar es incompatible con esta inflación. Y hubo dos hechos que coordinaron el timing de la corrida: la fecha electoral (“hasta las elecciones no van a devaluar, después quizás sí”) y la reacción del gobierno (“no sé si te doy todos los dólares que quieras”).

OPCIÓN 2. STATU QUO: EMBARRANDO LA CANCHA

Siguen las restricciones, o incluso se acentúan. Podemos llamar a esta opción “control de cambios”. Hay un dólar oficial al que se pueden hacer algunas transacciones, con costos burocráticos importantes, pero no es posible comprar todos los dólares que uno quiere. La explicación más clara del control de cambios que leí en estos días la escribió Domingo Cavallo, aquí. No quiere decir que el dólar “oficial” se mantenga fijo. El gobierno podría ir levantando suavemente el dólar oficial, más o menos como venía haciéndolo antes, de a 4 o 5 centavitos por mes, o incluso un poco más. Incluso es concebible una trayectoria alcista del “oficial” hasta empardarse con el “paralelo” y una unificación posterior a ese nivel.

OPCIÓN 3. DEVALUACIÓN LISA Y LLANA

Simple, y similar a lo que se hizo en 2008-2009. Una devaluación de 10% o más para tomar aire, y luego sigue el mismo régimen anterior de algo que no es “flotación administrada” sino más bien “fijación administrada”: algunos centavitos por mes para moderar el retraso ulterior del tipo de cambio. Las preguntas aquí son dos: (1) ¿le cree la gente al nuevo tipo de cambio o sigue corriendo? La Argentina -y el mundo- tuvo muchas experiencias de “devaluaciones que no alcanzan” (2) ¿Cuál es el impacto de la devaluación sobre los precios?. Nótese que hay un dilema entre (1) y (2): cuanto más devalúes, mayor el impacto en los precios pero más probable que logres “matar” las expectativas de devaluación.

OPCIÓN 4. CAMBIO DE RÉGIMEN

El gobierno podría pasar a un sistema más parecido a la flotación cambiaria. Sencillo: desde mañana, no se interviene más a favor de un determinado tipo de cambio. Que el dólar fluctúe como ocurre en Brasil, Chile, Perú, Uruguay y siguen las firmas. Puede ser, claro, una auténtica “flotación administrada”: sin anunciarlo, el gobierno interviene “parándolo” en 5 pesos pero también evitando que baje de $4,40. Entre esas bandas difusas, el dólar se mueve tranquilo, como pez en el agua.

¿QUÉ HARÁN?

En primer lugar, hay que ver la política del asunto. Parecería haber una interna en el manejo de la economía, graficada por esta bellísima escena que refiere Van der Kooy:

Cristina convocó a la titular del Banco Central a su despacho de la Casa Rosada preocupada por el rumoreo del mundo financiero y la demanda de dólares. Ya se habían puesto en marcha las medidas de control y las acciones policiales de la AFIP. Estaban presentes también Carlos Zannini y Amado Boudou, con quien había estado conversando a solas. La Presidenta objetó algunas decisiones de Marcó del Pont que, a juicio suyo, habrían fomentado el actual clima enrarecido. La jefa del Central se defendió explicando que hacía todo lo que estaba a su alcance. Pero que había cosas que no lo estaban y que eran determinantes para que los pequeños ahorristas y grandes tenedores de dinero corrieran detrás del dólar.

“¿A que te referís?” , le habría preguntado la Presidenta.

“A la inflación” , contestó Marcó del Pont.

Boudou lanzó una carcajada descalificadora. Cristina se fastidió y dio por finalizado el diálogo. La jefa del Central retornó con mala cara a su oficina. El incidente habría servido para develar, al menos, tres cosas: la resistencia presidencial para aceptar que los índices fraguados del INDEC constituyen ahora el factor más distorsivo de la economía; el peso que la opinión de Boudou tendría sobre ella: hace tiempo que el ministro de Economía cuestiona a Marcó del Pont; la puja interna entre esos funcionarios y otros para controlar, de modo directo o indirecto, el timón económico en el próximo período. Esa discusión terminó sembrando dudas sobre el destino de Marcó del Pont: está donde está por un decreto de Cristina; su pliego no lo aprobó el Senado.

Sin saber exactamente lo que piensan los actores, mi impresión es que Boudou –por decirlo suavemente– conoce más los manuales de economía tradicionales que Marcó del Pont. Su formación CEMISTA le alcanza para intuir que el sistema de controles es bastante descabellado, mientras que para Marcó del Pont los controles son clave para la continuidad del MAMDIS (Modelo de Acumulación y Matriz Productiva Diversificada con Integración Social). Pero en tanto Marcó del Pont se mantenga en el Central parecería ser que el camino más probable es el 2: seguir embarrando la cancha e ir a un sistema bastante parecido a los antiguos controles cambiarios.

QUÉ HABRÍA QUE HACER

Lo mismo que en 2008, mi solución favorita es la número 4: aprovechar la situación para pasar a un régimen de tipo de cambio más flexible, que es una condición necesaria, aunque de ningún modo suficiente, para enfrentar la inflación. ¿Por qué? Porque el sistema actual, este de “el dólar puede mantenerse o subir, pero nunca bajar” hay implícita una expectativa de devaluación y por lo tanto una expectativa de inflación. Desde luego, no es la única causa de la inflación, pero es la causa monetaria más importante: esperamos un poco de devaluación, por lo tanto esperamos inflación, por lo tanto esperamos que se reaccione a esa inflación con algo más de devaluación.

Claro que con el cambio de régimen no alcanza para bajar la inflación. A esta altura del post, sería abusar del lector intentar decir qué es lo que faltaría.

A las puertas de Ramón Puerta

Sale Papandreu del gobierno. Papandreu y De la Rúa comparten todas las vocales.

Lo dijimos hace bastante: dada su pasmosa situación, a Grecia le conviene la triple D: default-devaluación-dracmización de los depósitos. ¿Alguien piensa que si lo hubiesen hecho hace dos años no habría empezado hace rato la recuperación?

Como sabemos, sin embargo, es un combo imposible de ser adoptado deliberadamente porque los costos son en el corto plazo y los beneficios en el mediano o el largo. ¿Cuándo ocurre, entonces? Una de dos: cuando los depositantes no le prestan más a los bancos o cuando los bonistas no le prestan más al Estado. Lo segundo ha ocurrido, pero aparentemente a una velocidad menor que en la Argentina de aquel entonces. Y la corrida de bonistas ha estado limitada por la acción compensatoria de Europa y su Banco Central, de modo que todavía está al alcance práctico de Grecia seguir cumpliendo con sus pagos de deuda.

La pregunta es: dada la inestabilidad política, ¿no aumentan las chances de que uno de esos actores, depositantes o bonistas, decidan retirarse, forzando así a la primera de las opciones? Mi intuición es que sí. La inestabilidad política hace más probable la aparición de un gobierno que, forzado por las circunstancias, haga el trabajo sucio. Desde luego, ese gobierno caería apenas quede claro que el que depositó euros no recibirá euros. Pero sería una buena noticia, para que Grecia y Europa empiecen a enfrentar problemas de esos que tienen solución, no los que no la tienen.

Se regala un Messi a 12 euros

Sí, gente, se lo puede ir a ver a Messi este viernes a valores muy inferiores a los internacionales:

Sería una pena que no le llenemos el estadio al mejor jugador del mundo. Es nuestro. Es lo único en lo que somos de verdad los mejores del mundo. No podemos llenar siete Monumentales para ver a Roger Waters y ni uno para ver a Messi. Seamos sensibles a la belleza. No le faltemos el respeto.

La estupefacción de los nerds

Me voy a tomar el trabajo de traducir un par de párrafos que describen, a su modo, los problemas que hay en la enseñanza de la economía. No, no estoy de acuerdo con las tonterías que dice Boudou, el hombre que a sus 43 años usaba para las clases que dictaba el CEMA manuales ortodoxos, pero que a los 47 parece haber cambiado de opinión. Pero también me parece que la economía neoclásica que se enseña en algunos departamentos, si es lo único que se enseña, convierte a la macro en una disciplina aburrida y poco relevante. Van los párrafos:

A un estudiante de posgrado en una típica universidad americana o europea que aprenda macroeconomía le enseñarán que la macro puede ser descripta como un conjunto de consumidores y empresas representativas que de manera continua optimizan planes a lo largo de varios períodos; y que para hacerlo utilizan toda la información disponible, incluso la que está implícita en el model matemático en cuestión. Estos consumidores y empresas no sólo entienden perfectamente las complejidades de cómo funciona la economía; también conocen las distribuciones estadísticas de todos los impactos que pueden golpear a la economía. Por lo tanto, pueden hacer predicciones probabilísticas científicamente fundadas acerca de los futuros impactos. En este mundo de deidades no hay incertidumbre, sólo hay riesgo. No puede haber fallas de coordinación porque el “agente representativo” internaliza todas las externalidades posibles. Las bancarrotas de empresas y personas son imposibles. Las burbujas o los pánicos no ocurrirán jamás porque agentes racionales que utilizan toda la información disponible jamás dejarán que eso ocurra. El desempleo prolongado tampoco es posible excepto cuando los consumidores deciden tomar ratos más largos de ocio.

Habiendo aprendido a manejar los secretos de los Modelos Dinámicos de Equilibrio Estocástico (DSGE en inglés), nuestro brillante Ph.D. recién recibidos iniciará su carrera académica enseñando este mismo modelo a la siguiente generación de estudiantes de doctorado.

En el proceso de aprender las habilidades supremas de resolver los modelos DSGE, nuestro graduado del Ph.D. no habrá aprendido lo que es el multiplicador de la inversión, ni tendrá la menor idea de lo que significa la paradoja del ahorro. Habrá aprendido, en cambio, que por la ley de equivalencia ricardiana los déficits públicos no afectan el nivel de producto.

Y entonces llegó la crisis financiera.  ¿Le sorprenderá a los observadores neutrales que nuestro graduado del Ph.D. quede mudo y sólo sea capaz de sugerir que algún impacto no previsto debe haberle pegado a la economía?

Ese mismo observador debería considerar natural, también, que los hacedores de política económica no pidieran el consejo de este reciente Ph.D. capaz de manejar complejos modelos de DSGE. En cambio, quienes llevan adelante la política económica fueron directamente a las cosas que se enseñaban en los libros de macroeconomía hace 40 años, antes de que la escuela del Ciclo Económico Real y la revolución de las Expectativas Racionales capturaran a la profesión del macroeconomista. Aplicaron los principios keynesianos que se encuentran en esos libros de texto, aumentando masivamente los déficits fiscales e inundando los mercados monetarios con billones de dólares de liquidez. Cuarenta años de intrincado modelismo usando los paradigmas de Expectativas Racionales y Ciclo Económico Real se tornaron inútiles, incluso aquellos que tenían algunos matices neokeynesianos con rigideces de precios o salarios. Estos modelos no podían responder la pregunta de qué tenían que hacer las autoridades cuando la crisis golpeara. La razón fundamental por la que estos modelos no podían decir nada útil era que sugerían que las crisis del tipo que comenzó en 2007 no podían ocurrir. Por defecto, los hacedores de política económica recurrieron a Keynes para responder esta pregunta.

¿Exagerado? Creo que un poco sí. Me parece que de algo sirve pensar cómo funciona una economía como en los modelos macroeconómicos neoclásicos más extremos, aunque más no sea para detectar con mayor claridad dónde es que el mundo real se aparta de esos modelos. Pero es cierto que, tomados de modo más o menos literal, son una guía bastante pobre para entender la realidad, especialmente en tiempos como éstos.

 

Editando a Messi en Wikipedia

Decía esto, que me parecía insultante:

Quedó así, con nota a pie y todo:

¿La peor obra pública de la historia?

Mi candidato: el túnel de la Avenida Sarmiento, debajo de la autopista. Cada mañana, colas y colas de gente que viene desde el norte por Lugones e intenta entrar a Palermo (la última salida de la autopista antes de 9 de julio). Y cada tarde, y cada noche. Felizmente no lo tengo que tomar casi nunca. Pero incluso para hacer Lugones-Illia la cola que sale a Sarmiento resulta molesta en hora pico, además de dar bastante pena.

Hice un poco de investigación en Google Earth para ver qué fue lo que pasó. Google Earth tiene ahora un historial, que permite ver fotos satelitales en distintos momentos del tiempo. Mi impresión previa era: para hacer el túnel quitaron un carril de la salida de Lugones a Sarmiento, y eso generó la congestión.

Respuesta incorrecta.

Lugones y Sarmiento, año 2006. Túnel sin hacerse:

 

No se llega a ver bien, pero no hay tráfico. Pero atenti: el túnel no estaba construido y ya había solamente dos carriles. De modo que los dos carriles no son la explicación del tráfico. Ahora cambiamos una variable. 2008: sin túnel, pero con un semáforo deteniendo a esos dos carriles:

Fijaos: ya hay tráfico. Y aunque no se llega a ver bien, se puede intuir el motivo, por los autos cruzando: pusieron un semáforo en esos dos carriles. Ahora hay dos carriles con semáforo. Una verdad elemental (la deduzco de la simple observación) es que la velocidad de un flujo de tráfico, como de un flujo de cualquier cosa, está limitada por su punto más delgado, su cuello de botella. El cuello de botella con semáforo se redujo a algo así como la mitad (si cada turno dura lo mismo). Esto es: poner un semáforo de turnos parejos es *equivalente a reducir a la mitad la cantidad de carriles*. Sí, como suena.

El túnel no disminuyó la cantidad de carriles. Se mantuvo la situación previa: dos carriles con semáforo para salir de Lugones. Insistimos: dos carriles con semáforo de medio tiempo cada turno es equivalente a un carril solo.

¿Soluciones? En primer lugar: ¿es realmente imprescindible ese semáforo? Si es para los peatones, un puente peatonal podría ayudar. Nótese que si el semáforo se hiciera más adelante, abarcando varios carriles, la situación se aliviana. Otra opción, si hay que mantener el semáforo: ¿es óptima la actual distribución de turnos? Sumando y restando minutos y segundos, ¿no se ahorrarían más minutos con turnos verdes más largos para quienes entran a Sarmiento?

Seguiremos investigando.

Si el objetivo es castigar evasores

(1) Se ignora la validez de toda operación inmobiliaria que no tenga como contrapartida una transferencia bancaria. Durante un mes, cualquier particular puede adquirir propiedades recientemente transferidas si paga por ellas un 20% más que el valor consignado en la transferencia bancaria.

(2) Se desconocerán salarios no pagados por el sistema bancario. Cualquier empleado que muestre haber trabajado y que no conste un pago salarial recibirá el equivalente mensual a dos salarios mínimos por cada mes trabajando en negro, o el doble de lo que recibió como pago en mano si pudiera demostrarlo. Recibirá además un 10% de los beneficios de la compañía, por un período de diez años renovables a otros diez.

(3) Se habilita el 0800-Truchis para denunciar a empresas que no den facturas. Si la denuncia comprueba tener cierta veracidad, el denunciante obtendrá un 10% de las multas correspondientes. Por ejemplo, la empresa que me está haciendo la mudanza me dice: 4 lucas sin factura, si es con factura tenés que sumarle el IVA. No doy el nombre hasta que me haga la mudanza. Se habilita la denuncia por SMS. En el caso de los restaurantes, si uno manda el SMS después de abonar la cuenta sin haber recibido factura, podrá esperar a los inspectores tomando una ronda de café, y el restaurante se verá obligado a reintegrar todo el dinero de lo consumido, más una ronda de cafés, más un plato para llevar por comensal.

(4) Se habilita el Quini-Iva. Automáticamente todas las facturas y tickets emitidos por cualquier empresa participan de un sorteo por 500 mil pesos semanales. El sorteo se hace durante el aviso del Fútbol para Todos, y lo relata Riverito. Primero se sortea el CUIT de la empresa ganadora (entre los CUITs activos) y luego la terminación de tres números. Los 500 mil se reparten entre todos los ganadores.