Lo lograste, Don Julio:
La nota, aquí.
Estamos a favor de las subas del ABL. Un peso adicional en las arcas municipales creo que tiene, teóricamente y bien gastado, una utilidad social superior a que si ese peso quedara en los bolsillos privados. Pero sólo teóricamente. Si me cobrás Alumbrado, Barrido y Limpieza, @mauriciomacri, te ruego que la ciudad esté un poco más limpia. Yo pensaba que Macri venía a poner mano dura con el orden. Y esto es la ciudad por las noches:
Si no podemos mantener las veredas mínimamente limpias, ¿qué nos queda para administrar la salud, la educación? No es muy difícil que la ciudad esté limpia. Algún tipo de política para que la industria del cartonerismo se desarrolle de manera más civilizada, minimizando costos sociales. Como proponíamos aquí, por ejemplo.
Vamos, Mauricio. Tú puedes.
Según los mercados de apuestas, hay un 43% de probabilidades de que algún país salga del euro en los próximos 13 meses, y un 55% de que haya algún abandono del euro de aquí a 2 años. Sería violento porque habría que manotear a los depositantes: el que depositó euros no recibirá euros. Data de Intrade.com:
¿Hay, históricamente, muchos casos de países que emiten bonos en su propia moneda y sin embargo tienen un “riesgo país” alto? Normalmente, si emitís bonos en tu moneda podés crear la moneda con la que pagar tus deudas. Si los mercados creen que no vas a necesitar emitir moneda para pagar tu deuda, te cobrarán una tasa baja. Si los mercados creen que vas a tener que emitir moneda para pagar tu deuda, esperarán inflación, y te cobrarán una tasa alta reflejando esa expectativa de inflación.
¿Puede ser que le cobren una tasa alta a un país que emite sus bonos en la moneda que usa, aun cuando no esperen inflación? Bienvenidos a Europa del siglo XXI. No sé si habrá muchos otros casos de países cuyas emisiones de bonos son en la moneda que utilizan pero tienen “riesgo país”, esto es, una tasa de interés que tiene cargada no sólo la inflación esperada sino además un riesgo de impago.
Entiendo que eso ocurra en países que emiten bonos en moneda nacional y en moneda extranjera: si hay default en los de moneda extranjera, sería injusto pagar los de moneda nacional con emisión. Pero si lo único que hay son bonos en moneda local, ¿por qué va a haber default antes que licuación? ¿Cómo no va a preferir el gobierno comprar sus bonos con papelitos de colores, cumpliendo puntualmente la ley y sus compromisos, en lugar de la violencia de decir que no pagará sus deudas? En otras palabras: ¿Hay muchos casos de default de países con bonos emitidos primordialmente en moneda local?
No que yo recuerde. Europa puede batir este récord, gentileza del Banco Central Europeo.
No, chicos. Explíquenme cómo, si el problema es la deuda americana, baja el rendimiento de los bonos:
No nos mientan. Porfis.
EX-POST: uh, ya lo había dicho Krugman.
Del día del glorioso gol de Martín Palermo:
¿En qué estamos pensando respecto a Europa?
Por supuesto: en cómo reaccionará el Banco Central Europeo ante niveles de riesgo país nunca vistos en países como Italia, España o Francia. Y por eso nos pusimos a ver la formación del equipo: el Directorio Ejecutivo del Banco Central Europeo. Por apellidos parecería muy potable:
De la Europa weberiana (los protestantes que trabajan y ahorran) sólo parece haber dos: Stark (que se va a ir, en disidencia con la política de compra de bonos) y Praet, que suena holandés, pero es belga nacido en Alemania. O sea belga weberiano, seguramente. Los otros cuatro, por patriotismo, deberían ser un Dream Team para la compra de bonos. Por apellido suenan: Italia, Portugal, Italia, España. Aunque Bini Smaghi (que también se va, este mes) se educó en Bruselas.
Por nacimiento tendríamos en principio cuatro compradores de bonos, uno que no (Stark) y uno dudoso (el belga nacido en Alemania). El problema es que de repente te encontrás con noticias como ésta:
El miembro del consejo director del Banco Central Europeo (BCE), José Manuel González-Páramo, cree que las compras masivas de bonos no suponen una solución mágica para los problemas de la Eurozona y su eficacia no se ha comprobado en países como Reino Unido o EEUU.
Un programa de quantitative easing (QE) como el de Estados Unidos, además, “no es posible en Europa, porque hay una prohibición por parte del Tratado de la Unión”, recordó Páramo en la 50ª Conferencia anual de antiguos alumnos del IESE Bussines School. “La compra de bonos sí está respaldada por el mandato del BCE, pero Europa no está metiendo dinero en el sistema como ocurre en Reino Unido y Estados Unidos. Al BCE se le puede pedir que actúe hasta el límite de su mandato, si no, perdería su credibilidad”, explicó.
Pregunto, estilo Marcelo Araujo en los 90s: “¿Pero qué te ocurre, González Páramo?”. Lo peor de todo es que esa visión ortodoxa puede ser premiada: González Páramo es el gran candidato a ministro de Economía de Rajoy. ¿Su receta? “España tiene tres tareas prioritarias: la reforma laboral, el sistema financiero y sus finanzas publicas”. En otras palabras: hacer las cosas que hay que hacer cuando la economía está bien, pero que la perjudican cuando está mal. “Reforma laboral” es facilitar despidos en momentos recesivos (malo); “el sistema financiero” es garantizar su solvencia a futuro, evitando préstamos riesgosos (malo en este momento, donde conviene que el crédito resucite, sea bueno o malo); “las finanzas públicas” es el ajuste (peor todavía).
Quiero mantener mi optimismo, creer que se van a dar cuenta. Porque de otro modo (si el BCE no hace nada para combatir el riesgo país de casi todas sus economías nacionales) caeríamos en la ridiculez que tan bien describió Krugman: los banqueros del BCE estarían haciendo todo lo posible para defender el valor de una moneda aunque el costo sea la muerte de esa moneda. En criollo sería: que el euro se rompa, pero que no se doble.
Leemos en Expansión:
Draghi compra deuda italiana y estrecha el diferencial con España. La desbandada de los inversores disparó la rentabilidad de su bono a diez años por encima del 7,5%, en zona de rescate, y su prima de riesgo se acercó incluso a los 600 puntos básicos. Por entonces, Italia pagaba casi un punto y medio porcentual más que España por su deuda a diez años. Los analistas coinciden en tachar de “insostenible” un interés superior al 7%, un nivel que desató ya los rescates de Irlanda y Portugal. Desde entonces, el BCE ha multiplicado sus compras de deuda periférica, centradas siempre en bonos italianos, con el objetivo de congelar su rentabilidad en el nivel crítico del 7%, una cota que aún no ha tocado el bono español [el resaltado es nuestro]
Es la política que hace tiempo pedía mi alter ego Rollo Tomasi, que hemos repetido hasta el cansancio: no tanto comprar mirando cantidades, sino comprar mirando precios. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia clave está en las expectativas. Comprar por comprar, azarosamente, un cacho cada tanto, puede no hacerle nada al riesgo país. En cambio comprar con algún precio en la cabeza, enviando el mensaje “el interés nunca superará el X%” es algo que los mercados entienden e incorporan claramente: el precio de los bonos no podrá bajar de tal valor, porque ese valor está implícita o –mejor– explícitamente garantizado por el Banco Central Europeo.
Ahora faltaría aclarar un poco los tantos y profundizar esa política: (1) ¿Con todos los países hasta ahora no “rescatados” ocurrirá lo mismo, tendrán una “cota” para su tasa de interés?; (2) Gradualmente –o de golpe– habría que ir bajando esa “cota”.
Acá vale más la canchereada que la timidez: hacer las cosas, pero sobre todo decir que las vas a hacer. Por ejemplo, con que el BCE dijera: “durante noviembre la cota es 7%, durante diciembre será 5% y en 2012 compraremos bonos ilimitadamente como para que la cota sea 3%” bastaría para que hoy mismo los bonos subieran mucho de precio, en la expectativa de la suba de enero. Aplicar la medicina de la compra de deuda recién cuando el bono llega a 7% es como dar aspirinas solamente cuando la fiebre es mayor a 41 grados.
Por supuesto, se genera el viejo problema del “riesgo moral”: ¿no se estarían generando incentivos para que los países siguieran gastando a lo loco, total Papá BCE los salvará, comprándoles los bonos? Es posible. Pero dadas las circunstancias no veo cuál es el riesgo de una política fiscal expansiva financiada con emisión, y sí veo con claridad sus beneficios. Hasta que no aparezca la inflación, no nos preocupemos por la inflación. La inflación sólo puede aparecer si suben los salarios. Y los salarios sólo pueden subir si hay recuperación. De modo que la inflación sólo puede ser un efecto colateral de una recuperación. E incluso un efecto colateral con beneficios: un poco de inflación licúa deudas y da más margen para que la Europa perezosa gane competitividad frente a la Europa laboriosa sin pasar por una penosa deflación.
Dediquémonos a resolver los problemas reales, dejemos para más adelante los imaginarios.
Lo que dijo Keynes lo podría decir Messi: “Las circunstancias cambian, yo también. Usted, señor, ¿qué hace?”.
En Barcelona pasa lo siguiente: (1) el equipo tiene posesión de 60% o 70%; (2) esa posesión es muy “de pase”; (3) dentro de ese juego de posesión, Messi es de los que más participa, en parte porque la posesión es bien profunda en campo rival.
En Argentina, y más aún la de Sabella que las anteriores: (1) el equipo no tiene demasiada posesión; (2) la posesión es de pase largo (por eso dura poco) o de recorrido; (3) la posesión muchas veces es en defensa.
¿Qué debería hacer el mejor jugador del mundo, uno que es capaz de superar rivales en el mano a mano, cuando juega para el Barcelona? ¿Y qué debería hacer jugando para la Argentina? ¿Debería jugar igual?
Claramente, no.
Lo racional, en el primer caso, es esperar muy pacientemente a la situación más favorable para arriesgar la pelota. La mayoría de las veces, conviene devolvérsela a los Xavi, los Dani Alves, el que sea. Total, la pelota vuelve pronto. Y alguna de las veces que vuelva será en mejores condiciones para arriesgarla. De las 200 bolas que toca un Messi en el Barcelona, conviene arriesgar solamente el mejor 10%. Las 20 mejores bolas, que son con campo por delante, con sólo un par de defensores para esquivar. En una cancha que es un billar.
En el caso de la selección, en vez de 200 le llegan 40 pelotas. Y esas 40 son en condiciones mucho más desfavorables (más lejos del arco, con más rivales encima, con menos compañeros cerca, con la pelota rebotando entre un pocito relleno de arena y una mata de grama bahiana). ¿Qué hacer? ¿Devolvérsela a los Flinstones — a los Braña, los Mascherano, los Zabaleta, para que la pelota se pierda en un mal pase o en un tiro de De Sábato al lateral? No. Lo racional, lo mejor para el equipo, es arriesgarla más. Nótese la paradoja: a pesar de que las pelotas que le llegan son más difíciles de remontar, hay que arriesgar una proporción mayor de pelotas.
Conclusión: qué bueno que Messi pierda más pelotas en la Argentina que en el Barcelona. Qué bueno que se la saquen más. Cada vez que Messi la pierde contra el tercer boliviano, yo lo celebro. Lo aplaudo. Me emociono. Se me escapa una lágrima: quiere decir que Messi es mucho más que lo que vemos en el Barcelona. No es sólo un jugador con una habilidad que no le he visto a nadie. También es uno de los jugadores que más entiende este hermoso juego.
Es desesperante lo que pasa en Europa. Pero analizable:
De modo que lo más probable parece que ninguna de las megasoluciones, de las grandes reformas institucionales europeas, tenga chances de éxito. Lo que hay que preguntarse, me parece, es qué pasa si no pasa nada: qué ocurre si los acontecimientos siguen desenvolviéndose como hasta ahora, esto es, con poca o ninguna capacidad polÃtica pan-europea para responder a ellos.
Aunque nadie quiera decidir nada, hay alguien que tiene que decidir algo sà o sÃ, que es el Banco Central Europeo. Esta nota del New York Times (Lending a Hand to Banks, Not to Nations) da, creo, en los puntos clave. El BCE tiene que decidir dos cosas: (1) si salvar a los bancos (2) si ayudar a los paÃses de alto riesgo comprando sus deudas.
Mi opinión es similar a la de esa nota en ambos puntos:
(1) nadie va a querer ser responsable de la primera caÃda de un banco europeo importante. Para que caiga un banco europeo importante, hay que tomar una decisión: cuando ese banco vaya al BCE a pedir respiración artificial, hay que decirle que no. Yo no sé qué banquero central se animarÃa a tomar un decisión asà para quedar en los libros de historia como la persona o grupo de personas que desencadenó el efecto dominó más grande del que se tenga memoria.
Por otro lado,
(2) no es obvio que la lÃnea de menor resistencia (lo que ocurre cuando hay resistencia a todo) incluya comprar deuda pública de manera ilimitada a ciertos precios como, creo, deberÃa hacer el BCE para dar vuelta el temor en los mercado. La pereza intelectual hace que la gente se refugie en las religiones. Una de esas religiones es M.V = P.Q, y ningún banquero central quiere aparecer como el que generó el retorno de la inflación –a esta altura, una reliquia bárbara– en la cuna de Occidente. No importa cuánto se explique que con tasas de interés libre de riesgo iguales a cero es más difÃcil que la emisión genere inflación; o que, eventualmente, un poco de inflación serÃa una manera poco cruenta de resolver el problema del endeudamiento. No: las razones son, malgré Santo Tomás, sólo por casualidad compatibles con las religiones.
¿Y entonces? Si es asÃ, el problema de la deuda persistirÃa; y, por lo tanto, el ciclo del ajuste. El default también es una decisión de alto costo y con mucha oposición, incluso fuera de los paÃses afectados. La lógica de la LÃnea de Menor Resistencia serÃa que Europa reacciona con ayudas sólo cuando faltan un par de meses para que un Estado se quede sin dinero para sus jubilados. Esas reacciones tardÃas, no hace falta decirlo, no son el mejor camino para una recuperación.