Liberen a Washi

Washington libertino

¿No tendría sentido legalizar el dólar ahora llamado “paralelo”? No es sólo una cuestión de comodidad. También creo que podría ser una manera de combatir la incipiente recesión.

¿Por qué creemos, en general, que un dólar más alto es un estímulo para la economía? Lo que dicen los manuales: se hace más barato, en dólares, producir en el país. Esa mayor rentabilidad genera empleo. Acá no quisimos hacer una devaluación tradicional por un temor (fundado) sobre el impacto que tendría en una tasa de inflación ya de por sí bastante alta. Supongamos que, dentro de esa filosofía, no queremos tocar el dólar comercial.

Hay, sin embargo, otro argumento a favor de la devaluación que siempre consideramos bastante importante para un país como el nuestro, y que se aplicaría a una legalización del dólar paralelo aun cuando no se tocara el dólar que se usa para importaciones y exportaciones. En algún momento Eduardo Levy Yeyati enfatizaba este argumento en su blog: este es un país con riqueza financiera guardada, en su mayoría, en dólares. Una devaluación de la moneda reduce el valor en dólares de los precios de bienes y servicios que no tienen cotización internacional (en la jerga, “no transables”). Cuanto más alto el dólar, menos dólares de tus ahorros te tenés que gastar para comprar bienes nacionales. Hoy, usar los dólares para comprar bienes nacionales puede hacerse (1) de manera legal, al tipo de cambio oficial o (2) de manera ilegal, al tipo de cambio paralelo.

Si se legalizara el paralelo, y pasara a llamarse “libre” o incluso “flotante” el dólar para operaciones financieras, sin tocar el dólar comercial, ¿no habría un efecto expansivo, induciendo a los tenedores de dólares a gastarlos en el país, sin las incomodidades que hoy supone pasar por el paralelo? Hoy por 3 mil dólares de tu colchón te hacés una vacación en Miami, que se compara favorablemente con una vacación local a precio similar. (Además, como las funcionarias K, aprovechás para “arrasar en el shopping”). Con un dólar financiero a $5, por decir algo, se estimularía, para los tenedores de dólares, el consumo de bienes locales, una consideración importante en una economía que se ralentiza. (En términos técnicos: una devaluación del dólar financiero afectaría el ratio transables/no transables desde el punto de vista de los tenedores de dólares, induciéndolos a comprar más bienes locales, aunque no afectara -porque se mantiene el dólar del comercio- el ratio precio/costo de los productos transables). Nótese que, a diferencia de una devaluación tradicional, no habría un efecto negativo sobre el poder de compra de los salarios.

No digo que sea relevante para todo el mundo, pero sí lo es para la gente que tiene riqueza en dólares; y, de nuevo, la riqueza en dólares es una proporción altísima de la riqueza financiera nacional.

Además: cuánto más simple sería todo en este país con K de Kafka.

¿Cómo es el fin del modelo?

El Modelo es el MAMDIS: el Modelo de Acumulación de Matriz Diversificada con Inclusión Social.

Creo que estamos llegando a la etapa de Ni Acumulación, Ni Matrtiz Diversificada, Ni Inclusión Social. Las siglas son complejas.

La acumulación está ralentizándose hasta detenerse. Mi impresión es que, en parte, está pegando en varios países emergentes el mal clima internacional de fines del año pasado. Pero en la Argentina es reloaded. Argentina enfrentó los problemas de la apreciación cambiaria real con el combo de políticas que minimizaban los conflictos de corto plazo: ni estabilización de precios ni devaluación (ni lo ideal: una combinación de ambas) sino (1) control de cambios, (2) cierre gradual de la economía por los medios menos científicos: La Aduana Soy Yo.

El cierre de la economía le pega especialmente a la Acumulación: en este país importamos bienes de capital, y por lo tanto comprimir las importaciones tiende a ser reducir también la disponibilidad de máquinas y equipos. Además, está por entrar en vigencia un régimen que los encarece por la vía de aranceles. Adicionalmente, en un país con control de cambios, poner legalmente 100.000 dólares para comprar una máquina es perder, de movida, el diferencial entre el dólar paralelo (lo que “de verdad” valen tus dólares) y el oficial. Ese diferencial se está ensanchando, y ya representa un plus de costo de cerca de 20%. Los tres factores (obstáculos para importar, aranceles para importar, diferencial cambiario) se añaden al costo de comprar una máquina importada y no existían hace unos pocos meses. Por supuesto, una caída de la inversión se refuerza a sí misma vía expectativas: si invertimos poco, vamos a crecer poco, va a haber menos demanda, y por lo tanto vamos a invertir poco.

La Matriz Diversificada también está complicada. A decir verdad, el combo de políticas del Tercer Kirchnerismo altera los precios relativos en contra de la exportación y a favor de la industria sustitutiva. Al exportador le siguen pagando dólar oficial, con costos en dólares que se encarecen. Para importar, en cambio, los obstáculos equivalen a un arancel adicional, y presuntamente mejores perspectivas para la industria sustitutiva. Mientras tanto, la menor disponibilidad de insumos importados le pega a todas las industrias. Conclusión: el agro claramente se perjudica, aunque no debe ser tan insumo-intensivo como la industria; la industria para el mercado interno se ve favorecida sólo en las ramas que no tienen insumos importados (algunas sí, otras no); la industria exportadora se perjudica de manera no ambigua, por el dólar bajo y porque es intensiva en insumos. No me parece queel efecto neto de estos cambios (castigo al agro, a las industrias de exportación y a las sustitutivas intensivas en insumos importados; aliento a las industrias que se dirigen al mercado interno usando poco insumo de afuera) sea Diversificador.

En este contexto de desacelaración (la producción industrial está en el nivel de principios del año pasado, por ejemplo) es obvio que mucho no puede hacerse por la Inclusión Social. Ni generación de empleo ni compensaciones fiscales en un contexto de estrechez de ingresos públicos. A cambio, puede ser que el encarecimiento continuado en términos de dólares signifique un salario más alto, al menos expresado contra los bienes cuyo precio depende del dólar oficial.

A los bifes: ¿cómo es el fin del modelo? No es una explosión, mientras las tuercas se mantengan apretadas. No puede explotar un dólar oficial cuyo precio lo determina el gobierno. Se puede vivir un largo tiempo con una economía estancada o recesiva (con variaciones al compás de lo que pasa en el mundo, cuando se alivia o se complica la disponibilidad de dólares), sin incentivos para producir para exportar y con una inflación alta que no cede a pesar del estancamiento, porque en la economía cerrada los costos en dólares pueden subir sin techo y las políticas son todo lo expansivas que, con las restricciones del caso, pueden aspirar a ser.

Es una agonía fea, la del MAMDIS. Y cuanto más agónica y más larga, más complicado salir de ella hacia, bueno, un modelo de acumulación de matriz diversificada con inclusión social.

Mi carta a Lionel Messi (2006)

Escribíamos en 2006:

Querido Lionel,

Te felicito por el golazo que hiciste y por el otro que no fue, en esos 20 minutos mágicos que jugaste, pero te aclaro que a mí no me agregaron ninguna información. A los boludos y los genios se los reconoce viéndolos 10 segundos. Pero por ahí les sirve a los Román Iutches de este mundo, que dicen que Maxi Rodríguez es el mejor argentino de la actualidad. Mamita. Gracias por el fútbol. Gracias por tus publicidades. Aguante Garbarino y zapatos Stork.

De todos modos: creo que Franklin Edmundo Rijkaard exagera con esto de hacerte jugar tan pegado a la raya. Me hace acordar a la posición de Ortega en el mundial 2002. Son tan sencillos los principios del fútbol: para atacar, desequilibrar; para defender, equilibrar. Los chicos como vos, como el Burrito Joven y -por qué no decirlo- como Diego, necesitan libertad. En fin, nada que no puedas superar.

Después Guardiola le dio libertad y pareció una genialidad. En fin.

Pero no nos demos tanta manija. En 2005, el gran Tomás Abraham pedía a Messi de titular en la selección, yo lo ponía de suplente de Tévez.

Las Malvinas están mejor siendo Falklands

No estoy haciendo una proposición prescriptiva, sobre lo que debe ser o lo que no debe ser. Estoy describiendo. Y quiero dar un ejemplo de por qué están mejor las Malvinas bajo soberanía británica. Miren este mapa:


Ver mapa más grande

Qué cerquita están las Malvinas, ¿vieron? Se comprende el argumento “geográfico” de los argentinos para querer quedarse con esas islas. Geográficamente hay una cosa clarísima: con las Malvinas compartimos el mismo mar. Es un escenario ideal para un experimento controlado: mismo mar, pero diferentes reglas de juego. En uno, incentivos para exploración petrolera; en otro, precio de exportación de petróleo congelado en 42 dólares el barril, con costos en dólares que crecen al 15% anual. ¿Influyen esas diferentes reglas?

Argentina: YPF culpada por la baja producción en la última décaa, los gobiernos sobamedias de las provincias quitándoles áreas de exploración, reservas declinantes.

Malvinas: “Crearán un fondo soberano con los millones de petróleo

El gobierno de Malvinas estudia la creación de un fondo de riqueza soberana que será el destinatario de los ingresos que le generen a los kelpers (sic) las ganancias derivadas de la flamante actividad de la explotación de los hidrocarburos cuyo primer descubrimiento concreto se dio en 2010. La información fue confirmada ayer por el director de Recursos Minerales de Malvinas, Stephen Luxton quien se entrevistó con El Cronista en sus oficinas de Puerto Argentino.

Consultado sobre la potencialidad económica del Fondo Soberano malvinense, Luxton estimó que solamente con las licencias entregadas y tomando los ingresos que le generará al gobierno de Malvinas la explotación del pozo en Sea Lion, donde la firma Rockhopper ha descubierto crudo y se apresta a explotarlo en dos años, es probable que ese Fondo llegara a tener unos u$s 10.000 millones. En rigor, las estimaciones que se manejan aquí muestran que la firma Rockhopper podría extraer mucho más que los 1.200 millones de barriles estimados en un comienzo, ya que posteriormente han declarado otros yacimientos productivos en zonas cercanas. Las perforación, que la petrolera llevó a cabo en asociación con la empresa Desire Petroleum (40% de interés en este pozo), permitió encontrar hidrocarburos en cuatro zonas que habían sido identificadas previamente. Los hallazgos se llevaron a cabo en los yacimientos existentes de Sea Lion y Casper, y por primera vez en Beverley (gas) y Casper South (petróleo y gas).

Por supuesto no se trata de uno o dos pozos para explotación en las aguas del Sur. El gobierno de Malvinas, ayudado por la British Geological Survey y la American Geological Survey ha identificado, según los números que manejan en el departamento de Recursos Minerales, unas 120 áreas potenciales alrededor de las islas que podrían presentar yacimientos petrolíferos. De ese número, se han entregado 34 licencias y ya hay, según Luxton, cinco empresas operando en la zona. Las beneficiarias son tres que operan al norte de Malvinas -Desire Petroleum, Argos y Rockhopper-y dos al Sur, Borden & Southern Petroleum y la local Falkland Oil and Gas.

Diez mil millones de dólares! Recordemos que hay unos tres mil habitantes. De modo que habría tres millones de dólares para cada uno.

Y nosotros queremos enviarles un gobernador peronista.

No pueden subir todos los precios relativos

Vuelvo al post anterior, sobre proteccionismo y nivel de tipo de cambio real. No son, en definitiva, variables independientes. Quizá en la Argentina podremos pensar “en general coincidieron la apertura comercial y la apreciación cambiaria”. Es cierto. Pero no quiere decir que haya una relación causal. Al contrario, puede argumentarse que –a igualdad de otros factores– cuanto más protegida una economía más altos son sus precios en dólares en comparación con los del resto del mundo. Puesto de otro modo: el proteccionismo aprecia el tipo de cambio reaI.

lustremos con un ejemplo: imaginemos que un país produce y exporta vino, a 100 dólares la caja, produce celulares que compiten con celulares importados, a 100 dólares el aparato; y que produce servicios de turismo, con la noche de una habitación de hotel a 100 dólares la noche.

Supongamos que partimos de una situación de “libre comercio y pleno empleo”, y que los salarios son 100 dólares semanales. ¿Qué pasa en este contexto si se decide imponer un arancel a la importación de celulares, para fomentar su producción local? Imaginemos una tarifa de 100% que lleva a los celulares a 200 dólares. Evidentemente, producir celulares será en principio más redituable, y crecerá la demanda de empleo en ese sector. Esa presión laboral llevará eventualmente a mayores salarios. Esos salarios más altos tendrán dos efectos: menos rentabilidad en el sector exportador y más costos para la producción de “no transables”. El salario subirá y será más caro producir servicios de hotel. ¿Cuánto subirá? Imposible definirlo sin mayores datos. Podemos pensar un caso simple, pero no necesariamente real: salarios en dólares pasan a 150, hoteles suben a 150.

Resultado final: costos más altos en dólares de producir en el país; menos rentabilidad exportadora; el efecto sobre la balanza comercial es neutro: bajan las importaciones de celulares pero bajan también las exportaciones de vino. (Un viejo teorema de economía dice: “un impuesto a la importación es un impuesto a la expoortación”). El Índice Big Mac mostrará que la Argentina se encareció frente al mundo. La balanza turística empeorará: para los extranjeros, los hoteles argentinos se habrán vuelto más caros; para los argentinos, los hoteles extranjeros se habrán vuelto más baratos (y además convendrá viajar al exterior a comprarse celulares). ¿Qué pasó con el tipo de cambio real? Depende de la definición. El costo de producir transables habrá aumentado; habrá empeorado la rentabilidad de producir exportables y mejorado la rentabilidad de producir celulares, el competitivo de importación ahora protegido.

Si se desea reducir el costo de producir en la Argentina medido en dólares, reducir el nivel de proteccionismo es un camino seguro. Por supuesto, hacerlo en un esquema de tipo de cambio fijo es un peligro: la deflación en celulares genera una crisis en ese sector, y a nadie le mejora directamente la rentabilidad.

Pero volvamos al ejemplo anterior y combinémoslo con un esquema de tipo de cambio flotante y metas de inflación. Con salarios y hoteles en 150, celulares en 200 y vino en 100, una combinación de eliminación de la tarifa y depreciación monetaria de 50% tiene cero efecto inflacionario (todos los precios van a 150), pero una reducción importante en el costo de producir en la Argentina. La rentabilidad en celulares empeora; pero es más redituable que antes producir vinos y allí aumenta la demanda de empleo. Además, mejora la balanza turísitica.

¿Cuánto puede ser este efecto? Depende de cuánto pesan los importables en la canasta de consumo y de cuánto es el “passthru” de dólar a precios, dos variables que están relacionadas. Si el passtrhu es igual al peso de los importables en la canasta, la “depreciación equivalente”, es decir, que mantiene constante el nivel de precios y los salarios reales, es exactamente igual al sobreprecio que se paga por importaciones. En ese escenario eliminar un arancel de 30% y depreciar 30% no tiene efectos en la canasta de consumo. Probablemente en la Argentina el passthru (¿25%?) es algo mayor que el peso de los precios importables en la canasta de consumo. De todos modos, el efecto favorable de la apertura sobre la rentabilidad exportadora, y sobre la balanza turística, es bien significativo.

Sin comentarios

Mi carta a Marcelo Bielsa (2004)

Carta enviada a la concentración del hotel en Perú, Copa América 04. Creo que me hizo caso aquella vez con el 3-3-2-2. Ah, no: jugó Rosales (?).

Señor Marcelo Bielsa

Disculpe la molestia. Soy fanático de Central además de ser hincha de la Selección. Se lo confieso porque lo considero una persona tan correcta que estoy seguro de que con tal de no sentir que discrimina a un simpatizante del equipo rival es capaz de infligirse la lectura de estas breves líneas.

Es la tercera vez que le escribo a un técnico de la Selección. Las anteriores fueron a Basile en 1994 y a Passarella en 1998, antes de sendos mundiales. Las dos veces el tema era el mismo: la conveniencia de un esquema 3-3-2-2. En el caso de Basile, porque el mediocampo de Balbo – Redondo – Simeone – Maradona era obviamente insostenible desde el punto de vista defensivo. En el caso de Passarella, porque consideraba que adelantando a un defensor podía ponerse a Verón como organizador (en lugar de volante por izquierda) para explotar mejor sus características y para liberar a Ortega hacia una tarea de puro desequilibrio.

Ahora el mensaje es el mismo, pero más enfático. Para los que admiramos la idea de salir a presionar en cualquier cancha del mundo, el partido debut de su ciclo, contra Holanda en 1998, fue una brisa de aire de campo. Por fin! Yo, que siendo chico falté al colegio para sufrir esperpentos como Noruega 1 – Argentina 0 poco antes del Mundial 86, veía que por fin teníamos alguien que decía “jugaremos en campo rival” y jugábamos en campo rival. Y que eso no significaba ser desordenado ni chanta; y que eso era, además, efectivo.

Pero hay bielsistas acérrimos (hoy, una minoría), anti-bielsistas (los Niembros de siempre que se suman a cualquier cacerolazo, a favor de Videla, Malvinas, Menem o Bianchi) y bielsistas críticos. Yo soy de estos últimos. Creo que hoy tenemos un problema grave que tiene un poco que ver con las ideas y otro poco con la comunicación.

¿Cuál es el esquema de Argentina? ¿Es 3-3-1-3, como se transcribe en los periódicos? Si es así, ¿es simétrico? Es decir, ¿el “extremo izquierdo” es equivalente al “extremo derecho”, con la única diferencia de jugar por un sector opuesto? En otras palabras, ¿Kily es el Chelito por izquierda o es algo distitnto? Cualquiera que sepa de fútbol se da cuenta de que es algo distinto. Si es distinto, ¿cuál es la justificación? ¿Por qué a la izquierda jugamos con un volante defensivo (digamos, Sorín) y uno ofensivo (Kily) y en cambio a la derecha con un volante y un wing? Es difícil de justificar como sistema permanente, por lo pronto por lo previsible que se tornan los ataques.

Además, ¿cuánto ganamos con este esquema de extremo derecho – centrodelantero – falso extremo izquierdo? Me temo que poco. Me temo que en el Mundial tuvimos además de mala suerte un poco de rigidez. En el fútbol atacar es llevar al desequilibrio, y defender es evitar ese desequilibrio. Cuando los aliados desembarcaron en Normandía, simularon que atacaban también por Calais, pero concentraron todas sus fuerzas en Normandía. En el fútbol es un poco parecido, y creo que la rigidez del sistema de extremo derecho – nueve – falso extremo izquierdo es como dividir las tropas en tres facilitando la tarea defensiva del rival.

¿No sería mejor ganar algo en capacidad de sorpresa, con dos volantes ofensivos? Esto no es un invento, y de hecho usted lo probó en algún partido de local de eliminatoria, con Chile si no me equivoco. Un fatídico martes de junio de 2002 me encontró rogando a los dioses que para el partido con Suecia Sorín saliera o pasara de stopper en vez de Placente, Kily jugara de carrilero-carrilero y pudiéramos tener a Verón y Aimar juntos (sin saber lo que hoy se dice, que Verón no estaba bien físicamente). Y no era por el exitismo de tener a las estrellas, sino porque pienso que lo que se gana con la combinación de un volante ofensivo de estilo organizador (un Verón, quizás un Riquelme, ¿D’Alessandro?) y uno de puro desequilibrio (Aimar, en su momento Ortega, hoy quizás Tévez) es más que lo que se pierde por la ausencia de un extremo izquierdo, verdadero o falso. Con dos volantes ofensivos el ataque puede correrse en una jugada hacia la izquierda, en otra a la derecha, en la siguiente abrirse a un costado para tratar de generar un centro, o intentar entrar tocando por el medio. Me parece que además la Selección transmitiría otra vez una idea clara de cómo juega, algo que hoy se ha perdido y que resulta fundamental a la hora de sostener una gestión.

Ojalá ganemos la Copa América. Ojalá lleguemos al Mundial y lo ganemos de su mano. Ojalá que tengan premio el trabajo, el respeto, el progreso pausado e incremental y la sensatez. Seguramente estas líneas le han hecho perder el tiempo recorriendo ideas que ya ha pensado y repensado; si es así, sólo le servirán para sentir una vez más que hay gente que respeta y admira su trabajo.

Con el mayor respeto,

Lucas Llach
Buenos Aires
DNI 23.469.857
lllach@hotmail.com

El Señor Que Nos Protege

Nos cuentan los brasileños que Argentina es el país que más medidas proteccionistas tomó en los últimos años:

Claro que la cantidad de medidas proteccionistas recientes no es un buen indicador del nivel general de protección. Pero creo que sí da una idea de la dirección en que nos estamos moviendo. Y, atención: esto fue antes de que El Señor Que Nos Protege dictaminara que hay que pedirle permiso para importar.

Buen momento para recordar el argumento de Gerchunoff-Llach en Ved en Trono a la Noble Igualdad (2004), ese al que Kicillof le dio con un ñoca. Planteábamos allí no tanto como una teoría del crecimiento económico argentino, sino apenas dos obstáculos que en muchos momentos lo habían dañado: las épocas de proteccionismo y los episodios de apreciación cambiaria.

No es este el lugar para discutir los méritos relativos de moneda apreciada vs depreciada o de economía abierta vs cerrada. Tan sólo decíamos que grados extremos de cualquiera de ellos son obstáculos para el crecimiento. Y la Argentina tuvo momentos de grados extremos de proteccionismo y grados extremos de encarecimiento en dólares. En ese artículo argumentamos que ambos pueden haber sido el resultado de una tentación que mi coautor se resistiría a llamar populista, pero yo no: beneficios populares para hoy, complicaciones para mañana. La dulzura popular del endeudamiento y la moneda fuerte es universal; pregúntenle, si no me creen, a los españoles. La de la economía cerrada tiene un componente más argentino: castigar a las exportaciones reduce el precio local de los alimentos, y la protección beneficia a los sectores menos competitivos, que en nuestro país resultan ser esos que utilizan mucha mano de obra. La moneda dura y la protección mantienen altos los salarios reales, pero ambas pueden acabar por resentir el crecimiento.

En 2004 la Argentina se encontraba en un casillero sorprendentemente alejado de ambas tentaciones: una moneda muy devaluada (para mí gusto, demasiado) y una economía abierta heredada de los 90s. Lo que nos preguntábamos entonces era: ¿puede durar? ¿No habrá incentivos políticos para encarecer los salarios en dólares (por la inflación salarial o por la apreciación nominal) y/o para cerrar la economía, protegiendo de ese modo a sectores intensivos en empleo, capaces de pagar esos altos salarios en dólares? Cierto optimismo nos llevó a pensar, en ese momento, que quizás no. Quizás la Argentina ya no era un exportador de alimentos puro y los réditos de castigar las exportaciones no eran tantos; quizás siendo el sector servicios y no la industria el principal dador de empleos ya importaba más el crecimiento que la protección para generar salarios altos. En definitiva: quizás el crecimiento permitido por el tipo de cambio razonable y la economía abierta daba suficiente aire político para no caer en las tentaciones del atraso cambiario y el cierre de la economía.

Hoy temo que nos hayamos equivocado: volvemos al proteccionismo y el atraso cambiario. Además, es posible que haya algo así como un círculo vicioso entre proteccionismo y apreciación cambiaria. Imaginemos que un país produce y exporta vino, a 100 dólares la caja, produce celulares que compiten con celulares importados, a 100 dólares el aparato; y que produce servicios de turismo, con la noche de una habitación de hotel a 100 dólares la noche.

El Señor que nos infla

Sorprendente aumento en la inflación de canasta básica de acuerdo a la muy creíble www.inflacionverdadera.com. La anual es la más alta desde 2002:

La línea roja, que venía reduciéndose, volvió a acelerarse. Detrás de estos aumentos de la inflación está la disparada de precios del último mes. Fijaos la canasta básica y los alimentos en los últimos 30 días, comparados con los 30 anteriores:

¿Es esto pura estacionalidad o hay un efecto Moreno? O, tercera hipótesis: ¿se tratará del efecto de aumentos salariales? En principio, la Argentina es exportadora de alimentos y sería raro que restricciones a las importaciones aumenten sus precios. Pero me gustaría ver si no hay componentes importados (por ejemplo, en packaging) que encarecen los costos.

En todo caso, sea cual sea el motivo me acerca cada vez más a la interpretación de que la Argentina vivió este verano lo que en economía se llama un “cambio de régimen”. Hasta 2011 teníamos la idea de que los aumentos salariales complicaban la competitividad y que en algún momento tenía que enfrentarse el dilema del atraso cambiario con una combinación de dos posibilidades: devaluación y/o plan de estabilización. Este verano optamos por la Tercera Vía: puede seguir la inflación con dólar planchado (btw: la tasa de depreciación es la más baja en mucho tiempo) porque los aumentos salariales estarán compensados por restricciones a las importaciones.

Hay dos corolarios de la Tercera Vía. Uno es que tienden a –a igualdad de otros factores– acentuarse las expectativas de inflación. Cada vez más, la economía argentina se vuelve “no transable”; cada vez menos empresas compiten con el exterior y por lo tanto pueden trasladar a precios sus aumentos salariales. Claro que con una recesión fuerte la inflación va a ser más baja que con una en crecimiento; pero creo también que con este esquema la inflación es más alta que con uno de economía abierta.

El segundo corolario es que la Tercera Vía, en caso de profundizarse, irá condenando poco a poco a los sectores exportadores. Para ellos no es cierto que los aumentos salariales pueden trasladarse a precios. En este nuevo régimen la rentabilidad exportadora tiene una tendencia permanente al deterioro, de la que solo la puede salvar una serie interrumpida de plenos y martingalas en el precio de la soja.

Keynes prefería a Villa Gesell que a Marx

No me pareció mal hablar de Kicillof como “el marxista”. No tengamos miedo de discutir, no estemos más alerta de lo que debemos.

Explico por qué no me parece agresivo. En mi opinión, un adjetivo de carga negativa para el emisor es discriminatoria o injusta si (1) la caracterización sobre el destinatario es falsa (por ejemplo, decirle “nazi” a un conservador o “genocida” a un maoísta que no participó de ningún genocidio) o (2) alude a atributos que no tienen que ver con las opiniones libres e informadas del destinatario. Por ejemplo “el judío Kicillof…” podría ser agresivo si para el emisor “judío” es una característica negativa, o si podemos creer que puede serlo; algo parecido a decir “la gorda Giménez” si en opinión del emisor “gorda” es un atributo negativo (o si creemos que puede serlo). Si me dicen “el liberal Llach” de manera peyorativa no me enojo, porque soy aproximadamente liberal, y porque lo peyorativo está dedicado únicamente a las personas que deciden pensar de esa manera, que precisamente porque creen en esas ideasno tienen por qué ofenderse.

Larga introducción para una perla conocida. El marxista sostuvo ayer por televisión que comulgaba con las ideas de –entre otros– Marx, Keynes y los clásicos. Más aún: sostuvo que Keynes es, en buena medida, un marxista. (¿O es casualidad que este artículo sobre Keynes arranque con una cita a Marx?). Es un combo un poco complicado. Leemos en la Teoría General de John Maynard Keynes:

I believe that the future will learn more from the spirit of Gesell than from that of Marx.

Es un poco difícil creer que Keynes admirara mucho a Marx o creyera en partes significativas de Marx, si colocaba por delante de él a Silvio Gesell. Aún para Keynes, Gesell, padre del fundador de Villa Gesell, era un pensador marginal, aunque con una idea brillante: la idea de emitir dinero cuyo valor nominal cayera con el tiempo, para estimular a la gente a desprenderse de él (gastar) en momentos de depresión económica.

Es una buena noticia que el debate de ideas económicas florezca en la superficie del debate público. Es una pena que lo haga con tantos malentendidos.

 

Deconstruyendo “el modelo”

Cuando uno piensa qué hizo Menem, económicamente, la respuesta es bastante sencilla: apertura comercial, privatizaciones y convertibilidad. Quizás se puede agregar: desregulaciones a la economía interna y reforma de la seguridad social. Cuando, en cambio, uno se pregunta por los contenidos del MAMDIS (el Modelo de Acumulación de Matriz Diversificada e Inclusión Social) la respuesta es un poco más compleja. No queremos definir una política económica por sus objetivos o por sus logros; no vale decir “es el modelo de crecer mucho” porque si es así, por definición siempre es bueno el modelo. La pregunta, más bien, es: ¿cuáles fueron los lineamientos de política económica de “el modelo”?

Parte del motivo por el que no es clara la respuesta es que algunas cosas fueron cambiando: del respetable superávit fiscal al no desdeñable déficit; del tipo de cambio real alto al tipo de cambio real bajo o dudoso. Charlando con unos colegas pudimos ponernos de acuerdo en cinco elementos que, aproximadamente, han definido a El Modelo. Con esos mismos colegas hicimos un ejercicio parecido a ese que hacen los varones cuando se ponen a calificar chicas: entrar a revolear puntajes. A saber: Rojo – malo, Gris – dudoso, Azul – bueno. Obviamente, un sistema muy limitado, pero aquí van los resultados, en orden decreciente de kirchnerismo:

Colega S

  1. Regulaciones al comercio exterior
  2. Subsidios a servicios públicos.
  3. Tipo de cambio alto aunque cueste inflación.
  4. Desendeudamiento.
  5. Fortalecimiento de la seguridad social estatal.

Colega G

  1. Regulaciones al comercio exterior
  2. Subsidios a servicios públicos.
  3. Tipo de cambio alto aunque cueste inflación.
  4. Desendeudamiento.
  5. Fortalecimiento de la seguridad social estatal.

Colega P

  1. Regulaciones al comercio exterior.
  2. Subsidios a servicios públicos.
  3. Tipo de cambio alto aunque cueste inflación.
  4. Desendeudamiento.
  5. Fortalecimiento de la seguridad social estatal.

Un servidor

  1. Regulaciones al comercio exterior
  2. Subsidios a servicios públicos.
  3. Tipo de cambio alto aunque cueste inflación.
  4. Desendeudamiento.
  5. Fortalecimiento de la seguridad social estatal.