No sé si entiendo bien el problema de los holdouts, bonistas que no entraron en los sucesivos canjes de deuda, aka buitres. Van unas reflexiones muy provisionales; se valoran comentarios que las corrijan.
Creo que es así: los jueces dicen que tenemos que pagar US$ 1330 millones a los buitres por bonos que defaulteamos hace once años. Obviamente hace once años debíamos mucho menos por esos bonos en litigio, pero nos suman los intereses de todo el período, capitalizados, y les da esa cifra. Vaya uno a saber cómo la calculan. Los jueces nos acaban de decir que presentemos una “forma de pago” de los US$1330 millones.
Ahora bien, no queremos pagarles eso. Ni podemos: si lo hiciéramos, le estaríamos pagando a los buitres más que a los bonistas que aceptaron las reestructuraciones de 2005 y 2010 — dueños de nada menos que el 93 por ciento de los bonos defaulteados en el verano que vivimos en peligro. Según este artículo, un tratamiento igualitario a los buitres respecto a los entrantes al canje 2010 implicaría darles no US$1330 millones sino US$323 millones. No importa si ese número está bien o no; el razonamiento que sigue puede hacerse con cualquier otro.
Si la Argentina pagara a los buitres cuatro veces más que lo que pagó a los Canjeados, nos veríamos en un grave problema legal, ya que una de las condiciones de los bonos que emitimos con las reestructuraciones era que los Canjeados tendrían derecho a incorporarse a cualquier oferta mejor que se hiciera ulteriormente a los holdouts. (Además, está la Ley Cerrojo que impide reabrir el canje, pero todos sabemos que las leyes cuyo leit motif es “No lo haremos nunca” en general se ven luego reemplazadas por otras que dicen “Uy, sori, al final sí”.)
De modo que hay que encontrar una solución que, al mismo tiempo, implique:
(1) pagar US$ 1330 millones “de algún modo”.
(2) que ese cronograma de pagos no sea más ventajoso que el que ofrecimos en su momento a los bonistas que sí aceptaron los canjes.
(3) que los jueces consideren razonable la propuesta.
Creo que los Bonos Carroña cumplirían con esas tres condiciones. El Bono Carroña sería un cronograma de pagos muy extendido en el tiempo. El valor presente del Bono Carroña, para los bonistas del juicio, y evaluado a tasas de interés un poco más razonables que las de ahora, sería (si los cálculos arriba mencionados son correctos) US$ 323 millones. Pero la suma nominal de los pagos sería US$ 1330 millones. Por ejemplo: pagos anuales de 156 millones durante 20 años tienen un valor presente de 1330 millones si la tasa de descuento es 10%. 40 pagos anuales de 33 millones de dólares suman 1320 millones y tienen un valor presente de US$323 millones si la tasa de descuento es del 10%.
Incluso el gobierno podría abrir una ventanilla para que cualquier bonista pudiera cambiar sus bonos por los Carroña, si le place. Nunca le viene mal a un gobierno (a veces sí a un país) patear pagos para más adelante. La reapertura o no del canje depende simplemente de si la oferta es más tentadora que los bonos actuales; si lo es, o para algún bonista puede serlo, el canje tiene que reabrirse así no sumamos más problemas legales.
Como dice Federico Sturzenegger (que formula una propuesta un poco más seria) estamos, una vez más, ante una gran oportunidad.