Fuimos en bici a ver la luna salir por el río, ayer. En el proceso advertimos dos de los muchos ejemplos de desidia de nuestra ciudad. Que no, no son exclusivos del gobierno de Macri, aunque quizás bajo Macri se destacan más por las expectativas eficientistas que había sobre su gestión.
EJEMPLO DE DESIDIA NÚMERO 1:
La “Nueva Costanera”. Fíjense este Google Earth, actual, de la zona de Sarmiento y Costanera Norte:
La ruta que se ve en color más claro es la “Nueva Costanera”, una obra que, entre otras cosas, creo que pretende ampliar un poco el aeroparque. No se está usando. Ayer la recorrí de noche, está toda la señalización, los carriles pintados, pero no está iluminada y de hecho es bastante tenebrosa.
¿Es que acaso es muy nueva y por eso no se inauguró? No. Miren el Google Map de enero de 2010:
Ya estaba ahí, hace al menos tres años, la “Nueva Costanera”. No sé de quién es la culpa, pero me resulta bastante triste.
EJEMPLO DE DESIDIA NÚMERO 2
La Plaza de la Shoá, zona del antes llamado Paseo de la Infanta. Acá explican un poco qué pasó. Sí, es una linda plaza, y dice “Plaza de la Shoá”, pero no hay ningún monumento por falta de fondos. Aparentemente la idea era un monumento, bastante caro, con objetos de AMIA y la Embajada. Aunque nos toca más de cerca, en realidad creo que tendría más lógica algo que aludiera directamente al Holocausto (la ex Embajada de Israel ya es una plaza en homenaje a esas víctimas, aunque no estoy seguro si incluye a las de AMIA). Acá mi idea que, creo, saldría gratis:
¿Recuerdan esa gran película (sí, Hollywood) La Lista de Schindler? Después de toda la reconstrucción histórica, había una escena final filmada en la actualidad (de entonces, 1993): cada descendiente de los salvados por Schindler -y, si no recuerdo mal, algunos que todavía vivían- depositaba una piedra, en honor a esa vida individual que Schindler había salvado del Holocausto. Y también en la escena previa, cuando Schindler se despide de sus trabajadores, hay un alegato final en el que llora por no haber salvado una vida más, por ejemplo vendiendo un anillo. Lo abstracto de una cifra incomensurable convertido en lo concreto de una vida única, irrepetible. (La cita que corresponde acá, creo, es la de Koestler sobre la moral viviseccionista y la antiviviseccionista).
La idea: una gran pileta de cristal en la que todos los niños, niñas y jóvenes de la ciudad colocaran una cierta cantidad de objetos diferentes, cada uno de ellos representando una vida perdida en el Holocausto, hasta llegar a los 6 millones de objetos. Un monumento participativo. En Buenos Aires hay 600.000 alumnos de todos los niveles. La cuenta aproximada da 10 objetos por alumno. Quizás, por una cuestión estética, sería mejor algún tipo de objeto relativamente uniforme, pero con diferencias entre sí. Por supuesto, pequeño, porque 6 millones es un número mucho más grande de lo que uno imagina. Y, desde luego, no perecedero.
Piedras, como en la Lista Schindler, es una posibilidad, pero se me ocurre uno mejor: canicas, de diferentes tamaños y colores. Deberían poder conseguirse gratis, si no los propios alumnos otras personas que no dudo estarían dispuestas a poner su pequeña parte. Si fueran canicas relativamente grandes (que cupieran en un cubo de 10cm3, es decir, un cubo de 2,15cm de lado) cabrían 100 bolitas en un litro. Para 6 millones se necesitaría una caja de cristal de 60.000 litros, o 60 metros cúbicos: por ejemplo, una caja de cristal 1 metro de alto, 12 metros de largo y 5 metros de ancho.
OK, no les gustó. Estoy seguro de que si lo hiciera Marta Minujin aplaudirían encantados.