Leemos que la oposición se está esforzando por unirse en dos frentes, y lo está haciendo “con dificultad“.
¿Entienden que se trata de una elección legislativa? ¿Entienden que para una elección legislativa no es demasiado necesario que los diputados opositores tengan acuerdos programáticos demasiado profundos, porque de todos modos no podrán legislar en mayoría? ¿Entienden que no presentarse en una lista única es regalarle automáticamente la mayoría del Consejo de la Magistratura al oficialismo, porque en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) se elegirán de manera directa los miembros del Consejo de la Magistratura?
Para eso se inventó La LIONEL: un paraguas electoral, electoralista diría yo, que permite a los partidos no oficialistas (1) ganar la mayoría de Consejeros, presentando para ese rubro una lista única y (2) obtener, para cada uno de los partidos, y por ende para el conjunto de ellos, más diputados que los que obtendrían yendo de manera separada, ya que el sistema D’Hont tiende a inflar la cantidad de diputados de quienes obtienen un porcentaje alto de votos.
Alguna vez tenía que pasar: cuando tenía todo para ganar otra vez, Central perdió. Lo lamenta esta crónica de Santiago Llach.
Sábado 13-4-2013
Rosario Central 0 – Almirante Brown 1
Estadio Gigante de Arroyito
Primera B Nacional, fecha 29 (sobre 38)
La familia Llach va en coche al muere
+ El sábado a la mañana fui al entierro del padre de un viejo amigo querido. Iba apurado, en la mañana brillante y solar, por la Panamericana. Los mensajes edificantes de los carteles invadían mi cabeza: Luxury addiction, Live with fire (Reebok), Ricky Sarkany. No soy precisamente de izquierda, pero el contraste entre la muerte cercana y el trabajo publicitario con la compulsión, humano afán, me hizo dudar un poco de las virtudes del capitalismo. Iba a los 140 reglamentarios, por el carril veloz, y atrás un auto empezó a besarme el trasero. Lo conducía una mujer de más setenta años, más apurada todavía que yo por llegar en hora al mismo entierro.
+ El entierro, en algún sentido, fue para mí una experiencia hermosa. Despedir con honores a un hombre que cumplió su ciclo es un ritual que da la ilusión de un orden en medio del caos y el misterio. En el verde del cementerio parque, refulge la belleza de las chicas. Uno se encuentra con amigos queridos que ya ve poco, se abraza, y vuelve a ver a gente que no ve hace veinte años, con el cuerpo cambiado: pasado, presente y futuro se unen. Uno se acuerda más que nunca de que pertenece a una tribu, y eso de algún modo consuela.
+ La Panamericana es esa ruta que nos lleva al capitalismo, a la muerte y también al Gigante de Arroyito. Cuando terminó el entierro, desandé 50 kilómetros, busqué a mi viejo Jota Jota, a mi hijo León y a mi hermano Lucas y volví a la Buenos Aires-Rosario.
+ Cuando llegamos a Arroyito, Jota Jota y Lucas se fueron a estacionar mientras León y yo sacábamos entradas. Cuando intentamos volver a buscarlos, nos separó un enfrentamiento a tiros de la barra de Central, los llamados Guerreros del Infierno. Nosotros pudimos reunirnos al rato, pero después los Guerreros no entraron al estadio. Y se notó. Si bien la violencia, la explotación política y los negocios de las barras me parecen repudiables, a veces pienso que las barras son muchas cosas más. Son una organización laboral, una PyMe del negocio de la violencia y del cotillón, sí, pero hay un punto donde contienen la juventud y la locura de los hambrientos, en que garantizan la paz social: plantean la misma, insoluble contradicción que plantean el peronismo y las mafias en general. Ampliaremos.
+ Del partido, poco para decir. Lo mismo que se viene viendo, sólo que, tras 15 partidos invicto –13 de ellos triunfos–, Central perdió sin merecerlo.
+ Central, ya lo dije en otra oportunidad, tiene uno de los mejores mediocampos del fútbol argentino. Excusa para nombrar (nos ponemos de pie) a Jesús Méndez, que hace 5 o 6 cosas extraordinarias por partido. Pero que nos gusta también porque es el último romántico.
+ En estos tres años de B Nacional, Central y Almirante Brown jugaron sus seis primeros partidos entre sí: cuatro los ganó Brown y dos fueron empates. Argumento suficiente para que la considerable, admirable banda de La Matanza (una ciudad que tiene un tercio de la población de Rosario) empezara a gritar en coro sonoro: “Que nacieron hijos nuestros, hijos nuestros morirán”.
+ Hacía 25 años que mi viejo, el inventor de Rosario Central en nuestras cabezas, no pisaba el Gigante. Se fue amargado, pero lo vamos a llevar de vuelta.
+ Mi cara en la foto es de terror.
Resumen del partido, aquí. Crónicas anteriores, acá.
La comidilla de la semana entre los economistas del Primer Mundo es fabulosa. Si uno tuviera que mencionar *el* trabajo académico que más influyó en los debates de los últimos años, desde la crisis financiera para acá, creo que sin dudas es el trabajo de Carmen Reinhardt y Keneth Rogoff sobre crisis financieras en la historia.
No importa que hubieran cometido una tremenda gaffe al afirmar, allá por 2008, que había ejemplos de naciones que lograban curarse de excesos pasados y reputaciones maltrechas y graduarse en los mercados internacionales de deuda, volviéndose perfectamente creíbles. Los ejemplos de marras eran el país con más defaults de la historia y el país que más tiempo se había pasado en default: respectivamente, España y Grecia. Auch.
De todos modos, sus resultados históricos eran muy citados y usados como guía de políticas públicas. Uno de los hallazgos más importantes era que, a partir de una deuda pública de 90% del PBI, empezaba a bajar la tasa de crecimiento. Quienes proponen que la austeridad es una cura para las economías débiles del Primer Mundo usan mucho esta presunta evidencia histórica. Resulta ahora que, en parte, este resultado provenía de esto que nos explica Matt Yglesias:
En un punto ponían en la celda L51 del Excel la fórmula PROMEDIO(L30:L44) cuando lo correcto habría sido PROMEDIO(L30:L49). Por ese procedimiento dejaron accidentalmente afuera del promedio a Dinamarca, Canadá, Bélgica, Austria y Australia. Cuando se corrige ese error de Excel, una tasa de crecimiento de -0,1% se convierte en una de +0,2%.
Reinhart y Rogoff respondieron “no cambia demasiado el resultado“. Por supuesto, ni antes ni después de este pequeño papelón podía usarse con propiedad su argumento para la discusión de política fiscal. Que haya una correlación entre alta deuda y bajo crecimiento no indica para qué lado corre la causalidad.
¿Mi opinión? En teoría, ambas cosas son ciertas: deuda altísima te empieza a pegar en el crecimiento; pero el bajo crecimiento también tiende a influir sobre la deuda. ¿Mi intuición de políticas públicas? Si tenés una tasa de desempleo de 25%, como España o Grecia, es mal momento para hacer un ajuste fiscal. Relajate ahora, pero comprometete de manera creíble (como puede hacerlo un país sometido a la disciplina de autoridades supranacionales) a ahorrar cuando vengan tiempos mejores.
Ayer nos preguntábamos si los partidos de la oposición podrían presentar como candidatos a Consejeros de la Magistratura una única lista para intentar obtener un voto mayoritario y por lo tanto los dos tercios de consejeros que se otorga a la lista ganadora. Recordemos que la elección de los consejeros (quienes designarán o removerán jueces) se haría al mismo tiempo que las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO); suponemos que los candidatos a consejeros irán en la misma boleta que los candidatos a diputados. Todo bastante raro, ya que se mezclan una elección interna de una agrupación política con una elección directa.
No creo que nos haya leído, pero de todos modos nos contestó un llamado telefónico de la presidenta. No a mí, sino a los senadores que presentaban el dictamen de comisión sobre el proyecto. Se incorporó un artículo, cambiando el proyecto original del Poder Ejecutivo, para prohibir que diferentes partidos lleven una lista única de candidatos a consejeros. Es un cambio transcendental. Con un panorama opositor disperso, el oficialismo podría salir primero incluso con un porcentaje de votos menor a 40%. Eso le garantizaría el dominio del Consejo, por lo tanto el dominio de la Justicia, por lo tanto el dominio de los tres poderes de la Nación.
Como somos más vivos que la presidenta, ya sabíamos que iba a llamar por teléfono para decir eso, y bosquejábamos, en el post de ayer, lo que debería ser la estrategia de los partidos opositores para la próxima elección. Repetimos, enfatizamos y detallamos más hoy: reteniendo cada uno sus principios y valores, los partidos de la oposición deben participar en una misma agrupación en las PASO, con vistas a la conformación de una Lista Integrada Opositora Nación En Libertad (LIONEL) en la elección general de octubre. Algunos puntos a destacar:
Aparentemente, en las próximas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias se elegirán los representantes populares del Consejo de la Magistratura. La elección de esos 12 miembros (3 jueces, 3 abogados, 6 académicos) se definirá como la de senadores: dos tercios para la mayoría, un tercio para la minoría.
Aunque el PRO, el FAP, la CC, la UCR y demás yerbas tuvieran poco o nada que ver en su proyecto de país, no veo el obstáculo para que en las elecciones de consejeros unan fuerzas. Es un tema de “tamaño de la torta”: si unidos ganaran la elección de consejeros, tendrían en total, para repartir, 8 consejeros (dos tercios de 12); si separados perdieran la elección, tendrían solo 4 para distribuirse. Sería tonto pelearse por una torta de 4 pedazos en lugar de unirse primero, intentar conseguir la torta de 8 pedazos, y luego pelearse.
Habrá que ver como es el sistema. Si pueden presentarse por dos partidos diferentes los mismos candidatos, no hace falta para los partidos opositores ir unidos a las PASO en las listas de diputados: se acuerdan los nombres para consejeros, todos los partidos ponen los mismos candidatos a consejeros en sus boletas y se suman los votos (al estilo de lo que ocurrió, por ejemplo, cuando Ruckauf salió gobernador sumando votos del cavallismo y el peronismo).
Si eso es imposible –no lo sé– los partidos opositores deberían convertir las PASO en un adelanto de la elección nacional. Las PASO permiten que dos partidos formen una sola “agrupación” y, según los votos que cada partido obtiene en las PASO, surja una lista unificada de la agrupación, respetando proporcionalmente los votos de cada partido. (Entiendo que los propios partidos pueden acordar el sistema para repartir los votos).
Los partidos de la oposición podrían participar todos de una misma agrupación, quedando bien establecido que ese es el momento de la gran elección nacional. (Propongo como nombre para la agrupación el que está inscripto en nuestro maltrecho billete, a doscientos años justos de ser impreso en la primera moneda nacional: “Unión y libertad”). Cada partido presentaría sus candidatos a diputados y a consejeros. Según los votos obtenidos por cada una, habría en las elecciones de octubre listas (de diputados, de senadores, de consejeros) mezclando peras con manzanas. Pero peras con manzanas todas ellas previamente seleccionadas y sin necesidad de decir “somos todas peras” o “somos todas manzanas”.
La mezcolanza de partidos muy diferentes en unas PASO presidenciales es un problema: el partido perdedor de la “agrupación” se queda sin candidato, y los votantes de Pino Solanas no votan a presidente a Mauricio Macri aunque haya surgido de la misma interna. Pero para las elecciones legislativas ese problema no existe. Más aún: unas PASO competitivas, con diferentes partidos adentro, seguramente atrae más votantes que la suma de las PASO de cada partido realizadas por separado. Por ejemplo: si sos un “independiente”, ¿no tendría mucha más gracia ir a votar a unas PASO opositoras multiculturales, en las que tu voto suma para que tu candidato más tolerable aparezca en la grilla final, que ir a votar en unas PASO oficialistas de lista única, en las que tu voto es irrelevante?
En las únicas PASO de nuestra historia todos los partidos nacionales presentaron una sola lista, perdiendo esta valiosa oportunidad de visibilidad. No lo hagan de nuevo.
El concepto de “república” tiene en su centro, en su acepción más común, la separación de los poderes públicos. Me aburre discutir términos. Si usted tiene otra definición favorita de “república”, que no incluye como parte esencial la separación de poderes, entonces imagine que el título de este post es: “¿Con cuántos votos se anula la Kamchatka?” donde defino Kamchatka como incluyendo de manera esencial “división de los poderes”.
Vamos a los números. Y reformulo la pregunta con mayor precisión: ¿con cuántos votos se obtiene la suma del poder público, es decir, el dominio absoluto de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial?
En el primer trimestre del año Venezuela tuvo una inflación de 7,9%. Podría pensarse que se trata de los efectos “de una vez” de la devaluación, y que el anualizado de 35% que se obtendría de repetirse esas tasas es una exageración. Pero si los salarios suben en proporción al tipo de cambio, la devaluación no logró nada. La caída del salario en dólares no es el “efecto colateral” de una devaluación: es su objetivo deliberado. Si no ocurre, porque los salarios acompañan la suba del dólar, la devaluación sólo habrá servido para acelerar la tasa de inflación, y a los pocos meses hay que enfrentarse al mismo problema de atraso cambiario que en el momento cero.
Claro que cada round es peor: con más expectativa de inflación y, por lo tanto, más aumentos salariales, mayor tiene que ser la devaluación para conseguir algo como una mejora en la competitividad. Pero a esa altura el nocaut está Maduro. Eso fue, más o menos, el Rodrigazo.
La presidencia de Maduro va a ser complicada. A los pocos meses aparecerán los chavistas de Chávez como están aquí los kirchneristas de Néstor, diciendo que el predecesor “tenía más autoridad, administraba mejor”. No lo creo: ambos sembraron vientos antes de partir. Les toca a sus sucesores cosechar las tempestades.
Como Rosario Central últimamente, Santiago Llach siempre cumple. Ahora nuestro querido Central lleva 14 puntos (al cuarto, el que no asciende) faltando 10 fechas. Por ese motivo estamos en condiciones de decir que nos faltan 10 finales, que es casi imposible ascender y que es el torneo más duro del globo. Lo que sigue es la entrega número 12 de las crónicas de Santiago sobre esta pasión canalla.
Lunes 8-4-2013
Independiente Rivadavia (Mendoza) 1 – Rosario Central 3
Le Petit Victoria, Alsina y Bolívar, CABA
Primera B Nacional, fecha 28 (sobre 38)
+ La vida es eso que me pasó mientras miraba capítulos de Los Simpson y partidos de fútbol narrados por Marcelo Araujo. Y esta temporada 2012/13 es eso que me pasó mientras miraba partidos de Central con mi familia y amigos
+ Ojo, también nos dimos un rato para el tenis, ese deporte elegante, blanco, de los happy few. Fui con Benita y León a ver el partido de la vida de Charly Berlocq. El fútbol y el tenis es la guerra y la paz, sufrir y disfrutar, olor a pis y a chori vs olor a perfume de las promotoras y a polvo de ladrillo.
+ Este Central 2012/2013 es un poco como el partido de su vida que Berlocq se pudo dar recién a sus treinta años: un goce inesperado, tardío. Estás tan poco acostumbrado a disfrutar que no sabés cómo hacerlo. Pero a la vez te volvés loco y querés tirarte y hacer milanesa en cueros en el polvo de ladrillo, igual que lo hizo Charly.
+ Los partidos de Central empiezan a parecerse a un trámite, pero un trámite a la Argentina: largos, engorrosos, con una cuota de irritación y sufrimiento. Fue el primer partido sin hinchas propios por primera vez en un año y medio. La última vez, con Atlanta, a mediados de 2011, yo estuve ahí, camuflado en la hinchada, y me prometí nunca más volver a Central.
+ De los últimos 17 partidos, Central ganó 15, empató 2 y perdió 0. ¿Cuál será el récord de efectividad en una rueda entera? ¿Hay algo más que agregar?
+ El primer gol fue de penal, del Sapito Encina, que antes de patearlo no hizo la tradicional carrera sino el ya célebre Paseo de un Caballero por la Campiña Inglesa.
+ En este segundo tramo de la seguidilla, que empezó allá por el partido contra Boca Unidos, Central empezó a merecer ganar, a dar argumentos. Y, además, a meter goles temprano. La química incognoscible de la autoestima narra los partidos de Central: hay que quererse, esa es la lección.
+ Para los mendocinos jugó el Ogro Fabbiani, ese que logró que la mitad de los plateístas del River que caminaba sin saberlo hacia el abismo usara una careta de Shrek. Cuatro años, veinte kilos y tres romances con modelos después, al Ogro lo pusieron como cábala, sólo por haber jugado en Newell’s. El narrador ecuánime Julián Bricco señaló: “Es el jugador más gordo que haya jugado jamás en cualquier categoría del fútbol argentino”. Bueno, Bricco no me vio a jugar a mí en mi retiro del fútbol amateur. Ojo, jugué de pivote y provoqué un penal. El Ogro, hay que decirlo, hizo dos cosas: se abrió bien de piernas (palabras del comentarista) en el gol mendocino, y casi amarga a Central con un tiro en el palo.
+ Central se perdía gol tras gol, y el comentarista dijo que el Chucky Medina siempre hacía una de más. Algún día hay que derribar el mito de la “una de más”. Nunca hay una de más.
+ Y ahora, hipócrita lector, te pido que hagas una de más: ponete de pie, que voy a nombrar a Jesús Méndez, que es todo, que es argentino, que es el Xavi que Messi necesita en el Maracaná.
A los bifes: ¿cómo es el fin del modelo? No es una explosión, mientras las tuercas se mantengan apretadas. No puede explotar un dólar oficial cuyo precio lo determina el gobierno. Se puede vivir un largo tiempo con una economía estancada o recesiva (con variaciones al compás de lo que pasa en el mundo, cuando se alivia o se complica la disponibilidad de dólares), sin incentivos para producir para exportar y con una inflación alta que no cede a pesar del estancamiento, porque en la economía cerrada los costos en dólares pueden subir sin techo y las políticas son todo lo expansivas que, con las restricciones del caso, pueden aspirar a ser. Es una agonía fea, la del modelo. Y cuanto más agónica y más larga, más complicado salir de ella.
¿Es así? ¿No puede “explotar todo”? Me internaré por un rato en la contemplación hipotética de escenarios catastróficos.
Como la hiperinflación alemana de los 20, como la explosión argentina de 2001, como la depresión española de hoy, suele haber dos grandes explicaciones, no necesariamente excluyentes, sobre las crisis económicas.
Explicación 1: “se acaba el Tesoro”. Al gobierno se le acaba la plata y tiene mucho déficit: si emite deuda aumenta el riesgo país, la tasa de interés y la economía entra en una recesión (España, Argentina 2001). Si emite billetes para cubrir el bache, termina en una inflación alta (Alemania años 20).
Explicación 2: “se acaban los dólares”. Hay un problema de obligaciones externas (reparaciones alemanas en los 20s, deuda exterior galopante en Argentina 2001 y España hoy) y por algún motivo las exportaciones no alcanzan para pagarlas y al mismo tiempo cubrir las importaciones. El “equilbirio externo” podría corregirse con una devaluación que abaratara al país frente al mundo e indujera a nacionales y extranjeros a comprar más bienes locales. En la espera de esa devaluación, los capitales se van del país, recrudeciendo el problema de escasez de divisas. No puede mantenerse un nivel de importaciones consistente con el nivel de actividad; si la devaluación se produce, puede ser inflacionaria.
¿Puede venir por alguno de estos escenarios una crisis catastrófica del modelo en la Argentina de hoy?
El país estaba llegando a un punto en que era imposible contraer las importaciones sin alterar la producción local, que obtenía del exterior muchos de sus insumos (…). El Gobierno debió ser más selectivo en la asignación de divisas y gradualmente fue forzando el sistema de permisos de cambio que regulaba la obtención de bienes extranjeros (…). La industria (…) sufrió con la intensificación de esos controles. Los empresarios industriales se quejaban por las dificultades para importar maquinarias y materias primas, dificultades que también eran reconocidas por el Gobierno (…). El Gobierno parecía por fin reaccionar ante las presiones inflacionarias (…). Las autoridades económicas no podían evitar que la insuficiencia de dólares se reflejara en su precio, salvo que quisieran llevar el sistema de permisos a extremos inmanejables (…). Para algunos peronistas, la inflación era un mal necesario, si es que realmente lo consideraban un mal. El aumento de los precios era visto como el único instrumento poderoso de redistribución de ingresos que no chocaba con las normas constitucionales ni con la jurisprudencia (existía un antiguo fallo de la Corte Suprema que declaraba atentatorio contra la propiedad privada una tasa impositiva ‘excesiva’).
La cita anterior, extensa y maliciosamente plena de puntos suspensivos para evitar que el lector imagine antes de lo deseado de qué hablan los autores, no se refiere a la Argentina de abril de 2013. Pablo Gerchunoff y Lucas Llach(El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas, Ariel, 1998, páginas 205 a 207) refieren, en cambio, a un proceso histórico el que hoy pueden sacarse enseñanzas valiosas: el agotamiento del modelo clásico del peronismo a fines de la década de 1940 y principios de la de 1950.
En lo que sigue del artículo (leer aquí) Falak pone el dedo en la llaga: ¿no hay, de nuevo, un problema de “restricción externa” aka “falta de dólares” que puede llevarnos a un problema grave? Próximo post, me preguntaré lo que se preguntan muchos: “¿Explota todo esto?”. Voy adelantando que no sé la respuesta.