¿Perdió votos el kirchnerismo?

Respecto a 2011, claro que sí. Respecto a 2009, la cosa no es tan obvia. Tomemos el caso de la provincia de Buenos Aires. Néstor había sacado el 32,2% según los resultados que recordamos y están en web; mientras que el número para Insaurralde del domingo fue 29,6%. Sin embargo, esos porcentajes están computados sobre totales diferentes; en el primer caso sobre votos positivos (es decir, dejando afuera blancos y nulos) y en el segundo caso sobre votos válidos (es decir, positivos y blancos), porque es el porcentaje sobre votos válidos lo que define los umbrales de paso de las PASO.

Si se toma para las PASO 2013 el resultado sobre votos positivos, Insaurralde no tuvo 29,6% sino 31,1% – peor que Néstor, sí, pero no tanto peor y por encima de la barrera psicológica de 30. (Claro que en 2009 la economía estaba peor que ahora, etc., y por lo tanto se trata de un muy mal resultado, pero eso ya sería meternos en los determinantes del voto, sobre los que volveremos al final de esta breve nota).

Nos llega a la bandeja de entrada un hermoso dossier del compañero Javier Zelaznik con datos reveladores sobre las PASO de este año comparadas con la elección de 2009. Entre mucha otra valiosa información, resalto un par de cuadros. En primer lugar, la performance de los distintos partidos políticos versus 2009:

Primer dato: el FPV no perdió votos, incluso ganó algunos. Segundo dato: hubo una redistribución del voto opositor, aunque cuidado aquí con un decisivo caveat: De Narváez en 2009 está bajo el rótulo “PRO y aliados” mientras que Massa en 2013 está bajo “PJ disidente”. La gama infinita de esa entidad vaporosa llamada peronismo complica cualquier análisis electoral. Si en cambio ponemos a De Narváez como PJ disidente, la evolución queda así:

Es una eleccion bastante similar a la de 2009, con alguna ganancia del PJ disidente y PRO y pérdidas leves de la UCR y la izqiuerda.

Vamos al cuadro que creo más revelador:

El principal cambio en el voto al Frente Para la Victoria, en comparación con 2009, fue que se hizo más débil allí donde es más fuerte, y algo más fuerte allí donde es más débil. Aquí “metropolitana” abarca los 5 distritos más importantes (CABA, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza) y “periféricas” los otros 19. La gran pérdida de votos ocurrió en las provincias periféricas, esos sorprendentes resultados riojanos, jujeños, sanjuaninos.

Lo cual nos lleva, ahora sí, a confirmar una presunción preelectoral que tenía mi colega Dr Pangloss: dentro de un panorama generalizado de deterioro económico, del verdadero fin del Modelo de Acumulación de Matriz Diversificada e Integración Social (MAMDIS) el atraso cambiario le pegó con saña particular a las economías regionales de cultivos industriales, mucho más sensibles a la competitividad que las zonas sojeras o las ciudades de servicios; y el cepo cambiario trabó el motor de las provincias mineras. Todo eso tiene que tener un costo en nivel de actividad, gasto y bonanza, y eso termina pagándose en las urnas. No alcanza para decir “es la economía, estúpido”, porque la economía no es tan crítica como en 2009. Pero sí se puede decir, quizás: “no fue sólo Jorge Lanata, estúpido“.

Las PASO las ganó el Papa

 

Ooooso

La observación no me pertenece a mí sino a mi colega el sabio Dr Pangloss. Fíjense los triunfadores. En Capital, el discurso de la paz, diálogo y concordia de una de las mejores amigas del Papa y un rabino ecuménico. En segundo lugar, la otra gran exponente del catolicismo en la política, Lilita Carrió. Todos ellos portadores de ostentosos símbolos religiosos.

¿Y Massa? En sus declaraciones de la noche electoral, una de sus primeras frases fue “como dice el Papa Francisco”. Y fíjense la escena en Tigre del día del humo blanco:

El 13 de marzo de 2013 cambió la historia política de Sergio Tomás. En el Vaticano se decidió el nombre del Papa número 266 de la historia. La sorpresa invadió a todos en la Argentina y desató el júbilo. Massa se encontraba en su oficina, en una jornada más de trabajo. Tenía agendada la visita a la Municipalidad de Tigre de un grupo de jóvenes de la localidad de Rafaela, de la provincia de Santa Fe. En el hall de entrada de la Municipalidad aguardaba también el gerente de noticias de radio Mitre, Jorge Porta. Massa recibió allí a los jóvenes y conversaba animadamente con ellos e incluyó en la charla al periodista radial. Sin embargo, la atención enseguida se dirigió hacia un aparato de televisión, ya que ese momento había aparecido el tan anhelado “humo blanco”. Todos quedaron pendientes de la transmisión televisiva y la noticia los sorprendió: el nuevo papa era argentino.

El “Habemus papam” surgió de la temblorosa voz del cardenal protodiácono francés, Jean Louis Tauran, y el nombre de Bergoglio fue consagrado ante una Plaza de San Pedro pletórica de alegría. Esa misma emoción brotó en la oficina del Intendente de Tigre. Sergio Tomás sintió que el cuerpo se le desarmaba y comenzó a lagrimearsin poder contenerse. Ante la mirada de los jóvenes rafaelinos, sintió que algo había cambiado, como si ésa fuera una señal que le indicaba que era tiempo de asumir responsabilidades.

“Tomar decisiones”, se dijo Massa, en voz baja, sin reparar en que estaba rodeado aún de visitantes. Se sobrepuso a la emoción que lo embargaba y observó a los concejales santafesinos, junto a sus militantes.

“ Esto es una señal, chicos. Y hay que saber interpretarla”, razonó con la vista todavía empañada.Sintió que era una bendición, que su cuerpo recibió de lleno.

“Me pegó fuerte, fue una trompada al medio del mentón ”, dijo al llegar a su casa a su mujer Malena. La elección de Bergoglio cambió la ecuación de muchos. Incluso la de la Presidenta de la Nación. Massa comprendió entonces que era tiempo de definiciones.

¿Cuánto pesa el aparato de los intendentes? (II)

Ya hablamos sobre esto hace un tiempo, con la hipótesis: el aparato de los intendentes no es para nada decisivo en las elecciones nacionales. Veamos que nos aportan los datos de ayer.

El FPV sacó menos votos que en 2011 en todos los municipios del Gran Buenos Aires. La mayor pérdida de votos fue en Tigre, donde robó Massa. La menor pérdida de votos fue en Lomas de Zamora, donde el intendente Insaurralde era primer candidato a diputado. No llamamos a esto “el peso del aparato”. Bien puede ser que la gente vote a “Sergio” o “Martín” en sus pagos chicos porque son populares, no necesariamente por el “aparato”. Lo mismo puede ser cierto de Almirante Brown, donde “Darío” era el número 2 de la lista. Veamos el cuadrito general de cómo evolucionó el voto del Frente Para la Victoria en 2013 versus 2011. Cada columna indica el *ratio de porcentajes* del FPV entre 2013 y 2011. Por ejemplo: para Tigre el ratio es 27,7: en 2011 el FPV sacó 15,8% y en 2013 Cristina había sacado el 57%. 15,8%/57%=0,277.

¿Por qué elegí 2011 y no 2009 para la comparación? Porque en 2009 la presencia de la candidatura de Sabatella en los partidos del Oeste distorsionaba el cómputo. Lo que muestra el cuadro es que, en promedio de los partidos (línea roja) el kirchnerismo sacó poco más de la mitad de los votos que sacó en 2011: un 54,3% de los que obtuvo en aquella oportunidad.

Primera observación gruesa: sacando los casos muy especiales de Tigre y Lomas, en los demás partidos los votos obtenidos por el FPV fluctuaron entre un 38% de los obtenidos en 2011 (San Fernando) y un 66% (Berazategui). Para un partido promedio en el que Cristina hubiera sacado 55% en 2011, en la hipótesis “los aparatos explican todas las variaciones entre partidos” el intendente sería capaz de llevar el voto FPV de un 20% (el 38% de 55%) a un 37% (el 67% de 55%). Bastante, aunque menos que los 25 puntos que perdió el voto FPV en promedio simple de los partidos, de 55% en 2011 a 30% en 2013.

Pero vamos al punto central: ¿explica el color del intendente la variación del voto FPV? Tenemos un grave “problema de identificación”: en el cuadro, los partidos marcados con color naranja son los que limitan con Tigre. Y en todos esos partidos los intendentes jugaron para Massa. Efectivamente, en esos partidos la pérdida de votos del FPV, favoreciendo a Massa, fue importante. ¿Es porque Massa es más conocido allí o es porque los intendentes jugaron a favor? Difícil saber sin mayor información.

El peso de la geografía se nota también al otro lado del Riachuelo. En efecto, donde menos perdió votos el FPV fue en el conurbano sur. En los 7 partidos del conurbano sur (sacando los pagos de “Darío” y “Martín”) la pérdida de votos FPV fue menor a la pérdida promedio.

Es interesante, por eso mismo, el caso del Wild West. En todos esos partidos de menor influencia gravitacional de los cabezas de lista, el FPV retuvo entre 40% y 60% de los votos de 2011. ¿Fue clave en esos distritos la influencia del aparato de los intendentes? No parece: con intendentes K, el FPV retuvo 60% (como en Ituzaingó, donde de todos modos Descalzo –intendente desde 1995– perdió), 50% (como en Tres de Febrero, donde hubo rosca física entre Curtistas  y Massistas) o 40% (como en Moreno, donde Mariano West “pierde una elección después de 18 años” incluso en el Concejo Deliberante). Sí, en Hurlingham, con el intendente a favor (que “denunció destrozos en la Municipalidad”, les dije que este es el Wild West), a Massa le fue bien y el FPV también pudo retener sólo el 40%, como en Moreno.

Conclusión: esto no es ciencia, no todas las variables son constantes. Pero daría la impresión de que cuando hay un huracán que sopla en todos lados, los indendentes pueden sumarse y volar con ese viento; o pueden tratar de quedarse en su lugar y pararlo con las manos. Mucho no lo logran. Y, peor que eso: se lastiman bastante.

Moreno no es paleolítico

Para intentar bajar el blue, es decir, valorizar nuestra moneda, Guillermo Moreno usó la estrategia de prueba y error de manera perfecta: siempre que probó, erró. Y probó una numerosa cantidad de cosas raras, todas ellas igualmente ineficaces: inventó una entidad inclasificable y de existencia *a confimar* llamada CEDIN, presionó a las “cuevas” (y logró que Ámbito llamara “dólar cueva, histérico y especulativo” a la inversa del precio de mercado de nuestra moneda), persiguió arbolitos, prohibió que algunos bonos se usen como intermediarios entre pesos y dólares en el mercado local y varios etcétera.

Recordemos el objetivo inicial: estabilizar el valor de la moneda. ¿Es tan difícil lograrlo?

En nuestro club de lectura de la historia universal leemos sobre las actividades de los Natufianos, unos cazadores-recolectores, previos a la invención de la agricultura, que vivieron por el año -12.000 en Asia Menor. Entre otras cosas, tenían algo así como una política monetaria:

Para los Natufianos, puede ser que el control del sistema comercial de conchas marinas por cereales salvajes, nueces y carnes les diera riqueza y poder – y la clave para esto parece haber sido garantizar que un número limitado de conchas circularan dentro de su poblado. La manera más efectiva de conseguirlo era el retiro esporádico de grandes cantidades de conchas, que era enterradas junto a los muertos. Como las bóvedas de nuestros bancos, las tumbas de los Natufianos llenas de conchas era lo que garantizaba que la cantidad que permanecía en circulación mantuviera su valor [Steven Mithen, After the Ice].

Es como si los Natufianos, desde su Edad de Piedra, estuvieran diciendo: “es la cantidad de pesos, estúpido”.

Campo para todos

por Rafael Di Tella

El desafío de los partidos de centro es convencer a los Argentinos que un país con mas capitalismo seria un país mas justo. La dificultad radica en que, habiendo vivido en América Latina, los votantes creen que eso no es cierto. Ellos asocian capitalismo con libertad (para que las grandes empresas le vendan al estado mal y caro) y derechos de propiedad (sólo para que los ricos puedan preservar sus privilegios mal habidos). Dificultades parecidas se dan en muchas partes del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, los republicanos hacen esfuerzos denodados para que todos puedan ser dueños de sus casas o para que todos inviertan en la bolsa y participen así de las ganancias de las empresas. También cuidan la idea de que en el país hay movilidad social insistiendo en que los mejores colegios y universidades les den becas a los que no pueden pagar. Así, preservan la idea romántica del capitalismo como sistema social justo. Es decir, la idea de un “capitalismo romántico” o “capitalismo democrático”. La pregunta es: ¿como se puede promover el “capitalismo democrático” en Argentina?

Dado el lugar central que tiene el campo en nuestro origen, un paso adelante seria que el campo “fuera de todos”. Una forma de hacerlo es comprar campos y luego repartirlos entre la población. Una forma de hacerlo, y así promover la idea de que el sistema capitalista en Argentina puede ser justo, seria la siguiente:

Propuesta (ejemplo con un solo campo, pero obviamente se puede escalar): el gobierno compra un campo de 10,000 hectáreas. Inmediatamente, emite 10,000 acciones en la nueva sociedad dueña del campo, así cada acción se corresponde con una hectárea. Luego se permite que cada argentino compre 1 acción  (como máximo). Así, pasaríamos a 10,000 dueños de este campo. Al mismo tiempo, y esto es la clave, se cambian los estatutos de esta “sociedad de campo” para que lo único que pueda hacer es alquilarlo.

Esta “intervención” no le debería costar plata al gobierno. Paga el costo del campo (a su dueño original) y después lo recupera al vendérselo a los inversionistas.

Primer “dificultad”: hay que admitir que muy poca gente en la Argentina se anima a comprar unas pocas acciones de una empresa (por ejemplo en la bolsa) y prefieren ahorrar de otra manera. La razón es simple: piensan que los accionistas mayoritarios los van a estafar (u “oprimir”). En el capitalismo anglosajón hay una percepción de que los mayoritarios están mas controlados y no pueden hacer cualquier cosa por eso hay tanta mas gente que invierte en la bolsa americana que en la argentina. ¿Por qué, entonces creemos que la gente querría invertir en estas “sociedades de campo”? Por dos razones: porque las sociedades de campo no pueden hacer casi nada (sólo alquilar el campo) y así es difícil inventar un negociado para estafar a los minoritarios. Y porque no hay ningún grupo mayoritario (nadie puede tener mas de 1 acción).

Hay partes de la propuesta que no tienen solución fácil (¿debería el gobierno regular el mercado donde se alquilan los campos de las “sociedades de campo”?; ¿debería cobrarles menos impuestos para promover esta nueva forma de propiedad?).

Pero seguro que tiene varias ventajas. La más evidente: le permitiríamos a todos los argentinos que participen de la forma de ahorrar que tienen los ricos. Hoy, un laburante argentino que con mucho esfuerzo consigue ahorrar 50.000 pesos tiene pocas opciones para invertir. Quizás con ese dinero puede hacer alguna mejora en su casa (si es el dueño). O quizás puede comprar algún bono indexado que le permita defenderse contra la inflación (buena suerte con eso).  Pero ¿no seria mejor dejarlo comprar una pequeña parte de la “riqueza” del país, que no se la puede comer la inflación, y que encima le paga una pequeña renta? En USA este laburante podría invertir en las principales empresas del país (a través de la bolsa), pero eso es gracias a un sistema judicial que protege a los minoritarios.

Otra gran ventaja es que separaría la producción de la propiedad de la tierra. En efecto, con “campo para todos” la propiedad pasa a ser de todos (por ejemplo, cada argentino tiene derecho a comprar 1 hectárea) y la producción la harían los que alquilan estos campos. Esto es deseable porque los productores reciben rentas “schumpeterianas” (rentas que sólo se pueden mantener con trabajo e innovación) mientras que los dueños de la tierra reciben rentas “ricardianas” (rentas que no se erosionan con la competencia). De hecho, cuanto mas interés hay en la agricultura, los dueños de la tierra reciben mayores rentas (porque hay gente dispuesta a pagar más por las buenas tierras) pero los productores reciben menores rentas (porque hay mas competencia por los insumos como tractores, tractoristas, tierras, etc).

El conflicto con el campo es la expresión actual de un problema estructural que tiene la economía argentina: la mala imagen de los ricos. Esta mala imagen de un grupo es mala para todos nosotros porque hace que la gente vote por los impuestos equivocados (impuestos que apuntan a un grupo pero terminan cayendo sobre otro grupo; impuestos que inducen a una reducción de la superficie cultivada o a producir los cultivos equivocados). Este es el caso de las retenciones y de varios otros impuestos al campo. Exagerando un poco: la gente cree, correcta o incorrectamente, que los dueños del campo argentino son unos oligarcas (¿descendientes de los capitanes que “conquistaron” el desierto con Roca? ¿empresarios truchos retirados? ¿extranjeros que nos quieren sacar el agua?) y por eso busca castigarlos con impuestos (no importa mucho si buenos o malos). Si la tierra fuera de todos, entonces abandonaríamos la retórica y buscaríamos poner impuestos eficientes (altos o bajos). Y se democratizaría la verdadera riqueza de nuestro país.

¡Debutó el CEDIN en Córdoba!

¡Se vendió un departamento! Esto levanta vuelo:

Nace el Dólar Ámbito

Música de viernes, a lo Krugman, como consuelo para Don Julio Ramos, creador de Ámbito Financiero. Ámbito ahora publica que el blue cuesta $8,56 (cuando sale 8,82 según Cronista y La Nación y $8,75 según @dolarblue). Como explica el link del Cronista, el tema es que ya hay dos dólares blue: el blue de mentirillas (Moreno presionando a los operadores para que informen un cierto nivel, no real) y el blue-blue o deep-blue, que es la cantidad de pesos que tenés que pagar si querés un dólar. En una época a “la cantidad de pesos que tenés que pagar por X para conseguir X” le llamábamos “precio”:

Bitcoin, o el error de Milton Friedman

Uno se pierde leyendo la entrada de Wikipedia de “bitcoin“. En particular, parece bastante difícil entender cómo diablos se consigue un bitcoin, la moneda virtual, salvo que hay computadoras y esfuerzo involucrados.

Bitcoin tiene una ventaja y dos desventajas. Auguro irresponsablemente su fracaso porque dos es mayor que uno.

La ventaja (hay aquí un fuerte pronunciamiento ideológico) es que es un intento por quitar el señoreaje de manos del Estado y dárselo a la comunidad. El señoreaje es la ganancia que obtiene el Estado por poder imprimir papelitos de colores y comprar cosas con ellos. Si todos usáramos, en cambio, una moneda que fabricáramos nosotros mismos, todos participaríamos directamente del benficio económico de emitir esa moneda. Por supuesto, no sería posible que cada uno emitiera su propia moneda. Pero si todos nos pusiéramos de acuerdo y dijéramos: “desde ahora se prohibe emitir pesos. Toda la moneda adicional será el pesín (homenaje al difunto CEDIN) y a cada argentino se le entregarán, cada año, 2000 pesines” estaríamos emitiendo más o menos lo que se emite ahora (80.000 millones de pesos anuales) pero la diferencia sería que el beneficio no se lo estaría quedando el Estado sino los privados. (Por supuesto, parte de ese beneficio sería compensado por la inflación que generaría esa emisión).

Hasta ahí, el bitcoin va bien: es una moneda cuyos primeros tenedores no son los amigos del vicepresidente sino los “mineros”, los que hacen cosas raras con la computadora gracias a lo cual obtienen un premio llamado bitcoin. Pero he ahí la primera desventaja del bitcoin: ¿a quién se le ocurrió la tonta idea de que haya que esforzarse para conseguirla? Por supuesto, lo hicieron porque si se consiguiera sin esfuerzo todos obtendrían muchos bitcoins, y habría inflación. ¿O no? ¡No! Podría distribuirse cada tanto una cantidad predefinida, con algún otro criterio. Por ejemplo, por sorteo. Cero esfuerzo, misma cantidad de bitcoins. O regalándole bitcoins a los argentinos el 9 de julio, a los yanquis el 4 de julio, y así sucesivamente O, más fácil: darle un cachitito muy chiquito de bitcoins a *todos* los que se anotaran en una lista. Mismo beneficio (la emisión), cero esfuerzo ¡Ah, la ética del trabajo, qué desgracia de la humanidad!

Por supuesto que para que la gente se anotara habría que hacerle creer que los bitcoins tendrían valor, pero por ejemplo ahora, que ya lo tienen: ¿por qué no pasar directamente al sistema de sorteo? ¿Para qué tener computadoras o gente trabajando para conseguir algo cuyo valor depende de cuánta demanda tiene, pero no de cómo se produjo? Misterio.

Segunda y más obvia desvenaja de bitcoin: la política monetaria. La cantidad de bitcoins no tiene una asociación directa con la cantidad de trabajo: no es que si todo el mundo quiere fabricar bitcoins sube más el número de bitcoins; el “salario” de los mineros, por lo que tengo entendido, tiene que ver con la relación entre cuánto esfuerzo hay por fabricar bitcoins en el mundo en un determinado lapso y cuánto se estipula que aumente la cantidad de bitcoins. El sendero de cantidad de los bitcoins está prefijado, hasta llegar a un máximo de 21 millones de bitcoins en el año 2140.

Esto es, desde luego, una pésima política monetaria. Fijar un sendero de cantidad para los bitcoins implica que, en cada momento, la oferta de bitcoins es fija. Por lo tanto, las fluctuaciones en la demanda por bitcoins se traducirán en variaciones de precios. Esa es una diferencia muy grande respecto a las monedas estatales: si todo el mundo se quiere sacar reales de encima, por ejemplo, el Banco Central brasileño puede decidir absorber esos reales sobrantes para evitar una gran desvalorización. Y al revés: si hay una Moda Brasil, y todos quieren reales, el Banco Central emite aAquí no: todos los movimientos de demanda se reflejan en movimientos en los precios.

No es sorprendente que, siendo así, el bitcoin haya flucturado mucho de precio. Gran aumento cuando se puso de moda, pero hoy está a la mitad de precio que en su máximo. Sí: en los últimos dos meses el bitcoin se debilitó incluso más que el peso argentino:

Obviamente una moneda que fluctúa tanto es una mala moneda: ¿quién va a publicar sus patas de rana usadas en Mercadolibre en bitcoins, si no tiene la menor idea de cuánto valdrán cuando concrete la venta?

Sin autoridad monetaria, es difícil resolver este problema de acomodar la oferta de dinero a la demanda para que el precio no fluctúe tanto. Sí lo podría hacer un Big Player, como Google. Por ejemplo, cada tanto regalar Gcoins a todos los que usan gmail y tener un fondo de reserva para que, en caso de caída de la demanda por Gcoins, sostener su precio. El Gcoin podría valer, por ejemplo, como cierta combinación de dólares, euros, yenes y yuanes. Ahora que pienso, sería una gran idea.

 

Entre liberación o dependencia elegimos dependencia

Hace poco Claudio Loser fue contundente: “Argentina va derecho a una crisis de balanza de pagos“. ¿Qué es una crisis de balanza de pagos? Básicamente, que se acaban los dólares: porque entran pocos, porque se van muchos o por una combinación de ambas cosas.

La Argentina tiene prácticamente cerrada la puerta de entrada de la “cuenta capital” hace un par de años: como el que trae dólares los tiene que cambiar a un tipo de cambio ridículo, nadie ingresa un dólar a la Argentina. Y tampoco se pueden sacar dólares por la cuenta capital (la famosa y demonizada “fuga” de capitales”) salvo para pagos de deudas con el exterior.

De modo que lo que entra es básicamente por exportaciones. Y lo que sale es, en sus rubros principales, por: (i) importaciones, (ii) pagos de intereses y amortizaciones de la deuda, (iii) balance neto de turismo.

En resumidas cuentas: los dólares de exportaciones tienen que alcanzar para pagar importaciones, intereses y amortizaciones de la deuda y el balance neto del turismo. En una economía globalizada, no necesariamente tiene que ser así: un mal año de exportaciones, por ejemplo, podría compensarse con préstamos; y las amortizaciones de deuda normalmente se refinancian.

¿Cómo pinta la evolución de la Cuenta de Almacenero de los Dólares en este año y el que viene? Como tendencia, la apreciación cambiaria –el encarecimiento del país en dólares, el Big Mac entre los más caros del mundo— va complicando la cuenta, porque resta competitividad a las exportaciones y encarece la producción local frente a las importaciones. Para ir ajustando la Cuenta de Almacenero, cuanto mayor el encarecimiento del país, más hay que ajustar las importaciones (Moreno y las declaraciones juradas) o los gastos de Turismo (Echegaray y el impuesto al gasto con tarjeta).

Pero además de la tendencia está el ciclo: las exportaciones dependen bastante de los precios externos. Y ahí está asomando un problema grave para el año que viene: el precio de la soja. Fíjense la evolución del precio de la soja en los últimos años:

Desde 2010, siempre en 500 o más, salvo durante un pequeño lapso en 2011 (y no muy relevante porque no era en época de liquidación de cosecha). Hoy la soja está apenas debajo de los US500, y las proyecciones para el año que viene son de arededor de USD 450 (hay que multiplicar los USD 12,30 el bushel del mercado de Chicago por 36,77). ¿Por qué sería un problema, si convivimos antes de 2010, por momentos, con soja en esos niveles? Es un problema porque una cosa es la soja a 450 con un país que mantiene competitividad frente al mundo y otra bien diferentes es esa soja con una apreciación cambiaria que ya pone la balanza de pagos al borde del offside.

Por supuesto, la soja no es la única exportación; pero sumando soja y aceite de soja es bastante; y el resto de las exportaciones no tiene pinta de subir. En cantidades, las manufacturas de origen agropecuario bajaron 5% la primera mitad de 2013 respecto a igual período de 2012, las de origen industrial subieron 6% y las de combustibles bajaron 12%. Sin una gran recuperación brasileña (que de momento no se percibe) es difícil que haya aportes crecientes de divisas de estas fuentes.

En definitiva: si las cosas son como dicen los mercados de futuros, sería una epopeya mantener en 2014 el nivel de exportaciones de este año. Y sin más exportaciones no puede haber más importaciones. Y sin más importaciones (el 90% de las cuales son insumos, combustibles o maquinarias, todas cosas necesarias para producir) es difícil que pueda aumentar el producto.

Deberíamos aprovechar el Papa argentino para que rece por una sequía en Estados Unidos o algún otro hecho milagroso que cambie las perspectivas para nuestras exportaciones. De otro modo, parece difícil evitar nuevas complicaciones.

Spots: gana la izquierda

No estamos a favor de la eliminación del “impuesto al salario”, ni siquiera de su reducción. La mayoría pobre de los trabajadores (casi todos los informales, y muchos de los formales) no pagan impuestos aun con estas tasas, de modo que sigue siendo un impuesto progresivo.

Estamos a favor de llamarlo “impuesto a los ingresos” y de que todo tipo de ingresos, independientemente de su fuente, pague según la misma escala (consolidando, claro, los ingresos por ganancias empresarias, réditos financieros, rentas de la propiedad y salarios). No veo por qué un cuentapropista que gane 20.000 tiene que pagar una tasa impositiva diferente a un trabajador que gane 20.000.

De todos modos, este es un gran spot: