Maduro el nocaut

Las cosas que está haciendo Maduro en Venezuela me hacen entrar en crisis con mi profesión de docente, en particular, docente de economía. Miren las noticias:

Masiva vigilia por electrodomésticos en Caracas. En los establecimientos que el gobierno fiscalizó, decenas de personas pasarán la noche para ser los primeros en ingresar cuando este martes se abran las puertas.

Fiscalía procesa a 28 personas tras inspecciones a comercios. La Fiscal General de la República informó que han emitido 10 órdenes de captura y tres negocios se encuentran bajo ocupación temporal.

Uno dedica horas a sutilezas que nadie entiende mucho, y quizás lo importante es comunicar mejor dos o tres cosas simples. De esas tan simples que hasta un niño pueda entender. Creo que es posible explicarle a un niño con edad > a un dígito cuál es el problema de regalar (o vender a precios por debajo de los costos) mercadería. ¿Qué pasa cuando se acaba? ¿Cómo se repone? ¿Qué empresa comprará un microondas para estar obligada a venderlo luego a un precio que no compensa todos los costos y riesgos involucrados? Se lo expliqué una vez a una niña de 10, y creo que lo entendió.

Para ser franco, esta sorpresa mía se extiende hacia atrás en la historia a buena parte del siglo XX. ¿Cómo pudo creer tanta gente en el sistema socialista? ¿Qué clase de modelo de ser humano tenían en la cabeza? ¿Quién iba a trabajar y por qué en ausencia de incentivos? Porque no es que el poder de los incentivos se descubrió en el siglo XX. Recodemos al gran Adán: “No es la benevolencia del carnicero o del panadero la que los lleva a procurarnos nuestra comida, sino el cuidado que prestan a sus intereses…”. Eso fue escrito en el año del señor de 1776.

El Loco Guevara por lo menos era consciente de este problema, y creía que la cosa podía funcionar solamente si aparecía “el hombre nuevo socialista, un individuo fuertemente movido por una ética personal que lo impulsa a la solidaridad y el bien común sin necesidad de incentivos materiales para ello. En este sentido, el Che Guevara otorgaba un valor central al trabajo voluntario al que veía como la actividad fundamental…”. Casi te diría que la del Loco Guevara al menos era una concepción que lidiaba con el problema de los incentivos. Naive, quizá, pero al menos se daba cuenta de que había un temita ahí.

Quizás el Loco Maduro comparte la visión guevarista y en Venezuela se vuelven todos Hombres Nuevos: los empresarios empiezan a producir pensando en el bien común y no en sus ganancias, los trabajadores se esfuerzan por el bienestar de la revolución. Debo confesar, viendo las colas de gente haciendo un gran esfuerzo personal por conseguir primero (antes que los demás) un reproductor MP3 que mi primera impresión es que no. Ojalá me equivoque. Adoro cuando me sorprende la generosidad de mi propia especie. No me pasa nunca.

Darwinismo, cambio climático e inflación

Sólo un genio como Krugman puede poner esas tres cosas en el mismo párrafo y decir algo gracioso, cierto y profundo:

Back to the evidence versus the orthodoxy. I can, in a way, understand refusing to believe in global warming — that’s a noisy process, with lots of local variation, and the overall measures are devised by pointy-headed intellectuals who probably vote Democratic. I can even more easily understand refusing to believe in evolution. But the failure of predicted inflation to materialize is happening in real time, right in front of our eyes; people who kept believing in inflation just around the corner lost a lot of money. Yet the denial remains total.

I guess it’s a matter of who you’re gonna believe — Ayn Rand or your own lying eyes. 

De paso: si hubo un actor temeroso a que las políticas expansivas podían generar inflación en todo este proceso de Gran Recesión fue el Banco Central Europeo. Hoy, finalmente, anunciaron que bajan la tasa de refinanciamiento del 0,5% al 0,25%, el mínimo desde que existe el BCE. En Estados Unidos, la Fed tomó la decisión de bajar esa tasa a entre 0 y 0,25% en diciembre de 2008. En Europa la toman cinco años después.

En principio una podría pensar “bueno, es irrelevante 0,25% más o menos”. Evidentemente no creen que sea irrelevante: por algo toman la decisión. El motivo es que la inflación europea fue apenas 0,7% en los 12 meses hasta octubre. Y que algún efecto genera es bastante obvio: el euro se depreció en el momento del anuncio, cuyo timing fue anterior a lo esperado (los mercados saben que están lidiando con halcones).

Y también es obvio que la política hasta ahora erró por contractiva: desempleo alto, inflación más baja que el objetivo: ¿no es evidente que algo está mal? Es más, desde la crisis financiera, la inflación “núcleo” en Europa estuvo siempre por debajo del objetivo de 2% (ver cuadro abajo, aunque se ve mejor acá). ¿Qué estaban esperando?

¿Desdoblamiento, destriplamiento o descuatriplamiento?

Ya hace año y medio que preguntábamos: ¿se vienen los mil dólares?. No el monto de mil dólares, sino mil tipos de cambio diferentes. Leemos hoy a Florencia Donovan aquí en La Platea de Doctrina:

Según afirmaron fuentes del Gobierno a LA NACION, el equipo económico está estudiando desdoblar el mercado de cambios y establecer un dólar más caro para el turismo y para los bienes suntuarios. También se evalúa mejorar la competitividad de las economías regionales, un sector que hasta no hace mucho todavía exportaba y era generador de divisas, con un dólar más devaluado.

¿Es bueno? ¿Es malo? Como decíamos ayer que decía Solow: “Imagínese que alguien se sienta ahí donde usted está sentado ahora y me anuncia que él es Napoleón Bonaparte. La última cosa que quiero hacer con él es meterme en una discusión sobre tácticas de caballería en la batalla de Austerlitz“. Quiero decir: nuestro sistema cambiario es ridículo en todo caso (uso “en todo caso” en su primera acepción al estilo chileno): variantes sobre lo actual son peores, por motivos que no vale la pena mencionar aquí, que un tipo de cambio único y libre. Que quede claro que estamos en una discusión si es más o menos ridículo.

Puestos en esa discusión, yo diría: si vamos a desdoblar, o destriplar, o descuadruplicar el tipo de cambio, incluyamos también al dólar de importación y al dólar financiero.

Devaluar el dólar de importación *y quitar las restricciones* no tiene ningún efecto sobre los precios internos si se hace en las proporciones adecuadas: abolir los permisos previos abarata las importaciones, devaluar el dólar de importación las encarece. Pero es mucho mejor para el país que una empresa sepa qué puede importar y a qué precio, sin tener que pedir permiso cada vez, que meter una gran incertidumbre. No puede ser que la importación dependa de qué está ocurriendo dentro del cerebro de un burócrata sentado detrás de una pantalla con monitor ámbar.

En cuanto al dólar financiero, lo hemos discutido más de una vez, empezando por el mes uno del control de cambios. Todavía no planteábamos entonces un tipo de cambio diferencial de importación porque no había empezado aun la desindustrialización por sustitución de importaciones.  El argumento, en esencia, es simple: nadie trae un dólar al país de manera legal salvo que le den por esos dólares lo que verdaderamente valen. Si queremos pescar unos dólares, pongámosle un poco de carnada al anzuelo.

¿Qué te pasa Brasil?¿Estás nervioso?

Se realizó la primera fase del sorteo para las entradas del mundial.  De las 889.000 asignaciones, 7 de cada 10 fueron para brasileños. Hasta ahí, razonable. Pero veamos cómo se distribuyeron entre otros países, aquí ordenados según el número de postulaciones (el cuadro, gentileza de @verito_rap):

De los 10 países con más cantidad de postulaciones, Argentina es por lejos el que menos proporción obtuvo. Y es incluso el que tuvo un menor *número absoluto* de asignaciones (sacando Chile sobre el que, por algún motivo, no hay datos).

¿Por qué?

Hipótesis 1: tuvimos mala suerte. Imposible. A los grandes números les cabe la ley de los grandes números: con sorteo neutral Argentina debería tener un porcentaje similar (con la salvedad de la hipótesis 2, ver abajo). Además, si la FIFA no creyera en la ley de los grandes números (a mucha gente le pasa) es totalmente de sentido común asignar proporciones por país, para evitar conflictos. Acá no hubo azar: hubo una asignación por país, a dedo.

Hipótesis 2: los argentinos pidieron más “seguir a tu equipo” (un paquete que te permite ver todos los partidos de tu selección hasta donde llegue) porque Brasil les queda más cerca; mientras que canadienses o australianos pidieron otro tipo de partidos. Cada postulación tenía una mayor cantidad de partidos, y por lo tanto podía asignarse un porcentaje menor. Mala hipótesis: en primer lugar, porque en ambas columnas se habla de cantidad de entradas, no de postulaciones. Cada postulación tendría una chance baja, por requerir más entradas, pero cada postulación *exitosa* también las tendría. Además: ¿por qué Colombia tiene el doble de entradas que Argentina (habiéndose postulado una quinta parte) si seguramente tiene el mismo patrón de postulaciones?

Hipótesis 3los partidos pedidos por argentinos eran de más alta demanda que los pedidos por otros países. Si ese fuera el caso, Argentina debería tener un mayor valor absoluto de entradas (llenando todo lo que le daban a Argentina) y un porcentaje bajo. No me gusta el razonamiento “a los argentinos les dieron 10 asientos porque pidieron 1000 asientos, y sólo había 20 asientos”. ¿4500 entradas *en total*? Aunque fuera sólo los 3 primeros partidos da un promedio de 1500 entradas por partido, una ridiculez.

Hipótesis 4se le dieron más entradas a los países ricos. Parece haber cierta correlación, aunque Japón tiene 7% y Colombia 20%, por ejemplo. De todos modos, ¿por qué la FIFA estaría interesada en tener más espectadores de países ricos? La FIFA gana por la venta de entradas. Que los países sean más ricos puede afectar el gasto de los turistas, pero ese debería ser un interés de Brasil, no de la FIFA. ¿Qué incentivo tendría la FIFA para querer turistas más ricos? Ah, ya $é podrían $er motivo$ diver$o$. La FIFA es una organización sin ningún tipo de control “democrático”; incluso menos que el de la Iglesia católica (Francisco, al menos, está mandando unas encuestas). No hay límite legal alguno para el choreo masivo.

Hipótesis 5¿Qué te pasa Brasil? ¿Estás nervioso? Los brasileños consideran indeseable que muchos argentinos viajen allá, sea por temor a conflictos con los locales, o por temor a que festejemos, o por considerarnos violentos (esto último tendría cierto sentido, recordar el affaire Hinchadas Unidas Argentinas en el mundial anterior).

Sinceramente, no encuentro una explicación para el bajísimo porcentaje argentino, y para que sea el mínimo valor absoluto a pesar de ser el tercero en postulaciones, que no incluya, como parte esencial o parcial, a la Hipótesis 5: ¿Qué te pasa Brasil? ¿Estás nervioso?

Robert Solow 1, Jesús de Nazareth 1

Robert Solow: los países pobres pueden crecer más rápido. Claro que se tienen que poner un poquito las pilas: que haya seguridad jurídica, que haya políticas macro razonables. La “convergencia” con los países ricos es condicional: con reglas de juego más o menos comparables a las de los países ricos, los pobres crecerán más rápido, porque (1) el capital (máquinas, etc) es más productivo allí donde escasea y (2) es más fácil copiar una tecnología de país rico que lo que es para un país rico *inventar* una nueva tecnología.

Jesús de Nazareth: “a los pobres los tendréis siempre entre vosotros”.

Como en 1800 todos los países del mundo eran pobres, y ahora hay enormes diferencias, es obvio que unos crecieron más que otros, y que esas diferencias no fueron neutralizándose por las fuerzas de la convergencia. Muchos países siguieron siendo tozudamente pobres por mucho tiempo; incluso, muchos prácticamente no crecieron nada hasta fines del siglo XX. Jesús parecía tener razón.

Sin embargo, hace ya más de una década (al menos) vivimos una época de convergencia. El gráfico muestra en el eje X el PBI per cápita de los países en 2000; y en el eje Y el crecimiento del PBI per cápita en siguientes 13 años. El tamaño de las burbujas guarda una relación con la población de cada país (le queremos dar más importancia a las Chinas que a los Luxemburgo de este mundo).

No sé ustedes, pero yo veo una correlación negativa. No hay países ricos que crezcan mucho (OK, justo les tocó la crisis financiera); y hay muchos países pobres creciendo bastante. Y, cosa curiosa, a casi todos los países de mitad de tabla -ese montoncito donde están Polonia, Argentina y Chile- les ha ido razonablemente bien, sin excepciones. Por supuesto, no todos los pobres crecieron rápido: a Zimbabwe le fue pésimo, pero ahí tienen Robert Mugabe y la hiperinflación. Es obvio que les va a ir mal. No cumple el supuesto “condicional” de las fuerzas de la convergencia.

¿Por qué empezó a observarse convergencia recién ahora? Mi explicación, naive, simplista y creo que correcta (si no lo creyera, cambiaria de opinión) es fukuyamista. Desde la caída del muro, el mundo adoptó el capitalismo; desde las crisis financieras de los 90s, se adoptaron en general una mayor disciplina macroeconómica y (clave) tipos de cambios flexibles. No digo que es todo lo que se necesita para crecer. Pero es bastante. Alcanza para que los países más pobres empiecen a aprovechar los beneficios de ser pobres.

Si esto sigue, creo que habría que darle a Solow un segundo Premio Nobel. Si la convergencia perdura, creo que sería el pronóstico correcto más relevante de la historia de la ciencia económica, superando incluso a la fantástica predicción de Friedman y Phelps sobre la muerte de la curva de Phillips (que tuvo la virtud de cumplirse en seguida).

[Además Solow es un gran humorista. De Friedman decía: “A mí cualquier cosa me hace pensar en sexo; a Milton, cualquier cosa le hace pensar en la oferta monetaria”. Y cuando le preguntaron por qué no discutía con los neoclásicos más extremos, que consideran que el desempleo no existe, respondió:

Imagínese que alguien se sienta ahí donde usted está sentado ahora y me anuncia que él es Napoleón Bonaparte. La última cosa que quiero hacer con él es meterme en una discusión sobre tácticas de caballería en la batalla de Austerlitz. Si lo hago, estoy aceptando el juego de que él en realidad es Napoleón Bonaparte].

¿Medicare u Obamacare para la Argentina?

Hace mucho que proponemos un sistema de salud más en la línea con Obamacare que nuestro sistema público: provisión privada o estatal, financiamiento público para los que lo necesitan. En la Argentina la manera más fácil de ponerlo en marcha sería via obras sociales/prepagas. Obligación de contribuir a prepagas/obras sociales (que podrían ser una misma cosa) para los empleados en blanco; obra social/prepaga pagada por el Estado para los que no tienen un empleo o informales. Incluso: una de las obras sociales podría ser estatal, para los que piensan que el Estado administra mejor que los privados. En total, la plata que hoy se gasta en salud pública alcanzaría para darle prepaga a todos los no cubiertos.

Buena columna de Krugman hoy discutiendo entre dos alternativas posibles de provisión privada con financiamiento público:

(1) Obamacare, que ahora está empezando, aunque el software para elegir aseguradora está andando mal (“Apology for ‘Debacle’ With Health Website“);

(2) Medicare. Medicare es el sistema usado en USA para mayores de 65 y personas con discapacidad, que también es en esencia una posibilidad de financiamiento público y provisión privada. Esencialmente, vas al médico y Medicare te lo paga. Pero no hay, entre medio, una obra social o prepaga.

En otras palabras: la diferencia es que en Medicare hay una única aseguradora de salud que es el Estado; en Obamacare, las aseguradoras compiten entre sí. ¿Cuál es mejor, pensando en una reforma para nuestro país?

Una diferencia que Krugman no menciona es que Medicare implica más pagos del Estado; pasar a un Medicare para todos en un país como el nuestro implicaría que el Estado debería sumar a sus gastos todo el dinero que hoy el sector privado aporta directamente al sistema de salud. Una parte de eso se financia fácilmente cambiando el destino de los aportes obligatorios que hoy van a las obras sociales, que pasarían a dirigirse hacia el Estado; pero no podría recuperarse el dinero que va voluntariamente a las prepagas.

Creo de todos modos que el problema más importante de un Medicare Para Todos es que el Estado tiene menos incentivos a aprobar proveedores eficientes que los que tienen las obras sociales/prepagas. Obviamente la aseguradora (privada o estatal) debería autorizar o no a proveedores. Con un sistema realmente competitivo de prepagas (cosa que no tenemos hoy, pero es otro tema), hay incentivos para contención de costos: elegir médicos buenos, sí, porque forma parte de tu atractivo como prepaga; elegir médicos con ratio caro/bueno muy alto, no. Mi impresión es que en El País de los Troqueles eso sería un poco más complicado con aseguradora única estatal: no hay ningún incentivo (salvo el cuidado del Tesoso público, que no suele ser de gran intensidad) para que el Estado contenga costos.

O será, quizá, el instinto de economista: no nos gustan los monopolios.

Massa vale más que Messi

Boom en la bolsa argentina estos últimos tiempos. Aunque suene como algo financiero, la Bolsa es algo más concreto: cuánto creemos que vale nuestro país. En la Bolsa sólo cotizan algunas empresas, pero podemos pensar que, en promedio, su valor es un indicador de cuánto valen todas las empresas del país. Y las empresas del país son las dueñas del stock de capital productivo de un país. Sí. la bolsa es un indicador de cuánto se percibe que es la riqueza de un país.

Por supuesto, inciden también factores internacionales. El cuadro a continuación muestra qué pasó con la Bolsa argentina en comparación con la de Brasil (el cociente entre Merval y Bovespa, medidos en la misma moneda) como para tratar de quitarnos de encima factores internacionales. Sería más prolijo comparar con muchas más bolsas, pero esa prolijidad se la dejo a Don Juan José Cruces.

Es difícil no asociar la suba de la Bolsa argentina, en comparación con la brasileña, al cambio bastante rápido que se dio en la percepción sobre la posibilidad de que el kirchnerismo siga en el poder. Entre mayo y junio, apareció la figura de Massa como un contendiente capaz de ganarle al kichnerismo en la provincia más importante del país, con un discurso claramente anti-reeleccionista. También influyó quizás, por las mismas fechas, el fallo de la Corte limitando la reforma al Consejo de la Magistratura. Hoy parece difícil recordarlo, pero hace pocos meses se especulaba con la posibilidad seria de una continuidad de Cristina más allá de 2015.

Ya no más. Sabemos casi con certeza que Cristina se va en 2015. Creemos con algo parecido a la certeza que, a más tardar, en 2015 empezarán a desmantelarse las groserías de política económica (controles de cambios, de importaciones, escasa competitividad, IPC manipulado) que limitan el atractivo de la economía argentina. Quizás viene algo un poco mejor, quizás viene algo mucho mejor. Pero como sabemos que es mejor, sabemos que el país valdrá más; y como sabemos que el país valdrá más, el país ya vale más hoy.

Mi pequeño homenaje a Sergio Massa. No voy a votarlo, por motivos que no vienen al caso. Y lo que hizo lo hizo seguramente fue pensando en sus propios intereses — como casi todo lo que hacemos todos en las principales decisiones de nuestras vidas. Pero a otros les pasó el tren bastante cerca y no se lo tomaron: no lo vieron, o no se animaron, o erraron el cálculo. Massa se lo tomó. Y al país le hizo bien.

Un patova en las casas de cambios

Seguimos insistiendo con restricciones a la compra y venta de dólares y policías por la City para bajar el blue. Más allá de su autoritarismo, el problema fundamental de Moreno es su dificultad para comprender nociones bastante elementales de economía. Va la siguiente: restringir *operaciones* es *restringir al mismo tiempo la oferta y la demanda*. Si se restringen la oferta y la demanda en la misma proporción *no hay motivo para pensar que el precio va a cambiar*. No es muy difícil de entender.

¿No se podría castigar la compra de dólares sin castigar la venta o, incluso, premiando la venta? No quiero dar ideas, pero en todo caso lo que habría que hacer es dejar que las casas de cambio funcionen normalmente pero TENER UN PATOVA EN LA PUERTA (puede ser el propio Guillermo en alguna, como símbolo) que haga un cacheo del material con el que entran los clientes a las casas de cambio. Si el cliente entra con dólares, el patova les regala un chupetín, lo invita un café, algo; si en cambio el cliente entra solamente con pesos, *se les pega un par de chirlos*. De esa manera ingresarán más dólares al sistema, y a su vez habrá menos demanda por ellos.

Por supuesto que el “dólar casa de cambio” sería un poco más bajo que el “dólar blue verdadero sin recibir chirlos” (DBVSRC). (El DBVSRC es la inversa del precio de nuestra moneda, que obviamente depende de la oferta y demanda por esa moneda, fenómenos cósmicos que escapan a la lógica almaceneril). Recordemos que vivimos en un país que mantiene hace ya años el precio del Big Mac más barato que el de otras hamburguesas para figurar en la revista The Economist más competitivos de lo que en realidad somos. Con esos estándares, no veo por qué no sería un éxito lograr bajar el “dólar casa de cambio”. ¿Quién va a publicar el “dólar sin chirlos”?

El problema de los mil IPADs

Hace poco veía esta lista con el precio de los IPAD alrededor del mundo:

Sí, somos los más caros. Gentileza de Don Guillote Moreno (y del Mercosur: nótese que Brasil está segundo).

Pero esto no es todo. Pensemos en el IPAD como un bien de capital cualquiera. Lo sé, lo sé, en parte es un bien de consumo; pero no nos pongamos escolásticos: si quieren piénsenlo como un indicador de lo que cuestan otras máquinas, que por mucho no le van a errar. Y tampoco menospreciemos a la computadora personal en sus múltiples versiones, seguramente el bien de capital más importante de la economía moderna, concentrada en los sectores de servicios.

En un país cualquiera, las inversiones se pagan con deudas. Tomo un crédito, me compro las máquinas, hago mi negocio, devuelvo la plata. Supongamos que tenemos un negocio que requiere la compra de 1000 IPADs, y que se va a financiar con plata prestada. Supongamos que los prestamistas son tan buenos que no nos cobran más que lo que le cobran al gobierno. ¿Cuánto es, en cada país, el costo total, anual, de hacer esta inversión de 1000 IPADs; es decir, la plata que tengo que poner cada año para pagar el interés del préstamo (suponemos que el capital se devuelve todo al final, cuando termina el bísnes)? Por supuesto, depende del costo del IPAD y de la tasa de interés. El cuadro que sigue muestra el costo anual de la inversión para cada país.

En la Argentina, el costo anual de la inversión es 120.000 dólares; el que le sigue es Turquía con menos de la mitad (y cuidado que en Turquía, como en otros que aparecen altos, como Vietnam y Rusia, se trata de préstamos en moneda local, porque no conseguí los rendimientos de los bonos en dólares). Sí: el doble que el siguiente. Chile: 30 mil dólares, una cuarta parte que en Argentina. No hablemos de las Alemanias o Dinamarcas, donde el costo de esa inversión es 10 veces menos que en la Argentina.

Todo autoinflingido eh: el costo del IPAD es por el proteccionismo; el costo del crédito por nuestro riesgo país.

Ah: olvidé mencionar que una de las pocas cosas que sabemos del crecimiento económico es que se necesita invertir para crecer.

Selección: el dilema de siempre

Tercer mundial, creo, que tenemos el mismo dilema. ¿Cómo juega tácticamente la selección, más allá de los cuatro defensores? Hay tres sistemas en pugna:

1) Mediocampo asimétrico: Los últimos tres técnicos mundialistas (Pekerman, Maradona, Sabella) probaron durante algún período el “doble cinco asimétrico”: un cinco-cinco (Mascherano en los tres casos), un doble-cinco con juego (Cambiasso con Pekerman, Gago/Bollati/Verón con Diego, Gago con Sabella), y un carrilero más claro, por derecha con Pekerman (Maxi, a veces Lucho González), por izquierda con Diego y Sabella (Di María). Luego un enganche (Riquelme con Pekerman, Messi con Diego y Sabella) y dos delanteros. Maradona jugó así el primer partido, con Nigeria; Pekerman jugó así buena parte del Mundial, aunque en el partido con Alemania usó una variante rara, con Maxi, Lucho, Mascherano y Sorín adelantándose por izquierda. Aparentemente, el esquema titular de Sabella será con mediocampo asimétrico: Gago de cincuentiocho (una mezcla de cinco y ocho), Mascherano, Di María; Messi; Agüero, Higuain.

2) 4-3-1-2 neto: este es el sistema que usó Diego la mayor parte del Mundial. Maxi-Mascherano-Di María; Messi; Tévez, Higuaín. Fue duramente criticado tras la derrota, aunque no tan criticado como cuando hizo exactamente lo que hace Sabella ahora: en un partido de eliminatorias puso a Gago de cincuentiocho, y Él mismo lo calificó como un error. Es posible que este sistema sea más difícil con marcadores de punta no proyectables, como ocurríó en Sudáfrica (Otamendi y Heinze).

3) 4-4-2 neto, o 4-4-1-1: Maradona llegó al Mundial con esa idea; y así le ganó 1-0 de visitante a Alemania poco antes del Mundial: Jonás Brothers, Verón, Mascherano, Di María; Messi e Higuaín. La verdad es que si la crítica principal a Maradona fue que su equipo era poco equilibrado, el corolario es que hay que jugar con un sistema como éste y no con el sistema 1, el asimétrico. Pekerman fabricó una subespecie de este sistema cuando hizo Cambiasso por Riquelme contra Alemania. Era raro ese mediocampo: Maxi, Lucho, Mascherano, Cambiasso como carrilero neto. Por jugadores, la Argentina parecía hasta hace poco no tener con quién formar el 4-4-2, pero el renacimiento de Maxi Rodríguez (hoy considerado una especie de Pelé rosarino) hace que este sea otra vez un sistema viable: Maxi, Mascherano, Gago, Di María; Messi y (para mí) Kun Agüero.

El improbable lector histórico de este blog sabe que aquí siempre nos inclinamos, desde la época de Sudáfrica, por un 4-2-3-1 en el que Tévez o Agüero jugaran de aleros derechos. (En realidad, mi elección siempre sería: Tévez, Messi, Di María en el tridente y  Kun de nueve). La autopercepción de los argentinos, y de la Argentina, como un lugar “diferente, donde las reglas habituales no funcionan, y por eso usamos sistemas autóctonos como el 1-1 o el ‘dólar recontraalto’, pero nunca lo que se hace en otros lados” hace que muchos expertos se resistan: “Agüero no te puede hacer ese laburo”, dictaminan. “Ese laburo” es el mismo que hace Robben en Holanda, Cristiano en Real Madrid, el propio Messi en otra época en el Barca. Pero no: acá somos malcriaditos y el técnico no le puede decir: “Kun, o corrés un poco en la banda derecha, como Di María en la otra, o te saco; igual no te preocupes que vamos a tener mucho la pelota así que vas a tenerla más de lo que vas a correr”. No.

Prohibido ese sistema por la “idiosincrasia argentina”, es posible que la opinión de este blog sea: Four-Four-Fucking-Two. Es muy duro sacrificar a Higuaín, pero si Maxi está bien podemos confiar en que entre Di María, Messi y el Kun algún gol van a hacer. Y no estaría mal probar una vez, una sola vez, un sistema que dé algunas seguridades. La Argentina nunca jugó un Mundial con un auténtico doble pivote, y material tenemos de sobra en esa posición.