Las cosas que está haciendo Maduro en Venezuela me hacen entrar en crisis con mi profesión de docente, en particular, docente de economía. Miren las noticias:
Masiva vigilia por electrodomésticos en Caracas. En los establecimientos que el gobierno fiscalizó, decenas de personas pasarán la noche para ser los primeros en ingresar cuando este martes se abran las puertas.
Fiscalía procesa a 28 personas tras inspecciones a comercios. La Fiscal General de la República informó que han emitido 10 órdenes de captura y tres negocios se encuentran bajo ocupación temporal.
Uno dedica horas a sutilezas que nadie entiende mucho, y quizás lo importante es comunicar mejor dos o tres cosas simples. De esas tan simples que hasta un niño pueda entender. Creo que es posible explicarle a un niño con edad > a un dígito cuál es el problema de regalar (o vender a precios por debajo de los costos) mercadería. ¿Qué pasa cuando se acaba? ¿Cómo se repone? ¿Qué empresa comprará un microondas para estar obligada a venderlo luego a un precio que no compensa todos los costos y riesgos involucrados? Se lo expliqué una vez a una niña de 10, y creo que lo entendió.
Para ser franco, esta sorpresa mía se extiende hacia atrás en la historia a buena parte del siglo XX. ¿Cómo pudo creer tanta gente en el sistema socialista? ¿Qué clase de modelo de ser humano tenían en la cabeza? ¿Quién iba a trabajar y por qué en ausencia de incentivos? Porque no es que el poder de los incentivos se descubrió en el siglo XX. Recodemos al gran Adán: “No es la benevolencia del carnicero o del panadero la que los lleva a procurarnos nuestra comida, sino el cuidado que prestan a sus intereses…”. Eso fue escrito en el año del señor de 1776.
El Loco Guevara por lo menos era consciente de este problema, y creía que la cosa podía funcionar solamente si aparecía “el hombre nuevo socialista, un individuo fuertemente movido por una ética personal que lo impulsa a la solidaridad y el bien común sin necesidad de incentivos materiales para ello. En este sentido, el Che Guevara otorgaba un valor central al trabajo voluntario al que veía como la actividad fundamental…”. Casi te diría que la del Loco Guevara al menos era una concepción que lidiaba con el problema de los incentivos. Naive, quizá, pero al menos se daba cuenta de que había un temita ahí.
Quizás el Loco Maduro comparte la visión guevarista y en Venezuela se vuelven todos Hombres Nuevos: los empresarios empiezan a producir pensando en el bien común y no en sus ganancias, los trabajadores se esfuerzan por el bienestar de la revolución. Debo confesar, viendo las colas de gente haciendo un gran esfuerzo personal por conseguir primero (antes que los demás) un reproductor MP3 que mi primera impresión es que no. Ojalá me equivoque. Adoro cuando me sorprende la generosidad de mi propia especie. No me pasa nunca.