Un poco tarde pero ahí va.
Me debía y, lo más importante, les debía una despedida. Después de 10 años, dejo de escribir sobre publicidad y afines para La Nación.
A una década de aquellas primeras notas semanales que lanacion.com publicaba como sección y todavía no en formato de blog, Marcas ®egistradas se termina por la confluencia de diferentes variables, entre ellas la falta de tiempo por mis nuevas obligaciones profesionales.
Va entonces un agradecimiento a los lectores más fieles, a los no tan fieles y, sobre todo, a los ocasionales, los que se acercaron para demostrar que la creatividad publicitaria puede resultar interesante para las audiencias no especializadas si se pisan ciertos caminos.
Creo que es ese el mayor valor de este espacio que nació por la generosa convocatoria de mi colega y amigo Gastón Roitberg, allá por 2006. Lo que intenté en Marcas ®egistradas fue comprobar que se puede escribir sobre publicidad de manera digerible para un público ajeno a los negocios y a la industria de las ideas, a cuyos integrantes también quiero agradecer profundamente por estos 10 años y también por los 3 anteriores, en los que desde medios como Fortuna y KEY (en esta década también con esporádicas colaboraciones en Apertura/Target y más adelante también en radio con Cristina Pérez y luego con Gerardo Rozín) también intenté aportar una mirada diferente a la que existía en este rubro del periodismo.
Y ese atributo, que se fue consolidando con el correr de los años, fue el que –creo– me llevó a escribir en algunas ocasiones para la versión papel del diario, tanto para la revista del domingo como para el suplemento Sábado, e incluso un par de veces para la Rolling Stone, también parte del grupo de revistas de LN.
Fue así que un publicitario argentino (Martín Mercado) se convirtió en tapa de la revista del diario, como probablemente haya sucedido muy pocas veces (¿menos de 5?) en la centenaria historia de La Nación.
La amplificación de contenidos de ese tipo verifican la teoría que sostengo y seguiré militando: si hablar sobre un nuevo teléfono o recomendar una serie de televisión puede ser periodismo de tecnología o de espectáculos y no simples menciones comerciales, hablar de marcas (sus publicidades, sus estrategias) no implica “chivear” nada sino hacer otro tipo de periodismo, que habla tanto de estas etiquetas como de nuestras propias conductas y costumbres como consumidores y también como ciudadanos.
Como una consecuencia (y quizá también causa) de este prejuicio, en el periodismo especializado en publicidad predominan las referencias endogámicas y una evidente falta de búsqueda de masividad, no por ausencia de ambición sino, quizá, por legítimo desinterés.
Por acción u omisión, con o sin voluntad, no han sido muchos los esfuerzos por cruzar la frontera del ghetto y poner al tratamiento de temas publicitarios donde la publicidad suele estar: en la mesa familiar, en la charla entre amigos y compañeros de colegio o de trabajo.
Cierro con los agradecimientos.
A Gastón, repito, por la oportunidad y el aguante; al diario por el espacio.
A, reitero también, los protagonistas de la industria: a las agencias de publicidad, a sus trabajadores y dueños, a sus agencias de prensa y comunicación; a las marcas y sus ejecutivos de Comunicación, Marketing y áreas similares. Con todos ellos, con algunos más, con otros menos, pude gestar una relación respetuosa y fluida, sin que haya compromisos comerciales de por medio, esos que suelen empiojar el asunto.
Gracias a esta red de vínculos, que pude tejer mientras paralelamente me ocupaba de mi lado A laboral (entre 2008 y 2015 la dirección de la edición argentina de la revista Playboy, para quien no lo sepa), el blog pudo sobrevivir bajo el paraguas protector de LN sin convertirse en un reproductor de gacetillas.
Sólo así Marcas ®egistradas pudo transformarse en un lugar en el que se podía disfrutar de la mejor creatividad de la Argentina y del mundo con un enfoque diferencial.
La buena noticia, para quienes disfrutaban del blog, es que los voy a seguir molestando con mis tuits sobre campañas y curiosidades de acá y de afuera, sobre el mundo de las ideas en particular y también del entretenimiento en general, siempre con el mismo espíritu, aunque con el despliegue y lenguaje al que obligan las redes.
Si el contexto lo permite y las variables vuelven a confluir positivamente, el año que viene habrá otra vez un espacio más formal desde la frecuencia, sin importar cuál sea la plataforma que lo mediatice.
Mientras tanto, ya saben dónde encontrarme.