Quiero destacar tres repercusiones del post anterior:
1) Según mi amiga Ginni, a propósito del post (modestia aparte), en el programa de Roberto Petinatto se abordó el dilema de quién paga la cuenta. Ahí la balanza se inclinó por quienes consideran que si los hombres no están dispuestos a pelar la billetera y pagar como corresponde, mejor ni se molesten en invitar.
2) El domingo me llamó Gabriela. Hace ya unos meses se está “conociendo” con un tipo muy simpático y buena gente que, por sugerencia de ella, ahora sigue este blog. Pero la noble iniciativa tuvo efecto bumerán: él aprovechó el post para escupir un “misil” que venía apretándole la glotis:
-che, a ver cuando pagás un cafecito, o algo…
Ese o algo fue fatal, “como si una maceta cayera desde un 9 piso justo en tu cabeza” dice Gaby, golpeada (por el peso de la verdad).
2) Seguramente el debate televisivo fue un poroto al lado de los comentarios que dejaron ustedes. La vida es lo que cada uno piensa de ella, recordaba yo, mientras los leía atentamente. Nadie tiene la razón completa, pero todos hacen observaciones más o menos asertivas y, lo mejor, dejan algo picando para que el resto lo piense. Recomiendo la relectura.
Sin duda, uno crece a partir de los demás.
Salut, mis lectores!!!!