Lo que piensan los hombres además de sexo

Siempre que alguien la pega con algún éxito rotundo en billetes, me hago la misma pregunta: ¿por qué no se me ocurrió a mí?.

A estas alturas es imposible que me broten genialidades como ésta que acabo de encontrar webeando, después de leer las amargas noticias de Japón: el nuevo best seller de la tienda virtual de Amazon es un libro titulado “Lo que piensan los hombres además de sexo”, una publicación sin mucho arte tipográfico en la tapa pero que adentro viene con 200 páginas… en blanco.

Sin dudas un golazo editorial. El libro se está vendiendo como pan caliente, y la autora (que se ha matado buscando un título marketinero) no hace otra cosa que facturar por no haber escrito nada, literalmente.

closer

no puedo pensar en otra cosa que en el laburo de la oficina Closer via big fun

El éxito fue casualidad, como siempre en estos casos, gracias a un grupo de estudiantes ingleses que compró el libro para regalárselo a sus amigos. Jess Lloyd, una estudiante de la universidad de Nottingham, entrevistada a propósito, contó que lo compró  “como una broma hacia un compañero, que comenzó a usarlo como una libreta, en clase. A partir de entonces se generó una locura en el campus y todos querían tenerlo”.

Cuestión es que la autora, Sheridan Simove, luego de “mucho investigar” el tema llegó a la conclusión de que los hombres no piensan en otra que cosa que no sea sexo, y para ilustrar esa teoría no tuvo mejor idea que dejar las páginas vacías. “De alguna manera están probando que estoy equivocada al llenar el libro con anotaciones de contenido universitario, pero estoy segura que cuando lo terminen, volverán a pensar en sexo”, y agregó que jamás imaginó que su audacia se volvería un best seller.

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Relatos hot para un día de lluvia

Nunca más oportuno el reclamo de Lalo Potemkin. Aprovechando que nuestro querido lector pide un relato hot, he aquí para ustedes, en exclusiva, un erótico anticipo de primavera, que además viene a cuento del post anterior.

La escena que a continuación transcríboles integra un capítulo del libro La segunda vida de las flores, de pronta aparición en las librerías y que fue escrita por Fernández, amigo y autor de Corazones solitarios. Cuando me contó que en la novela había un momento subidito de tono, pensé que sería apropiado y rendidor para las fantasías desacatadas de mis lectores, más ahora que se avecina un fin de semana gris y lloviudo….

Salut!

Imagen David Bellemère via ponyxpress

Capítulo 8

Fernández vio, en retrospectiva, cómo el viejo se quedaba pasmado, los ojos grises abiertos y redondos como claraboyas, y cómo se sacudía por efecto de la inercia y cómo se caía de culo mientras el Megane plateado se escapaba, doblaba más allá, atravesaba calles, cruzaba Juan B. Justo y se detenía en el cruce de Ravignani y Paraguay. Estás loca, empezó a decir. Vamos arriba -le dijo ella tapándole la boca con besos-. Vamos arriba, estoy mojada. Fernández no pensaba, sólo se sacudía por el miedo y la calentura.

Ella lo abrazó en el vestíbulo del edificio, lo desnudó en el ascensor, se arrodilló en el palier para saborearlo y lo empujó adentro con una autoridad nueva y apremiante. No hablaban, se habían terminado hasta las miradas. Era un acto tantas veces postergado que venía como un vendaval silencioso y ciego, aunque arrasador. Se tropezaron en la cocina quitándose las ropas y los zapatos, y ella lo arrastró al piso, se le puso arriba y tomó el mando con energía y plasticidad. Primero la cosa fue salvaje, como venía de afuera: Fernández con los dientes apretados y Mili con la boca abierta, arqueándose cada vez que acababa.

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Se vienen los muebles eróticos

Disculpen que cambie radicalmente de tema, pero no puedo dejar de contarles esta novedad que, básicamente, echa por tierra mi teoría de que en materia de sexo está todo dicho, hecho y escrito. Siempre lo sostuve porque, siendo una práctica que data del tiempo de los homínidos bípedos, hace 10 millones de años, ¿qué descubrimiento enriquecedor puede agregarle el siglo XXI a la materia?. El Kamasutra ya se encargó de recopilar todas las posturas posibles, y los juguetes eróticos básicos (consoladores) datan del paleotítico, en todo caso, la evolución está en el diseño y el material. Por eso, si algo le faltaba al sexo eran muebles confortables para hacerlo fuera del ámbito del dormitorio, en cualquier rincón de la casa, y sin romperte un solo hueso, cosa que puede ocurrir si te sale mal la pirueta sobre la mesada de cocina, o si el frenesí bajo la ducha hace que por error te apoyes en la canilla de agua caliente.

Los diseñadores mexicanos de Bala Studio (plis, entren al sitio, al item Projects, y miren ustedes las utilidades) lanzaron una colección de muebles eróticos que, si los venden a precio accesible, será una revolución. Algunas piezas son tan sofisticadas que uno podría ponerlas en el living sin que las visitas adivinen cuál es su verdadera función.

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Electrodomésticos eróticos

El sábado pasado tuve que hacerle el aguante a María Inés, mi emprendedora y visionaria amiga que empezó fabricando chocolates con formas de genitales y que ahora le dió por convertirse en anfitriona de tuppersex. Ahí estábamos el elenco estable, en alegre montón alrededor de la estufa y comiendo minipizzas mientras la flamante empresaria impostaba una voz de ninfa para vendernos los beneficios del producto en cuestión.

Marilú dijo que tiene y no lo usa, Ceci los atesora en el cajón de las medias, y el resto de las invitadas nos confesamos vírgenes criaturas: nunca habíamos tocado uno. Cómo son las cosas, pensaba yo. Si antes las mujeres debíamos decidirnos entre cambiar el lavarropas o comprar la última freidora, hoy el único electrodoméstico imprescindible en el boudoir o alacena femenina es el vibrador. Qué depiladora ni nada.

Desde que los vende María Inés lleva el suyo en la cartera, y hasta le ha puesto nombre: Gonza. Por Gonzalo Heredia, el latin lover de la telenovela Valientes, hoy por hoy la levadura de su imaginación germana y perversa (cuando la desborda el Malbec).

www.sophiejones.com.ar

Es una segunda revolución sexual: hablamos de él, admitimos usarlo. ¡Estamos saliendo de la caverna!. Creo que estas reuniones, más que diversión, son una salida laboral rendidora para cualquiera (en España ya se hacen tuppersex para ellos), y digo rendidora porque será un negocio inagotable mientras haya curiosos, aventureros, sexópatas e insatisfechos. Y el mundo, ya sabemos, está lleno de todo eso.

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