Tuve en el pasado un grupo de amigas entre las que había una muy, pero muy, bonita: Raquel. Cada vez que salíamos con ella el resto nos volvíamos repentinamente invisibles a los ojos del sexo opuesto. Era (es) una mujer altamente magnética.
Por mucho que nos decorarámos y sonriéramos hasta la parális, era imposible remar una noche si ella estaba ahí. Los masculinos se le iban como moscas. No tenía que hacer ningún esfuerzo por agradar, y para colmo era simpática e inteligente, así que si tenías algún encanto genuino, éste quedaba eclipsado por lo completo de su belleza.
ché ¿por dónde van los otros patitos?, perdimos la fila…eso nos pasa por feas.
Por eso Raquelita nos despertaba sentimientos nublados. Pero jamás la envidiamos. Ni siquiera sanamente porque, pese a que planchábamos kilos de sábanas cada noche que se nos unía a un plan, era buena gente. Los patitos feos le perdonábamos todo eso, aunque es verdad que nos sentimos aliviadas el día que dejamos de verla (se puso de novia). Es así la vida. Hay gente que no logra superar las trampas de la autoestima baja. Otros, en cambio, han aprendido a sacarle partido: ya existe un portal de citas….para feos.