Los infieles también van al cielo

A veces me siento el eslabón perdido: no me gusta el dulce de leche y jamás piso una peluquería (eso se nota, les aseguro). Pero, hete aquí que evolutivamente hablando, todavía no salí de la caverna, es decir, soy una chica de molde: la traición sentimental puede dolerme más que una canita al aire.

Me refiero a que quizá, analizando bien el caso, podría tolerar un desliz de mi media naranja. Lo decididamente inaceptable es que tenga otra mujer en su cabeza, que le dedique pensamientos y alimente un “affaire emocional”, como le llaman ahora a las relaciones no consumadas, o al popularmente conocido histeriqueo.

ellas en tu cabeza cufford coffin

ellas en tu cabeza Cufford Coffin via codicebinario

Convengamos que para algunos no es fácil sostener la monogamia, y más ahora que habemus chat, mail, Facebook, Twitter y mensajitos de texto y otras herramientas 2.0. El impacto de una traición no tiene atenuantes. Sin embargo, las teorías evolucionistas dicen que hombres y mujeres vivimos distinto la infidelidad: nosotras sufrimos más el engaño emocional, mientras que ellos no soportan la infidelidad sexual.

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