Es triste tener que pagar por un poco de cariño. Tradicionalmente han sido los hombres los que han consumido servicios de prostitución, pero en este siglo XXI las cosas están cambiando de color.
Este año se estrenó una película que desnuda un hábito de lo más común en Francia: a falta de hombres disponibles, las mujeres han decidido empezar a pagar por sexo. El cine ya había nos mostrado alugnas versiones del tema (Bienvenidas al Paraíso, de Laurent Cantet, Alfie etc. ) pero nunca en forma tan directa. Cliente, de Josiane Balasko, describe la vida de una ejecutiva divorciada y con dinero que antes de tener que salir al circuito a pescar un amante decente, decide invertir en los servicios de un profesional.
Hace unos años leí una nota en un diario local que abordaba el asunto con testimonios reales, claro que las entrevistadas no se animaron a dar su nombre. Me acuerdo que le mandé un msn a Merimún que por entonces estaba en el campo leyendo exactamente la misma nota. Mi amiga recordó a una compañera de trabajo que tuvo en una conocida editorial, una mujer linda, exitosa y de menos de 40 que solía contratar a un escort cuando pasban los meses y el mercado no le deparaba nada mejor. Hasta le había confesado a Merimún que con tanta demanda, los chicos se habían avivado con el cachet…