Lo primero (o lo segundo) que te viene a la cabeza cuando conocés alguien y advertís que tendrás sexo esa misma noche (y ya descartaste el telo, pues hay indicios suficientes de que el otro/a no es un loquito/a)) la pregunta de rigor es… ¿en tu casa o en la mía?
“El que conquista, en la suya”… manda la etiqueta erótica, rota por completo gracias a lo trastocados que están los roles y las reglas de la seducción contemporáneas. Los divorciados con hijos a cargo la tienen complicada, pues siempre deben “calcular” la espontaneidad (oxímoron), no así quienes conviven con la mascota: mientras no le quiten su cucha, ¡qué le importa al gato quién es el/la fulano/a que se metió en la cama! Recuerdo una amiga que cierta vez se llevó al dormitorio a un sujeto muy simpático que apenas concluyó la faena fue derecho hasta la cocina, y como perico por su casa abrió la heladera buscando alimento que ingerir. El perro que reposaba en el sofá del living montó en cólera porque creyó que le iba a sacar su comida, así es que el desubicado acabó revoleado por la escalera y sin haber podido morder la milanesa.
Más allá de los accidentes, es un detalle ése el de ser buen anfitrión, que es parte del ritual de un buen amante.
encima parece que sabe cocinar….acá me quedo! via choppervirus
Pero si nos preguntan, la mayoría de las mujeres preferimos ir al terreno ajeno, por varias razones. Primero, porque seguro el dormitorio quedó cual Kosovo después de cuatro horas decidiendo qué me pongo; o bien el perro muerde y ahúya si lo encerrás en el lavadero. Segundo, la casa habla de uno, y en este caso, la de un hombre está llena de detalles más elocuentes de lo que muchos podrían expresar con palabras. Y viceversa, claro. En fin, la casa es templo y radiografía de nuestra realidad, por eso aquí me permito aportarles consejos a los señores que quieran ser buenos anfitriones y asi evitar que a una le caiga la libido en picada apenas traspasar la puerta. Anoten (son de mi cosecha y otrs de mi librito preferido, Sex-ejercicios):
–La heladera limpia: ninguna chica educada irá a abrirla, pero por las dudas vaya en busca de hielo para el espumante, tirar antes de salir los huesos del pollo envueltos en film, la pizza de hace diez días y todo lo que esté podrido
-Ni aromatizador floral del súper, ni sahumerios: mejor abrir un rato las ventanas y que el aire fresco neutralice ess olores “sospechosos”, más si fumás o freíste merluza la noche anterior
-La cama tendida y con sábanas limpias, ni una zapatilla o ropa sucia a la vista en el dormitorio, se sugiere. Y si hay retratos tuyos con tu mamá, o con tu ex…¡al cajón de la mesita de noche!
-No tengas plantas muertas, en ningún lugar. Si no las vas a regar ¡no tengas plantas!
-Hacé la playlist romántica antes de salir, no te dé antes del acto por tratar de sintonizar en la radio la señal de los lentos. Y si no hay señal y no engancha el Spotify, mala suerte!
-El baño es clave: esconder el cepillo de dientes viejo, cerrar bien la dichosa tapita del dentífrico, tirar el jabón con las burbujas de mugre y las hebras de pelo pegados, guardá el hilo dental, el pegamento de la prótesis, la pomada para las hemorroides y cualquier medicamento que delate alguna enfermedad contagiosa
-Fundamental el inodoro sin sarro y la pastilla incolora y, por favor, que no se vea la escobita, o al menos que esté limpia
-Del living sacar de la vista las facturas pendientes, las cartas documento por las expensas impagas y cualquier indicio de quiebra financiera
– Poner en el silencio el celular (si te llama tu otra cita, que espere su turno!)
–Tener a mano de la escena el kit básico: preservativos, pañuelos, pastillitas de menta (y de las azules per las dudas ) y tus juguetitos (limpios), si es que usás. Todo a fin de evitar esas interrupciones que cortan el clima
Claro, las recomendaciones son de buena onda y corren también para esa clase de distraídas como yo, que suelen olvidar las tostadas en el fuego y la plancha enchufada y que, por eso mismo, para evitar accidentes fatales en casa, preferimos jugar a las visitas. Pero debo admitir que la suerte me acompaña, o mejor dicho, que elijo bien: aunque la estética del hábitat ajeno no sintonice casi nunca con mi sensibilidad, al menos, siempre doy con gente limpita y decente!