El buey solo bien se lame

Foto epentesis

Cecilia tiene un dildo y otros chiches que le trajo su marido de un viaje. El se la pasa dando vueltas por el mundo y ella está siempre sola, de manera que “mejor tener el de silicona a mano que caer en la tentación con uno de carne y hueso”. Lo dice en voz alta mientras el mozo nos sirve la tortilla de papas y la mira (a Ceci) con ganas de chuparle ese cuello de gatito rubio y abandonado. Mi amiga es así, bella y suelta de lengua. El tema vino a cuento porque hace días entré a una tienda de mi barrio y, entre lámparas de diseño y floreros de vidrio soplado, dí con un estante lleno de juguetes. La cosa es que al fin los accesorios se venden a la luz del día y no en esos locales ocultos en las galerías de Lavalle, prueba de que estamos liberándonos de ataduras medievales. Tan superado está el tema que hasta las tiendas de lujo de París incluyeron una línea bautizada “Intimate” que ofrece toda la parafernalia erótica para divertirse de a dos, o en solitario. Si es así, nunca más oportuno aquello del buey solo bien se lame.

Las mujeres también pagan

Es triste tener que pagar por un poco de cariño. Tradicionalmente han sido los hombres los que han consumido servicios de prostitución, pero en este siglo XXI las cosas están cambiando de color.

Este año se estrenó una película que desnuda un hábito de lo más común en Francia: a falta de hombres disponibles, las mujeres  han decidido empezar  a pagar por sexo. El cine ya había nos mostrado alugnas versiones del tema (Bienvenidas al Paraíso, de Laurent Cantet, Alfie etc. ) pero nunca en forma tan directa. Cliente, de Josiane Balasko, describe la vida de una ejecutiva divorciada y con dinero que antes de tener que salir al circuito a pescar un amante decente, decide invertir en los servicios de un profesional.

Hace unos años leí una nota en un diario local que abordaba el asunto con testimonios reales, claro que las entrevistadas no se animaron a dar su nombre. Me acuerdo que le mandé un msn a Merimún que por entonces estaba en el campo leyendo exactamente la misma nota. Mi amiga recordó a una compañera de trabajo que tuvo en una conocida editorial, una mujer linda, exitosa y de menos de 40 que solía contratar a un escort cuando pasban los meses y el mercado no le deparaba nada mejor. Hasta le había confesado a Merimún que con tanta demanda, los chicos se habían avivado con el cachet

Polvos ecológicos

¿A nadie se le había ocurrido pensar que un polvo podría ayudar a contaminar el planeta? No, a nadie… salvo a la gente de Greenpace, que acaba de publicar una lista de recomendaciones para tener en cuenta antes del encuentro sexual. “Ser verde nunca había sido tan erótico”, es el lema de la campaña, para la que hasta editaron un video “semiporno” que ya puede verse en YouTube. Ah, abajo están los consejitos para el Ecosex…

1) Apagar las luces durante el acto para evitar la emisión de gases que producen el efecto invernadero, causa principal del cambio climático.

2) Bañarse juntos para evitar el uso de jabones, y ahorrar agua, líquido al que no todos tienen acceso.

3) Usar ecolubricantes, por ejemplo, la lengua. Los otros están hechos a base de petróleo, dañinos para el ambiente

4) Evitar los vibradores y otros chiches de PVC. El Policloruro de Vinilo es contaminante, por lo que mejor usar los de látex, piel o caucho.

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Dónde lo hacemos

  

– Nooo… ¡mirá si es un psico killer! – saltó Florencia cuando le pregunté si iban a su casa o la de él. Mi amiga acaba de conocer un chico en un bar de Palermo Viejo donde hay que ir a los jueves para encontrar  gente suelta y tratar de conseguir algún touch and go más o menos decente. El usa anteojos redondos de marco verde, mochila, pantalones caqui, zapatillas Gola, no debe tener más de 37, es diseñador gráfico (como ella) y además es amigo de un amigo. Es decir, cuesta ver al asesino que imagina Florencia. 

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Lo que las mujeres quieren

Lo que dispara el deseo femenino sigue siendo un misterio que no acabará por develarse jamás, por muchas estadísticas y casos que se citen a la hora de probar cualquier peregrina teoría. El tema es pasto fértil para llenar tantas páginas de libros y revistas como mujeres sexualmente activas hay en este planeta, pero tal vez este artículo publicado meses atrás en la revista domincal del The New York Times aporte un datillo más sobre el asunto, datillo útil para el bolsillo del caballero interesado en navegar las profundidades de la libido fememina. Los autores de la investigación concluyen que el deseo se cocina a fuego lento en la cabeza, y creo que es verdad. Y es más, creo que el punto justo de cocción depende de un conjunto de factores muy básicos: uno puede estar en la barra de un bar tomando un Dry Martini con el hombre más feo del mundo que si éste sabe trabajar nuestra sensiblidad con palabras y gestos (y aunque lo que diga sea mentira), probablemente cualquier loca fantasía le sea posible de concretar. Parece que ninguna de las encuestadas se ratonea mirando fotos de protohombres en boxer y pelo en pecho, y que no hay estrategia más efectiva que los gestos y las palabras. Para los que aún no se han enterado, pasen, lean y ….aprendan