Puma Faas 300 TR: un calzado ideal para la temporada de Trail

Por Juan Pablo Calviño (*)

La temporada alta de carreras de aventura está al caer. Los mejores eventos de trail de la región comienzan el próximo fin de semana con el K42, de Villa La Angostura, y se extienden hasta fines de febrero de 2015. Y más también.

Puma introduce a su línea FAAS de calzado dos modelos para los amantes del “fuera de ruta”. Se trata de las Puma Faas 300 TR que tuve la posibilidad de testear. Para los citadinos es difícil reconocer las bondades a este tipo de zapatillas. Pude correrlas en la mítica barda neuquina, los caminos de Villa La Angostura y el terreno variado de Sierra y Laguna de los Padres en las afueras de Mar del Plata.

Son ligeras (275 gramos aprox.), bastante por debajo del promedio de los calzados de trail. Si no nos detenemos en los tacos de la suela, podríamos confundirlas con cualquier modelo lightweight del mercado. Esa es una gran ventaja para los corredores que vienen del asfalto y no le gustan las zapatillas que parecen un tractor. La media suela posee Faas Foam, un derivado de la EVA. Es bastante plana y flexible para brindar un buen contacto con el piso y la curvatura de la puntera hace que la transición de la pisada sea reactiva. Vistas desde atrás se nota la diferencia de grosor entre la parte interna (más alta) y la externa. Al ser una sola pieza, ahí radica la estabilidad tan necesaria en este tipo de calzados (no es control de pronación).

En la capellada, el mesh es una sola pieza y no tiene casturas. Tiene una  capa doble con forma de panal que no permite el ingreso de tierra y brinda una gran transpirabilidad. Está recubierto por Web Cage, una cavidad traslúcida capaz de brindar ajuste, combinando refuerzos termosellados y sintéticos. A la vista, es un conjunto de tiras plásticas que salen desde la mediasuela y llegan hasta los ojales.

La lengüeta es ancha. Unida a los laterales -mediante piezas de cuero sintético-  evita que entre tierra o piedras pequeñas dentro de la zapatilla. No se mueve para los lados durante la marcha.

El agarre a la altura del tobillo es más bien bajo y acolchado (al igual que la lengüeta), por lo que no molesta al momento de ajustar los cordones. Estos son planos y la recomendación es hacerle doble nudo y enganchar las cintas por debajo de los entrelazados ya que no presentan ninguna cavidad donde guardarlos (nadie quiere que se le desaten o se enganchen y menos en una bajada técnica).

La punta calza demasiado angosta. Está recubierta con un refuerzo sintético símil cuero que aguanta pequeños golpes contra piedras y raíces y evita desgarros. En la alta montaña o los senderos demasiado técnicos puede quedar corta esa protección.

Por dentro la plantilla es de Ortholite, antibacteriana. Aunque está pegada al calzado es fácil removerla para aquellos que utlilizan plantillas a medida.

La suela a la altura del mediopie está separada en dos piezas. Es de EverTrack, la goma que utilizada en los modelos FAAS para asfalto. Los tacos son de tres milímetros y varían su posición a lo largo de la planta para mejorar la tracción.

Las Faas 300 TR tienen un diseño simple pero no minimalista. A diferencia de las F500 TR que en aspecto parecen más “convencionales”, el drop de las 300 es de 8 milímetros -18 mm en antepie y 26 mm en el talón-, (50% más que las 500).  El diseño es atractivo sin ser demasiado llamativas. Las terminaciones son elegantes, acordes a un modelo de Trail.

Las sensaciones al andar en todo tipo de terrenos son muy buenas, salvo en zonas pedregosas o asfalto mojado. No necesitan muchos kilómetros de ablande. El calce es estrecho, sobre todo en la punta (la recomendación es probar medio punto más, mientras quienes usan plantillas pueden ir por un talle extra).

Espero que las disfruten. Vale la pena probarlas pensando en las carreras de montaña que se avecinan.

(*) Juan Pablo Calviño es shoes specialist, periodista, preparador físico y maratonista.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando perdemos líquido?

Ya casi estamos en verano y el calor nos hace sentir el rigor de las altas temperaturas a la hora de entrenar y correr. Hace unos días la Lic. Karen Cámera nos brindó información de suma utilidad sobre “La hidratación, clave al momento de entrenar y correr”. En esta oportunidad, tomamos un texto de Atletas Info a cargo del médico, deportólogo y triatleta Eugenio Gordon, quien se plantea el interrogante de qué le sucede a nuestro cuerpo cuando perdemos líquido.

“En promedio, el cuerpo humano pierde 1 litro de fluido por hora de ejercicio. En casos de calor extremo y humedad, el promedio se puede aumentar a 3 litros en una hora. Los datos de abajo muestran qué pasa en el cuerpo, dependiendo el porcentaje de agua que se halla perdido de tu peso original.

Es importante aclarar que el peso que se está perdiendo es de agua, por lo que esto no significa que tu peso va a reducirse de ese momento en adelante, pues el agua se debe recuperar. Por ejemplo, si pesás 80 Kg y corrés 20km, y después tu peso es de 76.3 kg, esto indica que perdiste el 4% (3.2kg) de tu peso, lo cual es demasiado para poder mantener un rendimiento óptimo, y además, peligroso para tu salud.

  • 0% Nada. Rendimiento óptimo, la temperatura se mantiene bien regulada.
  • 1% Primeros síntomas de Sed, la regulación de la temperatura se altera, el rendimiento decae poco.
  • 2% – 3% Aumenta mas la sensación de Sed, el rendimiento es muy difícil de mantener.
  • 4% El rendimiento deportivo decae en un 20 a 30%
  • 5% Dolor de cabeza, mal humor, sensación de fatiga profunda.
  • 6% Perdida severa del sistema de regulación de temperatura.
  • 7% En caso de no detener el ejercicio, se producen desmayos.
  • 10% El cuerpo puede llegar a estado de coma
  • 11% En el mayor de los casos la muerte.

¿En cuánto la deshidratación afecta al rendimiento?

Pérdida de líquido de: -2% -4%
Disminución del rendimiento: -20% -40%

Tabla para calcular la pérdida de líquido en función del peso corporal:

Peso corporal Pérdida del 2% Pérdida del 4%
(kg) kg = (litro) kg = (litro)
40 0,8 1,6
50 1 2
60 1,2 2,4
70 1,4 2,8
80 1,6 3,2
90 1,8 3,6

¿Beber agua sin límites?

¡Cuidado!, tampoco a pasarse con el agua, porque esto también puede ser peligroso. Si bien no es lo más común, existe este riesgo especialmente en carreras de más de cuatro horas de duración, como lo son los maratones o el triatlón Ironman. ¿Qué puede pasar? Cuando se pierde líquido también se pierden sales, entre ellas el sodio, que es esencial para el funcionamiento del organismo. Y si sólo reponemos agua y no sales, llevado a un caso extremo puede devenir en un cuadro de hiponatremia. ¿Qué es esto?: un exceso de agua en la sangre con respecto al sodio, lo que provoca otro importante desequilibrio.

Por todo esto, es importante incorporar bebidas deportivas (isotónicas) que contienen sales minerales. Y como se mencionó antes: saber qué cantidad de líquidos es la correcta para tu cuerpo. Para esto, lo más sencillo es pesarse antes y después de tu sesión de entrenamiento, para así conocer mejor a tu cuerpo y llevarte bien con él.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Runner Day, una jornada destinada a corredores

El próximo sábado 6 de diciembre, Guía KM Zero organiza junto con Amarelo Resto Bar una jornada de aprendizaje destinada a los corredores.

Se trata de un evento gratuito que consiste en un día dedicado al desarrollo de diversos conceptos relacionados al running. Las charlas estarán a cargo de profesionales especialistas en cada una de las temáticas abordadas que darán consejos y compartirán vivencias en lo que hace al entrenamiento y las mejoras del desempeño de los atletas en las carreras, siempre desde la óptica de los beneficios que genera la práctica de actividad física la vida cotidiana de cada persona.

Para ser parte de esta jornada hay que inscribirse online hasta el 17 de noviembre. La clave y razón principal para la organización de esta iniciativa se basan en inspirar a la gente a salir a correr y compartir esa pasión con otros pares.

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

Huellas Solidarias viaja a la Patagonia para el K42

El próximo sábado 15 de noviembre, Villa La Angostura será el punto de encuentro de miles de corredores que participarán de una nueva edición del K42. Esta tradicional carrera representa la gran final de los circuitos internacionales K42 y K21 que se lleva a cabo durante todo el año en distintas partes del mundo.

En este marco, la acción de Huellas Solidarias se traslada a Villa La Angostura para juntar donaciones en la patagonia argentina. La iniciativa de Fundación La Nación, La Nación Corre y Red Solidaria estará en la entrega de kits, los días jueves 13 (de 14 a 20) y viernes 14 de noviembre (de 9 a 12 y de 16 a 19), en el Centro de Convenciones de la ciudad (Calafate 15 y Boulevard Nahuel Huapi).

Nuevamente habrá voluntarios de Red Solidaria (VLA), que destinarán las donaciones de zapatillas, todo tipo de calzado y ropa a las entidades locales que más lo necesiten. Con la idea de que este acción siga creciendo, se replicarán durante todo 2015 en cada una de las fechas del K21 Series.

Así nos fue durante las Expos 21K y 42K de Buenos Aires…

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

La pisada del corredor: ¿pronador, supinador o neutro?

El atletismo, en todas sus versiones, es un deporte de impacto neto. Cada vez que damos una zancada todo el cuerpo sufre un impacto. Los pies, las rodillas, las piernas, la columna, etc. El cuerpo en sí sufre un movimiento, un impacto que se transmite principalmente a través del sistema óseo, de tal modo el reparto de toda esa fuerza sobre la planta del pie es vital para una buena salud del deportista.

Así, la forma en que el pie del corredor entra en contacto con el piso no es igual para todos los runners. Y, si no se hace correctamente, lo usual es que se produzcan lesiones o dolores frecuentes. Para eso es importante saber cómo pisás y eso lo podés hacer realizando un estudio previo de la pisada. Corregirlo con zapatillas y plantillas especiales puede evitarte lesiones ya que las desviaciones en la pisada responden a una mala alineación de la pierna cuando se entra en contacto con el piso. Al correr el apoyo natural es el exterior del talón.

Los tres tipos de pisadas son:

  • Pronador (o Hiper-pronador).
  • Supinador.
  • Neutro.

pisada neutra.jpg

 Neutro (apoyo del pie  universal): Significa que los tobillos  no tienden a girar ni hacia el interior  del pie, ni hacia el exterior cuando  uno corre. En este caso, el eje  imaginario que se describe al correr  desde el tobillo hasta la planta del pie  describe una línea recta respecto a la  horizontal.

 Esta pisada responde a un movimiento natural que comienza con un apoyo con la parte externa del tobillo para pasar después a una ligera pronación (hacia dentro) ejercida por el mediopié y el posterior empuje o despegue que realizan el primero y segundo metatarsianoCerca del 40% de los corredores tiene pie neutro. Por eso, no requieren corrección.

pisada prona.jpg

 Pronador: La característica del pie  pronador consiste en un  derrumbamiento del pie hacia la zona  interna del mismo. Cuando corrés tus  tobillos tienden a girar hacia dentro. Es  bastante común, de hecho es una  amortiguación natural con la que se  defiende el cuerpo. La pronación es un  efecto fisiológico y necesario con el  que el pie disipa parte de la carga  que recibe en cada paso para adaptarse a las irregularidades del terreno, si no fuera por ese movimiento pronatorio nuestros pies sufrirían lesiones. Se dice que un corredor es pronador cuando imprime fuerza exagerada hacia el interior durante la pisada, fácilmente comprobable por un desgaste de la suela en la cara interna, aunque no siempre se detecta así ya que es más evidente cuanto más peso tenga el corredor. En este caso, el tobillo sufre con un giro más pronunciado de lo normal para adaptarse al terreno o a la velocidad de la carrera. Cuando esa pronación está aumentada por encima de los parámetros fisiológicos, en ese caso hablamos de corredor pronador. Con el uso frecuente y con la cantidad de kilómetros las zapatillas se van deformando hacia sus lados internos, especialmente cuando el calzado deportivo carece del diseño y de los aditamentos específicos para corregir o paliar dicha alteración. Como el movimiento de giro o rotación interna del tobillo se da en exceso, además de colapsar de más la bóveda plantar, la pierna también es torcida excesivamente, promoviendo a que la rodilla se salga de su alineación normal con respecto a la pierna, hacia abajo, y con respecto al muslo, hacia arriba. Por lo tanto, esta alteración es la generadora de una gran cantidad de lesiones en los corredores. Es decir, esta alteración se considera como tal cuando el eje del talón (la línea sobre el calzado) pierde su perpendicularidad con respecto al suelo, describiendo un ángulo menor a 90°. Aproximadamente entre un 50%-60% del total de la población de corredores padece algún grado de sobrepronación.

pisada supi.jpg

 Supinador: En este caso el pie gira  según su eje longitudinal, hacia su  exterior. El borde interno del pie tiene  tendencia a elevarse mientras que el  externo se aplasta baja el peso del  cuerpo. El despliegue empieza sobre  la parte externa del talón, pero  enseguida en vez de evolucionar  hacia el interior, se prolonga por el  borde externo del pie para finalmente  volver hacia el interior en la fase finalLos tobillos no tienen la fuerza requerida para ejecutar el movimiento de pronación, provocando entonces que los pies continúen supinando en las siguientes pases de apoyo sobre el suelo. Al no pronar, los pies no pueden amortiguar de manera natural el impacto, y esto a su vez repercute nuevamente en las rodillas y otras partes de su cuerpo. Esta alteración recibe también el nombre de débil pronación, ya que designa a aquellos tobillos que no tiene la fuerza suficiente para realizar el movimiento de pronación. Por lo tanto, la débil pronación queda definida cuando el eje del talón (la línea sobre el calzado) también pierde su perpendicularidad con respecto al suelo, pero ahora describe un ángulo mayor a 90°. Esta alteración es poco frecuente, aproximadamente el 10% del total de corredores son supinadores, y a menudo se confunde con el desgaste excesivo de la zona externa del talón. Los supinadores comprimen y desgastan sus zapatillas a todo lo largo de los bordes externos y no sólo en la zona del talón.

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

#MúsicaParaCorrer Los mejores temas para entrenar volumen IV

Cada vez son más los corredores que apelan a la música como compañía predilecta para correr. Algunos para no hacer sus rodajes largos en soledad, otros para motivarse y desconectarse del entorno. Otros, hasta para las pasadas. Si la música te empuja, hacela parte de tu rutina.

En notas anteriores te brindamos opciones de música para correr con la Cápsula 1, la Cápsula 2 y la Cápsula 3.

Para darle continuidad a esta disciplina que no tiene techo, Factor Running, único programa radial semanal que se emite en la Argentina de lunes a viernes por AM 990 radio Splendid, te acerca su nueva sección: “Música para correr”. Una manera de ahorrarte la búsqueda de los temas, con una gran diversidad musical. Total, las opciones sobran.

Aquí podés escuchar y descargar una nueva edición de Puma Trac para renovar tu música y, con ella, tu compromiso con el entrenamiento.

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

Buenos Aires en Carrera y su mirada de la maratón de la Ciudad

Muchos atletas entrenan todo el año por una sola razón: correr la maratón de Buenos Aires. Este año la ciudad reunió a más de 10.000 inscriptos para mejorar el récord del año anterior.

A todos los une el mismo objetivo: cruzar la meta y recibirse de maratonistas. En este capítulo de Buenos Aires en Carrera, el programa de Daniel Campomenosi te muestra toda lo que pasó el 12 de octubre en la ciudad de Buenos Aires.

La carrera que se inició a las 7.30 en Av. Figueroa Alcorta y Monroe, incluyó los lugares más emblemáticos, históricos y simbólicos de la Ciudad como el Obelisco, el Cabildo, el Teatro Colón, Plaza de Mayo, los Bosques de Palermo, La Boca, Puerto Madero y la Casa Rosada, entre otras. Ocho cámaras exclusivas narraron los 42.195 metros desde adentro.

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

Me han hablado mucho de la maratón de Nueva York

Por Daniel Arcucci

Faltan quince minutos para las siete de la mañana del domingo 2 de noviembre y Nueva York recién amanece, frío, gris y ventoso. No es necesario bajarse del bus, que estaciona como un eslabón más de la cadena interminable de otros iguales, para advertirlo. La sensación térmica traspasa las mismas ventanillas que, sólo unos segundos antes de llegar a ese punto multitudinario de encuentro, en Staten Island, enmarcaron el lomo amenazante, cual gigantesco dragón encorvado, del Puente Verrazzano.

Al bajar, la brisa helada pega sin piedad en la única parte del cuerpo descubierta, la cara, pero el efecto se corta rápido, al encolumnarse en la marcha pacífica y solidaria de más de cincuenta mil corredores que caminan, tras haber llegado allí en buses o en ferry, en busca de su corral de largada. En el mejor de los casos, para ellos, para nosotros, faltan poco más de dos horas. En el peor, más de cuatro.

***

Me habían hablado mucho de ese campamento previo a la largada. Pero distinto es verlo. Un verdadero campo de refugiados multinacional, distribuidos por color, pero no de piel sino de tiempo. Los corrales azules, primero. Los verdes, también. Y finalmente los naranja. Cada uno va para el suyo, hasta que se abran las puertas, y alrededor de todos encontrará lo mismo: café caliente, unos bagels y la solidaridad de quien tiene un cartón, un plástico o una frazada en el piso, además del calor humano que se agradece. Hay 264 argentinos entre centenares de nacionalidades. Todos parecemos entendernos.

El cielo sigue encapotado y el viento está filoso, pero no llueve, afortunadamente.

A la hora señalada, se abren los corrales. Por olas, y eso son, efectivamente. Olas de corredores, de los más rápidos a los más lentos, de la elite con Kipsang y Mutai a la cabeza, pero todos por el mismo camino, que comienza con una fila de los clásicos ómnibus turísticos descapotados a ambos lados y un simple escenario, desde donde se cantan dos himnos, antes del disparo de largada: el de Estados Unidos y “New York, New York”, que se escucha y que impulsa mientras ya se corre por la cola, o por la trompa, del dragón Verrazzano.

Me habían hablado mucho de ese puente y de los otros cuatro. Pero distinto es cruzarlos de a pie. El viento chifla cruzado entre los cables de acero y la sensación de volarse, o volar, es inevitable: sea por la pesadilla vertiginosa de que lo va a revolear a uno a las aguas turbulentas, centenares de metros abajo, o sea por el sueño mágico de que hay una fuerza que empuja a uno a correr mucho más rápido de lo que puede y debe. El ritmo de esos primeros cuatro kilómetros es una falacia: en la foto emblemática, la del poster de la carrera, todos somos Kipsang.

El envión llega hasta el segundo puente, el Pulanski, y ya se está hablando de otro distrito neoyorquino, Brooklyn, y de la mitad de la carrera. A diferencia de Berlin 2013, cuando a esa altura se me ocurrió pensar qué estaría haciendo el mismo Kipsang en ese momento y, a mis 2h05 de entonces, él hacía dos minutos que había llegado con un nuevo récord del mundo, esta vez, con mi 1h51, a él todavía le faltaban casi 20 minutos para cruzar la meta final, para ganar, en 2h10m, la edición más complicada de esta carrera en las últimas décadas. No podía imaginar, por más que me lo habían advertido, que él ya había experimentado lo que para la mayoría estaba por delante: lo más difícil.

Pero justo en la Media Maratón, en la parte ascendente del Pulanski, dejé atrás con demasiada facilidad al pacer de 3h45, confiado en que la multitud que esperaba me llevaría a mejorar esa marca, me empujaría más que el viento en contra y disimularía las cuestas que había que afrontar. Tenía el objetivo secreto de mejorar las 3h43 de Dubai 2014 y eso era más fuerte que los consejos públicos, y sensatos, de no dejarse engañar por el entusiasmo. “Lo que se gasta de más al principio, se paga al final”, me había dicho Luis Migueles. “Hay que dejar de lado la emoción en el comienzo y guardarla para el cierre, porque se va a necesitar”, me había advertido el Indio Cortínez.

Pero lo que estaba por delante, primero, era el tercer puente. El Queensboro.

Me habían hablado mucho de ese armatoste de hierro que une, o separa, a Brooklyn de Queens. Pero distinto es internarse en él. Los acordes de una alegre banda que despide de Brooklyn a los corredores se cortan abruptamente, como si alguien desenchufara el equipo de música, apenas se gira a la izquierda y se interna uno en el túnel oxidado. Por encima pasan los trenes, a los costados se divisa la postal lejana de Manhattan y por debajo brama el Hudson. Pero nada de eso impresiona tanto como el tapatap-tapatatap-ta—pa—tap——ta——pa——tap———- ralentado de las zapatillas sobre un asfalto que parece comérselas. Es un silencio gélido, de energía muerta. En ese lugar inhóspito y agresivo, muchos corredores dejan de correr. Se cruza el kilómetro 25 y la parte descendente, cual tobogán, impulsa de nuevo. Sobre todo porque al pie, como si de un parque infantil se tratara, esperan miles de padres del esfuerzo, dispuestos a felicitar por lo hecho y a alentar el porvenir. Duro porvenir.

Me habían hablado mucho de ese contraste entre el silencio del Queensboro y el griterío infernal en la esquina de la 1st Av. Pero distinto es sentirlo. La vista se clava primero a la derecha, hacia la veredas cubiertas de público enfervorizado, pero luego se voltea inmediatamente, porque el giro es cerrado hacia la izquierda. Y lo que se ve es fascinante y aterrador: un rio de cabezas contracorriente, porque la naciente de ese caudal está casi 8 kilómetros más arriba. Y hacia allá hay que subir, en línea rectísima, con orillas multitudinarias. Aún así, con esa especie de pared humana sosteniendo el cauce, el cruce del kilómetro 30 no lo avisa un cartel, sino una ráfaga de viento en contra que lo duplica en velocidad y obliga a remar con los brazos, con las piernas y, sobre todo, con la cabeza. Hay que llegar al Bronx, el cuarto distrito en el orden geográfico de la carrera, y para hacerlo, es necesario cruzar el puente Willis.

No me habían hablado mucho de ese cuarto puente. Pero es necesario hacerlo. Antes de encontrarse con el cartel del kilómetro 35, se encuentra uno con esta obra arquitectónica pequeña, comparada con sus tres antecesoras, pero ascendente y en curva hacia la izquierda. En un thriller sería un crimen sorprendente, una muerte rápida e inesperada: el piso es de cemento, ni siquiera de asfalto, pero más parece arena. Superarlo es cruzar el muro de todos los muros. Porque el premio es una pendiente hacia el Central Park, rodeado por edificios de ladrillos rojos, de película, propios del Bronx.

El pacer de 3h45, aquel que había dejado atrás con naturalidad en el kilómetro 21, me pagó con la misma moneda en el kilómetro 37. De haberme quedado con él entonces, tal vez iríamos juntos ahora. Pero no: el palito de madera con el cartel azul y números blancos pasa y se va, con la misma naturalidad con la que se ha cruzado el último puente, el de la avenida Madison.


A esa altura, los puestos de hidratación, ubicados rigurosamente en cada milla, son un aliado fundamental, como lo han sido los cuatro geles ya consumidos. No afloja el frío y menos afloja el aliento del público, apenas ausente en los puentes y en algunos pocos kilómetros de un par de barrios. Ya en Manhattan, ya en el Central Park, es estremecedor.

Bien por el noreste, a la altura de Harlem, se ingresa en ese oasis verde que, por cierto, no es plano. Sube y baja como una suave montaña rusa en el corazón de los Estados Unidos y desemboca en su esquina más turística, allí donde su cabecera sur se topa con la Quinta Avenida. No es el final, que va. Apenas se ha pasado el kilómetro 40 y todavía queda un giro. Por supuesto, hacia arriba. Los gritos de aliento son ensordecedores: no se escuchan ni se oyen; se sienten. Se necesitan para subir la última cuesta, hasta ese arco soñado tantas veces, rodeado por dos tribunas repletas, justo al costado de Tavern on the Green, en Central Park West y 67st.

Me habían hablado mucho de esa llegada. Pero distinto es protagonizarla. Hay una alfombra azul, o eso creo, que funciona como una cinta bajo los pies, para que la cuesta no cueste. O será la gente de los costados, tal vez, que parece tomarte de los brazos y llevarte en el último tramo hasta entender, ahí sí, que 3 horas, 46 minutos y 58 segundos después, tras haber largado de Staten Island y cruzado Brooklyn, Queens, Bronx hasta llegar a Manhattan, para conformar con partes tan diferentes eso que se llama Nueva York, alguien te está diciendo “Congratulations” y te está colgando del cuello una medalla dorada que dice “New York City Marathon”. Entonces, ya no importa el frío, ya no importa el viento, ya no importan los puentes, ya no importan las cuestas. Ya no importa nada. Sólo importa que se superó todo eso. 8810° entre 50.564, 712° entre los cincuentenarios… ¿Importa? Sí, importa.

Me habían hablado mucho de la Maratón de Nueva York. Pero no son suficientes las palabras. No es la más antigua, no es la más rápida, no es la más legendaria, no es la más fácil. Es, como bien se define o autodefine, la más universal. Es la carrera del mundo. La que hay que vivir para contar.

***

Amanece soleado y amable el lunes 3 de noviembre en Nueva York y brilla en los pechos de los corredores ahora turistas la medalla dorada del finisher. A nadie le resulta raro el atuendo; todo lo contrario. Como si de un ritual se tratara, y de hecho lo es, se recibe el saludo de cada habitante de esta ciudad, orgullosa como pocas de su carrera. Cada “congrats” se convierte, entonces, en un nuevo estímulo para correr, para seguir corriendo. Faltan poco más de 100 días para Tokio. Allá vamos, a ver como es. No me han hablado mucho, todavía.

(*)Daniel Arcucci es periodista y maratonista. Secretario de redacción en el diario La Nación, Panelista en 90 Minutos de fútbol (Fox Sports). Colaborador en No Somos Nadie (FM Metro 95.1).

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres.
También podés acompañarnos en Facebook

Juan Pablo Varsky narra la confusión de la atleta que se equivocó de circuito

“No sabía adónde era la carrera. Llegaba tarde. Eran 8.25 y en Figueroa Alcorta y Monroe creí que el circuito [de la media maratón Mizuno] correspondía al de Ace [que comenzaba en Dorrego y Alcorta]”, cuenta del otro lado del teléfono Nazarena Bettinelli, con una sonrisa fresca e inocente que evidencian sus 14 años. “Al ser tan tarde, me sumé desde el km 6,5 según me di cuenta después. Por suerte, personas de la organización me prestaron su teléfono para localizar a mis papás”, agrega.

La imagen de Triamax que ilustró esta confusión se desparramó por las redes sociales para generar un gran revuelo dentro del microclima runner. Se había anotado en la prueba participativa (3km) de Ace y, finalmente, corrió 8km dentro del recorrido de la media maratón de Mizuno. No faltaron las más diversas opiniones y suposiciones sobre el error de la joven atleta. “Nos asustamos mucho. Como estaba todo vallado y estábamos llegando tarde, dejamos que Nazarena iniciara la carrera desde ese punto. Pero al ver que todas las remeras eran azules y blancas (las de los 21k Mizuno) y no verdes como las de Ace asumimos que estaba pasando algo. Nos acercamos hasta Udaondo y Alcorta, frente a la cancha de River, y el circuito obviamente continuaba para el lado del Vicente López”, explica su mamá Nilda Inés De Innocentis. Y añade: “Rescato la colaboración de los voluntarios. Rápidamente le dieron a Nazarena un celular para contactarnos”.

Nazarena es de Villa Ballester e ingresó en el mundo del running hace poco más de 3 meses. En su mundo adolescente, “corro hace un montón porque me gusta”, dice. “Es la segunda carrera en la que participo. Me firma la autorización mi papá”, describe. Su primer experiencia se dio en la carrera de Tenaris, en Campana, el último fin de semana de setiembre.

La experiencia, en palabras de Nazarena, es positiva y arroja un aprendizaje. “Me sirvió para darme cuenta que podía correr más que 3km. Nunca antes lo había hecho. Quiero seguir corriendo”, señala. Y su madre, resume: “Hay que llegar temprano a las carreras y saber dónde comienza y dónde termina. Las decisiones correctas de quienes estaban en el circuito ayudaron a que este error de mi hija se resolviera rápido. Va a seguir corriendo porque le hace bien y a nosotros nos encanta acompañarla”.

Foto: Triamax.

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres.
También podés acompañarnos en Facebook

A pesar de la lluvia, 3500 corredores se animaron a los 21k Mizuno

La lluvia permanente durante todo el fin de semana, con sudestada incluida, no impidieron que más de 3500 corredores inscriptos vivan una nueva media maratón (la finalizaron 1831). El paseo costero, de Vicente López, fue el centro de operaciones para una carrera en la que el viento tampoco faltó. Desde Vito Dumas y Laprida se largó la 2° edición de la media maratón Mizuno. El recorrido, reducido en su extensión geográfica, pasó por Núñez.

El ganador fue Gustavo Frencia (1h07m34s), escoltado por Nicolás Ternavasio (1h07m56s) y el triatleta Gonzalo Tellechea (1h08m33s). Destacada labor cumplió Viviana Chávez para ratificar su gran momento, tras una semana antes imponerse en los 5k de McDonald´s. La atleta sanjuanina se cortó y corrió en soledad buena parte del circuito. Se impuso en 1h15m52 y la siguieron Valeria Rodríguez (1h17m18s) y Karina Fuentealba (1h21m54s).

Aquí, los resultados completos…

Fotos: I love runn y prensa Mizuno

Seguinos en twitter en @LNCorre y en @DamianCaceres.
También podés acompañarnos en Facebook