Se corrió la Media Maratón de Buenos Aires

“Me gusta correr”, “¡Otra vez acá!”, “09-09-12 y 21k”, “Gral. Villegas, presente”, “Abu Tito”, “Corro por mí”, fueron, apenas, algunas de las miles de remeras que, en la espalda, lucían un motivo qué explicó las razones de la participación en la media maratón de Buenos Aires. Además, banderas de Brasil, Chile, Perú y Uruguay. También la Argentina. O carteles en el recorrido que rezaban: “Papá estamos con vos. Cami y Cande”, “Cada vez falta un poco menos. ¡Vamos!” o “Papi sos nuestro campeón”. Tal vez para quien no corre, estas expresiones no le provocan absolutamente nada. Pero para las más de 14.000 almas que a las 7.30 comenzaron a desandar los 21.097 metros de la Media Maratón de la Ciudad, desde Figueroa Alcorta y Dorrego, esas leyendas erizaron la piel, provocaron una profunda emoción y, por qué no, hasta provocaron algunas lágrimas. Así se vive, así se siente este deporte que dejó de ser furor entre los argentinos y se convirtió en una disciplina que se arraiga cada fin de semana con dos o más carreras por la Ciudad o el interior del país.

En muchos casos se llega de casualidad y es tan fuerte el vínculo que no se lo abandona nunca más. Otros, en cambio, metódicos, se entrenan desde siempre. Casi todos, constantes y dedicados, no dudan en perderse una salida con amigos para descansar y poder correr al día siguiente. Haga frío o calor. Ni la peor lluvia los hace declinar en su intento de entrenarse. Como sucedió durante agosto, el más lluvioso en 90 años. Todo sea por disfrutar de ese extraño pero necesario cansancio que invade el cuerpo antes de correr. Sensación que desaparece por completo cuando se concluye con la rutina señalada. De mañana, de tarde o de noche. ¡Hasta de madrugada! Total, lo importante es correr.

Y ayer fue una mañana ideal para sumar kilómetros en una competencia que ya es una fija en el calendario nacional. Poco más que una obligación. Todos con el mismo objetivo: terminar y colgarse esa medalla que al día siguiente se muestra con orgullo, como un niño que enseña el trofeo que se ganó en el club. El mérito es de uno. Pero también se traduce en el sacrificio de muchos. Del profesor, en el caso de tenerlo; de la familia, por acompañar; de los amigos por alentar. Acaso, un deporte que tienen mucho individual pero que en los últimos tiempos viró a lo colectivo, ya que se comparte no sólo una carrera sino un grupo de amigos. Observar las incontables carpas de los running teams apostadas en las plazas de la zona de largada daba cuenta de ello. En todas, el mate invitaba a quedarse para escuchar los relatos de los corredores que se animaron a semejante compromiso.

Fueron tres horas (tiempo máximo para terminar la competencia) otorgadas por la organización para un circuito que recorrió barrios emblemáticos de la Ciudad como Palermo, Recoleta y el centro porteño con su símbolo, el Obelisco, el Teatro Colón, la Plaza de Mayo y, al regresar, el imponente Planetario. Ida y vuelta donde, como siempre, no importó la edad. Podía verse a jóvenes mezclados con corredores avanzados en años que compartían una botella de agua o alguna fruta que se repartía en cada uno de la decena de puestos de abastecimiento. O las bandas de rock o grupos de teatro que dieron un color diferente al circuito callejero atestado de corredores ignotos y de elite, esa pequeña minoría que, a pesar de ser verdaderas estrellas, aceptan sacarse una foto o conversan de forma afable y sin divismo. Es el caso de Marita Peralta, la representante argentina en la maratón de Londres 2012, que llegó especialmente desde Mar del Plata.

Pasadas las 10.30 continuaba la fiesta y se mezclaban corredores y muchos de los que a la tarde se acercaron para vivir la multitudinaria meditación que ofreció Sri Sri Rabi Shankar en los bosques de Palermo. Celebración de cuerpo y alma.

Buscá los resultados aquí o en este link…

Mirá las mejores fotos de los 21k de Buenos Aires:

 ¿Cómo viviste la media maratón de Buenos Aies?

Gatorade homenajea a los atletas argentinos

Gatorade, marca líder mundial en nutrición deportiva, anunció el lanzamiento de una edición limitada en homenaje a los atletas argentinos que representaron al país durante  2012. Con su nuevo sabor Maracuyá, esta serie de botellas forma parte de la campaña “Héroes Anónimos” que tiene por objeto reconocer el esfuerzo que realizan los atletas que representan a la Argentina en disciplinas alternativas.

En este marco, la colección está formada por cuatro botellas con las imágenes de Germán Chiaraviglio (salto en garrocha), Braian Toledo (lanzamiento de jabalina), Walter Pérez (ciclismo) y Paula Pareto (judo).

La campaña “Héroes Anónimos” fue pensada para homenajear a aquellos deportistas que entrenan, se sacrifican y compiten muchas veces de manera anónima y que carecen del reconocimiento que se merecen, por el hecho de competir en deportes no tradicionales. Bajo este concepto, Gatorade desarrolló esta plataforma con el fin de apoyar a estos atletas para que cada día sean más Héroes y menos Anónimos.

En breve, más crónicas, más historias y más novedades…

21k de Buenos Aires, la cuenta regresiva

Quedan horas para que el próximo domingo se largue una nueva edición de la Media Maratón de Buenos Aires, en la que se esperan casi 15.000 almas. Una cifra que marca un hito en las carreras de calle para la distancia. A las 7.30 en Av. Figueroa Alcorta y Dorrego una marea humana volverá a activar sus endorfinas para transitar por distintos barrios emblemáticos de la Ciudad como Palermo, Recoleta y el centro con el imponente Obelisco, el Teatro Colón, la Plaza de Mayo y el Planetario.

La Expo y el retiro de kits se realizará como cada año en el Centro Municipal de Exposiciones, Av. Figuero Alcorta y Pueyrredon (ver mapa como llegar). El horario será viernes, de 10 a 20hs y sábado de 10 a 19hs. Habrá estacionamiento para  bicicletas.

A tener en cuenta para el retiro de Kits: 
Si retirás tu propio kit, debés llevar:
1) Tu Documento Nacional o Cédula.
2) Deslinde de responsabilidades. (Podés descargarlo aquí o se lo harán firmar al momento del retiro del kit).
3) El comprobante de pago o resumen/extracto de tu tarjeta de crédito.

Si envías a alguien a buscar tu kit, esa persona deberá presentar:
1) Documento Nacional o Cédula.
2) Fotocopia del Documento Nacional o Cédula o Pasaporte (en el caso de los extranjeros) de quien retira tu kit.
3) Deslinde de responsabilidades firmado por el inscripto. (podés descargarlo aquí y firmarlo).
4) El comprobante de pago o resumen/extracto de tu tarjeta de crédito.

Mirá el circuito:

¿Viste las remeras?

Habrá un remanente de inscripciones, pero estará sujeto a disponibilidad. Habrá que ir el viernes temprano para poder anotarse si te quedaste afuera del cupo. Otro detalle, es que los talles de remera están sujetos a stock en el momento del retiro del kit.

¿Corrés la media maratón? ¿Cómo te preparás?

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El Tetra de Chapelco, por Mayra Ippoliti

HOY EN RUNNER BLOG ESCRIBE: MAYRA IPPOLITI

MARATONISTA Y FINISHER DEL TETRA DE CHAPELCO

Empecé a correr carreras de aventuras hace ya algunos años. Diría que casi de casualidad. Las primeras fueron las promocionales, es decir las más cortitas, pero de a poco, incentivada por mi grupo de amigos, fui animándome a más. Cada vez fueron un poco más largas. Quería saber si podía superarme.

Un día escuché a uno de los chicos del grupo de entrenamiento hablar del TETRA de Chapelco. Le contaba a otro su experiencia del año anterior. Yo recién lo conocía pero no pude evitar escucharlo y meterme en la conversación. La forma en la que narraba la carrera, la pasión de sus palabras me cautivó por completo. Enseguida quise saber más. De qué se trataba, pero cuanto más averiguaba más inaccesible y lejana la sentía.

Al año siguiente acompañé a correrla a mi amigo Federico, que es diabético insulinodependiente y, por tal motivo, la organización me otorgó un pase con acceso total a la carrera por si él necesitaba algún tipo de asistencia. Algo que, por suerte, no fue necesario, aunque yo igual me metí y la viví desde adentro. En ese instante me di cuenta que debía hacer lo imposible para participar. Pero cada vez que lo intentaba pasaba algo: si no era mi salud, era el trabajo, si no era una lesión era otra cosa. ¡¡¡Pero este año por fin se dio!!!

Por amor y por trabajo reparto mis días entre Rosario y Buenos Aires. Debo aclarar que soy rosarina. Al  cansancio físico de los entrenamientos debía sumarle los viajes constantes. Por suerte logré acomodarme. En Buenos Aires, Daniel Simbrón me ayudó muchísimo con el tema del trote. En Rosario, Gaby Moriconi hizo lo propio con el kayak y la bici. Pero, ¿el esquí? Bien gracias, se vería allá, pensé.

Fueron meses de entrenamiento muy duros, al no contar con  mucho tiempo debía salir a remar, pedalear y correr por más que lloviera, hiciera temperaturas muy bajas o tuviera que salir sola en esos largos entrenamientos ya que nadie podía acompañarme en los horarios que tenía libres. Algo que creo me fortaleció porque, en el fondo, se que lo que cuesta vale.

Paralelo a esto comencé a charlar con amigos y conocidos para organizarme, ver cómo viajar y con quién viajar. Debía trasladarme hasta allá con mi bici y el kayak. Era toda una movida. Enseguida se armó un lindo grupete de corredores. Éramos nueve, viajamos una semana antes a San Martín de los Andes. Había que ponerse a esquiar cuanto antes y tratar de bajar el Cerro como fuera.

De a poco el pueblo se fue llenando de corredores, nos cruzábamos esquiando, corriendo, pedaleando por la ruta o remando en el Lacar. Por todos lados se escuchaba hablar de la carrera.

Mi mayor preocupación era el esquí, era la disciplina que menos dominaba y es con la que se inicia la carrera. No sabía si iba a poder terminarla dentro del tiempo estipulado por la organización y en consecuencia temía quedar descalificada casi al comienzo de la misma.

El día anterior comenzaron a aflorar los nervios. Había que preparar el kayak, la ropa, el calzado y la comida que usaríamos en el Lago y en  el trote. Es decir, dejar todo listo en el parque cerrado del Lacar. Nada podía faltar. Esa misma noche fuimos a la charla técnica. La carrera se sentía, se palpitaba. Ahí estábamos los casi 500 corredores. En cada grupo, las charlas eran prácticamente idénticas: qué remera térmica usar, si lentes o antiparras, si guantes finos o gruesos… A decir verdad, los nervios me estaban matando. Comienza la charla y cuando llega el turno de la explicación del recorrido de esquí comienzan los murmullos y quejas. Nos iban a hacer correr muchísimo cuesta arriba con los esquíes al hombro. Mucho más de lo normal, lo que hacía que esta etapa se alargara bastante. Fue ahí que mis nervios se convirtieron en miedo. Temor a que, a pesar de todo el esfuerzo que había hecho, no pudiera lograr mi objetivo.

Esa noche creo que no dormí. Cuando salimos para el Cerro todavía era de noche, hacía muchísimo frío, pero estábamos tan excitados que casi no lo sentimos. Cargamos las bicis y partimos. La noche se convirtió en un día increíble; el cielo azul y totalmente despejado, el Lago parecía un espejo. No había una gota de viento.

De golpe me ví ahí, en el arco de largada, contando la cuenta regresiva, que el momento tan esperado había llegado, ¡¡¡iba largar el TETRA DE CHAPELCO!!!

Los 15km de esquí fueron mortales. Casi me dejan sin piernas, sólo pensaba en poder concluir esta etapa dentro de las 2h30m. Con un golpazo incluido logré terminarla en menos de dos horas. La sensación era increíble. Mientras me ponía las zapas de la bici comprendí que por algo estaba ahí y me di cuenta que podía hacerlo.

La etapa de bicicleta fue extensa: casi 60km con unas trepadas durísimas, pero el paisaje que tenía. Pedaleaba y me sentía que estaba en una película. El Lago azul interminable, las cumbres nevadas, el bosque, simplemente hermoso.

Luego llegó el tiempo del remo. Remar y remar durante 10km interminables por la margen izquierda del Lago. 5km de ida y 5 de vuelta. Cruzábamos miradas con los suertudos que venían de regreso. Algunos gritaban palabras de aliento y a otros se los notaba totalmente extenuados.

De pronto me encontré calzándome las zapas para los últimos 16km de trote y pensaba “ya está, la voy a terminar”.  ¡¡¡No lo podía creer!!! Ésta última parte fue, como toda la carrera, terrible: 12km de subidas. Las piernas ya no me respondían, me dolían músculos que no sabía que existían. Por suerte, parte de esos km fueron dentro del pueblo. La gente estaba en la calle alentándonos, los chicos ponían sus manos para que las chocáramos. Esas expresiones de aliento recargaron un poco mis fuerzas casi agotadas. Luego de esas  interminables subidas por un bosque alucinante, suerte llegaron los últimos 4km de bajada y por fin nuevamente el ansiado pueblo. Cuando tomé la calle principal pude ver a lo lejos el arco de llegada, que parecía inalcanzable. Me daba la impresión de que lo iban corriendo de lugar a medida de que yo me acercaba. La gente salía de sus casas y negocios para aplaudir y alentar. En los últimos metros había cientos de personas esperando por amigos y familiares que gritaron y alentaron del primero al último. Un escalofrío empezó a correrme por todo el cuerpo, la piel se me erizó, era una sensación indescriptible… En ese momento me acordé de todos los que me apoyaron y me ayudaron de una forma u otra para que ese día y en ese momento yo estuviera cumpliendo mi sueño.  Crucé la meta y lloré de felicidad.

La carrera de Mayra, en fotos…

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Se corrió la carrera por la paz mundial

Unas 3000 personas, con la participación de los chicos de la Fundación Baccigalupo, este domingo hicieron vibrar los Bosques de Palermo, en la carrera de 5k por la paz mundial, organizada por El Arte de Vivir

Buenos Aires corre por pasión, por deporte, por costumbre, por necesidad… Y también corre por la paz. El running, que se metió en la sangre de los porteños y año tras año suma más competencias para novatos y avezados, despidió agosto con un desafío diferente: los 5k organizados este domingo por la Fundación El Arte de Vivir, bajo el lema “Tu meta: ahora”, que reunió unos 3.000 corredores entre los que se prendieron en la carrera y los que acompañaron con 2k de caminata.

La mañana de Palermo se tiñó de camisetas naranjas y sonrisas que se le animaron al frío y no se dejaron vencer por la mente que sugería estirar la mañana en la cama. Hombres y mujeres de buen estado atlético y no tanto, embarazadas, abuelos, chicos… Cada uno dejó su gota de sudor por la paz y le dio su impulso a la mega meditación “El Planeta Medita”, que espera reunir más de 100.000 personas y que se realizará en Figueroa Alcorta y Pampa el próximo domingo 9 de septiembre, con la presencia del líder humanitario Sri Sri Ravi Shankar, tres veces nominado al Nobel de la Paz y creador de la fundación, una ONG sin fines de lucro presente en más de 150 países que ofrece cursos y programas para eliminar el estrés a través de poderosas técnicas de respiración.

Tras el esfuerzo, una vez que cruzaron la línea de llegada, hubo una clase de yoga multitudinaria y un show musical de la banda “Los Echeverría”, que convirtió la mañana en una fiesta. Además, participó la Fundación Baccigalupo, que llevó un grupo de corredores con capacidades diferentes a demostrar que todo es posible si uno se lo propone.

“Los pacíficos solemos adoptar una actitud pasiva, mientras los violentos se apoderan de las malas noticias de los medios, éste es un ejemplo de cómo quienes pregonamos un mundo en paz salimos a la calle, queremos ser visibles y contagiar esta convicción a la sociedad”, dijo Santiago Barrenechea, instructor de la Fundación El arte de Vivir y uno de los coordinadores del evento.

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Carrera por la paz mundial

Correr por deporte. Correr por pasión. Correr por el desafío… Y, entre los motivos para encarar un maratón, anotá correr por la paz. Porque la fundación El Arte de Vivir organiza el primer maratón por la paz mundial, no comercial, que se llevará a cabo el domingo 26 de agosto, de 9 a 12 hs., en el Sarmiento y Figueroa Alcorta. El lema: “Tu meta: ¡Ahora!”.

Pensada como una carrera diferente, con el propósito de propagar la paz y disfrutar la carrera con una gran sonrisa , el evento se organiza en el marco de la visita al país de Sri Sri Ravi Shankar, fundador de la organización. Se correrán 5 km a nivel competitivo o 2 km para quienes sólo deseen participar.

Antes de la largada, habrá varias actividades preparatorias para correr: ejercicios de yoga y elongación y técnicas especiales de respiración dictadas por instructores de la Fundación. Y al final, todos los participantes podrán disfrutar de actividades de relajación, comida natural y un show de la banda de rock verde Los Echeverría.

El importe de inscripción es de 80 pesos e incluye una remera con diseño especial de El Arte de Vivir, medalla de finisher, diez premios y cien reconocimientos que se entregarán el 9 de septiembre en “El Planeta Medita”, meditación masiva que se realizará en Pampa y Figueroa Alcorta con más de 100 mil asistentes. Para inscribirse: maraton@srisri2012.org

 ¿Vas a la primera carrera por la paz mundial?

Yaboty: la aventura de Carolina Rossi

HOY EN RUNNER BLOG ESCRIBE: CAROLINA ROSSI (*)

CAPITANA DEL TEAM FILA ROSEDAL

Nunca pensé que algún día podría ganar una carrera. Nunca trabajé para eso porque lo imaginaba prácticamente imposible. Mi única ambición se limitó siempre en superarme, en correr cada vez un poco más rápido.  Y sólo entrenaba para eso. Por eso me cuesta aún creer que salí primera en los 21 k de Yaboty, el 11 de agosto pasado. Ni sé si lo merezco. No tengo velocidad, me cuesta hacer 100 metros en menos de 20 segundos, tengo casi un 20 por ciento de grasa corporal cuando los corredores de verdad poseen menos de 10  y no puedo correr más de lo que corro: entre 60 y 85 kilómetrospor semana. Menos de la mitad que los atletas de alto nivel.

Pero amo correr. Trato de entrenar todo lo que puedo y lo más responsablemente posible. Soy entrenadora y mi trabajo es también mi hobbie. Eso a veces está bueno, y otras no. Pero no me quejo. Al contrario, lo disfruto.

Desde el año pasado me empecé a tomar el tema de mi entrenamiento más en serio y por consejo de un amigo busqué un buen entrenador. Me decía que si a veces me iba mal era porque me autoentrenaba y eso no es lo más recomendable. Le hice caso y busqué a uno. Quería que fuese alguien con experiencia en el triatlón para preparar el olímpico de Mar del Plata de diciembre pasado y busqué al mejor: César Roces. Hace casi un año que estoy con él y la diferencia en mi desempeño fue abismal. César me ayudó no sólo a mejorar como corredora sino también como entrenadora. Porque siento que todavía tengo mucho por crecer, por mejorar y por aprender. Me considero una entrenadora y una runner en evolución.

Los amateurs que no corremos desde los 12 años tenemos una gran ventaja frente a los corredores de elite: nuestro potencial de evolución es mucho mayor que el de ellos. Aunque estamos muy lejos de ellos, claro. Pero podemos seguir mejorando considerablemente pasados los 30 o 40 años o más, cuando ellos empiezan a declinar en su performance.

Empecé a correr de grande. No es que de chica no hiciera deportes. Lo hago desde los siete años, pero empecé dedicándome a la gimnasia en todas sus formas (artística, rítmica, acrobática y aeróbica, a nadar y a ir al gimnasio religiosamente). Hasta que a los 18 empecé a correr casi de casualidad. Diría que recreativamente y sin saber que esta pasión por correr me atraparía por completo. Cuando corrí mi primera carrera, a los 27, el link con el running se hizo definitivo y permanente.

El año pasado Federico Lausi, director de Salvaje Eventos y organizador de la ultramaratón Yaboty me invitó a su carrera. No pude ir y me quedé con  muchas ganas. Sentí que me estaba perdiendo una gran experiencia. Y este año no me la quería perder.

Viajé con mi gran amigo y colega Cristian Cardozo, Santi Carregal, alumno del team y amigo también, mi hermana Kari y mi sobrina Juli que no corrían pero nos hicieron, como tantas otras veces, el aguante. Algo tan necesario para quienes corremos porque nos alientan, nos acompañan.

Los seis días que pasamos fueron inolvidables y muy intensos, porque no viajamos sólo a correr. Ya que íbamos, queríamos aprovecharlos bien. A la ida conocimos los Saltos de Moconá. Al dí siguiente de la carrera fuimos a Iguazú con su cita obligada con las Cataratas y el lunes emprendimos el regreso con una hermosa escala en la biosfera de Salto Encantado. Misiones es hermosa, y su gente encantadora.

En San Pedro, el pueblo desde donde comienza la carrera, paramos en el agroturismo Selva Madre en una casa que parecía sacada de un cuento de hadas. Allí, Marcelo y Rossana, los dueños, nos trataban como si fuéramos de la familia.

Llegamos a San pedro el viernes y la carrera era el sábado. Estaba cansada del viaje en auto y de manejar (aunque mi hermana muy considerada manejó mucho más que yo) y recurrí a las medias de descanso de compresión para estimular la irrigación sanguínea y ayudar un poco a oxigenar los músculos y articulaciones entumecidos de tantas horas que había pasado sentada.

A la noche me acosté muy temprano y, aunque el momento con entre amigos lo ameritaba, no probé una gota de alcohol. Comí lo de siempre antes de una carrera: fideos con aceite con un poco de queso. Lo simple, lo seguro. Lo que no puede fallar ni caerte mal. La bolognesa de los demás era tentadora. Pero me contuve.

En la carrera éramos muchísimos: casi 500. Federico, el organizador, estaba contento. No cualquiera lleva tanta gente hasta Misiones. Fue una carrera grande pero con la calidez, la atención y la sencillez de una chiquita. Desde un principio me llamó la atención que Federico publicara su teléfono personal para que cualquiera de nosotros pudiera llamarlo en caso de necesitarlo. Eso no lo hace casi nadie. Y en la Expo para retirar el kit el horario era hasta las 21 pero contaban con una guardia hasta las 24 por si algunos se demoraban en el viaje. Ese tipo de cosas me sorprendieron mucho.

Había cuatro distancias para elegir: 90 k, que era clasificatoria para la ultra trail du Mont Blanc (el ultra más importante y famoso del mundo), 10 k participativa, 21 k y 42 k. Yo decidí anotarme en 21 porque esa distancia me servía en estas instancias como parte del plan de entrenamiento para los 42 k de Buenos Aires que voy a correr en octubre. Además, porque más de tres maratones por año no quiero hacer.

Fue una carrera hermosa, que muchísimo. Los colores de los paisajes eran una fiesta para los ojos. La tierra colorada, los miles de verdes de la selva y el azul de un cielo totalmente despejado en un día de invierno que parecía verano. Un entorno único con el termómetro que acusaba treinta grados.

Empecé corriendo con molestias en las pantorrillas y los tibiales anteriores; no sabía si era por el largo viaje y si bastaría con hacer unos kilómetros para aflojarme y que se pasen, pero me preocupé un poco. Trataba de mantenerme debajo de 170 pulsaciones por minutos ya que en este tipo de terrenos el minuto por kilómetro no cuenta. Recién en el kilómetro 13 las piernas empezaron a ir cómodas, los dolorcitos se habían ido y de aire venía perfecta. Noté que estaba mucho mejor que cuando recién había empezado, y ahí fue que me di cuenta de que podía salir algo muy bueno.

Hice una carrera prudente, no me pasaba de los pulsos propuestos y si en las cuestas el corazón lo pedía, caminaba.

Sólo en el 20 aceleré de verdad. Porque sabía que faltaba poco, que estaba entera y que podía ganar un minutito extra corriendo abajo de cinco. El promedio me dio que fui a seis minutos por kilómetro, súper lento comparado al ritmo que llevo en una media maratón de calle y se debe al terreno ondulado e irregular.

Crucé la meta sin saber que había ganado los 21 k. Me enteré por un periodista que vino a hacerme una nota. ¡No lo podía creer!  Sabía que había pasado a muchas chicas, pero nunca imaginé que a todas.

Pasaron varios días de la carrera y aún me dura una sensación de alegría y plenitud en el pecho y una sonrisa constante que no me puedo sacar. Sin duda, no me voy a olvidar nunca del 11 de agosto de 2012 en Yaboty.

Cuando me preguntan sobre mis próximos objetivos y si ahora pienso en ganar alguna otra carrera respondo que no con total sinceridad, que ya estoy hecha. Y sonrío de felicidad.

Y digo también que debo y dedico mi primer “primer” puesto a mi Maestro César Roces. Y que me siento muy agradecida a la vida de poder correr.

Creditos fotos: Gentileza de Diego Winitzky para LAP y Salvaje Eventos.

 (*) Carolina Rossi es capitana del running team Fila Rosedal y entrenadora personal. Además escribe para la revista Brando, también colaboró en Lonely Planet, el diario La Nación y la revista Runnin´. Adora viajar y subir montañas: en 2010 hizo cumbre en el Aconcagua y el Kilimanjaro (Tanzania), y en marzo de este año corrió los 42 k de Malvinas donde obtuvo el 2do puesto. Ahora sueña con un ironman. Más info en www.carolinarossi.com.ar y al mailinfo@carolinarossi.com.ar

¿Cuál es tu próxima aventura?

Adventure Race Pinamar, los 27km de Carla Escobar

Hoy en Runner Blog escribe: Carla Escobar

Runner (*)

El  20 de julio decidí, gracias a mi amiga y corredora Eliana que iba a correr el Adventure Race de Pinamar, todo un desafío. Nunca había corrido esa distancia y en semejante terreno. Ella me decía: “Es difícil pero no te puedo describir lo que se siente, tenés que vivirlo”. Sus palabras bastaron para darme el empujón final.

Molesté a mis amigos en twitter porque no me podía inscribir. Llamé al Club de Corredores, mandé mail, hasta que por fin puse anotarme. Era una decisión tomada. Iba a correr esa carrera y cuando me propongo algo no para hasta conseguirlo. Desde un principio conté con el apoyo de Andrés Acebo, quien obtuvo el segundo puesto. ¡No le podía fallar! En los días previos se encargó de decirme qué hacer, qué necesitaba para correr, cómo era el recorrido. Realmente, un grande. Llegué a Pinamar el viernes 3  y ya se sentía el clima de carrera. Me sentía segura. Sabía que  podía  y ganas me sobraban. Correr con mi amiga y su gran compañero, Juan, fue algo maravilloso. Sentir el apoyo constante. Sus gritos: “¡Carli! ¿Carli! ¿Estás?” Cuando aflojaba un poco el ritmo es algo impagable que solo quien tiene un gran amigo y por sobre todas las cosas corredor, lo sabe. Cuando se cumplía hora y veinte de la carrera, Juan me dijo: “De uno a diez, en cuánto estás?”. Y le respondí 10. “Eso es 100% actitud”, me contestó.

N o podía ser más lindo lo que estaba viviendo. Mis amigos, la carrera, el lugar, la playa. Algo realmente fantástico, pero no hay que olvidarse que ¡eran 27 km! El circuito comenzó, como siempre, desde Bunge al km 6 por la playa, para continuar hasta el km 8 en caminos y senderos de arena por bosques linderos a la playa, del Km 8 a 14, por médanos, con desniveles pronunciados y muy intensos. Una parte realmente complicada, dura, donde los músculos van al límite. Al menos, en mi caso. Del Km 14 a 22, en por los bosques. Por  momentos creo las piernas corrían solas. Ellas saben que tenían que llegar, pero realmente fue difícil porque es un recorrido súper exigente. Me preguntaba todo el tiempo: “¿Habrá en algún lugar terreno firme? Sabía que sí, pero no llegaba ¡nunca!”. Tengo que reconocer que tuve tiempo para todo: reflexionar sobre  temas de importancia y de los que no la tienen. Del Km 22 a la meta íbamos por caminos de tierra o pasto como el viejo campo de golf. Esta parte, sin duda, fue un spa para mis piernas. Porque tanto camino de arena fue tremendamente demoledor. Y los últimos km, de nuevo, por la playa. Este final  fue único. La brisa del mar, el sentimiento de un objetivo logrado, la alegría de ver a mi compañero de ruta, de viaje, de vida, que me esperaba y la seguridad de que la volvería a correr. Eli tenías razón: el Adventure Race de Pinamar es una carrera preciosa que recomiendo a todo runner vivir desde adentro. Vale la pena. Por más esfuerzo que signifique.

Aquí, todos los resultados…

(*) Esta es la segunda crónica que Carla Escobar comparte en el Blog. En junio pasado nos contó desde adentro La Vuelta del Vidriero, una carrera muy especial. Entrá a link y recordala.

En breve, más crónicas en primera persona.

Recuerden que el blog es de todos los corredores.

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Medio Maratón de Bogotá: Primer experiencia a 2600 metros de altura

Hoy en Runner Blog escribe: Juan Pablo Calviño (*)

Periodista y runner

El domingo 29 de julio amaneció nublado, como no podía ser de otra forma. Frío y amenaza de lluvia era el pronóstico para la jornada. Ya llevo 15 días en Bogotá intentando adaptarme al cuco de los 2.600 msnm. Una semana en el Mundo de “COMPITE POR TU CIUDAD”.  adidas me seleccionó como el Super Runner que representa a Buenos Aires para lograr que sea la ciudad más rápida de Latinoamérica.

Tras un desayuno de los aburridos, té con tostada y miel, terminé de ajustar los detalles y salimos para la zona de largada. Al arribar al Parque Simón Bolivar, de donde comienza la competencia, atravesamos un control e ingresamos a la zona de atletas de elite. Keniatas, etíopes, eritreos, marroquíes, eran la nota de esa previa larga, ya que arribamos 90 minutos antes del comienzo de los 21K.

Ida al baño, charla, fotos, movilidad articular, otra vez al baño. El kenyata Peter Kirui, a quién tuve el placer de conocer el viernes, compartir una charla y trotar unos metros me saluda. Me cuenta que no está del todo bien para la carrera. Su gesto era serio, pero gentil a la vez. Tadeu sigue con los chistes, Will está sumamente concentrado. Los tres aspiramos a verlo en la cima del podio interno de los Super Runners.

Entre chistes y sorbos de Gatorade llega la hora de empezar a moverse. Un trote ligero y a estar atento para ingresar a la manga de partida. Primero los elite, luego nosotros en un corral por detrás. El control es enorme. La carrera ya está por comenzar. Troto, realizo una estiradas, me emociono (no hay que aflojarse antes de empezar, detalle a mejorar), se me aparecen todas las personas que desde su lugar estuvieron pendientes de mi, alentándome y enviándome la mejor energía a lo largo de estas dos semanas de adaptación a la altura.

Realizo las últimas estiradas, me acerco a la largada. Cuadramos con Tadeu que cada uno haga su carrera. Mi estrategia estaba bien clara. Solo necesitaba saber si la podría cumplir durante la competencia.

Larga la elite femenina. En ese momento un mar de gente empieza a acercarse al vallado que tenemos por detrás. Miles de atletas populares a la espera de la hora señalada.

Largan los hombres y aunque había que esperar a que los demás corredores pisen la línea de largada un atleta, de forma insólita, realiza una salida en falso. DE NO CREER. Detrás de él, algunos salen y ya no había lugar a rectificaciones. Corrimos casi 100 metros hasta el punto de largada sin necesidad. Aprieto  el Split y 21097 metros me esperan.

Los primeros metros son acelerados, pero sin empujones y tropiezos. Mucha gente comienza a pasarme, era de esperarse. El brasilero está delante mio, todavía no hay apuro.

El primer KM no lo veo, el segundo lo paso en 8:04, rápido para el plan de carrera.

La gente está en las calles, alentando a propios y extraños. Los restaurantes ponen música fuerte. Hay pasacalles con “porras”. Km 3 en 4:21, superado el primer puente. Puesto de hidratación. Agarro agua, que vienen en bolsas, buche y a la cabeza.

A pesar de estar destemplado siento calor. Seguimos subiendo. Tadeu se me aleja. Yo tranquilo. Las sensaciones no son las mejores, me lo esperaba. Iba pero sin apretar, cuadrado al plan.

Las subidas son una constante en los primeros 7 km de la carrera. En una subida fuerte, ya medio arto de eso, escucho a un corredor que me alienta: “Vamos Argentina, después de esta subida hay un par de curvas más. Después en la 7ma empieza a  ser recto”. El detalle de todo esto es que teníamos el Cementerio a la derecha y él llevaba la misma remera con la que dormí toda esa semana. Una señal. Agradezco el  consejo, me tiro en un repecho ya con el pacer de 1:30. La liebre venía un poco rápido, con un globo que me golpeó un par de veces y un grupete que disertaba si los parciales eran rápidos.

Rumbo a la avenida, en un giro a la derecha, el 90 % del pelotón fue por arriba de la vereda (por lo visto no solo para en Lanús).

A los 28 minutos de carrera se largó a llover. Agua fina que caía del cielo. Yo feliz, ya que me venía tirando líquido desde el km 3. El panorama se notaba más plano, andaba por territorio conocido (por esa zona hice junto a los Good Will Runners un fondo suave el domingo anterior).

Tadeu Cruz hacía rato que estaba fuera de mi radar. Las sensaciones mejoraban pero lejos estaban de ser óptimas. A esa altura el público pasó a ser un factor fundamental. Banderas colombianas, “ánimos”, y el recurrente “apuren que el kenyata ya está por llegar”. FALSO (tuve hasta el tiempo para calcular por qué KM iría la punta).

Mientras me tiraba agua en la cabeza y  disfrutaba de la llovizna un runner con “chuchos” de frío se quejaba en vos alta (cada loco con su tema).

Entre tanta cosa, pensamiento y sensaciones raras, apareció Tomás, uno de los fotógrafos de Trois, la empresa contratada por adidas para seguirnos durante toda la semana. La cámara obliga a mantener el paso (nadie quiere salir mal en las fotos) y con dos frases supo ponerme en foco. De pensar que ese podía ser mi primer fondo a ritmo rumbo a los 42K de Buenos Aires en octubre, volví a la carrera.

Kilómetro 10: alfombra de control a mitad del recorrido, cartel de hidratación. Me apuro en tomar el gel, ya que recién varios metros  tras una curva venía el agua (siempre en bolsitas).

En bajada los parciales eran los buscados a esa altura de la carrera. Igual era pronto para ir por más. Las adidas adizero Adios 2 se portan de mil maravillas. Con sólo dos trotes de 30 minutos y algunas estiradas se sienten perfectas. (con el modelo anterior nunca había competido más de 10K, ahora iba por el Km 12 y las sentía amortiguadas).

Más hidratación, más gente, más aliento en la calle 92. Paso por detrás del Hotel. A los pocos metros estoy a una cuadra de la esquina que considero el KM Cero de Bogotá (me rio , igual que Will en ese tramo).

Me empiezo a sentir mejor. Me engancho en un pelotón y lo largo a los pocos metros. Voy para adelante, la carrera va según los planes. Ahí aparece una subida a una Autovía. Esa “oreja” me sirve para ver por primera vez al brasilero. Esta lejos pero a la vista! En la bajada Tara y Silvana (mis anfitrionas la primer semana) me alientan, me ofrecen gel. No lo tomo, agradezco y sigo. Mi zanahoria está delante. Con el pasar de los metros la distancia se acorta. Salimos de la Autovía, entramos a otro barrio. “A no desesperar”, pienso. Lo importante es la meta. No sirve de nada alcanzar a Tadeu y morir en el intento.

Lo tengo a tiro en el Km 17. Plan hasta ahí perfecto. Me pongo detrás de él, lo toco y paso al frente (tal vez demasiado pronto). Acelero y Tadeu viene. Freno y se queda. Me abro y se corre. Me pongo de costado y le hago seña para que tire. “No, estoy morto”, me dice. Me tomo 1 segundo, lo pienso. Cambio el ritmo y no viene. Reingresamos a la autovía. La rueda de la fortuna aparece a lejos.

Km 19: me alejo. Cada tanto relojeo. Está atrás. Vamos que sale!

Km 20: Campana mental. Acelero, no viene. Paso junto a la rueda en plena subida con curva a la izquierda. Mantengo el sprint que queda. Salgo de la curva, la ruta se estrecha. Cordón con público a la izquierda, vallado a la derecha. Prendido esquivo y paso gente. No falta nada. Reviso cuál es el arco de meta. No se escuchan pasos ni respiraciones por el griterío.

Como una tromba lo veo. Me pasa. 1 segundo, 1 puesto. Me paso en el toque. Mi remate a 4:20 para los últimos 1.098 metros no fue comparable con su 3:03 para el último Mil. Vaya Super Runner resultó ser Tadeu. Cruzo la meta. Me aflojo. Me sostiene un asistente. Tadeu gira, nos vemos. Recupero las fuerzas.  Nos abrazamos felicitándonos por el esfuerzo realizado.

Hice la carrera perfecta. No se dio el resultado por 1 segundo. Empiezo a caer en el esfuerzo que hice durante 21k a 2600 msnm. En pleno festejo nos enteramos que ganó Will. La alegría nuestra pasa a ser felicidad. No paramos de felicitarnos mutuamente. Ingresamos a la carpa, ahí está el Campeón. Festejo. Cuando tres personas, corredores, pasan de rivales a ser amigos, hermanos, nada es más importante. 90 minutos fue mi tiempo. Solo un segundo menos el de Tadeu. 78’ el de Will Vargas.

Los tres ganamos. Vivimos durante una semana juntos una experiencia única que se coronó con la Media Maratón de Bogotá. Quedé con ganas de trotar. Los dos se excusaron. Salí solo unos minutos. En pleno ablande me lo cruzo a Peter Kirui nuevamente. Me saluda con una sonrisa enorme y cuenta de su victoria con record de circuito (62 min). El va rumbo al antidoping.

Bogotá es todo y mucho más de lo que esperaba.

El lunes madrugué antes del vuelo para pedalear un poco. No hay tiempo para relajarse. En tres semanas los Super Runners vamos por la Meia Maratona du Río de Janeiro. El calor será el factor a enfrentar en la Ciudad Maravillosa.

Fotos: gentileza Trois.

(*) Juan Pablo Calviño es periodista especializado de adidas en atletismo y está participando,actualmente, en el circuito Super Runner de la marca de las tres tiras.

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Charlas gratuitas en la expo 70/30 Sport Science 2012

Con el objetivo de contribuir con la práctica deportiva responsable, 70/30 Training Team junto con Under Armour lanzan el programa Expo 70/30 Sport Science,. Una jornada de charlas sobre diferentes aspectos del running y de la actividad física en general, que tendrá lugar hoy 8 de agosto a las 17.30 hs en el Showroom de Under Armour, ubicado en Mariano Pelliza 3798, Olivos.

El evento contará con una serie de conferencias que serán brindadas por integrantes del cuerpo técnico del Team, expertos profesionales con vasta trayectoria en cuidados y preparación deportiva. El temario será el siguiente:

  • “La fuerza relativa en rugby y fútbol”, a cargo del Lic. en Educación Física Jorge Castillo.
  • “La recuperación post esfuerzo”, a cargo de la Dra. Vivian Sanz  y el Lic. Jorge Castillo.
  • “Actividad Física e índice de masa corporal en niños”, a cargo de la Dra. Candela Marchessi, la Dra. Vivian Sanz y el Lic. Jorge Castillo.
  • “La fase de impulso en la carrera”, a cargo del Lic. Jorge Castillo.
  • Charla sobre biomecánica del calzado deportivo, a cargo del Lic. Jorge Castillo.

Para más información mandá un mail a info@7030team.com.ar

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