Por Sofía Cantilo
Atleta de elite
El martes a las 0.30 murió mi Papá. A pesar de que estaba grande, lo cierto es que nada me preparó para el dolor que siento. Yo tenía una relación muy especial con él, éramos muy cercanos. Quizás porque yo era la única mujer (y con un Edipo incontrolable), o quizás por la diferencia de edad que tengo con mis hermanos, que me hace la “niña mimada” de la familia.
A partir de ahí, sólo conozco dos estados: un llanto incontrolable, o estar como una opa, sin reaccionar, sin entender, escuchando mas no comprendiendo… Y no se cuál es peor.
Cuando ya había pasado todo, y estábamos aún en la clínica, creo que le dije a uno de mis hermanos, que necesitaba irme a correr. A eso de las diez de la mañana, sin haber dormido, me cambié y me fui. Fue absolutamente maravilloso. Fueron dos horas de claridad mental, de conexión intensa con mi Padre, con mis recuerdos. Sí, de a ratos aparecía ese nudo en la panza y esa mano que me oprime la garganta, pero miraba hacia adelante, apretaba el paso, y todo se iba aflojando, y volvía la paz.
En estos días horribles, de ritos eternos, llamados y confusión, el valor que tiene el running es altísimo. Ese rato sola, en movimiento, permitiéndome sentir y tratando de procesar, es lo único que me tranquiliza. Termino renovada. Después golpea la realidad y se va todo al diablo, pero al menos tuve ese momento.
Hay gente que va superando de día en día. Yo lo voy haciendo de corrida en corrida…
Sofi Cantilo… desde Runner Blog te acompañamos en este doloroso momento.