#LaCorpo lo hizo: Columbia Cruce de los Andes, una comunión en equipo

Cruce de los Andes 2014… ¿Qué decir? ¿Cómo comenzar a realizar un balance? ¿Por dónde empezar? ¿Por lo bueno o por todo lo malo por lo que atravesamos?

Resulta difícil. Pasan los días y toda la energía vivida no se disipa. Pasan las horas y la dimensión de lo obtenido se agiganta. Para uno, claro. En realidad, para mí y para Claudia Villapun. La Negra resultó ser bastante, mucho más que una simple compañera de equipo. Esta carrera, mantengo la postura, sin dudas, es para hacer en dupla. Aquella invitación fue la mejor elección. Sobre todo desde la negativa de Cristian Grosso, amigo personal de esos que me regaló la profesión.

Promediaba octubre y no tenía con quién correr hasta que un llamado fue suficiente. La Negra Villapun (una chica Olé) fue la única elegida para esta aventura de #LaCorpo (La Nación + Clarín/Olé), tal el nombre que le pusimos al equipo. Acaso, como un guiño ante tanta “solemnidad K”.

Claudia, como yo, hace su #terapiaenzapatillas. Si en eso nos parecíamos, el ritmo era lo de menos. No me importa ni ambiciono ganar. Nunca. Ni en los sueños. Lo mío, mejor dicho lo nuestro, pasa por otro lado. Por disfrutar, por conocernos, por correr para simplemente sentirnos mejor. Algo así como un espacio lúdico y de introspección, que a los 38 años me da, nos da, la posibilidad de autoconocernos cuando estamos a mitad de camino.

La carrera…

La dureza del día 1 nos golpeó desde el inicio. No tuvimos tiempo, casi, para acomodarnos. El entusiasmo desapareció tras 4/5 km por la costa pedregosa del Paso Desolación, lindante con el volcán Osorno, tan inmenso y lejano que la escasa visibilidad no dejaba apreciar. Una subida tenue pero constante con viento y lluvia que iba y venía por todos los frentes. En síntesis, paso lento, lentísimo con -10 grados de sensación térmica y a tratar de evitar perder el calor corporal. Momento de indecisión y muchas ganas de abandonar. Tenía poco abrigo y la estaba pasando realmente muy mal. A mi lado, firme y decidida, estaba Claudia que no aflojaba. Su temple fue el inicio de la verdadera simbiosis que tuvimos como equipo. “Yo no quiero abandonar acá. Vinimos a terminar. Dale, dale, no aflojes y sigamos”, espetó balbucenate, casi sin poder mover los labios. Estábamos tiesos, inmóviles y con miedo por lo que vendría. El frío cuando ataca no tiene reparos. Se torna un enemigo complejo de esquivar. Al llegar al área de auxilios, observar cómo corredores se subían desesperados a autos y ambulancias daba el real cuadro de situación. La colaboración del Club Andino de Chile y los auxiliares fue tremenda. Como podían asistían a todos. En todos los casos, pedían que nadie dejara de moverse. Los casos de hipotermia ya estaban dejando sus secuelas. Luego, un descenso que nos alivió en espíritu y alma. Así, el cuerpo recuperó el calor y las sensaciones de hastío, por un buen rato, se esfumaron. El barro hasta las rodillas posterior al único puesto de hidratación fue difícil, muy dIfícil de sortear. Pero sentía que la primera etapa estaba cerca de concretarse. Y que lo peor estaba por venir. Una innecesaria demora de casi 2 horas para sortear una bajada muy resbalosa y con una cuerda. ¡Con una cuerda para cerca de 1600 almas! Inentendible. Innecesario. Mucho más con la lluvia que volvía con la intención de quedarse como testigo privilegiado de una mala decisión. Pasar ese trance implicó aprender a esperar y mucho. La tolerancia, por momentos es verdad, perdía su batalla con la bronca y el reclamo contra la organización tenía un justificativo evidente. Pero no quedaba otra que esperar el turno. Sorteado ese escollo nos aventuramos en el último tramo para arribar tras 9h58m. “¡Una locura!”, repetía para mis adentros mientras felicitaba a Claudia. “Avanzamos un casillero. Nos quedan dos, Negra”, apenas pude decirle exhausto. Sin casi poder disfrutar del campamento, nos cambiamos lo más rápido posible y fuimos a recargar energías en una enorme carpa de circo. El ánimo estaba magullado, pero no por ello fuera de nuestro foco: terminar #ElCruce2014.

La noche no fue larga, ni fría. O sí. Como venía el día era un paso más hacia la meta. Al día siguiente, otro transfer de unos 45 minutos para largar con llovizna y el sol que intentaba asomarse. Con lo vivido en la etapa 1 y de acuerdo a los consejos en la charla técnica de la noche, fuimos preparados con mucho más abrigo, agua, geles (que por raro que suene casi ni probé), barras de cereal, turrones, etc. La advertencia de Sebastián Tagle fue clara: “Son 11,5km o 12 de iday regresan por el mismo camino”. Con los hechos, nos dimos cuenta que nada de lo previsto estuvo acorde a lo informado. Fueron 33 casi 34 km de un circuito alternativo, con gran parte por la costa de la playa Las Gaviotas, que dejó sus secuelas en varios corredores. Hasta en los de punta que vimos pasar por el km 13 con signos de evidente deshidratación, cuando, en realidad, ya deberíamos estar de vuelta. En ese instante pensé: “Estamos en problemas. Si los de elite están volviendo en este tramo, tenemos para rato”. Nos miramos con Claudia y sólo atiné a decirle un “vamos bien, vamos bien… sigamos”. A decir verdad, el fastidio me había vuelto a ganar. Creo que lo peor que podés informarle a un corredor es pifiarle con la distancia. Y mucho más en una carrera de aventura o montaña, donde cada centímetro recorrido deja su marca en el cuerpo. Luego de subir por una interminable pradera que parecía un campo recién cortado, comenzamos a bajar y subir el ritmo. Allí, el sol estaba en su esplendor y, con él, el calor terminó por hacernos desarropar y correr lo más sueltos posible. Al llegar de nuevo a la playa, había que ir unos 2 km hacia atrás y regresar. Una especie de retome que más de un tramposo aprovechó para cortar camino. Allá ellos, enormes perdedores de la vida que afanan km al circuito sin darse cuenta que se están engañando a sí mismos. ¿A quién querían ganarle? En esa parte, era complicado correr. Por las piedras y el cansancio acumulado. Aprovechamos para conversar bastante con Claudia y con Gustavo Montes y Daniel Campomenosi, amigos y compañeros de Factor Running Radio. Cantos de cancha, con All Boys como hit principal y algunos más que al día siguiente arengaron a los corredores en la línea de partida. Hasta pudimos hacer parte de nuestro trabajo: conversar con otros otros corredores, un lujo que nos damos por el simple hecho de vivir las carreras desde adentro.  Pasaron 6h5m y pasamos el arco de llegada que estaba vacío, sin agua para hidratarnos y con dos transfers para ir hasta el campamento 2, en Antillanca.

El viaje se hizo interminable. A falta de unos 15km el colectivo rompió el embrague y tuvimos que esperar cerca de 3 horas para que nos vengan a buscar. Ese viaje lo hicimos separados con Claudia. Por un error mío o de los dos, ella llegó al campamento sin problemas hasta que se encontró en problemas. Nuestra carpa se había volado. Con esa buena nueva, aguantó y a las 12 de la noche cuando llegamos hechos una pila de nervios, cansancio, hambre y sed, comimos y nos trasladaron a un hotel distante a unos 1500 metros del lugar. No fuimos el único caso. Unas 50 parejas estaban como nosotros y debieron dormir en el hotel Antillanca. La noche, otra vez, volvió a ser corta y con poco tiempo como para reponernos, algo tradicional en El Cruce.

El día 3, tal vez el más esperado, nos encontró de nuevo bajo la lluvia y con el caos de un campamento a medio hacer. Se sabe, las inclemencias climáticas en la montaña no dan tregua y esta vez no fue la excepción. Con la mayoría de los corredores en la manga de largada, con Claudia, Gustavo y Daniel nos dispusimos a divertirnos un rato. A reirnos y a intentar levantar el ánimo de quienes estaban a punto de concretar ese sueño de correr en la montaña. “Hipotermia, hipotermia… Hipotermia, hipotermia…” ó “Corredores, la ….. de su… a ver si ponen… que no corren con nadie”, “Otra etapa, otra etapa, otra etapa, otra etapa”, pasaron a cantarse por muchos compañeros de aventura. Si al fin de cuentas, esta es una gran aventura.

Ya estábamos ahí y nada, salvo una lesión grave, iba a poder sacarnos la medalla de finisher. De nuevo, frío y lluvia para subir el Casablanca. En el descenso, me sentí Kilian Jornet al bajar en zigzag. Por un instante, por supuesto. Aunque, a decir verdad, ni cerca… A esa altura, estaba dolorido, cansado y con el tobillo derecho con varias torceduras, y Claudia sumaba desde el día anterior un fuerte dolor en su pierna izquierda que le impedía correr con naturalidad. En sí, estábamos como todos. Con más de 80km en el lomo y con ganas de terminar de una buena vez. La llegada a Aguas Calientes fue rara. Tras salir de un bosque cargado de troncos, ramas y mucha humedad, ingresamos en un camino y a lo lejos vimos banderas. El pensamiento al unísono nos engañó. Creímos que se trataba de un puesto de hidratación. Y no. Era la llegada. El deseado arco de llegada. Nos miramos con la Negra y aceleramos el paso. Habrán sido 1,5km de risas, miradas cómplices y manos agarradas. Al pasar la alfombra, en 3h41m, nos fundimos en un abrazo interminable. Las lágrimas de Claudia eran de felicidad, de emoción… Algo que sólo quien corre puede entender. Me aparté y, por un instante, lloré en soledad.

Fotos: Juan Manuel Izzi, Diego Winitzki, Graciela Zanniti y Leandro Chavarría.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

¿Carreras de montaña: un desafío exclusivo?

Hay varias propuestas para correr y disfrutar de los paisajes de la naturaleza; las inscripciones cuestan hasta $ 5000 e incluyen servicios

Por Julieta Bilik (*)

Más allá de la fiebre del running, se extiende entre los argentinos la pasión por las carreras de montaña, consideradas de elite. Al entrenamiento que exige el desafío físico, se suman la posibilidad de recorrer paisajes vírgenes, participar de competencias con cupos limitados y disfrutar de momentos irrepetibles.

Esta semana se inicia la temporada de carreras más exclusivas en la Patagonia argentina. En su decimatercera edición, El Cruce de los Andes que comienza el jueves próximo, es, sin dudas, una de las favoritas. Con 2800 inscriptos, 1300 de los cuales son extranjeros, este año la propuesta es hacer una recorrida de tres días que se inicia en Puerto Varas -Chile- y llega hasta el volcán Puyehue, a 40 kilómetros de Villa La Angostura. El objetivo de la carrera es cruzar los Andes y la inscripción, que incluye logística, carpas y comida, cuesta $ 5000.

Otra de las opciones elegidas por los corredores más audaces es La Misión Race, que tendrá lugar a fines de febrero también en Villa La Angostura. Su categoría más exigente, que recorre 160 kilómetros durante cuatro días y atraviesa cinco montañas, siete valles, lagos y varios arroyos, requiere de una inscripción que cuesta $ 3400.

A principios de marzo y organizada por TMX Team, tendrá lugar una de las competencias que más se están poniendo de moda: El Origen. Con la inscripción, de $ 2000, se entrega a cada corredor un bolso de lona con capacidad para 150 litros, una remera térmica, un micropolar, la remera de la carrera y un kit de comida, que incluye platos, vaso y jarro térmico.

Por su parte, 4 Refugios es una carrera de trekking de estrategia y aventura que recorre los refugios de montaña del cerro Catedral: Frey, Jakob, López y Laguna Negra. Concluye en Colonia Suiza y tiene además de la categoría “non stop” y otra que dura dos días, una versión especial para chicos. Los costos de la inscripción alcanzan los $ 1300.

Prevista para el 23 de marzo en San Martín de los Andes está la Endurance Challenge The North Face. Con distancias que varían entre los 10 y los 80 kilómetros, la propuesta es ideal para combinar con unas minivacaciones. La inscripción alcanza los $ 1185 e incluye logística, seguridad, puestos médicos, una remera técnica, abastecimiento durante el recorrido y comida en la llegada.

Otra de las preferidas por argentinos y brasileros es Patagonia Run, que este año se llevará a cabo el 12 de abril en San Martín de los Andes. Con un perfil más competitivo y menos aventurero, la carrera tiene distancias que varían entre los 10 y los 100 kilómetros por senderos señalizados. Según las categorías, las inscripciones oscilan entre los $ 520 y los $ 1838.

Además de estar muy bien entrenado para hacer cualquiera de estas carreras, hay que estar equipado. A la hora de vestirse se debe contar con ropa técnica diseñada especialmente para la montaña. Por ejemplo, las calzas de micropolar de Rotpunkt, abrigadas pero en su justa medida y disponibles en modelos para hombre y mujer, que cuestan $ 239.

Sin dudas, las fieles compañeras de cualquier corredor son sus zapatillas. Ofrecidas en muchas marcas y modelos, las de Salomon, de origen francés, son de las más elegidas por los corredores nacionales. Una buena opción para este tipo de carreras de larga duración y en terrenos montañosos, es el modelo XA Pro 3D Ultra Gtx 2 que cuesta $ 1889 y se consigue en el mercado tanto para damas como para caballeros.

Otro detalle que puede parecer algo menor, pero no lo es, está en las medias. Las Aproach, también de la marca Rotpunkt, fabricadas con microfibras y con mayor resistencia en los talones y punteras, son ideales para el uso en la montaña en temporada estival y se consiguen a $ 109.

Otras de las prendas obligatorias para afrontar lo que pueda deparar el clima son una campera impermeable, que en North Face se consigue desde $ 1500, y un buzo polar, como por ejemplo el liviano de Northland “Ski Rolli”, que cuesta $540.

(*) Esta nota se publicó en La Nación del domingo 2 de febrero.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

Martín Fiz, en la Argentina: “Mi principal error fue subestimar al atleta”

El atleta español Martín Fiz, de 50 años, visitó el país en la previa de su viaje a El Cruce de los Andes, una carrera por etapas que une Chile con Argentina. Así, el mejor maratonista español de todos los tiempos estuvo durante una hora en el programa radial Factor Running (lunes a viernes de 12 a 13 por AM 990 radio Splendid) y transitó por todos los recovecos de su vida como atleta sin olvidar al hombre que nació en Vitoria. “Vengo de una familia humilde y tuve que hacer todo a base de mucho trabajo y, kilómetro a kilómetros, logré dedicarme a hacer lo que más me gusta: correr”, dijo. Y agregó: “Creo que me he nacido para correr. Fue a los 13 años que corrí mi primera carrera. Un cross country infantil en la escuela y mis padres no me dejaban porque creían que era muy pequeño físicamente. Me escapé ahí se inició mi camino como corredor”. De aquellos días rememoró: “Nunca pensé que correr se iba a transformar en mi vida”.

El premio Príncipe de Asturias de los Deportes, en 1997, y campeón del mundo de Maratón (Goteborg 1995) mantiene vigente la mejor marca en la distancia (2h08m05s)  desde 1997 cuando se impuso en los 42,195 de Lake Biwe (Japón). “Ojalá que pronto algún atleta español logre romperá mi marca. Serivirá para el atletismo español”, ponderó.

“He rivalizado muy bien con los atletas africanos. Era de cambiar mucho los ritmos. Trabaja muy bien el intervalado y el fartlek. Pero era muy malo saltando los obstáculos. Sin embargo pude consagrarme campeón iberoamericano de 3000 con obstáculos. Por el cross lograba rebajar la diferencia que me hacían mis rivales al saltar. Entonces, por mi falta de técnica, tuve que saltar a los 5000 y 10.000 metros”, expresó sobre su estilo de encarar las competencias. Una forma que se sigue considerando como agresiva al extremo y que ya no se observa en el tartán español.

Dos veces diploma olímpico, al concluir 4º en Atlanta 1996 y 6° en Sidney 2000, Fiz se refirió a los Juegos de Atlanta a donde fue como el principal candidato a quedarse con la presea dorada. “Mi error en Atlanta fue subestimar al atleta. En carrera trabajamos juntos, pero me faltaron fuerzas al final. Había mucha humedad y no supe soportarla. Era mi gran oportunidad. Siempre me gustó la responsabilidad, pero creo que llegué a Atlanta con un exceso de carga. Era como correr con una mochila encima de mis espaldas”, resumió en cuanto al sueño dorado que se le escurrió de las manos cuando todo indicaba lo contrario.

Escuchá el audio completo de la nota…

 

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

[Factor Running] Resumen semanal con De la Ossa, perfil de Emma Roca y más…

Una nueva semana de Factor Running pasó por radio Splendid (AM 990, todos los días de 12 a 13), con Gustavo Montes en la conducción, Damián Cáceres como coequiper y todo el staff.

En este post, te damos las mejores notas y los programas completos para que sólo les des click y los disfrutes…

    • El atleta español Juan Carlos “Tete” de la Ossa, quien se ha destacado tanto en cross y pista, habla por primera vez para un medio argentino. En una rica charla, desanda sus comienzos como atleta, sus logros, las amistades que le ha dejado el deporte y anécdotas de entrenamientos. Además cuenta de su recuperación después de la cirugía de aquiles y su actual etapa como entrenador. “Siempre me ha gustado mucho más y me ha tirado más el cross. La pista también me gustaba pero era muy agresiva conmigo”.

    • Claudia Villapun relata la historia de la catalana Emma Roca: madre, licenciada en bioquímica, bombera profesional y amante de las carreras de aventura. Una vida inspiradora.  “Una mujer que el año pasado fue segunda en el Cruce de los Andes y que esta vez va por la revancha: Una roca en la montaña”.

    • Esta semana el Licenciado Marcelo Giroldi explica cómo cuidar los pies durante el Cruce Columbia 2014: “En la prueba ya estás en el terreno donde hay mucha irregularidad y donde el cambio climático puede ser brusco, eso el pie también lo sufre”.

    • Actualmente tan de moda las dietas sin hidratos de carbono o protéicas, no siempre son las ideales o mejores para nuestro organismo. La Licenciada Karen Cámera explica cuáles son los resultados de las mismas y cuál debería ser la dieta correcta desde el punto de vista saludable para los deportistas: “Cuando buscamos intensidad el principal combustible son los hidratos de carbono y si no los tenemos vamos a consumir la masa muscular”.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

 

Sin comentarios

Una maratón en la Dubai de Diego Maradona

Por Daniel Arcucci

“Contame todo. ¿Cómo es esto que se te dio ahora de correr maratones?”. Diego Armando Maradona, más habituado a contestar preguntas de otros que a hacerlas él, muestra un interés genuino. Sentado a la cabecera de la mesa negra laqueada del comedor de su casa en The Palm Jumeirah -el lujoso barrio mundialmente conocido como La Palmera de Dubai, que se ve en las fotos turísticas y, dicen, también desde el espacio-, no baja la vista para esperar la respuesta. Mientras, descarna artesanalmente uno de los cogotes de pollo que van dejando vacío un plato hondo y, tras dejar brillosos los mínimos huesos, pica con el tenedor de la ensalada de rúcula y clara de huevo, condimentada con limón y aceite de oliva, que él mismo se encargó de preparar. Es un ritual de su dieta, que respeta y repite en cada almuerzo y cena.

Trato de explicarle, algo balbuceante en el inesperado rol de entrevistado, después de casi treinta años de entrevistador del mismo personaje, qué es “esto de las maratones”.

Diego ya sabía bastante, en realidad, porque lo había leído en el mensaje iniciático de la idea, nacida el año pasado, cuando faltaban poco menos de cien días para la carrera y habían pasado apenas veinte de mi debut en los 42 km de Berlín, con la motivación de siempre (“Corro cuando estoy mal, para estar bien; corro cuando estoy bien, para estar mejor”), pero esta vez con el agregado de lo exótico del lugar. Y de su presencia allí.

Y fue uno de los primeros, Diego, en responder a la inevitable pregunta: “¿No te vas a morir de calor?”. No. Enero en Dubai es invierno y tanto los amaneceres como los atardeceres son de una agradable primavera, casi otoñal. En el verano de julio y agosto, en cambio, hasta el mar se calienta por encima de los 40°. “En esa época, podés poner a hervir los fideos”, dice Maradona, refiriéndose al agua verde que baña la playa que le corresponde a la rama de palmera sobre la que está su casa. Hacia allí dan los ventanales posteriores de la mansión de dos plantas. En la inferior, el hall de entrada; un living hacia la derecha y dos cuartos; otro living hacia la izquierda, además del comedor y la cocina con su comedor diario. En todos los ambientes hay TV, en general sintonizada en Telesur o en partidos de fútbol. Balconeando sobre la playa, una piscina y un césped mullido, sobre el que están montadas una cancha de fútbol tenis y una mesa de ping-pong. Ambos son escenario de desafíos entre Diego y Rocío, su novia, que Maradona dice ganar siempre. En la planta superior está el cuarto principal, otros dos cuartos, una oficina y el gimnasio.

Equipado con máquinas de última generación, allí fue el último entrenamiento, el miércoles por la noche, para la maratón prevista para el viernes 24. Viernes, sí, domingo en el mundo musulmán. Allí, Maradona ha ido reencontrándose con su mejor forma física y sueña con volver a estar por debajo de los 80 kilos. Sobre la cinta, ese aparato que ha sido su acompañante en tantos acondicionamientos físicos, hizo tres ciclos de dos kilómetros a alta velocidad y los complementó con 7 kilómetros sobre la bicicleta. El enorme muñeco azul para practicar boxeo se ofreció sin palabras para cerrar la faena y soportó los golpes con buena técnica y mucha fiereza que le lanzó Diego.

Mientras, en el ambiente sonaba a todo volumen el tema que Dalma cantó con el grupo Apolo, además de mucha cumbia romántica, el Chaqueño Palavecino y, entre otros, una versión de “A cara o cruz” que mereció un acting. En ese ambiente, lo que tocó en la rutina propia fue un trabajo regenerativo, después de haber trotado amables 7 kilómetros durante la mañana, que cerraron tres meses de entrenamientos rigurosos y que sirvieron de recorrida turística a pie por Dubai Marina, uno de los lugares más atractivos de la ciudad. Algo así como un Yacht Club gigante, cruzado por tres puentes y rodeado de modernísimos edificios, como el Dubai Marina Tallest Block, le dan el perfil a Dubai, empezando por el Este.

Vista desde el aire, la ciudad es un largo y angosto corredor, con el mar a un lado y el desierto al otro. Partiendo de Dubai Marina hacia el Oeste, tras pasar The Palm, aparece primero el famoso hotel Burj Al-Arab, más conocido como La Vela y calificado con sus siete estrellas, sobre las aguas mismas. Bastante más adelante, pero sobre la autopista paralela al golfo, la otra referencia inevitable, el Burj Khalifa, la torre más alta del mundo con sus 160 pisos y sus 828 metros.

Pero Dubai no es sólo ese perfil de folleto. Si se sigue avanzando, se llega a la ría Creek, donde el tiempo parece detenido. Los dhows, antiguas embarcaciones, siguen sirviendo para transportar mercancía por el mar de Arabia. El lugar se asemeja a una reserva de los tiempos y las costumbres originarias, mientras a su alrededor todo parece en obra, en constante desafío al futuro. El circuito de la Dubai Marathon 2014 fue insertado en medio de todos esos mundos, pero casi sin tocarlos. La partida, desde Umm Suqueim Rd y Al-Wasl Rd, como un apéndice de doscientos metros perpendicular a la costa y justo de frente a The Madinat Jumeirah, un fabuloso complejo hotelero y comercial. Desde allí, a la derecha por Jumeirah Beach Rd, por casi 20 km, hasta girar en “u” por la mano contraria de la misma calle y seguir así, recto como las vías del tren, hasta el acceso a The Palm y volver a girar en “u”, para retomar por la misma avenida. El final será otra vez por el apéndice, en la mano contraria?

Pero antes del final, claro, está el recorrido. La carrera se largó a las 7, junto con el amanecer. Y entre la bruma fría fue posible ver el perfil de los casi 20.000 participantes. La elite, acotada y dominada por etíopes. Los maratonistas, poco más de 2000 hombres y poco menos de 500 mujeres, con muchos extranjeros. El resto, 10 km y 3 km más masculinos que femeninos.

La maratón no deja de revelar matices -superficiales si se quiere, pero matices al fin- de dos cuestiones centrales en el debate cultural del Dubai de hoy: extranjeros y mujeres. Los extranjeros están por todos lados. Así como se van insertando hasta darle un perfil diferente a uno de los sitios más abiertos de los Emiratos Árabes Unidos en particular y del mundo árabe en general, son los que rodean el circuito hasta hacer casi olvidar las calles de dónde está corriendo uno. Por momentos parece Miami o hasta Nueva York y los repetidos “¡Well done!” o “¡Good job!” (taaan americanos) que se escuchan colaboran en la confusión.

Alientan hombres y alientan mujeres. Ellas, las extranjeras, vestidas como quieren. Shorts y escotes, mayoría en las foráneas, conviven con las negras túnicas típicas y conservadoras, todavía impuestas entre las locales, pero combinadas con rouge y accesorios y cada vez más desafiadas por las jóvenes.

El recorrido, plano y recto, como alguna ruta patagónica, invita tanto a perderse (o ganarse) en un ritmo frenético como en pensamientos.

Al pasar los 10 km en tiempo de 10 km, y no de maratón, el pensamiento se va a Maradona, otra vez, y en la experiencia vivida con él en su trabajo en Dubai. Porque así dijo, cuando llegamos a la sede del Dubai Sports Council, algo así como la Secretaría de Deportes de la ciudad: “Acá trabajo yo”. Allí presentó el proyecto “To the Top with Maradona”, un programa integral de divisiones inferiores de los seis clubes de la ciudad que participan en la Liga del Golfo, y donde aprovechó la conferencia de prensa para dejar uno de esos títulos habituales: “Este año Messi ganó el Balón de Oro al descanso. El mejor premio”. Otro programa, pero éste de TV, lo tendrá como protagonista desde marzo. Se trata de The Victorious , un reality show que el canal Dubai Sports está promocionando y en el que se busca un joven talento futbolístico en todo el mundo árabe.

Al pasar los 21 km en tiempo de 21 km, y no de maratón, sin dolor en ninguna parte y con aire para volar, el pensamiento sigue en una ciudad que parece ser una burbuja de paz para Maradona. Pasa la mayor parte del tiempo en su casa y, cuando tiene que moverse a alguna de sus actividades, lo hace en el Audi A8 manejado por Nasser, su asistente saudí, y en el lugar del acto, se encuentra con su traductor personal, Mohammed. Para los movimientos cotidianos, está Sulaimán, hindú, al volante de una camioneta Audi A6. En la casa, trabajan tres filipinas, Cherry, Merlhyn y Rehyma, que se ocupan de la cocina y de la limpieza, pero sólo hasta las cinco de la tarde. Luego, como en una casa común, todo queda a cargo de quienes la habitan.

Cuando toca salir a cenar afuera, uno de los lugares preferidos es La Petite Maison, uno de los mejores restaurantes y otro lugar donde uno pierde la noción de dónde está. En este caso, podría ser París. Más si se va y se viene en su Rolls Royce color blanco perlado, inundado por un momento por la cumbia villera, en una contradicción que le genera carcajadas a Diego. Compartir una cena con él en ese restaurante es degustar la mejor cocina francesa, de comprobar con qué respeto le piden sacarse una foto y una oportunidad de escuchar una frase que lo define: “Hoy por hoy, ¿dónde voy a estar mejor que acá?”.

Pero esa comida fue después de la maratón, como celebración por el resultado, y la maratón todavía estaba en pleno desarrollo.

Una señal de alerta fue un dolor izquierdo, al pasar los 28 km. Desapareció rápido. Otra, un reflejo de calambre al pasar los 37 km, en los gemelos. Se aflojaron enseguida. A esas alturas, claro, el ganador hacía rato que había llegado: una vez más me tocó correr detrás de un récord del mundo, esta vez junior, del etíope Tsegaye Mekkonen Asefa, en 2h4 m32s.

Una fuerza que me surgió no sé muy bien de dónde, o sí, me impulsó después del fugaz muro, que recién apareció en el 40 km en forma de leve ahogo. Aceleré y llegué a ritmo de media maratón a la última curva, el apéndice de Umm Suqueim Road hacia la derecha. Delante, a sólo doscientos metros, el arco de llegada. A los costados, dos tribunas colmadas. Aceleré y me alcanzó la energía para arengar con los brazos extendidos, las palmas hacia el cielo, ya sin ninguna bruma. Me reí y alcancé a escuchar, tras tanto “Well done” y “Good job”, que también decían “He is happy”. Sí. Crucé la meta en 3 horas 43 minutos y 18 segundos, a 5’17 por cada kilómetro, media hora más rápido que en la maratón debut, en Berlín.

En mi pecho, otro sueño cumplido. En mi espalda, sobre la camiseta de la selección argentina, la dedicatoria que Maradona había estampado sobre su autógrafo, un día antes de la carrera: “Ya ganaste”.

Mirá las fotos de Daniel Arcucci en Dubai…

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Cruce de los Andes: los jugadores de Racing saludan a sus atletas

En pocos días, desde el jueves 6 de febrero se inicia una de las competencias de montaña más vistosas de la Argentina. El Columbia Cruce de los Andes que por segundo año consecutivo une Chile con Argentinas. Años atrás el inicio era a la inversa, es decir desde tierras argentinas traspaba a un punto chileno.

Entre los más de 3000 participantes, el Atletismo de Racing Club tendrá sus repreentantes: Ernesto Melillo, Martín Conde, Franco Condori y Gabriel Mouriño. Cuatro atletas del club que participarán de El Cruce.

Con la idea de brindarles aliento para la travesía, el plantel profesional les grabó un video con saludos que les llegará como regalo sorpresa a los corredores el viernes por la noche.

Los jugadores posaron con la bandera del atletismo académico, les desearon suerte a los protagonistas de la competencia y, a través de Rodrigo De Paul, los invitaron a visitarlos cuando regresen para contarles sobre la experiencia. La mayoría del plantel, con Reinaldo Merlo incluido, dejaron su testimonio en la filmación.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios

Buenos Aires en Carrera y lo mejor de la edición 2013 del Cruce de los Andes

La cuenta regresiva marca que en menos de seis días, más de 3000 corredores se medirán con una de las carreras más emblemáticas del calendario. Es el caso del Columbia Cruce de los Andes, una competencia que une Chile y Argentina e implica correr unos 100km en tres etapas.

Para bajar la adrenalina, te invitamos a revivir cómo fue la edición 2013 junto a Daniel Campomenosi, conductor de Buenos Aires en Carrera (BAEC), del canal Ciudad Abierta.

Se trata del primer capítulo de BAEC, en su segunda temporada, quienes acompañaron a los competidores en su recorrido por los tres volcanes: El Villarrica, el Quetrupillán y el Lanín.

Tres escenarios naturales seleccionados para poner a prueba la destreza, la habilidad y la capacidad aeróbica de los corredores que unieron a Chile y Argentina en un trayecto único.

En el siguiente video, el segundo envío de 2013, BAEC, continúa recorriendo los tres volcanes en un carrera de ensueño. Ya pasó el gran desafío de la primera etapa en el Volcán Villarrica.

Ahora los corredores se enfrentan a los dos útlimos tramos del recorrido faldeando el volcán Quetrupillán y el imponente Volcán Lanín.

Serán pocos los que puedan decir que han cruzado los Andes. Serán muchos los que sentirán el orgullo de colgarse una medalla de finisher que seguramente se guardará para toda la vida.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

La Paz, donde todos los caminos conducen al triatlón

La ciudad del noroeste entrerriano se caracteriza por mantener la mística y la tradición por esa modalidad atlética, que alberga casi 1000 participantes

Las referencias de todos marcaban un camino. Un único camino: La Paz, en el noroeste de Entre Ríos. Para hablar de triatlón no hay otro lugar en el país. O sí, pero sin la mística y el encanto de La Paz. “Andá a cubrir el Tria de La Paz. Es un camino de ida, atrapante y único”, explicaba tiempo atrás Marcelo La Gattina, colega y director de triamax.com, sitio especializado en la materia. Con ingresar a la ciudad se toma real dimensión de aquellas palabras. Al descender del ómnibus, en la minúscula terminal, el calor húmedo y agobiante anestesia el ánimo. Por un instante, bloquea las ideas a quien no suele frecuentar aquellas latitudes. A un lado, la guatemalteca Bárbara Schoenfeld, mientras aguarda que le entreguen su bicicleta, ratifica el rumbo de la elección. “Es la segunda vez que vengo. Hace tres años quedé afuera en la parte de bicicleta. No pude sobreponerme y me pasaron las chicas de punta. Vengo por una revancha”, dice la triatleta, de 22 años. Y anticipa (el domingo quedará 4° entre las mujeres de elite): “Lo que se vive en este Tria nunca lo vi en otro lugar del mundo”. Saluda y se despide raudamente. Quedan poco más de 24 horas para la competencia de elite y pretende reponer energías. En total, serán casi 1000 inscriptos entre las tres jornadas. En total, unos 800 voluntarios durante las tres jornadas.

Las casas bajas, las calles que en gran número descienden al río Paraná y la festividad se palpan en un abrir y cerrar de ojos. En el remozado hotel que lleva el nombre de la ciudad, el conserje pregunta el motivo del viaje y, a la vez, responde con amabilidad: “Vienen al Tria, ¿no?”. El viernes fue el turno de los más chicos. De pequeños grandes talentos de hasta 14 años que ya despuntan lo que allí es una elección de vida. Fueron 138 almas que nadaron, pedalearon y corrieron para arrancar una verdadera celebración que une a todo el pueblo. La plaza principal, sobre la calle San Martín, antes de las 8 del sábado, todavía muestra vestigios de la extensa noche que viven los jóvenes paceños. A los costados, grupos alrededor de autos continúan escuchando música. Todavía no suena el chamamé ni la cumbia. Es el turno de melodías electrónicas importadas. El mediodía va ganando la escena, y en la zona del puerto todo se transforma en vértigo precompetitivo. A las 14 es el turno de la modalidad short (700 metros de natación, 20 km de ciclismo y 5 km de trote) y un par de horas más tarde, el olímpico para amateurs y juveniles (1500 de natación, 40 km de ciclismo y 10 de pedestrismo).

En ambos casos, las barcazas con las que los baqueanos arrean al ganado, uno de los grandes sustentos económicos junto a la soja y la pesca, sirven para transportar a los atletas al punto de partida. El control de los jueces es estricto. Mirta Naufal, más conocida como “La Turca”, un emblema viviente, es un manojo de nervios. “Hasta que el último nadador no sale del agua, una no respira. La etapa de natación es la que más me preocupa. Con la elite es diferente. Son menos y todos son grandes nadadores. En cambio, hoy (por el sábado) te podés encontrar con algún inconveniente”, recita.

La Turca asegura que se retira luego de 28 años en la organización. “Esto me hace feliz, pero necesito un descanso por temas familiares. El Tria te demanda mucho tiempo. Yo ya estoy jubilada y la energía no es la misma”, advierte, al tiempo que da órdenes a diestra y siniestra. Su palabra se escucha como quien oye al mecenas. Ella es la voz de la experiencia. La ilusión de los paceños es convencerla de que continúe con su incansable trajín que transmite a pesar de afirmar que ya no es la misma. En sí, no lo parece. Su sonrisa, sus modos y su acción, cuentan en La Paz, irradian un halo distintivo para definir esta 30° edición.

Se sabe, el triatlón encuadra tres disciplinas: natación, ciclismo y pedestrismo. En estas dos últimas actividades se ingresa en el verdadero espíritu de La Paz. Los barrios toman las calles. Cada uno arma una fiesta para cortejar a los atletas. Son especies de corsos de dos o tres cuadras de largo, donde los vecinos dan agua, ofrecen trozos de naranja y lo que cualquier triatleta requiera. Emociona ver, por caso, la zona del barrio Congo, donde durante más de 400 metros los altoparlantes destilan la voz de un improvisado presentador que saluda, canta y arenga a cada triatleta. La liturgia, con distinta identidad, se replica en los demás barrios. Si un atleta se detiene, un vecino se arrima y lo anima a continuar. “Acá te respetan. Te cuidan. Por una elección de vida junto a mi marido, vinimos a vivir a La Paz. Él es de acá. Esto es incomparable. Tuve la suerte de viajar a correr a varias partes del mundo y el Ironman 70.3 de New Orleans está yendo por este camino. Hace unos 4 años que arman una fiesta con carteles y música, pero no se acerca ni un poco a la calidez que uno vivencia en La Paz”, apunta Brenda Spasiuk, escritora y triatleta, que se ubicó 5° en la general del olímpico amateurs.

Para Roberto Segura, juez nivel 2 de la Unión Internacional de Triatlón y delegado técnico de la Federación Deportiva del Perú, “esta competencia está por fuera de cualquier triatlón. Lo excede porque posee un entorno único e inexplicable”, afirma. Pablo Farías, el locutor que aguantó estoicamente las tres jornadas con dos frases que le quedarán grabadas a todo aquel que pase por la zona del puerto. El “Vía, vía, vía” o “La Paz, tierrrrrra (dándole gran énfasis a la r) de triatlón”, dos muletillas que se tornan agradables e imprescindibles al oído.

“Este tria es algo único. Aquí han venido atletas de todo el mundo. Buscan esta mística. Es un fenómeno sociológico que se debería estudiar”, cuenta Fernando Báez, juez de Paz del Pueblo, quien hace unos meses renunció a la Federación Entrerriana de Triatlón y también a la organización del Tria. La noche del domingo sirve como telón de fondo para una fiesta que promete repetirse en enero próximo. Pasaron 30 años y el espíritu y la mística permanecen inalterables.

TACCONE Y PALACIO FUERON LOS MEJORES

Entre los triatletas de elite, en hombres se impuso Luciano Taccone (1h59m21s), seguido por Gonzalo Tellechea, el ecuatoriano Juan José Andrade Figueroa, el chileno Felipe Barraza y el japonés Kohei Shimomura. Entre las damas, se coronó Romina Palacio (2h18m42s) y fue escoltada por Elizabeth Bravo, Romina Biagioli, Bárbaro Schoenfeld y María Victoria Rivero.

El bonaerense Taccone, en la etapa de pedestrismo, se hizo insuperable. Corrió por encima de todos sus rivales para acortar la escasa distancia que le llevaban los punteros en el ciclismo. “Estoy contentísimo porque todo fue muy bueno. Hice la natación de mi vida. Salí del parque con la rueda pinchada y tuve la suerte de poder cambiarla rápido. Después tuve una bici tranquila con mucha circulación. Sabía que el trote iba a ser duro. Salí a todo o nada con Gonzalo [Tellechea], me sentí muy mal a lo último, aguanté y pude repetir el triunfo del año pasado”, contó a LA NACION.

Mirá el Tria en imágenes…

Nota publicada en La Nación Deportiva del miércoles 29 de enero.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Columbia Cruce de los Andes, el botiquín para el corredor

Uno de los puntos que cualquier corredor que vaya a la montaña NUNCA debe desatender es el botiquín de primeros auxilios. Ese que debe ir en la mochila sin generar peso, pero a la vez sin dejar los utensilios indispensables.

En esta nota, el Licenciado Marcelo Giroldi, ortopedista Funcional Análisis de marcha, del Servicio Médico del CENARD, docente Carrera Especialista Medicina Deportiva (UBA), e integrante del Cuerpo Médico de Racing Club, explica los elementos que no podés omitir:

– Gasas para iniciar las curaciones. Es mejor que el algodón porque no se pega a la piel.

– Tela adhesiva para tapar las heridas o para proteger ampollas.

– Apósitos o la denominada segunda piel para proteger ampollas. Se emplean para evitar que se agranden.

 – Antiséptico: desinfectante para las heridas.

– Agua oxigenada para limpiar las heridas.

– Vendas no elásticas, ideales para inmovilizar articulaciones doloridas o esguinzadas.

– Pinza: la que las mujeres utilizan para depilar. Sirve para quitar espinas o astillas que puedan incrustarse en la piel.

– Vaselina en crema protege de las fricciones y evita paspaduras.

– Separadores interdigitales para proteger dedos con callos o durezas.

– Tijera pequeña, útil para cortar telas, gasas, tela adhesiva, etc.

– Aguja e hilo para pinchar las ampollas y que drenen sin explotarlas.

Aquí el audio completo de Marcelo Giroldi en Factor Running (lunes a viernes de 12 a 13 por AM 990 Radio Splendid:

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

El 30° Tria de La Paz tuvo su cierre con Taccone y Palacio en lo más alto

Desbordante desde muy temprano, el circuito para la elite en el 30° triatlón internacional de La Paz, el domingo tuvo la frutilla del postre. Con una enorme cantidad de público a lo largo de todo el recorrido, los atletas profesionales dieron todo la distancia olímpica (1500 metros de natación, 40km de ciclismo y 10km de running).

Entre los hombres, Luciano Taccone se impuso en 1h59m21s. Lo escoltaron el olímpico Gonzalo Tellechea y el ecuatoriano Juan José Andrade Figueroa. Más atrás aparecieron el chileno Felipe Barraza y el japonés Kohei Shimomura.

Mientras que entre las mujeres, Romina Palacio Balena se adjudicó la prueba (2h18m42s) y aventajó por casi un minuto a su escolta, la ecuatoriana Elizabeth Bravo, que registró 2h19m34s. En tanto, la tercera colocación quedó en poder de la cordobesa Romina Biagioli, quien completó el recorrido en 2h20m06s.

Aquí, todos los resultados…

DAMAS.

CABALLEROS.

Seguinos en twitter en @DamianCaceres 

También podés acompañarnos en Facebook

Sin comentarios