Hace un tiempo alguien me dijo: “Hay que darle una oportunidad a El Origen” y allá fui, con un nuevo compañero de aventuras, Damián Cáceres y nuestro equipo #BichitosDeLuz. Llegué con la doble misión de correr y grabar una nueva sección para “Buenos Aires en Carrera” que en abril arranca su tercera temporada por el canal Ciudad Abierta.
Desde la llegada al aeropuerto la atención de TMX fue increíble. Luego de la acreditación y de acomodarnos en Villa La Angostura, tuvimos la charla técnica, donde caí en la cuenta que estaba por correr la tercera carrera de aventuras en dos meses. Algo tan poco frecuente para mi cuerpo, que decidimos tomarla muy suavemente. 50k era la distancia elegida. En tres etapas perfectamente señalizadas, pasando por lugares increíbles de esta Villa que supo ser muy castigada por las cenizas del volcán Puyehue, pero que estaba de pie, recibiendo a todos estos runners ávidos de aventura. Y, por supuesto, no iban a defraudar. De hecho, no defraudaron.
La primera etapa largó en el centro de La Villa la base del Cerro Bayo. Desde allí, por senderos, cruzamos el río Bonito y subimos al Bosque Quemado, lugar donde nos separamos de la modalidad 100k para reencontrarnos en Bahía Manzano. Con Damián corrimos sueltos, con nuestros cascos puestos y nuestras mochilas cargadas de agua; ambos, elementos obligatorios. Fue una etapa dura con mucha subida hasta que arribamos a una grata sorpresa: un puesto de hidratación VIP con agua, bebida isotónica, granola y…¡¡¡picadita ¡!! Para un tandilense como yo, esto es maravilloso, creo que si Damián no me saca aún estoy ahí. La llegada a la Bahía fue increíble, nos estaba esperando el inmenso Lago Nahuel Huapi para sumergir nuestras ajetreadas piernas. De nuevo, más picada y más cerveza. La experiencia como equipo había sido muy buena. Más aún al enterarnos de un 4° puesto en la general. Sin dudas, un aditivo que no esperábamos.
Al día siguiente, en nuestra mente estaba el recorrido que se venía”. El bosque de Arrayanes y ese 4 ° puesto que nos susurraba casi sin querer: “Muchachos a correr. ¡A correr un poco más!”. Y así fue esta etapa de 24k en medio de este maravilloso sendero y su bosque con subidas y bajadas. Al arribar al kilómetro 12, otro puesto de hidratación VIP, esta vez me detuve menos pero no podíamos dejar de admirar otra vez el Nahuel Huapi, mientras aceitunas, salames y quesitos eran devorados en un disfrute eterno. Cruzar la meta nos regaló una nueva sorpresa. Habíamos entrado en el 2° puesto. Rápidamente nos metimos al lago a disfrutar y charlar con los corredores que habían vivido la experiencia de Arrayanes.
Los almuerzos y las cenas las compartimos con todos los runners en una camaradería única. Ya todos estábamos visiblemente más cansados, igualmente cada noche, con un cielo repleto de estrellas vimos el video de cada etapa entre risas y exclamaciones al vernos reflejados en la pantalla.
La última etapa nos esperaba y la idea de subir al podio nos rondaba por la cabeza. ¿Por qupe negarlo? Largamos desde la costa del lago Correntoso, con un coastering repleto de cantos rodados, luego ascendiendo hasta el mirador Belvedere, en un paisaje único. A decir verdad, para ese entonces mis cuádriceps y gemelos ya estaban contracturados pero mi compañero no me dejaba pensar en eso. Estaba muy enfocado en la carrera marcando el ritmo y me alentaba permanentemente. Por cierto, la hidratación era fundamental. El descenso hacia el valle del Cajón Negro nos hizo correr en medio del bosque. No había margen de error, porque una caída era posible. Por eso, la mirada clavada al piso para no tropezar con alguna raíz, y nuestros corazones latiendo a full nos mostraban que la meta estaba cerca. Al terminar de descender y tomar las calles del pueblo mis piernas no daban más por el esfuerzo. Flaquee pero Damián una vez más tomó la iniciativa y me tiró literalmente hasta la meta, hablándome y llevándome cuadra a cuadra. Al ingresar al centro de la Villa, el arco de llegada estaba muy cerca, se escuchaba la voz del locutor y la gente que estaba en las calles nos alentaba. Sólo pensaba en mis hijos y apretaba los dientes. No daba más. Al cruzar la meta la alegría fue inmensa. Lo habíamos conseguido y yo que había comenzado esta carrera con un compañero la terminaba con un amigo. Esto es algo que sólo ocurre en estas travesías, donde se comparte mucho, donde la montaña y el cansancio sacan lo mejor y lo peor de cada uno. Por eso, para mí cada pareja antes de casarse o convivir debierían hacer una carrera de aventuras para conocerse de verdad en situaciones límites así se evitarían muchos divorcios de antemano. Una sugerencia, claro.
Nos fundimos en un abrazo que denotaba lo que habíamos vivido en estos tres maravillosos días. Alguien de la organización se acercó y dijo: “Entraron segundos”. Entonces, la alegría fue aún mayor. Habíamos obtenido el 2° lugar en la general de la categoría equipos. Los #BichitosDeLuz habían brillado en la montaña y orgullosos lucíamos y lucimos nuestras medallas.
La organización fue PERFECTA. Prometimos volver en el 2015. Lo haremos y a todos ustedes les digo… “Hay que darle una oportunidad a El Origen”… Es una carrera que se lo merece.
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