El corazón de Río de Janeiro

No es una isla, pero parece. Y es Río de Janeiro, pero no parece. Urca es el único barrio de la capital carioca donde se puede tomar una cerveza en la terraza de un departamento de planta baja con vista a la calle -y a la impresionante Bahía de Guanabara- sin rejas. Seguir leyendo

Cyborguinho

Muchos querrían tener la vida de Cyborguinho. La mejor parte de la vida de Cyborguinho. Va a la playa todos los días de sol, todo el año. Al Posto 9 de Ipanema. No trabaja. Se la pasa mirando chicas lindas con una sutileza de caballero que ya no existe. Y fuma marihuana gratis.  Seguir leyendo

El Macho del Domingo

Había sido un día de playa formidable, Ipanema semi vacía, mar caribe, delfines pululando en el mar, sí, de verdad, a veces aparecen. Apolos jugando altinha, Apolos haciendo surf, Apolos con sus novias, Apolos haciendo guiños. Apolos como el nadador de la novela que estoy devorando, O Meu Amante de Domingo, de Alexandra Lucas Coelho, escritora, periodista y cronista portuguesa que vivió tres años en Río. Seguir leyendo

Camino de piedras

“En el medio del camino había una piedra. Había una piedra en el medio del camino”. Así empieza uno de los poemas más famosos de Carlos Drummond de Andrade, cuya estatua de bronce está en la también famosa vereda de Copacabana. A veces le roban los anteojos a Don Carlos. El bronce cotiza alto. Y la fama de la orla de piedra portuguesa de Copacabana más aun. Tanto que cuando vemos una foto como la de arriba, inmediatamente pensamos en la playa carioca. Só que não. Las curvas en blanco y negro de la imagen pertenecen a la auténtica calçada portuguesa de Rossio, en Lisboa. Seguir leyendo

Turistas

Turistas, turistas, turistas. Turistas por todas partes. Turistas con cámaras, en havaianas, con sombrero, en tuk-tuks, esos transportes importados de India. Fila de turistas para entrar en la Librería Lello, establecida en un edificio de 1906, la más linda de Oporto y entre las más lindas del mundo, según The Guardian y Lonely Planet.  Seguir leyendo

Escapadas

Domingo, ocho y media de la mañana, día despejado, auto alquilado desde la noche anterior. Es cierto que Río es una ciudad balnearia pero a veces también viene bien una escapada, sobre todo si es a la playa de Itacoatiara, en Niterói. Seguir leyendo

TransCarioca

-¿Cuándo podremos salir del Galeão, el aeropuerto de Río, en Metro?. -No sé, pero no creo que yo viva para verlo, responde un señor carioca de unos 60 años en el ascensor del Metro del aeropuerto de Lisboa. Seguir leyendo

Empanadas en Leblon

La primera vez que mi gran amiga carioca visitó Buenos Aires mi mamá preparó unas empanadas de carne que le salen increíbles. Carne picada, cebolla, morrón, huevo duro, aceitunas y pasas de uva. Empanadas de carne dulce. Mi amiga pidió ketchup y mostaza y a cada bocado iba bañando esa delicia argentina con los aderezos que nosotros usamos para el pancho. Seguir leyendo

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Vida de bacana

Vivo a dos cuadras de la playa, del hotel Fasano, del posto 8. Demoro cinco minutos en llegar hasta la arena, meterme al mar. El sol de mayo tiene esa temperatura de la que uno no se queja ni por el frío ni por el calor. Son las tres y media de la tarde, es viernes y terminé de trabajar. En la playa estamos los afortunados. Sólo eso nos asemeja a todos los que estamos hoy acá. Recostados sobre los pareos, dormitando en reposeras, besándose en el agua, caminando por la orilla con patas de rana y bodyboard. Sin traje de neoprene, eso no hace falta. Hay olas fuertes, buenas para hacer bodyboard parece, el mar está lleno de chicos que barrenan y hacen giros sobre esas olas cortas y que caen en picada. Los surfistas están más en la punta, cerca de la piedra de Arpoador. Afortunados los que estamos. Seguir leyendo

Música del futuro

Si hay una sala que viaja como una máquina de tiempo, tiempo de calidad, es esa cajita de zapatos, con pocas butacas -de las que uno ni se puede levantar- pero con una iluminación de última generación y un sonido impecable. La sala que podría ser el living de una casa, por el tamaño y la intimidad que se genera entre artista y público. La sala de Oi Futuro Ipanema -pegado al Metrô General Osório-, un edificio blanco antiguo remodelado, con un portón naranja frente al que a veces duerme un nene sobre cartones, y al preguntarle por la familia dice que sólo tiene padre, y que está preso. Seguir leyendo

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