Teleférico do Alemão

La semana pasada tomé el Metrô hasta Estación Central, ese edificio gigantesco de la película de Walter Salles, compré el boleto a Bonsucesso y fui a conocer el Teleférico del Complexo do Alemão.

En 2010 este complejo de favelas de la zona norte de Río salió en todos los noticieros del mundo mostrando cómo los narcos huían de la policía militar por una calle de tierra. Era la época de la “pacificación”. Hoy esta comunidad de 110 mil habitantes tiene una UPP (Unidad de Polícia Pacificadora) monitoreando la zona. Y a fines de 2011 el gobierno inauguró un teleférico con seis estaciones que sobrevuela toda la favela en 16 minutos.

Donde antes predominaban los tiros por los enfrentamientos, ahora se esucha, desde una de las 152 cabinas, niños jugando y perros que ladran. Los detalles sobre el paseo y los datos útiles, los cuento en esta nota. Aquí dejo un video, recién salido do forno, con panorámicas de un Río poco conocido y música del disco ” Sintoniza Lá”, de BNegão & os Seletores de Frequência, que ganó el premio MVB (de la MTV) como mejor disco del año.

El Fusca. Epílogo (+ datos útiles)

Por supuesto que Severino me dijo que lo de la devolución del dinero era simplemente imposible, porque ya habíamos firmado los papeles, y porque sí. Arreglamos que lo dejaría en condiciones para que yo pudiera manejarlo, y así fue. Anduve con el fusca para arriba y para abajo, iba a la playa, a Lapa, a hacer un curso de fotografía dos veces por semana en Urca, en una casa preciosa, como todas las que hay en Urca, barrio de tradición militar, donde funciona el Ateliê da Imagem, una escuela-espacio con una variedad importante de talleres de fotografía y video, donde también hay una galería de fotos y un estudio (que se alquila para sesiones de fotos) donde la mayoría de los viernes, a las siete de la tarde hay encuentros con fotógrafos, charlas, presentaciones. Ahí vi por ejemplo a Renan Cepeda, fotógrafo carioca que desde hace varios años trabaja con night painting, fotografías pintadas con luz; y a los de la Cia de Fotos, tres fotógrafos paulistas muy jóvenes que en el 2003 formaron esta compañía colectiva. Hoy es una Cia ultra conocida y premiada. Seguir leyendo

El Fusca (Parte final)

(Llegamos al final, así que si recién llegás a la historia del fusca, hay cuatro episodios anteriores: Parte I, Parte II, Parte III y Parte IV.)

El sábado amaneció radiante y yo otro tanto. Finalmente era propietaria de un auto, ¡un fusca! según Miguel me quedaba hermoso el modelito. Tenía que ir a Tijuca, un barrio tradicional de la clase media de Río, adonde nunca había ido. El patito me esperaba tal como lo había dejado. Encendió de primera y nada le costó descender la cuesta, sus frenos eran infalibles, yo cantaba, sonreía, aspiraba con gusto el aire cálido de un día que prometía alcanzar los treinta y largos grados.

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El Fusca (Parte IV)

(Ya estamos llegando al final, así que si no leíste nada sobre esta historia, podés ir a la Parte I, Parte II y Parte III, con un click.)

Nunca me había pasado, comprar un auto, cosa que ya hice algunas veces, dos, a decir verdad, y, en el mismo día, dar literalmente marcha atrás, con el auto, apagado, y con el negocio. Confieso que la devolución del dinero fue una iluminación que me bajó a último momento, hasta me sentía en falta por pedirlo.

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El Fusca (Parte III)

(Antes de seguir, si no leíste la Parte I y Parte II de esta historia, te recomiendo hacerlo para entender mejor)

Al otro día lo llamé a Severino, le anuncié mi inminente interés en el carro y mi imposibilidad de pagar la suma que me pedía, dato real, lo cual le otorgaba a mi discurso el peso de la verdad.

En un portugués de pronunciación casi indescifrable para mí, tuvo que repetirme varias veces las razones por las que no podía moverse del valor, que él había pagado 2 mil reales por el auto, y que le había puesto mil quinientos más encima, que él se dedicaba a esto, que ninguno de sus clientes jamás se había quejado de sus adquisiciones y que podía preguntarles a los porteros de la cuadra, dos de ellos, compradores de fuscas de Severino.

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El Fusca (Parte II)

(Si no leíste la primera parte de El Fusca, click acá antes de seguir, y habrá más, yo avisé que la historia era larga)

El fusca amarillo andaba mejor, mucho mejor diría yo, que no puedo decir mucho porque no conozco de autos, aunque los manejo desde hace años nunca había manejado un auto que tuviera mi edad. Me gustó, le dije a Severino que lo iba a pensar.

Después de ese día me olvidé del tema, me fui de viaje asumiendo que había dejado pasar una buena oportunidad. Pero al volver, el patito seguía estacionado en la puerta del edificio de Carla, brillante, encantador. Decidí que lo mejor era que lo viese alguien que entendiera no sólo de autos, sino de fuscas, y me puse en contacto con Baptiste, un francés estudiante de arquitectura, fanático de la línea de vehículos alemana. Él mismo se había comprado un fusca en Río y cuando le conté de mis ganas de adquirir uno, se ofreció cabalmente a ayudarme con la elección. Pasé por el edificio para dejar avisado que al día siguiente iría con mi mecánico a ver el autito, feliz por la sensación que me propiciaba hacer las cosas como se debe.

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El fusca (Parte I)

Cuando decidí venirme a vivir a Río estaba convencida de que me quería comprar una moto. Toda mi adolescencia paranaense anduve en moto, pero mis padres jamás me dejaron tener una. A una semana de venirme saqué el registro en Buenos Aires. Aquí era libre y grande.

Río es la ciudad ideal para andar en moto. Por los paisajes, la temperatura, el precio de la nafta y el transporte. La única contra es el tránsito carioca, salvaje como la ciudad misma.

Me hicieron desisitir rápidamente de la idea, así que decidí que iba a tener un fusca, un escarabajo. En Brasil hay a montones, son baratos e ideales para subir las cuestas pronunciadas de Santa Teresa.

Esta es la primera parte de un largo relato sobre mi fusquinha.

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Datos Utiles

Dónde dormir, dónde comer, qué visitar, cómo llegar, cosas que necesitamos saber para viajar. El dato útil es un tesorito. Ultimamente me llegaron varios mensajes pidiéndome tips, algunos los contesto enseguida porque son bien fáciles, como cuánto cuesta el colectivo (R$ 2,75) y el Metrô (R$ 3,20).

Muchos me cuentan que tienen ganas de venirse a vivir a Río, “yo quiero vivir acá” es un clásico que escucho siempre y que yo también declaré en estados de alucinación frente a algún paisaje carioca. Respondí los correos siempre que pude, desde mi visión y experiencia personal.

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Abran paso que hay Cabra Solta

Para mí hay dos clases de personas, las que me dejan llena de energía después de encontrarlas y las que me la sacan toda. Elijo rever siempre a las del primer grupo, y si hay alguien que representa fielmente esta tipología, es Natalia Lorenzo, más conocida como Cabra Solta.

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El gran abrazo de Caetano

Si Río de Janeiro funciona a energía solar, Brasil funciona a música, está en el ADN, en las raíces africanas que se mezclaron con el intelecto europeo. Una delicada simbiosis que nos endulza los oídos, sobre todo cuando se trata de bossa nova.

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